viernes, 30 de mayo de 2014

Santos/Beatos Franciscanos: 2-8 junio

                          2 de junio


         Camila Bautista Varano (1458-1524)

Santa María Camila nace en Camerino (Macerata. Italia) el 9 de abril de 1458, hija natural de Julio César Varano. Pide a su padre el ingreso en el monasterio de las Clarisas de Urbino. Él se opone, pero, al final, da su permiso ante la insistencia de María Camila. Julio César rehace entonces el monasterio de Santa María Nueva para vivir junto a su hija. Camila profesa tomando el nombre de Bautista. Escritos místicos suyos: «Los dolores mentales de Jesús», «La vida espiritual», «Las consideraciones sobre la pasión»; «El tratado de la pureza del corazón», las «Oraciones» y las «Poesías». Su padre y hermanos son asesinados por las tropas de César Borgia que toman Camerino. Aquí se ratifica en el seguimiento de Jesús pobre y crucificado y perdona a los asesinos de su familia. Muere en Camerino el 31 de mayo de 1524 a la edad de 66 años. El papa Gregorio XVI aprueba su culto el 7 de abril 1843. Es canonizada por el papa Benedicto XVI el 17 de octubre de 2010.

Oración. Señor, Dios nuestro, que has distinguido a Santa Camila Bautista por la contemplación de la pasión de tu Hijo Jesucristo; concédenos, por su intercesión, la gracia de amar la cruz de Cristo y alcanzar la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo.

                         2.1 de junio


            Félix de Nicosia (1715-1787)

San Félix nace en Nicosia (Sicilia. Italia) el 5 de noviembre de 1715, en una familia pobre, pero muy religiosa. El mismo día recibe el bautismo con los nombres de Felipe Jaime. Su padre, zapatero, murió un mes antes de que él naciera. Félix continúa con el trabajo de su padre. Solicita entrar en los Capuchinos de Nicosia, y no es admitido hasta ocho años después. Hace el noviciado en el convento de Mistretta 1743; toma el nombre de Félix; profesa el 10 de octubre de 1774. El primer traslado es a Nicosia, donde ejerce el oficio de limosnero, ayudando a la comunidad y a los pobres, con los que compartía los bienes que recolectaba. Esta labor la alterna con el trabajo en el huerto y en la enfermería. Es devoto de Jesús crucificado, de María la Vir-gen y de la Eucaristía. Muere el 31 de mayo 1787. El papa León XIII lo beatifica el 12 de febrero de 1888 y Benedicto XVI lo canoniza en 2005.

Oración. Dios misericordioso, que enseñaste a San Félix de Nicosia a servirte con simplicidad y humildad, y dispusiste su corazón para los bienes celestiales, concédenos imitar sus ejemplos en la tierra para participar de su gloria en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.

                          4 de junio


                    Andrés Caccioli de Spello (1194-1254)

El beato Andrés Caccioli nace en Spello (Umbría. Italia) en el año 1194. Cursa los estudios eclesiásticos y se ordena sacerdote. Conoce a San Francisco e ingresa en la Orden en 1223 para seguirle en su imitación a Cristo pobre y crucificado. Asiste al tránsito de San Francisco el 3 de octubre de 1226. En 1233 preside el Capítulo de España celebrado en Soria. Después se retira a Las Cárceles, llevando una vida de oración y penitencia. Dirige a las Clarisas de Spello desde el año 1248, cuya abadesa es la beata Pacífica Guelfuccio, familia y discípula de Santa Clara. Ayuda a las hermanas a seguir el estilo de Santa Clara en contra de la Regla mitigada del Cardenal Hugolino. Fallece el 3 de junio de 1254. Es copatrono de Spello desde 1360. El papa Clemente XII aprueba su culto el 25 de julio de 1738.

Oración. Señor, tú que otorgaste al beato Andrés la gracia de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por su intercesión, la gracia de vivir fielmente nuestra vocación, para que así tendamos a la perfección que tú nos has propuesto en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.

            4.1 de junio


             Pacífico de Cerano (1424-1482)

El beato Pacífico nace en Cerano (Lombardía. Italia) en el año 1420; pertenece a una familia muy influyente en la sociedad llamada Ramati. Ingresa en la Orden en el año 1445 en Novara. Una vez ordenado sacerdote, se entrega por entero a la conversión de los cristianos con la predicación evangélica; promueve con vigor la devoción a María; participa en la cruzada contra los turcos. Escribe la «Somma Pacifica» o «Trattato della Scienza di confessare» sobre cómo proceder para escuchar las confesiones de los fieles (en italiano: Milán 1479, y latín: Venecia 1501. 1513). Es enviado a Cerdeña como Visitador de las fraternidades franciscanas de la región, donde fallece. Es enterrado en Cerano. El papa Benedicto XIV aprueba su culto el 7 de julio de 1745.

Oración. Señor, luz de tu pueblo y pastor de los hombres, que, dentro de la Iglesia, has confiado al beato Pacífico la misión de apacentar a tu pueblo con su predicación y de iluminarlo con su vida y su ejemplo, concédenos, por su intercesión, guardar íntegro el don de la fe que nos legó su palabra y seguir el camino que nos marcó su ejemplo. Por nuestro Señor Jesucristo.


                          6 de junio


             Lorenzo de Másculis de Villamagna (1476-1535)

El beato Lorenzo nace el 12 de mayo de 1476 en Villa-magna (Chieti. Italia), hijo de Silverio de Másculis y de Pippa de Eletto. Ingresa en la Orden de los Hermanos Menores. Ordenado de presbítero se entrega a la proclamación del Evangelio por Italia. Su palabra va acompañada de una vida ejemplar –caminaba siempre descalzo–, y profecías y milagros, siguiendo la estela de San Juan de Capistrano, apóstol de los Abruzzos y de Europa. Su servicio apostólico dura unos 35 años. En el año 1535 predica la Cuaresma en Ortona a Mare, padece un ataque de gota, cuyo dolor soporta con gran resignación, y muere el 6 de junio. En 1829 se coloca su cuerpo, incorrupto, bajo el altar mayor de Santa María delle Grazie. El papa Pío XI aprueba su culto el 28 de febrero de 1923.

Oración. Señor, luz de tu pueblo y pastor de los hombres, que, dentro de la Iglesia, has confiado al beato Lorenzo la misión de apacentar a tu pueblo con su predicación y de iluminarlo con su vida y su ejemplo, concédenos, por su intercesión, guardar íntegro el don de la fe que nos legó su palabra y seguir el camino que nos marcó su ejemplo. Por nuestro Señor Jesucristo.


              6.1 de junio


       Diego Oddi da Vallinfreda (1839-1919)

El beato Oddi nace el 6 de junio de 1839 en Vallinfreda (Roma. Italia), hijo de Vicenzo Oddi y Bernardina Pasquali. Hasta los 33 años no puede cumplir sus deseos de ingresar en la Orden, porque debe hacerse cargo de parte de las responsabilidades familiares. Entra en Bellegra como “Terciario Oblato” en el año 1872. Cuando en 1877 son expulsados los religiosos de la casa de retiro, el beato se encarga de cuidar el huerto del convento. En 1878 se reabre el convento; en 1784 se implanta el noviciado, en el que ingresa el 12 de febrero; profesa el 14 de febrero 1786 y los votos solemnes los emite el 16 de mayo de 1889. Permanece en Bellegra hasta el día de su muerte, acaecida el 3 de junio de 1919. Ejerce el oficio de hortelano, limosnero, portero. Lleva una vida de oración y penitencia ejemplar. El papa Juan Pablo II lo beatifica el 3 de octubre de 1999.

Oración. Señor, tú que otorgaste al beato Oddi la gracia de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por su intercesión, la gracia de vivir fielmente nuestra vocación, para que así tendamos a la perfección que tú nos has propuesto en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.

              8 de junio


             Nicolás de Gésturi (1882-1958)

El beato Nicolás nace el 5 de agosto de 1882 en Gésturi (Cágliari. Italia); pertenece a una familia humilde y muy religiosa. Huérfano de padres se dedica a las labores del campo. En el año 1911 ingresa como hermano oblato en la fraternidad capuchina de San Antonio de Cágliari. El 30 de octubre de 1913 inicia el noviciado; profesa el 1 de noviembre de 1914, y hace la profesión solemne 16 de febrero de 1919. Es trasladado a diferentes fraternidades de Cerdeña hasta que regresa a la fraternidad de Cágliari donde permanece 34 años como limosnero. Posee un profundo espíritu de oración y una caridad inmensa, dándose a los pobres. Es fiel a las devociones franciscanas como la Eucaristía y la devoción a la Virgen María. Muere el 8 de junio de 1958. El papa Juan Pablo II lo beatifica el 3 de octubre de 1999.


Oración. Dios Padre misericordioso, que en el beato Nicolás has dado un ejemplo de oración y humildad callada, concédenos, por su intercesión, que podamos llevar a Cristo a los hermanos con la santidad de nuestra vida. Por nuestro Señor Jesucristo.

El Espíritu Santo

                                 
                                                                                 EL ESPÍRITU SANTO

                                                                                 I
                                                 
                                             
                                                                                      Jesús y el Espíritu

            La relación de Dios con sus criaturas, centrada en el futuro Mesías, recae sobre Jesús, según la reflexión cristiana. Tal es así, que quien no reconoce la vida y misión de Jesús blasfema contra el Espíritu Santo (cf. Mc 3,29). Jesús recibe el Espíritu, que está presente desde su misma concepción, como hemos expuesto antes. La presencia de Jesús en la historia se debe al Espíritu, que aparece de nuevo cuando los Evangelios sitúan el bautismo de Juan Bautista en los momentos previos a su proclamación del Reino de Dios.
            No se sabe con certeza cuándo surge en Jesús la experiencia de su peculiar filiación divina y la posesión del Espíritu con el que desarrolla la proclamación del Reino. La tradición cristiana coloca esta conciencia de Jesús en el bautismo por Juan, donde Dios le revela su identidad y misión. Esto significa el preámbulo de su actividad pública y, por consiguiente, un cambio trascendental de su vida, que su familia no ha presentido a lo largo de su convivencia doméstica.
           
Dice el texto: «Por entonces vino Jesús de Nazaret de Galilea y se hizo bautizar por Juan en el Jordán. En cuanto salió del agua, vio que los cielos se rasgaban y el Espíritu bajando sobre él como una paloma» (Mc 1,9-10par). Salido de las aguas, es decir, cumplida la encomienda del Bautista, Jesús ve al instante que los cielos se rasgan. En esta experiencia personal comprende que Dios se le comunica bajando de su propia gloria, como él mismo acaba de subir del agua, provocándose el encuentro mutuo en la tierra amorosamente creada. Y es un descenso divino apasionado. El cielo no se abre para que salga Dios según relata Marcos, como sucede en Mateo (3,16) y Lucas (3,21), sino que está definitivamente abierto para que Dios, ¡por fin!, irrumpa sobre Jesús con el objetivo de cumplimentar la última escena de la historia de la salvación. Es como si Dios hubiera reconocido en el ámbito histórico a su Hijo; es como si hubiera encontrado a alguien disponible a quien entregarse plena y personalmente y preparado para que le obedezca, pues la relación de Dios con los hombres estaba truncada desde la desobediencia de Adán (cf. Gén 3,6). Entonces desciende el Espíritu, el Espíritu de Dios (cf. Mt 3,16) o Espíritu Santo (cf. Lc 3,22), que ha anunciado Juan, quedando éste en la dimensión de la espera y esperanza, que no en la realidad de la presencia del Reino. El Espíritu baja del cielo por la decisión propia de Dios, que no por la acción del bautismo de Juan, y es probable que se refiera a la unción específica que le hace Dios (cf. Is 42,1-4; Miq 3,8). Mas el Espíritu, invisible, que es el símbolo de la vida y fuerza de Dios, lo experimenta Jesús de una forma plástica: viene del cielo como desciende una paloma hacia su nido o hacia su cebadero.
           
A continuación pasa Jesús del ver al oír: «Se oyó una voz del cielo: Tú eres mi Hijo querido, mi predilecto» (Mc 1,11par). Dios se dirige directamente a Jesús como su Padre. Es una afirmación que expresa dónde está enraizada la vida de Jesús. El Padre declara su amor y predilección por su hijo único. Esta predilección no lleva consigo el sentido antiguo de poder cuando se relaciona con el rey mesías a quien unge Dios para defender a Israel de las naciones enemigas, además de conquistarlas y dominarlas (cf. Sal 2,2.8-9). Más bien se relaciona con la cercanía y amor de Dios que plenifica la vida de Jesús, lo cual le señala como Hijo único, el amado, que en Marcos es posible que evoque el sacrificio que supone la entrega, como sucedió con Abrahán e Isaac (cf. Gén 22,2; Am 8,10), ya que Dios Padre se une a ese Hijo predilecto (cf. Mc 12,6) que da la vida para la salvación del hombre, según su propio designio. Y Jesús es, además, el siervo (cf. Is 42,1), el predilecto de Dios que le ha capacitado al darle su Espíritu para devolver la fidelidad y estabilidad de la alianza entre Dios y los hombres. El Espíritu reposa sobre él como la Gloria de Dios descansaba sobre la tienda de la reunión (cf. Jn 3,34-36).
            El Espíritu posee a Jesús antes de iniciar su ministerio en Palestina. Ese mismo Espíritu le conduce al desierto para que, como Hijo de Dios, sea tentado por el diablo. Las tentaciones, que son un resumen de las que experimentó en su vida pública, muestran la fidelidad y obediencia de Jesús a Dios.
            El Espíritu concibe a Jesús (cf. Lc 1,35), desciende sobre él y le da la identidad filial (cf. Mc 1,11par), le indica la forma de siervo obediente para llevar a cabo la misión (cf. Mc 1,12-13), y ahora le presenta a su pueblo para que proclame el contenido del Reino que va a revelar (Lc 4,14): es un acto programático de todo lo que va a llevar a cabo en Israel; es decir, quien lo habilita para esta misión es también el Espíritu. Y con él llegan los tiempos nuevos simbolizados con la persona y la actividad de Jesús
            La escena la elabora Lucas (4,16-30par). Jesús va a Nazaret después de una gira por algunos pueblos de Galilea, donde la gente se entusiasma con su predicación (cf. Mc 1,32-34.39par). Jesús visita la sinagoga y lee al profeta Isaías ante sus paisanos: «El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor» (Is 61,1-2; 58,6). Jesús suprime la expresión «día de la venganza del Señor» (Is 61,8) y se presenta como el profeta que va a enviar Dios al final de los tiempos, o como mesías según se interpretaba en algunos ambientes (cf. 11 QMelk; 4Q 521); la unción del Espíritu la ha tenido en el bautismo, donde se le ha consagrado para realizar su misión mesiánica.
           
La acción comprende lo siguiente: se centrará en los que esperan la ayuda del Señor ante una situación de pobreza y marginación extremas; ofrecerá la libertad a los que estaban encarcelados y desterrados, y hará ver a los ciegos, que significa «ver» al que trae la salvación para acceder a ella, ya que el profeta es la luz del mundo (cf. Is 42,6-7), como Juan presenta al ciego de nacimiento (cf. Jn 9,35-38). Por último, inauguraría con su presencia el año jubilar que se debía celebrar cada 49 años donde cada uno recuperará sus tierras, o se le perdonarán sus deudas, o se restablecerá su dignidad al liberarse del sometimiento a un amo (cf. Lv 17-26). Sin embargo se entiende mejor la expresión como «un año de gracia», un año en el que el Señor, por el Espíritu que posee Jesús, se mostrará con bondad y actuará con misericordia, con la salvación largo tiempo esperada (cf. Lc 4,24; Hech 10,35). Y esta salvación comienza a cumplirse «hoy» con la presencia de Jesús, que es la presencia del Espíritu del Señor (cf. Lc 4,21), como sucede cuando nace (cf. Lc 2,11), con la curación del paralítico (cf. Lc 5,26), con la providencia del Padre para con sus hijos (cf. Lc 12,28), con la denuncia a Herodes (cf. Lc 13,32), con la conversión de Zaqueo (cf, Lc 19,9) y con la donación del paraíso al crucificado con él (cf. Lc 22,34). La nueva fuerza del Espíritu dado a Jesús proclama la actuación misericordiosa de Dios en la historia, la liberación de todos los oprimidos y los inicios de la salvación definitiva personal y colectiva.
            «Jesús gritó con voz fuerte: Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46). El grito que precede inmediatamente a la muerte en Marcos (15,37), Lucas lo convierte en una oración recogida del Salmo 31,6 y practicada por Israel como oración de la tarde. Lucas acentúa la actitud de oración de Jesús a lo largo de su ministerio. En este caso, el sentido del Salmo es que el justo se fía de Dios, confía su vida a Él; le cede la custodia de su existencia cuando los hombres se empeñan en arrebatársela o la tienen minusvalorada. La escena en la cruz describe una reacción de Jesús contraria a la ausencia y lejanía de Dios que relata Marcos. Jesús recobra su condición filial, por eso Lucas cambia el «Dios» del Salmo por el «Padre» con el que se ha relacionado a lo largo de su vida, p.e., en la Oración de júbilo (cf. Q/Lc 10,21), en el Padrenuestro (cf. Q/Lc 11,2) o cuando se dirige a Dios en Getsemaní (cf. Mc 14,36par). Jesús entrega al Padre la poca vida, «espíritu», que le queda; la vida que se ofrece en el momento de la creación (cf. Gén 35,18) y que en Jesús procede del Espíritu y de María y forma parte del ser divino; y se la devuelve al Padre como algo que le pertenece esencialmente. Por eso ha nacido de Él, ha permanecido en la vida pendiente y dependiente de Él y a Él se la remite como un acto natural y familiar.



jueves, 29 de mayo de 2014

El papa Francisco en el Cenáculo

Saludo al Santo Padre del P. Custodio de Tierra Santa
                                       Cenáculo, 26 de mayo de 2014


Beatísimo Padre:
Es para nosotros –y para la Iglesia de Tierra Santa aquí representada por los ordinarios católica de Tierra Santa y por los patriarcas de las Iglesias de Oriente- una gran alegría estar con usted en este lugar santo, testigo del ardiente deseo de Jesús de amar a los suyos hasta la muerte. Este lugar ha visto cumplirse todas las promesas de Dios, y sabe que ninguna infidelidad del hombre, ningún temor, o ni siquiera nuestra traición, puede impedir a su Alianza cumplirse hasta el final, hasta la profundidad donde el Espíritu mora en nosotros, y nosotros en él.
Desde el Cenáculo, adquirido para ser entregado a los franciscanos en el lejano 1333, los frailes se movían para «celebrar solemnemente misas cantadas y los oficios divinos» en el Santo Sepulcro, cuentan las crónicas. La apertura a la evangelización misionera de san Francisco, de hecho, llevó a los frailes a la Tierra de nuestra redención y la Iglesia confirmó nuestra misión de custodios de los santos lugares.
Como ve, no hay ninguna basílica que custodie el lugar donde Jesús celebró su última Pascua, donde rezó por los suyos, donde –resucitado- se apareció para entregar la paz, donde el Espíritu descendió sobre los apóstoles reunidos en oración con la Virgen María.
No se celebra la eucaristía en esta estancia, aunque hoy se haga una excepción, donde Jesús partió el pan y dio a sus discípulos el cáliz del vino nuevo, dándoles el mandato de repetir sus mismas palabras y gestos, haciendo su presencia real para siempre en medio de nosotros.
Este es uno de los lugares más heridos de toda Tierra Santa, testigo de las muchas heridas de los pueblos que la habitan. Pero nosotros queremos creer que estas heridas tienen un vínculo misterioso y real con los estigmas de la Pasión con las que el Resucitado, aquí, se apareció a los suyos; y que este vínculo es igualmente misterioso y real con aquella paz que Jesús nos ha dado y dejado, la Paz que es él mismo, el Señor victorioso del mal y de la muerte.
Beatísimo Padre, nosotros, la Iglesia, queremos custodiar estas heridas. Pero, al mismo tiempo, queremos custodiar con tenacidad una inmensa confianza, una confianza gozosamente pascual: la confianza en la humildad de Dios, en el estilo pobre y simple de su Reino, en la paciencia del grano de trigo. Este lugar nos obliga, de algún modo, a dar pequeños pasos, nos devuelve a lo esencial, nos hace vivir en humildad y confiados en la verdad; nos invita a creer que este es el único camino capaz de sembrar y construir comunión y amistad, incluso allí donde la comunión y la amistad son negadas desde hace siglos.

Aquí, hoy, con usted, queremos seguir creyendo que nada es imposible para Dios.
Y queremos hacerlo por esta tierra y por todas las tierras; por esta Iglesia y por toda la Iglesia, de la que el Cenáculo, así como es, es símbolo elocuente.
Reunidos aquí, en la conclusión de su peregrinación a Tierra Santa, damos gracias a Dios por esta eucaristía, signo de fraternidad y comunión, sacramento de unidad. La Iglesia es una e indivisa que nació aquí hace resonar en nuestros corazones el mandamiento nuevo, signo distintivo del seguimiento de Cristo Señor.
La ceremonia de ayer en el Santo Sepulcro nos conmovió y el sueño de la unidad de las Iglesias, de la que el Cenáculo es un símbolo nos pareció más cercano y tangible, y nos ha hecho exultar.
En unión a todo el pueblo de esta Tierra, al finalizar esta su peregrinación, le ofrecemos nuestro sincero y afectuoso agradecimiento por el alto testimonio de paz y de unidad que nos ha dado y le aseguramos nuestra oración constante y sincera aquí y en todos los lugares de la Redención.
Gracias.



martes, 27 de mayo de 2014

El Papa sorprende a los franciscanos de Tierra Santa con un almuerzo fuera de programa en el Convento de San Salvador
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El Papa Francisco ha decidido salirse del programa previsto -según el cual debía comer en el Centro Notre Dame de Jerusalén-- para ir a almorzar con los franciscanos en el convento de San Salvador ubicado dentro de la ciudad vieja "como un fraile más".

El vicario de la Orden Custodia de Tierra Santa, el fraile franciscano Artemio Vítores explica a Europa Press que fue una verdadera sorpresa. "Nos avisaron de que hoy la comida sería a las 13,00 horas; y media hora antes, nos dijeron que iba a venir el Papa a comer", ha recordado. "Un espectáculo", ha subrayado.
Según ha precisado, es "la primera vez en la historia que un Papa come en el convento de San Salvador y el almuerzo ha sido "muy sencillo": spaguetti, puré con carne, ensalada, sandía y, como novedad por la ocasión, un helado y un dulce.
El Pontífice llegó a la casa a las 14,30 horas y los cien frailes presentes, en su mayoría jóvenes, le recibieron "aplaudiendo sin parar", según ha contado el fraile y eso "ha puesto muy contento" a Francisco.
Los frailes y el Papa han comenzado a comer sobre las 14,30 horas ya que en los actos previos se había acumulado algo de retraso con respecto al programa. Por ello, ha tenido que ser rápido, según explica. Además, añade que fuera había más de cien policías.
Según ha destacado fray Artemio, el Papa les ha dicho que se sentía "muy feliz" de poder compartir ese momento con los frailes y les ha contado una anécdota, que cuando en Argentina caminaba por la calle y se encontraba con un cura, le decían que se fuera a trabajar, pero que cuando se encontraba con un fraile siempre le devolvía una sonrisa.
Ya solo con el fraile español, Francisco le ha contado que tras su elección alguien le preguntó cómo siendo argentino, que son "lo más, lo mejor", había elegido el nombre de Francisco, que podía haber elegido el de Jesús II. Además, en este ambiente distendido, el fraile le ha regalado sus últimos libros. "Con Francisco, me he sentido un mejor fraile", remarca.
Sobre las razones por las que el Pontífice ha decidido salirse del programa y almorzar con los franciscanos, el padre Artemio ha apuntado que "quizá ha sentido que era más lujo" y ha preferido algo más sencillo.
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lunes, 26 de mayo de 2014

Santos y Beatos: 26-31 mayo

27 de mayo


          María Josefa Roselló (1811-1880)

            Santa María Josefa nace en Albisola Marina (Liguria. Italia) el 27 de mayo de 1811, hija de Bartolomé Rosselló y María Dedone. Ayuda a sus padres en el trabajo de modelación de arcilla y en el cuidado de sus hermanos menores. Pronto siente la inclinación de socorrer a los pobres y orar a Jesús crucificado y a su Madre. Ingresa en la Orden Francis-cana Seglar. Sirve en la familia de los Monleone desde 1830 a 1837. Por faltarle la dote no puede incorporarse al Instituto de las Hijas de Nuestra Señora de las Nieves. Responde en 1837 a la solicitud del Obispo de la Diócesis, monseñor Agustín De Mari (1835-1840), para dedicarse a la formación de jóvenes marginadas y a los pobres enfermos. Funda el Instituto de Nuestra Señora de la Misericordia el 10 de agosto de 1837. Colabora con los sacerdotes Nicolás Olivieri y Blas Verri en el rescate de esclavos en África. Abre una fraternidad en 1875 en Buenos Aires (Argentina). Muere el 7 de diciembre del año 1880 en la casa madre del Instituto en Savona. El papa Pío XII la canoniza el 12 de junio de 1949.

           
                                                Común de Santas Mujeres

Oración. Señor Dios, que cada año nos alegras con la fiesta de Santa María Josefa, concede a los que celebramos su memoria imitar también los ejemplos de su vida. Por nuestro Señor Jesucristo. 

                                               Lecturas

                        «Nos gloriamos según la  norma que Dios ha puesto»

            El cristiano debe mostrar al mundo que es fiel a Jesús y, en cuanto tal, encarna los valores definitivos que se vivirán en la gloria del Padre, la identidad definitiva del ser humano, más allá de las circunstancias históricas que hacen a los hombres actuar de una manera o de otra. Por eso, la vida religiosa, además de capacitarnos para dedicarnos por completo a los pobres, tanto individual como fraternalmente, significa la existencia que llevaremos en la gloria del Padre y que la profesión evangélica es un adelanto de lo que será el mundo futuro. Hay crecer según la fe, en la medida del Evangelio, que es la garantía de la vida nueva que no tendrá fin.

Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 10,12-16

            Salmo responsorial                                                                          127,1-2.3.4-5

            La doctrina de la recompensa en el pensamiento judío está atestiguada por múltiples textos: quien obra bien el Señor le premiará (cf. Sal 58,11; 2Tim 4,7). Pero este convencimiento entra en crisis cuando se evidencia que los malvados viven bien y los fieles al Señor acumulan desgracias (cf. Sal 93,12). Es cuando hay que pensar que los premios del Señor no se dan exclusivamente en la historia humana. La dicha del justo pertenece a la virtud de la esperanza.

            V. Dichoso quien teme al Señor.
            R. Dichoso quien teme al Señor.


            Aleluya                                                          Jn 8,12

            Aleluya. Aleluya.
«Yo soy la luz del mundo, dice el Señor;
quien me sigue tendrá la luz de la vida»
Aleluya.

Evangelio

«Si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el Reino de los cielos»

Jesús enseña algunos aspectos que deben presidir la fraternidad evangélica. Como principio excluye el poder, e indica a los discípulos que el camino a seguir es el de la humildad, la sencillez, la debilidad, la inocencia, etc., características  de la infancia. Con estas actitudes básicas, los discípulos de Jesús deben abrirse a todo el mundo y acoger, sobre todo, a lo que simbolizan los niños, que son aquellos que, por cualquier causa, viven en la debilidad, caminando desamparados y solos por la vida. Quién los recibe están cobijando al mismo Jesús y a su Padre, pues les tiene especial benevolencia (cf. Lc 10,21-22; Mt 11,25-27).

Lectura del santo Evangelio según San Mateo         18,1-4          

Para meditar

«Por otra parte, la caridad no se practica sólo con el dinero. Pueden muy bien visitar a un enfermo, hacerle un rato de compañía, prestarle algún servicio […] ¿Cómo debe hacerse la limosna para que sea meritoria? Atiendan bien, que en dos palabras voy a decírselos: en todo el bien que hacemos a nuestro prójimo, hemos de tener como objetivo el agradar a Dios y salvar nuestra alma. Cuando vuestras limosnas no vayan acompañadas de estas dos intenciones, la buena obra resultará perdida para el cielo. Esta es la causa por la que serán tan escasas las buenas obras que nos acompañen en el tribunal de Dios, pues las realizamos de una manera muy humana.
Nos complace que se nos agradezcan, que se hable de ellas, que se nos devuelvan con algún favor, y hasta nos gusta hablar de nuestras buenas acciones para manifestar que somos caritativos. Tenemos nuestras preferencias […] a unos les damos sin medida, mas a otros nos negamos a darles nada, antes bien los despreciamos […] Si alguna preferencia hubiésemos de tener, sería para con los que nos han dado algún disgusto… Algunos, cuando han favorecido a alguien, si los favorecidos les causan después algún disgusto, enseguida les echan en cara los servicios que les prestaron. Con esto se engañan, ya que así pierden toda recompensa […] [Otro lazo del demonio] consiste en representar nuestras buenas acciones ante nuestra mente, para que nos gocemos en ellas, y así, de este modo, hacernos perder la recompensa a que nos hicimos acreedores…es necesario hacer la limosna con la más pura intención…: todo por Dios, nada por el mundo.” (Juan María Vianney, Cura de Ars]

              28 de mayo
  
                                                              
Herculano de Piégaro (1390-1451)

               El beato Herculano nace en Piégaro (Perusa. Italia) en 1390. En 1410 viste el hábito franciscano. Es su maestro el beato Alberto de Sarteano, con San Bernardino de Siena, San Jaime de la Marca y San Juan de Capistrano, una de las columnas de la Observancia. Después de cursar los estudios eclesiásticos es ordenado sacerdote. Se entrega a la predicación por toda la comarca, haciendo especial hincapié en la pasión de Jesús y en su seguimiento en pobreza y penitencia. Alterna la predicación con una vida intensa de oración. Acompaña en 1429 a Alberto de Sarteano a una misión en Palestina, misión encomendada por el papa Eugenio IV. Herculano ayuda a los habitantes de Lucca sitiados por los sol-dados de Florencia en 1430. En agradecimiento le ceden el convento de Pozzuoli. Edifica dos conventos para la Observancia en Barca y en Castelnuovo en Carfagna (Toscana. Italia). Muere el 28 de mayo de 1451 a los 61 años de edad. El papa Pío IX aprueba su culto el 29 de marzo de 1860.

                        Común de Santos Varones

Oración. Señor, tú que otorgaste al  beato Herculano la gracia de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a  nosotros, por su intercesión, la gracia de vivir fielmente nuestra vocación, para que así tendamos a la
perfección que tú nos has propuesto en la persona de tu Hijo. Que vive y reina
contigo.

                                               Lecturas

            «Predicamos a Cristo crucificado: escándalo para los hombres, pero para los llamados a Cristo, sabiduría»

            San Pablo está bien formado en las tradiciones judías y en el saber griego. De hecho confía por un tiempo en la capacidad racional para explicar la potencia salvadora del mensaje y vida de Jesús (cf. Hech 17,22-31). Vistos los resultados, se aparta del camino racional (cf. Rom 1,22-23; 1Cor 3,20; Ef 4,17-19) y desarrolla la fe como la unión con Cristo crucificado, que es el que hace posible nacer de nuevo (cf. Jn 3,3-4). De ahí la necesidad de la humildad que hace a la persona vaciarse de sí misma y la sencillez necesaria para el encuentro verdadero con Cristo a fin de acceder al Señor.


Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios  1, 18-25

Salmo responsorial                                                              Sal 95,1-3.7.10

El salmista invita a todos los seres que constituyen la creación a alabar al Señor y proclamad las maravillas de su poder, porque ha liberado al pueblo del destierro de Babilonia. Es un canto agradecido de quien ha recuperado la libertad y no olvida los beneficios que recibe constantemente de un Dios Creador y Providente.

V. Cantad al  Señor: es Él quien nos salva.
R. Cantad al  Señor: es Él quien nos salva.


Aleluya                                                                      Lc 10,5.9

Aleluya. Aleluya.
«El Reino de Dios está en medio de vosotros ―dice el Señor―
Llevad el mensaje de la paz a todos los hombres».                                                          Aleluya.

Evangelio

                         «Está cerca de vosotros el Reino de Dios»

Lucas presenta a Jesús enviando a los Doce a las ovejas descarriadas de Israel (cf. Lc 9,1-6; Mc 6,7-13) y al grupo mayoritario de discípulos a todas las gentes (cf. Lc 10,1-12). El mensaje de la presencia del Reino es tan apremiante que no deben llevar nada para el camino; y el contenido del mensaje es tan importante que deben andar a la intemperie. No necesitan de nada; lo primordial es anunciar a Dios y su salvación. La pobreza, como desapego del yo y de las cosas que se suelen poseer para afianzar la vida, aparece como una actitud básica para la credibilidad del anuncio, además de darle libertad al mensajero. El discípulo de Jesús ofrece el Evangelio, no lo impone a la fuerza. Por eso se acepta o se rechaza. En este caso, el hombre debe ser consciente de la autodestrucción que entraña el egoísmo, la soberbia, el quitarle la mirada al amor.

 Lectura del santo Evangelio según San Lucas                   10,1-12

Para meditar

Espíritu sereno y santamente alegre, pero también inflexible en su misión, [San Bernardino] defiende la doctrina del Nombre de Jesús frente a los teólogos y a los Pontífices; mantiene su libertad de palabra y su autoridad de apostolado frente a príncipes y señores; ni las amenazas ni el oro de Felipe María Visconti lo inducen a callar, ni las protestas de los banqueros y de los mercaderes, tocados en lo vivo en sus prédicas contra "las malversaciones" y los engaños comerciales y el préstamo a interés, lo intimidan. Su palabra es luminosa, pero también cortante como una espada. Sabe que se le juzga demasiado rígido, pero no debe y no quiere suavizar su severidad: «Quien te lleva por el camino amplio, te lleva a la casa maldita; por el camino estrecho se llega al paraíso [...]  Estáis tan acostumbrados a estar y a habitar en el camino amplio que os es mostrado por los predicadores o por otros, que lo que os predico os parece un canino estrecho. Sé bien que ninguno de vosotros desearía sentirse sin ninguna necesidad en este mundo, e ir después calzado y vestido al Paraíso. Además así no se llega... ¡no lo hagáis! Quiero poneros en el camino directo, no en el desviado» (Agustín Gemelli, O.F.M., San Bernardino de Siena, franciscano perfecto, en Íd., San Francisco de Asís y sus "pobrecitos",  Buenos Aires, Ed. Pax et Bonum, 1949).

                                28.1 de mayo


                   Mariana de Jesús de Paredes (1618-1645)

            Santa Mariana de Jesús nace el 31 de octubre de 1618 en Quito (Ecuador). Huérfana desde muy pequeña la cuida su hermana Jerónima y su esposo, quienes la crían como una hija suya. Lleva una vida de penitencia y oración en casa de su hermana, saliendo a la calle sólo para ir a Misa. Más tarde profesa en la Orden Franciscana Seglar, sirviendo a los más necesitados sin distinción de raza ni color. La dirige espiritualmente Hernando de la Cruz, que la retrata. A Santa Mariana se la conoce como La Azucena de Quito. Una vez le practican una sangría; echan la sangre en una maceta y en ella nace una azucena. Por eso se representa con esta flor en sus manos o cerca de ella. El día 30 de noviembre de 1945, la Asamblea Nacional Constituyente de Ecuador la nombra Heroína de la Patria. Es beatificada el 20 de noviembre de 1853 por el papa Pío IX y canonizada el 4 de junio de 1950 por Pío XII, siendo la primera santa ecuatoriana; es considerada como patrona de su país natal.

                                                Común de Vírgenes

Oración. Señor, Dios de misericordia, que hiciste florecer en Santa Mariana de Jesús Paredes, como lirio entre espinas, la pureza y austeridad de vida, concédenos, por su intercesión, vernos libres de todo pecado y tender a la perfección evangélica. Por nuestro Señor Jesucristo.


Lecturas

                                   «El que se gloría que se gloríe en el Señor»

            Pablo teme que los judaizantes echen por tierra todo el trabajo que ha llevado a cabo para construir la comunidad de Corinto sobre la prioridad de Dios que se alcanza por medio de Jesús. No hay otro Salvador, otro Mesías que nos conduzca a la fuente de la salvación; él es la única vía de acceso a la divinidad; y está otra vez en peligro por interponerse la ley como mediación de la salvación divina. Y no es una tarea nada fácil, pues la salvación por la fe en Cristo es algo que no se puede ni pactar ni renunciar (cf. Rom 5,1-11). Reproduce la imagen del amor del esposo como en el AT simboliza las relaciones del Señor con su pueblo: Jer 2,1-7; Is 49,14-21; Os 1,2; etc.


Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios  10,17-11,2



Salmo responsorial                                                  Sal 148,1-2.11-12.13-14

El salmista invita a las criaturas del cielo y de la tierra a alabar al Señor. Todo ser viviente debe su existencia al Señor. Es el don más preciado, que tantas veces se nos olvida. Este regalo de Dios Creador impulsa al creyente a dar gracias continuas por verse en una creación hecha por amor, conservada por la providencia y salvada al final de los días. Por todo ello se alaba y bendice al Señor.

            V. Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto.
            R. Alabad al Señor en el cielo, alabad al Señor en lo alto.



Aleluya                                                                      Mt 25,10

Aleluya. Aleluya.
            «Llegó el esposo,
 y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas»
Aleluya.

            Evangelio


«María, sentada a los pies de Jesús, escuchaba»

            María, como Lidia a Pablo (cf. Hech 16,15), acoge a Jesús en su casa. Y escucha su palabra, como una discípula (cf. Lc 8,1-3). Marta está absorbida con los preparativos de la comida a los invitados. Y llega un momento que se queja al Maestro. Jesús, como Señor, sentencia: no hay que hacer tantas cosas que puedan absorber la atención de tal manera que quede en segundo lugar, o en el olvido, la más importante en esos momentos, como es la presencia de Jesús explicando la Palabra de Dios. Porque «no sólo de pan vive el hombre...» (Cf. Lc 4,4; Dt 8,3).

Lectura del santo Evangelio según San Lucas              10,38-42

Para meditar

«No vivió en un claustro, porque la Providencia la quería en medio del mundo; pero aspiró a la perfección, como pudiera hacerlo la religiosa más observante. No fue figura histórica; pero es hoy el honor de una nación ilustre, que la aclama su «heroína nacional». No dedicó exclusivamente sus horas a la caridad; pero al fin dio su vida por sus hermanos. Amó a la Iglesia como el más celoso defensor de sus derechos y la honró con sus virtudes. Finalmente, no fue inmolada por el furor ajeno, pero supo bien mortificarse con mano propia. Aprendan todos en esta Santa el inmenso poder de la virtud cristiana, capaz de hacer madurar un espíritu, con más vigor que el sol quiteño hace madurar los frutos opimos de la tierra ecuatoriana. Aprenda el mundo las energías que se esconden en la oración y en el sacrificio. Aprendan los epicúreos de siempre que la meta de los espíritus se encuentra al fin del camino escondido, en que el amor busca el dolor para superar las ataduras materiales.  Aprenda la joven moderna y mundana lo que en su mismo ambiente puede hacer un alma enamorada del Señor. Y cuantos hoy viven en la plena luz de la devoción al Corazón Sacratísimo de Jesús, admiren los atisbos de esta víctima inocente, que en los albores del siglo diecisiete supo hacer ya de la reparación el centro de su espiritualidad. […] Mariana de Jesús de Paredes es ejemplo para todos, pero de manera especial para vosotros, amados hijos ecuatorianos. Muchas veces las alternativas contingentes de la política de cada día pueden imprimir a los criterios directivos tales oscilaciones, que se lleguen a ver en peligro valores tan fundamentales como la educación cristiana. No lo permitáis vosotros, antes bien exigid para vuestras generaciones futuras una formación encuadrada por las virtudes que hicieron grande a vuestra Santa; proponed a vuestros hijos el modelo perfecto de vuestra «heroína nacional », Santa Mariana de Jesús de Paredes. (Pío XII, Alocución a los peregrinos en Roma con motivo de la canonización de Mariana de Jesús Paredes, 10 de julio de 1950, en AAS 42 (1950) 637-639)


29 de mayo

Raimundo de Carbona y Esteban de Narbona († 1242)

           
La herejía albigense se extiende por Tolosa a comienzos del siglo XIII. Gregorio IX envía al dominico Guillermo Arnaud como inquisidor a las diócesis de Tolosa, Albi, Carcasona y Agent. Se le opone Raimundo VII, conde de Tolosa, que prohíbe a los religiosos cumplir con su cometido. Raimundo de Alfar, balí de Avignonet, pequeña ciudad a pocos kilómetros de Tolosa, invita a Guillermo y a diez compañeros a su castillo, y los asesina mientras ellos cantan el “Te Deum”. Entre los once mártires hay dos franciscanos: Esteban de Narbona y Raimundo de Carbona. Esteban de Narbona nace en Saint Thibery, en la diócesis de Maguelonne, en Francia. Monje benedictino, seducido por el ideal de San Francisco se hace Hermano Menor. Trabaja por la defensa de la fe contra los errores de los albigenses. Con Raimundo de Carbona, dio valerosamente la vida por amor de Cristo. Los beatos Esteban y Raimundo son sepultados en Tolosa en la iglesia de los Hermanos Menores. El papa Pío IX aprueba su culto el 6 de septiembre de 1866.

                                                Común de Mártires

Oración. Señor Dios,  que concediste a los mártires  Raimundo de Carbona y Esteban de Narbona la gracia de morir por Cristo, ayúdanos en nuestra debilidad para que, así como ellos no dudaron en morir por ti, así también nosotros nos mantengamos fuertes en la confesión de tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo.


                                   Lecturas

            «Zacarías a quien matasteis entre el templo y el altar»

Israel se olvida con frecuencia de los favores que el Señor le hace continuamente. Y se va con otros ídolos, como sucedió al principio cuando adoraron al becerro de oro (cf. Éx 32,1-11). Y se agrava la situación cuando los profetas, que el Señor envía para hacerle consciente de su pecado, los asesina, los aparta de su camino para poder seguir su voluntad sin obstáculo alguno. Lo recuerda Jesús cuando afirma que Jerusalén mata a sus profetas (cf. Mt 23,37). Y para empeorar las cosas, los mata en el nombre del mismo Señor. Pero los mártires aún hacen memoria con más intensidad después de fallecidos, porque su vida y su dolor quedan como el recuerdo permanente de la verdad divina que defendieron sus labios.


Lectura del segundo libro de las Crónicas                             24,18-22

Salmo responsorial                                                           Sal 33,2-3.4-5.6-7.8-9

            El creyente manifiesta el gozo interior y la alegría externa de saberse querido y protegido por Dios. Por eso alaba al Señor e invita a toda la comunidad para que haga lo mismo. Aunque muchas veces permanezca en silencio cuando se le invoca, él siempre está ahí, junto a sus hijos y junto a quienes le reconocen como Señor y Guía.

            V. El Señor me libró de todas mis ansias.
            R. El Señor me libró de todas mis ansias.


            Aleluya                                                                                  Sant 1,12

            Aleluya. Aleluya
            «Dichoso el hombre que soporta la prueba,
porque, una vez aquilatado, recibirá la corona de la vida».
            Aleluya
           
Evangelio

«Todos os odiarán por causa de mi nombre»

            La incomprensión del ministerio de Jesús por parte de las autoridades religiosas judías hace que le entreguen al poder civil para que le ajusticie. Su mensaje no es una cuestión del Dios «verdadero». Los mártires de Inglaterra les pasó lo mismo: los entregan a la muerte creyendo hacer un bien para salvar la libertad del pueblo. Pero así como ocurre con los primeros mártires de la comunidad cristiana, así sucede en todos los tiempos: el Espíritu habla y comunica cuál es el motivo profundo de dar la vida por Cristo: morir por una humanidad mejor, más fraterna y más digna.

Lectura del santo evangelio según San Lucas                       21,12-19      

Para meditar

Tan pronto como dejó el mar y puso pie en tierra, comenzó a sembrar la semilla de la palabra de salvación, recogiendo apretado manojo de frutos espirituales. Mas como le atraía tanto la idea de la consecución del martirio, que prefería una preciosa muerte por Cristo a todos los méritos de las virtudes, emprendió viaje hacia Marruecos (24) con objeto de predicar el Evangelio de Cristo a Miramamolín y su gente, y poder conseguir de algún modo la deseada palma del martirio. Y era tan ardiente este deseo, que, a pesar de su debilidad corporal, se adelantaba a su compañero de peregrinación (25), y, como ebrio de espíritu, volaba presuroso a la realización de su proyecto. (San Buenaventura, Leyenda mayor, 9, 6)


               30 de mayo

Fernando III de Castilla y de León (1119-1252)

           
San Fernando III es hijo de Berenguela I, reina de Castilla, y de Alfonso IX, rey de León, y sobrino de Blanca de Castilla, madre de San Luis Rey de Francia. Hace lo posible para que se establezca la paz entre los reinos de Castilla, Aragón, Navarra y León. En la guerra con los sarracenos conquista Córdoba, Jaén, Sevilla y Murcia para los cristianos. Pertenece a la Orden Franciscana Seglar, se desposa con Beatriz de Suabia en 1219, con la que tiene diez hijos, y cuando enviuda se casa con Juana de Danmartín en 1237, con la que tiene 5 hijos. Promueve la traducción del Fuero Juzgo e impone el castellano como idioma oficial de sus reinos en sustitución del latín. Manda la edificación de las catedrales de Burgos y León. Promueve la vida cristiana en su reino, favoreciendo la creación de las instituciones fundamentales para que se desarrolle, sobre todo en los terrenos conquistados a los musulmanes. El papa Gregorio IX lo llama «Atleta de Cristo» e Inocencio IV le da el título de «Campeón invicto de Jesucristo». El papa Clemente X lo canoniza en 1671.

                                               Común de Santos Varones

Oración. Oh Dios, que elegiste al rey San Fernando como defensor de tu Iglesia en la tierra, escucha las súplicas de tu pueblo que te pide tenerlo como protector en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                               Lecturas
           
            «Porque grande es el poder del Señor y es glorificado por los humildes»

            Ben Sira no comprende la soberbia intelectual que pueda llevar a marginar a Dios en la interpretación del mundo y de la historia humana; o en los conocimientos que provienen de los ritos mistéricos. Él confía mucho más en el seguimiento de la voluntad del Señor por medio del cumplimiento de la Ley, lo que conlleva una relación bondadosa con el Señor y una aceptación de los demás como próximos.

            Lectura del libro del Eclesiástico                      3,19-26

            Salmo responsorial                                       Sal 17, 2-3.4. 47.51

            Dios establece un diálogo con el hombre. Y el diálogo se inicia con la creación y continúa en la historia de la humanidad, procurando la salvación que la aleja de la esclavitud del pecado que ha originado su libertad. Dios se ofrece como un Padre lleno de amor que defiende a su criatura de todo mal. Y el hombre debe responder con amor al amor recibido y percibido en todas las criaturas.

            V.  Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.
            R. Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza.

            Aleluya                                                                                  Ap 2,10

            Aleluya. Aleluya.
            «Sé fiel hasta la muerte, dice el Señor,
y te daré la corona de la vida».
            Aleluya.

            Evangelio

                        «Estaba viendo a Satanás caer del cielo como un rayo»

            Los discípulos regresan muy contentos de la misión que les ha encomendado Jesús. La gente escucha a los enviados como acogen al mismo Jesús, sobre todo porque la predicación del Reino la acompañan con toda clase de beneficios para los marginados y pequeños (cf. Lc 10,21-22). Sin embargo Jesús les advierte que lo importante no sólo está en los beneficios y frutos de la misión, sino en permanecer con el estilo del discipulado que les ha enseñado desde el principio: la fidelidad a él que les lleva a recibir el amor de Dios y ofrecerlo a los demás y vencer a Satanás que tiene esclavizado al hombre.

            Lectura del santo Evangelio según San Lucas                       10,17-20

Para meditar

El poder de Cristo al servicio de Cristo y de la Iglesia

Fernando III, además de conquistador victorioso, fue gobernante modelo. Fomentó la restauración religiosa de España, en estrecha unión con el papa y con la jerarquía eclesiástica española. Con celo incansable promovió la organización de las sedes de Baeza-Jaén, Córdoba, Sevilla, Badajoz y Mérida. El aspecto más conocido y sobresaliente de su reinado es la Reconquista, que quedó virtualmente terminada en su tiempo. Protector de las ciencias y de las artes, la universidad de Salamanca le debe el comienzo de su florecimiento, y las catedrales de Burgos y Toledo lo proclaman mecenas de los artistas cristianos.
En medio de las glorias del mundo, fue piadoso, generoso con los vencidos, humilde hasta penitenciarse en público, mortificado con cilicios, dado a la oración.
A la vida y a la acción de san Fernando podrían aplicarse perfectamente aquellas palabras de san Agustín en su carta a Donato, procónsul de África:
«¡Ojalá no se encontrara la Iglesia agitada por tan grandes aflicciones que tenga necesidad del auxilio de poder alguno temporal! Y puesto que eres tú el que socorres a la madre Iglesia, favoreciendo a sus sincerísimos hijos, ¿quién no verá que hemos recibido del cielo un no pequeño alivio en estas aflicciones, cuando un tal varón como tú, amantísimo del nombre de Cristo, ha ascendido a la dignidad real?» (Elogio de San Fernando III el Santo).

                                                                      30.1 de mayo


              Mariano de Roccacasale (1778-1866)
           
            El beato Mariano nace el 14 de junio de 1778 en Roccacasale (L’Áquila. Italia), hijo de Gabriel de Nicolantonio y Santa de Arcángelo. Cuida del rebaño de sus padres y ali-menta su soledad con una relación permanente con el Señor. A los 23 años entra en la Orden. Viste el hábito el 2 de septiembre de 1802 en el convento de Arisquia con el nombre de Mariano de Roccacasale. Permanece en esta fraternidad durante 12 años, ejerciendo las funciones de carpintero, hortelano, cocinero y portero. A los 37 años marcha al Retiro de San Francisco de Bellegra, en el que se entrega por entero a la vida de oración. Aquí ejerce el oficio de portero durante más de 40 años, donde acoge a los peregrinos con una caridad exquisita e instruye a la gente en la vida de fe y enseña las devociones cristianas y franciscanas. Muere el 31 de mayo de 1866, jueves del «Corpus Christi». El papa Juan Pablo II lo beatifica el 3 de octubre de 1999.

                                                Común de Santos Varones

            Oración. Señor, tú que otorgaste al beato Mariano la gracia de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a  nosotros, por su intercesión, la gracia de vivir fielmente nuestra vocación, para que así tendamos a la
perfección que tú nos has propuesto en la persona de tu Hijo. Que vive y reina
contigo.
                                                Lecturas

«Mucho puede la oración insistente del justo»   

            De la actitud filial y de la condición de ser hijos brota del corazón creyente la oración, que, en este caso, tiene una relación directa con la sanación de los enfermos y con el perdón de los pecados, expresiones de la presencia salvadora de Dios en la historia (cf. Mt 7,8; Lc 18,1). Y en la antigua mentalidad están estrechamente unidas la enfermedad corporal y espiritual (cf. Jn 9,1-2). En todo caso, la oración no sólo es la apertura personal del corazón creyente a Dios, sino también integra en el diálogo con Dios las diferentes situaciones que el cristiano vive cotidianamente.

                                              
            Lectura de la carta del Apóstol Santiago                   5,13-18

            Salmo responsorial                                                  Sal 41,2-3; 42,3-5

            La oración del justo le conduce al templo, a la morada de Dios, o a su gloria divina, donde mora. Es un impulso que surge de la presencia de Dios en el alma y que le hace tender hacia él como su centro natural. Además, también le pide que le guíe a su encuentro; que sea la luz que ilumine el camino para no desviarse por los vericuetos oscuros que ofrece la vida humana.

            V. Mi alma tiene sed del Dios vivo
            R. Mi alma tiene sed del Dios vivo.
           
Aleluya                                                                        Sal 118,135

            Aleluya. Aleluya.
            «Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
enséñame tus leyes».
            Aleluya.


Evangelio

                                   «Padre nuestro que estás en el cielo»

            Jesús, además del deber de orar para que la proclamación del Reino exprese de forma continua la revelación del Padre, enseña la forma de orar. Debe ser la oración del cristiano humilde: no ser arrogante ante Dios (cf. Lc 18,10-14), ni prepotente y exhibicionista ante los hombres (cf. Mc 12,40par); al contrario, la oración debe ser interior: sentida y experimentada de una manera personal, que no hueca y superficial; insistente (cf. Lc 11,5-8); vigilante (cf. Mt 26,41, Lc 21,36); en fin, la oración debe manifestar la relación de bondad filial con Dios Padre, que siempre escucha a sus hijos en su Hijo Jesús (cf. Mt 18,19-20). De ahí que se pida al Padre cosas buenas, que se dé el perdón dentro de la comunidad y el perdón a los enemigos, la llegada definitiva del Reino y la capacidad de sufrimiento encuadrada en el amor en los acontecimientos históricos que le toquen al cristiano vivir (cf. Mt 24,20; 26,41,Lc 21,26).

Lectura del santo Evangelio según San Mateo                     6,5-15

            Para meditar

El beato Mariano vivió desde su juventud el espíritu de pobreza, tan propio de la tradición franciscana. Habiendo vivido en tiempos difíciles a causa de las persecuciones y la supresión de muchas instituciones religiosas, encontró en el Retiro de Bellegra un lugar para redescubrir el silencio de la naturaleza y del corazón, a fin de vivir con mayor radicalismo el seguimiento de Cristo pobre y crucificado. Su vida sencilla, hecha de contemplación y acogida de los pobres y participación en sus sufrimientos, de unión con Dios y solidaridad con sus hermanos, constituye para todos los creyentes un luminoso ejemplo de fidelidad evangélica. Cuán útil es para todos nosotros conocer e imitar la experiencia espiritual de los humildes franciscanos que unieron sabiamente oración y trabajo, silencio y testimonio, paciencia y caridad. Que ellos nos ayuden con su intercesión a vivir también hoy el espíritu de auténtica conversión y acogida del Evangelio, que los caracterizó. [Juan Pablo II, De su discurso a los peregrinos que fueron a Roma para la beatificación (4-X-1999), en L'Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, del 8-X-1999]


                30.3 de mayo


                  María Celina de la Presentación (1878-1897)

            La beata Jeanne Germaine Castang nace en Nojals (Dordoña. Francia), el 24 de mayo de 1878, hija de Germain Castang y Marie Lafage. Colabora con las Hermanas de San José de Aubenas y en la Parroquia de su pueblo. Debido a una crisis económica familiar, pide limosna para alimentar a su familia. Ingresa en el Instituto Nazaret de Burdeos dirigido por las Hermanas de Jesús María de Le Dorat. El 12 de junio de 1896 ingresa como postulante en el monasterio «Ave María» de las Clarisas, y el 21 de noviembre de ese mismo año viste el hábito franciscano con el nombre de María Celina de la Presentación de la Santísima Virgen María. Destaca por su entrega a la fraternidad, capacidad de sufrimiento en las enfermedades que padece a lo largo de su vida, que derivan en una grave tuberculosis, lo que le unió a la pasión de Cristo. Muere el 30 de mayo de 1897, tras emitir la profesión religiosa «in articulo mortis». La beatifica el papa Benedicto XVI, y el cardenal José Saraiva preside la ceremonia de la beatificación, celebrada en Burdeos el 16 de septiembre de 2007.

                                                Común de Vírgenes

            Oración.  Señor, tú que te complaces en habitar en los limpios de corazón,
concédenos, por intercesión de la beata María Celina de la Presentación, virgen, vivir la pasión de tu Hijo de tal manera que merezcamos alcanzar los bienes de la Resurrección. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                           Lecturas

            «Sed constantes en la oración; que ella os mantenga en vela»

            La oración para San Pablo no sólo descentra a la persona de su egoísmo, sino que fortalece la tensión hacia los bienes eternos que el cristiano debe experimentar de una manera constante. Ya no se espera a Jesús que se manifieste pronto, o que su venida sea inminente, como sucede poco después de la Resurrección (cf. 1Tes 4,13-17). Por eso es más necesario permanecer unido al Señor por medio de la oración. Y es necesario que oren los cristianos para asegurarse que la evangelización de los apóstoles aplique con fidelidad la Buena Nueva de Jesús. Por eso el Apóstol solicita a los cristianos de Colosas que no se olviden de él, como él no se ha olvidado de ellos (cf. Col 1,3-9). La oración mutua fortalece el Cuerpo de Cristo, cohesionándolo frente a todas las adversidades.

            Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses           4,2-6

                        Salmo responsorial                                                    137,1-3.6-8

            El creyente va al templo para alabar al Señor, toda vez que ha estado presente en las dificultades que ha padecido. El Señor no ha dado la espalda a quien ha solicitado su ayuda con corazón sincero y plenamente confiado en su auxilio. Estar con el Señor, darle gracias y alabarle es la dimensión más honda del que cree en Él.


            V. Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.
            R. Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.        

            Aleluya                                                                        Sal 129,5

            Aleluya. Aleluya.
            «Espero en el Señor, espero en su palabra».
            Aleluya.

            Evangelio

                                    «Estad siempre despiertos»

            Jesús exhorta una y otra vez a la vigilancia (cf. Mt 24,37-44; Lc 12,35-48; 17,26-30; etc.) debido a la atracción que entrañan la riqueza, el placer, los pequeños asuntos que distraen y niegan los principios sobre los que discurre la vida de amor (cf. Rom 13,11-14). Y nadie está a salvo de las tentaciones diabólicas que pueden cortar el hilo de unión con Dios, quien es el que mantiene tensa nuestra vida hacia los bienes imperecederos, aquellos que perduran en la eternidad. No es tan fácil sostener la vista en Aquel que se espera su venida; cualquier realidad histórica puede hacer que nos fijemos en aquello que sólo responde a deseos o sentimientos inmediatos, que cuando pasan, dejan la existencia vacía.

            Lectura del santo Evangelio según San Lucas             21,34-36

Para meditar

María Celina nos dice que se puede vivir la santidad en todas las etapas de la vida. Contrariamente a lo que muchos piensan, la santidad no está reservada a los adultos, a los que tienen toda una vida detrás de sí, a los que son ricos en experiencias. Puede alcanzar la santidad un niño o un adolescente. María Celina nos dibuja el rostro de la santidad. Ese amor que llevaba en su corazón interrogaba a quienes la rodeaban. Ya en el taller de costura las demás percibían esta luz espiritual que emanaba de ella. Fue aún más evidente para las monjas clarisas, que la acompañaron durante los pocos meses de su vida religiosa. Y ese esplendor prosiguió de modo sorprendente después de su muerte.  Así, María Celina nos recuerda que la fecundidad evangélica no se mide por la eficacia humana. Brota de un corazón que se abre totalmente a la acción y al amor de Dios. Es el fruto de una vida que se entrega, se abandona a Cristo y acepta pasar por la muerte como el grano de trigo caído en tierra (cf. Jn 12,24). Por eso, en el Evangelio, sólo quienes tienen un corazón pobre, un corazón sencillo, pueden acoger plenamente las palabras de gracia de Jesús. En ellos nada se interpone a la gratuidad del don de Dios. Su debilidad remite espontáneamente a la fuerza transformadora del Señor: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños» (Lc 10,21). Al comienzo de este año pastoral, escuchemos esta llamada a la santidad en la cotidianidad, que nos dirige nuestra nueva beata. No dudemos en encomendarnos mutuamente al Señor, invocando su intercesión. No dudemos en encomendarle cada una de nuestras diócesis. ¿No dijo ella antes de su muerte: «En el cielo no olvidaré a nadie»? Amén. (Ricard, J.P., cardenal, Homilía en la misa de beatificación, Burdeos, 16-IX-07, en L´Osservatore Romano, ed. Semanal en lengua española, 5-X-07).