miércoles, 25 de diciembre de 2013

Teología. La familia de Jesús


                       QUÉ LE ENSEÑA JOSÉ Y MARÍA A JESÚS

1.- Jesús, que significa «Yahvé salva», es el hijo primogénito de María y José. Nace hacia el final del reinado de Herodes el Grande, alrededor de los años 7-6 a.C. ―en el 746 o 747 de la fundación de Roma. Sus hermanos o parientes son Santiago, José, Simón y Judas, además de hermanas o parientes, cuyos nombres no sabemos (cf. Mc 3,31-32). Los nombres de los hermanos corresponden a patriarcas judíos. Ello indica que es una familia tradicional del campesinado de la baja Galilea enraizada en la fe y costumbres judías. Los varones defienden el honor familiar y colectivo del pueblo con actitudes de responsabilidad en el trabajo, fidelidad a las tradiciones sociales y religiosas, justicia, etc. Las mujeres defienden dicho honor con actitudes femeninas como el recato, la castidad, etc.
            Lucas relata que Jesús crece en todos los aspectos fundamentales de la vida: a la vez que cumple años, aprende un oficio y mantiene una relación cada vez más bondadosa con Dios. Es una evidencia que se aplica a cualquier persona que nazca dentro de una familia y sociedad normalizada y que excluye los imprevistos individuales (discapacidades físicas, psíquicas, etc.) y sociales (guerras, revoluciones, ausencia de trabajo, etc.) que puedan darse en la evolución de una concreta existencia humana. Y todo ello ante la presencia del Señor, quien es el que conserva y protege toda la vida.
Si es cierto que la educación es escasa en este tiempo en la mayoría del Imperio, excepto en las familias pudientes, también es verdad el interés que el judaísmo ha prestado en su historia por la formación para todo el pueblo, y no sólo para la alta sociedad. Realmente no se debe aplicar a la época de Jesús la seria organización de las escuelas que más tarde refleja la Misná: «... cuanto más estudio de la ley, más vida; cuanta más escuela, más sabiduría; cuanto más consejo, más inteligencia; cuanto más justicia, más paz» (Abot 2,7).  Sin embargo ésta revela una mentalidad que no se debe eliminar para tiempos anteriores. La educación suele comenzar a una edad temprana: «Solía decir [Yehudá]: el niño de cinco [años debe comenzar el estudio] de la Biblia; con diez, la Misná; con trece [ha de comenzar a observar] los preceptos; con quince, [ha de comenzar] a estudiar el Talmud...» (Abot 5,21). La aspiración del creyente judío es tener una formación mínima para comprender todo lo relativo a su salvación. No es extraño, pues, que Jesús aparezca en los Evangelios leyendo la Escritura de pequeño (cf. Lc 4,16-30).
            La educación que recibe Jesús es la propuesta por la sociedad de entonces. A través de la sinagoga, y seguramente en la escuela adyacente, Jesús se forma en la Ley, se introduce en la cultura de su pueblo y asume las tradiciones de sus mayores. Estas tradiciones expresan la historia y las actuaciones que el Señor ha realizado en las diversas vicisitudes que Israel ha vivido a lo largo de los siglos. Se añade a esto el aprendizaje y cumplimiento de las normas de convivencia y la celebración de las fiestas religiosas según la Ley como la vive y entiende el campesinado de la baja Galilea al que pertenecen Jesús y su familia.

2.- Todo ello entraña una formación suficiente para adentrarse con cierta seriedad en la lectura de la Ley. Enseña en lugares públicos, en las sinagogas y en el templo. Así se explican los diálogos y diatribas que en su ministerio entabla con los escribas, fariseos y autoridades de Jerusalén sobre algunos párrafos de la Ley, además de presentar sugerencias y apreciaciones sobre los comentarios que corren de ella. No es una sorpresa que la gente lo llame «maestro» en un sentido amplio: el que se deduce de su autoridad moral y de su inteligencia natural unida a la formación para buscar el bien del hombre, lo cual lleva al pueblo sencillo a reconocerle como tal. Es un título que no tiene aquí su sentido técnico, pues Jesús no ha frecuentado una escuela rabínica propiamente dicha. Jesús es uno de esos sabios que dominan las tradiciones legales y las tradiciones éticas de Israel, pero no es un sabio del dominio que resulta del aprendizaje escolar de la Ley oral y escrita, sino del que proviene de una autoridad personal que va más allá de cualquier actividad racional y que provoca la admiración del auditorio: «Todos se llenaron de estupor y se preguntaban: —¿Qué significa esto? Es una enseñanza nueva, con autoridad» (Mc 1,27).
            Leer la Ley y explicar ciertos párrafos de su contenido supone saber la lengua hebrea y aramea. La primera, porque la Escritura así está escrita; la segunda, como lengua hablada en Palestina por el pueblo de este tiempo. Jesús las emplea para comunicar dicha Escritura a los grupos de discípulos que le siguen y a la gente que comparte con él la celebración del sábado en las sinagogas. Tampoco hay que descartar que sepa algo de la lengua griega. Es la lengua común del Imperio y está presente en estas tierras y poblaciones desde Alejandro Magno (356-323 a.C.) y, sobre todo, desde el empeño de convertir a Israel en Grecia de Antíoco IV Epífanes (175-165 a.C.). Aunque el judío tiende a rechazarla, en especial el mundo rural apegado a las tradiciones y prácticas religiosas judías, se usa, al menos lo imprescindible, para entenderse en el ámbito público por las exigencias comerciales y políticas. Jesús, por su propia profesión, debe tratar con personas, que en la mayoría son judíos, pero también se incluyen aquellas que proceden del mundo de la Hélade, ya que Galilea está en parte integrada y en parte rodeada de ciudades griegas, además de la cosmopolita Jerusalén, donde es la lengua normal de los judíos de la diáspora, de los gentiles que la visitan por mil causas y de los estamentos gubernamentales romanos. Y todos ellos se entienden en griego, como la lengua de comunicación básica para las relaciones que resultan de los oficios de cada cual y de las exigencias de las instancias sociales, políticas y económicas.


3.- Nazaret pertenece a este mundo del campesinado. Y no es extraño que la familia de Jesús posea alguna tierra y una pequeña granja para cubrir sus necesidades. Pero Jesús no es un campesino, ni un ganadero, ni un pescador propiamente dicho, es decir, que vive del trabajo en el campo, de la cría de los animales, o de la pesca en el mar. Tampoco es un obrero de entonces, como un jornalero eventual de los tiempos actuales, sino que es un técnico (cf. Mc 6,3); es un artesano, que no tiene una función muy específica dentro de la sociedad palestina. Puede asociarse al que trabaja la madera, la piedra, el hierro. En el caso de Jesús se pueden dar estas actividades conjuntamente, aunque se une por lo general al que trabaja la madera o la piedra o el hierro en un taller. Al vivir en un ámbito agrícola, puede hacer o reparar arados, yugos, carros, etc.; o suministrar los escasos enseres que se tienen en las casas, como arcas, arquetas, banquetas, puertas o ventanas, por cierto muy diversos a los muebles que se usan en las casas de la sociedad occidental, porque la mayoría de las veces las gentes de Palestina se sientan sobre esteras y comen en el suelo. El artesano se ocupa también en la construcción, por tanto sabe de albañilería, de cantería, y maneja bien todos los utensilios que se emplean para este menester.
Y José Y María le harían cumplir a Jesús las fiestas principales de Israel en los lugares del culto habituales que son el templo y las sinagogas. Las fiestas en Israel se determinan por el ciclo natural de las estaciones. La fiesta principal es la Pascua, o la de los Panes ácimos o, simplemente, Ázimos. A los cincuenta días o siete semanas de la Pascua, se celebra la fiesta de las Semanas, o de Pentecostés, llamada algún tiempo de la Siega. En el templo se celebran también otras fiestas significativas en Israel. A los diez días del año nuevo se tiene el día de la Expiación (yôn kippur), fiesta de la reconciliación. Una de las señales características del pueblo hebreo es la celebración del sábado. De origen yahvista, al inicio simplemente se indica el descanso prescrito después de seis días de trabajo.



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