lunes, 16 de febrero de 2015

«Jesús vivía entre alimañas y los ángeles le servían»

                                                      I DOMINGO CUARESMA (B)


                                       «Jesús vivía entre alimañas y los ángeles le servían»

            Lectura del santo Evangelio según San Marcos 1,12-15.

            En aquel tiempo el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas y los ángeles le servían.
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: —Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia.

           
1.-  La intención diabólica es corregir la forma concreta de acometer la misión de Jesús como Hijo de Dios. Jesús se encuentra en su vida con serios inconvenientes para realizar su ministerio. Y, a la vez, dichas tentaciones pueden indicar cierto conflicto personal o resistencia interior, aunque sea de una manera muy indirecta y tangencial, bien al inicio, o bien como lógica consecuencia a las duras pruebas a las que se le somete en su actividad pública. No podemos olvidar la resistencia a la proclamación del Reinado de algunos grupos religiosos, la invitación de Pedro para que huya del sufrimiento, la advertencia a todos los discípulos sobre la pretensión de la gloria y del poder para hacer presente el Reino; la rebeldía personal a sufrir y a sufrir en la cruz. Es lo que le hace escribir al autor de la  Carta a los Hebreos: «Cristo, con gritos y lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte».
2.-  Las tentaciones van dirigidas a variar los fundamentos y condiciones que mantienen nuestra vida plena de esperanza. El Señor le ha dado la misión a Jesús en el bautismo, como a nosotros cuando nuestros  padres nos llevaron a la iglesia para incorporarnos a la comunidad cristiana. El Señor nos revela nuestra vocación; la vida nos ofrece muchas alternativas para sustituir la vocación cristiana de dar la vida de una forma sencilla y humilde, adecuada a nuestras posibilidades y valores. La ventaja que tenemos los cristianos es que la relación con Dios la vivimos en comunidad: la familia, la Iglesia, las comunidades y grupos eclesiales y humanos que nos ayudan a objetivar nuestra vida, a superar tantas dificultades, a apoyarnos para poder llevar nuestras cruces con un poco de alivio. Las tentaciones se debilitan mucho cuando la afrontamos en común: con un hermano o hermana, con un amigo o amiga, con creyentes con los que compartimos la fe, el culto, la Palabra del Señor. No perdamos nunca de vista a las personas que nos quieren para vivir la fe que actúa en la caridad.
3.- Las tentaciones a Jesús se centran en el poder real que tiene como Hijo de Dios, a cuya condición le invita el diablo que practique para evadirse de las condiciones de hombre humilde y servicial que Dios le revela en el Bautismo. La tentación como oferta de poder, como al principio del tiempo Adán y Eva experimentaron el poder de decidir el bien y el mal (Gén 3,5), no sólo expresa la invitación que se le hace tantas veces en su vida a manifestar su condición de superioridad sobre los humanos por su identidad filial, sino a la misma comprensión de sus discípulos sobre su misión. Sin  embargo, una y otra vez Jesús nos recuerda la vocación servicial del bautismo: «Sabéis que entre los paganos los que son tenidos por jefes tienen sometidos a los súbditos y los poderosos imponen su autoridad. No será así entre vosotros; antes bien, quien quiera entre vosotros ser grande que se haga vuestro servidor; y quien quiera ser el primero que se haga esclavo de todos. Pues este Hombre no vino a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por todos» (Mc 10,42-45).






Las tentaciones de Jesús

                                                   DOMINGO I CUARESMA (B)


                                       «Jesús vivía entre alimañas y los ángeles le servían»

            Lectura del santo Evangelio según San Marcos 1,12-15.

            En aquel tiempo el Espíritu empujó a Jesús al desierto.
Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas y los ángeles le servían.
Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía: —Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y creed la Buena Noticia.

1.- Texto. .-  El Espíritu de la vida y de la fuerza de Dios derramado sobre Jesús en su bautismo le conduce al desierto, el lugar para Israel del encuentro con Dios y con el diablo. En esta dimensión figurativa y teológica de las tentaciones, la estancia de Jesús se fija en cuarenta días, que es un número simbólico que refiere una situación estable de paz, o también, si se cifra en años, es igual a una generación, es decir, el tiempo en que una persona o un pueblo se hace, en este caso los años que camina Israel hasta alcanzar la tierra prometida. Aplicado a Jesús, estos días indican la duración de su inmediata actividad pública hasta su resurrección, en la que se revela progresivamente su verdadera identidad de Hijo de Dios. Satanás, el adversario del hombre o el espíritu del mal desafía a Jesús. Y lo desafía para que abandone la misión que Dios le ha encomendado como Hijo de iniciar el Reino en forma de hombre, de siervo, sin poderes excepcionales para defenderse o imponerse a los demás.
           
2. Mensaje. Satanás es el que se opone a Dios para esclavizar a los hombres. Aquí prueba a Jesús, lo desafía, como cuando Pedro le invita a no seguir el camino de sufrimiento que lleva consigo su misión mesiánica: «¡Retírate, Satanás! Piensas al modo humano, no según Dios» (Mc 8,33). Revela la tentación padecer una situación agobiante e incierta que incita a la rebeldía, además de la seducción para hacer el mal, rompiendo de esta manera la unión amorosa con Dios. En la vida de Jesús puede relacionarse con las invitaciones que los hombres le presentan para dejar el camino de servicio y sacrificio señalado por Dios para cumplir su misión, o simplemente un ataque a la experiencia personal de su filiación. Y esto es real en Jesús, como en cada uno de nosotros, cuando se nos invita o ataca para romper las relaciones familiares, laborales, sociales, o religiosas. La tentación no es la crisis que se sufre en el crecimiento y cambios sociales humanos, sino la quiebra de los valores que sostienen nuestra vida.
3.- Acción. Jesús no cae en la tentación, porque es fiel al Señor por medio de su vida y oración. Nosotros también percibimos a lo largo de nuestra vida las tentaciones de evadirnos de nuestras resposabilidades familiares, sociales y religiosas. También nos sentimos tentados de ser el centro de todos los corros y de imponernos a la fuerza a los demás. Y Jesús nos enseña que el único camino para alcanzar nuestra dignidad humana y la única posibilidad de hacer el bien a todos es compartir los dones y las gracias que nos ha regalado la cultura, la familia y nuestro esfuerzo personal. Jesús es el ejemplo a seguir. Marcos concluye con una frase que indica la paz del paraíso prometido por Dios: «Vivía con las fieras y los ángeles le servían» (1,13). Los animales no son ahora enemigos en busca de su presa, sino los que nos acompañan en el camino de la vida. Y los ángeles que le sirven recuerdan la apertura de los cielos por la permanente relación de fidelidad de Dios hacia Jesús, al que mantiene unido a lo largo de todo su ministerio público. Y también los que colaboran con el Hijo del hombre para reunir a sus elegidos; son aquellos que han estado junto a él y le han ayudado a su misión. El mundo terreno —los animales— y celeste —los ángeles— nos acompaña en nuestro lento caminar por la vida.