lunes, 19 de mayo de 2014



                                                    LA POBREZA


                                                                VII

2.- San Francisco profundiza en la pobreza de Cristo fundado en la reflexión que hace el NT sobre su vida y doctrina antes descrita. Por eso la experiencia de Francisco abarca el Jesús histórico, el que convive con sus discípulos en Palestina, y la revelación que componen los autores neotestamentarios desde su condición de Hijo de Dios, encarnado, resucitado y perteneciente a la condición divina y a la condición humana. El himno prepaulino  de los Filipenses se divide en dos partes, la relativa a su constitución humana: "... el cual [Cristo Jesús], a pesar de su condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios; sino que se vació de sí y tomó la condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Y mostrándose en figura humana se humilló, se hizo obediente hasta la muerte, una muerte en cruz+; y la relativa a su constitución exaltada: *Por eso Dios lo exaltó y le concedió un título superior a todo título, para que, ante el título de Jesús, toda rodilla se doble, en el cielo, la tierra y el abismo; y toda lengua confiese para gloria de Dios Padre: (Jesucristo es Señor!"[1].
La preexistencia sitúa a Jesús en la gloria del poder y honor divinos. Desde dicha altura recorre un camino de humillación que llega hasta lo más profundo: el Calvario. Pablo lo afirma: "Pues conocéis la generosidad de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, por vosotros se hizo pobre para enriqueceros con su pobreza"[2]. El rico Jesucrito asume un modo de ser esclavo, se hace a imagen y semejanza del hombre, lo que le obliga a despojarse de sí en su relación histórica. Es un vaciarse de sí tan radical, y lleva consigo una generosidad tan extrema que se coloca en el lugar más ignominioso que puede sufrir un hombre, como es la muerte en la cruz.
Por consiguiente, Jesús no sólo se se encarna para salvar al hombre, sino que lleva a cabo esa redención desde la misma vida de los pobres. «Y cuando fuere necesario vayan por limosna. Y no se avergüencen y más bien recuerden que nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo omnipotente, puso su faz como roca durísima y no se avergonzó; y fue pobre y huésped y vivió de limosna él y la bienaventurada Virgen y sus discípulos» . Con más exactitud: «Y como peregrinos y extranjeros en este siglo sirviendo al Señor en pobreza y humildad vayan por limosna confiadamente, y no deben avergonzarse, porque el Señor se hizo pobre por nosotros en este mundo. Esta es aquella eminencia de la altísima pobreza, que a vosotros, carísimos hermanos míos, os ha constituido herederos y reyes del reino de los cielos, os ha hecho pobres de cosas, os ha sublimado en virtudes. Esta sea vuestra porción, que conduce a la tierra de los vivientes. A la cual, amadísimos hermanos, adhiriéndoos totalmente, ninguna otra cosa por el nombre de nuestro Señor Jesucristo jamás queráis tener debajo del cielo»[3].
La pobreza, entonces, es una actitud global, como lo es el amor que identifica la vida de Jesús de Nazaret. La pobreza no es una actitud ascética, o moral, o de aplicación de la justicia social, o de imitación de la vida apostólica y de la primera comunidad cristiana, que bien pronto cambió la radicalidad de Jesús[4]. Para Jesús, según lo vive e interpreta Francisco, la pobreza es una opción de vida del Verbo encarnado y la une a su misión salvífica. Esta misión supone la entrega y obediencia a la voluntad de Dios, que es una especie de atmósfera en la que respira continuamente Jesús y el Poverello. Esto conlleva una kénosis personal para dejar paso a la total disponibilidad para el Reino. Es el significado de pobreza que al final da Francisco: Vivir sin propio[5]. El sin propio conduce a la paz, a la libertad y al respeto a la creación, sin la manipulación que dimana del dominio, pues todas las cosas son propiedad de Dios. El sin propio da también la posibilidad de favorecer la fraternidad entre todas las criaturas. Y con una clara finalidad: Que toda la creación desvele al Señor presente en la historia, y desde aquí le tribute el honor, la gloria y la gracia debidas[6].




[1] Flp 2,6-11; cf. 1Tm 3,16
[2] 2Cor 8,9; cf. Jn 1.14.
[3] Regla Bulada 6,2-6; Textos citados:   1Pe 2,11; 2Cor 8,9; Sant 2,5; Sal 141,6. Sacrum Comercium, 2.4.31.
[4] Lc 12,22-31: «Dijo a sus discípulos: "Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis: porque la vida vale más que el alimento y el cuerpo más que el vestido; fijaos en los cuervos: ni siembran, ni cosechan; no tienen bodega ni granero, pero Dios los alimenta. ¡Cuánto más valéis vosotros que las aves! Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un codo a la medida de su vida? Si, pues, no sois capaces ni de lo más pequeño, ¿por qué preocuparos de lo demás? Fijaos en los lirios, cómo ni hilan ni tejen. Pero yo os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba que hoy está en el campo y mañana se echa al horno, Dios así la viste ¡cuánto más a vosotros, hombres de poca fe! Así, pues, vosotros no andéis buscando qué comer ni qué beber, y no estéis inquietos. Que por todas esas cosas se afanan los gentiles del mundo; y ya sabe vuestro Padre que tenéis la necesidad de eso. Buscad más bien su Reino y esas cosas se os darán por añadidura.»; corrección por la comunidad primitiva en Lc 22,35: «[Jesús]  les dijo: Cuando os envié sin bolsa, sin alforja y sin sandalias, ¿os faltó algo?" Ellos dijeron: "Nada". Les dijo: "Pues ahora, el que tenga bolsa que la tome, y lo mismo alforja, y el que no tenga, que venda su manto y se compre una espada»; cf. Mt 6,25s.28-30;
[5]  Regla no bulada, 1,1: «La regla y vida de estos hermanos es ésta, a saber, vivir en obediencia, en castidad y sin propio, y seguir la doctrina y las huellas de nuestro Señor Jesucristo»;  Regla Bulada 1,1: « La Regla y vida de los Frailes Menores es ésta, a saber:
guardar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia, sin propio y en castidad».
[6] Admoniciones, 6; 7,4; 12; 15; 17; 18.

Santos y Beatos 19-20 mayo

                19 de mayo



                 Ivo de Bretaña (1253-1303)

San Ivo, sacerdote de la Orden Franciscana Seglar, nace el 7 de octubre de 1253 en Kermestin (Baja Bretaña. Francia). Cursa estudios de derecho y teología en las universidades de París y Orleans, doctorándose en ambas facultades. Ejerce la función de Juez eclesiástico con suma competencia, que alterna con una vida muy austera, siguiendo el consejo de Jesús: «Ciertos malos espíritus no se alejan sino con la oración y la mortificación» (Mc 9,29). Ordenado sacerdote por el obispo de Tréguier, su región natal, compagina su oficio con el servicio y la defensa de los pobres. Transforma su residencia en una casa para los marginados, donde los asiste en sus carencias y enfermedades, acogiendo, además, a los niños huérfanos. Al poco renuncia a la abogacía y se entrega por entero a su misión de socorrer a los más necesitados. Fallece como un padre, más que como jurista, entre ellos. El 19 de mayo del año 1303 celebra la Eucaristía, se le administra la Unción de Enfermos y muere a los 50 años. El papa Clemente VI lo canoniza el 19 de mayo de 1347.


                       Común de Santos Varones

Oración.  Señor Dios, tú nos has revelado que toda la ley se compendia en el amor a ti y al prójimo; concédenos que, imitando la caridad de San Ivo, podamos ser un día contados entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                  Lecturas

           «Comprenderás la justicia y el derecho, la rectitud y toda obra buena»

Hay que escuchar a Dios para saber vivir. Y se escucha por la Palabra de revelación que ha dado a su pueblo y por la Palabra hecha carne, que es su Hijo. Esa Palabra que se escucha, también debe acogerse en el corazón. Entonces es cuando el creyente se convierte en un sabio, en un hombre prudente que sabe lo que conviene a la felicidad humana. Y aprende a temer al Señor, que no es otra cosa sino una forma de amar.

Lectura del libro de los Proverbios     2,1-9

Salmo responsorial              Sal 33,2-3.4.6.9.12.14-15

           El creyente percibe en su interior la presencia del Señor. Y le escucha y le reverencia y le ama. De ahí que todas las acciones que realiza en su existencia cotidiana están transidas por la bondad divina. Entonces la vida se ajusta a la medida de la capacidad de cada uno y de la influencia divina sobre cada ser. El gozo interior y la alegría externa es la expresión de que la persona vive según el orden divino.

            V. Bendigo al Señor en todo momento.
           R. Bendigo al Señor en todo momento.

Aleluya                                                                     Jn 10,27
            Aleluya. Aleluya.
           «Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor;
y yo las conozco y ellas me siguen».
           Aleluya.

                                                          Evangelio

           «El sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado»

           La observancia del descanso sabático era muy importante dentro de la estructura de la religión hebrea (cf. Éx 16,27-30). La corriente espiritual defendida por los fariseos la obedece a pie juntillas y, a su vez, mandan obedecer de una forma muy exigente. Si bien hay que advertir que dentro de los fariseos existía un grupo más liberal y otro más fundamentalista sobre los casos que eximían de la obediencia de la ley. Jesús se sitúa del lado más benigno para su cumplimiento cuando está en juego el bien del hombre y de sus relaciones con Dios. Nada debe oscurecer la iluminación que el creyente recibe de Dios, sobre todo para discernir sus relaciones fraternas y su experiencia de Dios como amor. La ley no debe interferir la relación espontánea con Dios que enseña la presencia del Reino.

           Lectura del santo evangelio según San Marcos       2,23-28

Para meditar

                                                           Decálogo de San Ivo

 I. EI Abogado debe pedir ayuda a Dios en sus trabajos, pues Dios es el primer protector de la Justicia.
II. Ningún Abogado aceptará la defensa de casos injustos, porque son perniciosos a la conciencia y al decoro profesional.
III. El Abogado no debe cargar al cliente con gastos excesivos.
IV. Ningún Abogado debe utilizar, en el patrocinio de los casos que le sean confiados, medios ilícitos o injustos.
V. Debe tratar el caso de cada cliente como si fuese el suyo propio.
VI. No debe evitar trabajo ni tiempo para obtener la victoria del caso que tenga encargado.
VII. Ningún Abogado debe aceptar más causas de las que el tiempo disponible le permite.
VIII. El Abogado debe amar la Justicia y la honradez, tanto como las niñas de sus ojos.
IX. La demora y la negligencia de un Abogado causan perjuicio al cliente y cuando eso acontece, debe indemnizarlo.
X. Para hacer una buena defensa el Abogado debe ser verídico, sincero y lógico.
( A. MacErlean,. "St. Ives.", en The Catholic Encyclopedia, vol. 8., New York: Robert Appleton Company, 1910).

                 19.1 de mayo



          Crispín de Viterbo (1668-1750)
          
            San Crispín, hijo de Ubaldo y Marcia, nace en Viterbo (Lacio. Italia) el 13 de noviembre de 1668. Aprendiz de zapatero, ingresa en los Franciscanos Capuchinos de Palanzana (Viterbo) el 22 de julio de 1693. Desempeña los oficios de hortelano, enfermero, cocinero y limosnero. Con un carácter jovial y alegre, compone versos y canciones y cual juglar de Dios canta loores a María, Madre y Señora Dulcísima, como suele llamar a la Madre del Señor. La verdad de sus relaciones humanas y fraternas las conjuga con una pobreza y austeridad sumas, abandonado completamente a la Providencia divina. Los últimos años de su vida los pasa en el convento de la Santísima Concepción de Roma, situado en la Vía Vittorio Véneto. Muere el 19 de mayo de 1750 a los 82 años de edad. El papa Juan Pablo II lo canoniza el 20 de junio de 1982.

Común de Santos Varones

Oración. Oh Dios, que, por el camino de la alegría, elevaste a la cima de la perfección evangélica a tu siervo Crispín, concédenos, te rogamos, que, por su ejemplo e intercesión, practiquemos continuamente la verdadera virtud a la que prometes  la bienaventurada paz del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor.

Lecturas

           «Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres»

           La salvación dada por Dios a Jesús resucitándolo de entre los muertos, es una realidad ofrecida en promesa a los cristianos (cf. Rom 8,24). Pero la salvación escatológica incide sobre nuestra vida presente. Esto hace recoger de la creación y de la historia humana todo lo relativo al amor, que lo transforma en un bien mayor en el momento que le da su dimensión fraterna y remite a su origen, que es el Señor. De ahí que la vida cristiana sea gozosa y una continua acción de gracias (cf. Col 3,16-17).

           Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses           4,4-9
          
           Salmo Responsorial                                      120.1-2.3-4.8.13.17-18

           V. Bendice, alma mía, al Señor.
           R. Bendice, alma mía al Señor.

           Aleluya                                                                      Mt 5,6
           Aleluya. Aleluya
«Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia,
porque ellos quedarán saciados»
           Aleluya

           Evangelio

           «El que quiera venir en pos de mí que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga»

           Negarse a sí mismo es sustituir la afirmación del yo como tendencia natural por el “yo” amoroso del Señor. Es cambiar los fundamentos de la vida humana por la propuesta de Jesús que ha hecho con su vida entregada por entero a cumplir la voluntad de su Padre (cf. Mc 14,36). Una vez que la vida se enraíza en el Señor su caminar en la historia es seguir las huellas de Jesús hasta el Gólgota, sin más horizonte que el amor del Señor y el amor del Señor situado en el corazón de cada hombre y mujer, en el amor a la entera creación.

           Lectura del Santo Evangelio según San Mateo                    16,24-26

Para meditar

Obremos gozosamente

           Pero es necesario que Vuestra Excelencia se anime mucho y tenga valor para desechar toda turbación y temor. Porque esas cosas unas veces nacen de una indisposición natural, otras son obra del diablo y, en alguna ocasión, vienen de causas externas. Pero, de donde quiera que provengan, y recuerde aquello que dice el Espíritu Santo en el Eclesiástico: Aparta de ti la tristeza, pues la tristeza ha perdido a muchos y no se saca ningún provecho de ella. Si usted piensa en su propia tristeza, no disminuye el mal que le entristece, sino que aumenta la angustia. Por eso le exhorto a que se apoye en nuestro amoroso Señor que dice: Sin mí no podéis hacer nada.
           Y si bien nosotros somos incapaces de hacer cosa buena, estamos, sin embargo, obligados a ahacer cuanto podamos por nuestra parte. Por ello, previendo Vuestra Excelencia que le turba ir al confesionario o hacer cualquier cosa propia de su oficio para gloria de Dios, no por eso debe dejar de ir, sino que ha de realizarlo alegremente dejando de lado la turbación. Es más, procurando desechar todo pensamiento turbador que pudiera asaltarle, decir: «Voy a hacer la voluntad de Dios y voy por su amor»; y procure por su parte, tanto cuanto pueda, estar alegre en el Señor y distraerse en cosas buenas y santas cuando es asaltado por la melancolía. Yo no dejaré de encomendarle de todo corazón al amoroso Señor y a nuestra santísima Madre que le den gracia y fuera y pueda vencer todas estas dificultades.
Pero esté segura que su alma adelantará mucho, porque el amoroso Jesús nos manda todos estos trabajos para enriquecernos con mayor largueza con bienes celestiales. Nuestra vida, amigo mío, como dice el apóstol, es una continua batalla, pero es signo de que estamos destinados por la misericordia de Dios a ser grandes príncipes en su reino. (De una Carta de San Crispín de Viterbo a José Smaghi, curial de San Blas. Analecta OFMCap, 27 [1911], p. 22).


          19.2 de mayo



Teófilo de Corte (1676-1740)

            San Teófilo nace en Corte (Córcega. Francia) el 30 de octubre del año 1676, hijo único de Juan Antonio de Signori y de Magdalena Arrighi. Ingresa en la Orden el 21 de setiembre de 1693, profesa el 22 de setiembre de 1694, estudia Filosofía en Roma y Teología en Nápoles, siendo ordenado sacerdote el 30 de noviembre del año 1700. Con Santo Tomás de Cori establece los Retiros en los Conventos de Civitella (en la actualidad Bellegra) y Palombara Sabina. El duque Gian Gastone, de la familia de los Médici, le ayuda a extender su obra en la Toscana, donde funda en Fucecchio. Lleva una vida de austeridad y penitencia que combina con una dulzura de ánimo y bondad en las relaciones fraternas y con la gente que acudía a él para recibir consejo. Muere el 19 de mayo de 1740 a los 64 años de edad. El papa Pío XI lo canoniza el 29 de junio de 1930.

                        Común de Pastores o de Santos Varones

Oración. Oh Dios, que has concedido a San Teófilo imitar la vida de oración de nuestro Padre San Francisco, haz que, por su intercesión, podamos servirte siempre con corazón puro y estar arraigados en el sólido fundamento de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                              Lecturas

«Nosotros somos colaboradores de Dios y vosotros campo de Dios»

Cristo es la piedra angular  del edificio que es la Iglesia y, a la vez, constructor fundamental para que todas las piedras encajen en el obra (cf. Mt 16,18; 21,41; 1Cor 3,11). Una vez que se comprende el papel fundamental que Cristo tiene para la comunidad cristiana, todos deben colaborar para que el edificio se mantenga y se abra a todo el mundo (cf. Rom 14,19; 15,2; 1Tes 5,11).  Es la dificultad mayor: que los evangelizadores, impulsados por el espíritu de Cristo, vivan cohesionados por el amor mutuo y por la vocación de ser  vehículos de la salvación de Dios obrada por medio de su Hijo, sin constituirse en protagonistas aislados de dicha salvación.

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios                   3, 4-11


Salmo responsorial                                                             Sal 33,4.5-6.7-8.9-10

Es una acción de gracias del creyente, porque solicita la ayuda al Señor en su desgracia, y el  Señor le ha respondido. Entonces invita a la asamblea a contemplar las maravillas del Señor, a sentirse iluminados por Él. De esta manera se puede  visualizar su rostro amoroso en la vida de sus fieles.

V. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre.
R. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre.


Aleluya                                                                      Lc 9,24

Aleluya. Aleluya,
«El que pierda su vida por mi causa la salvará»
Aleluya


Evangelio
                                                         
               «El que pierda su vida por mi causa la salvará»

           El seguimiento de Jesús entraña poner la vida a disposición del Dios del Reino, como él hace hasta la muerte en cruz. Dicha disposición sólo es posible si el yo en el que sustenta la vida humana se cambia por la relación amorosa con Dios, lo que exige una obediencia filial; es el amor a Él con todo el corazón, con toda el alma, con todo el ser. Y, en la misma intensidad, el amor al prójimo (cf. Mc 12,28-33). Ver esto, sólo es posible si se dejan atrás todos los intereses humanos, legítimos o ilegítimos, incluso aquellas instituciones en las que discurre la vida humana: la familia, el trabajo, etc. (cf. Mc 10,28par). El discípulo sigue a Jesús y, con ello, a su destino. En este sentido, no vale retroceso o vuelta atrás de la llamada de Jesús, pues entonces la vida se perdería.

Lectura del Santo evangelio según San Lucas                     9,23-26


Para meditar

Pero, cuando oraba en selvas y soledades, llenaba de gemidos los bosques, bañaba el suelo en lágrimas, se golpeaba el pecho con la mano, y allí -como quien ha encontrado un santuario más recóndito (cf. 2 Cel 52)- hablaba muchas veces con su Señor. Allí respondía al Juez, oraba al Padre, conversaba con el Amigo, se deleitaba con el Esposo. Y, en efecto, para convertir en formas múltiples de holocausto las intimidades todas más ricas de su corazón, reducía a suma simplicidad lo que a los ojos se presentaba múltiple. Rumiaba muchas veces en su interior sin mover los labios, e, interiorizando todo lo externo, elevaba su espíritu a los cielos. Así, hecho todo él no ya sólo orante, sino oración, enderezaba todo en él -mirada interior y afectos- hacia lo único que buscaba en el Señor. Y ¿acertarías tú a imaginar de cuánta dulzura estaba transido quien así estaba habituado? Él sí lo supo; yo no sé otra cosa si no es admirar. Lo sabrá el que lo experimenta; no se les da el saber a los inexpertos. Inflamado así el espíritu que bullía de fervor, bien sea en su aspecto exterior, bien en su alma toda entera derretida, moraba ya en la suprema asamblea del reino celeste. El bienaventurado Padre no desatendía por negligencia ninguna visita del Espíritu; si se le ofrecía, respondía al regalo y saboreaba la dulzura así puesta delante por todo el tiempo que permitía el Señor. Aun cuando le apremiase algún asunto o se encontrase de viaje, al notar en lo profundo de grado en grado ciertos toques de la gracia, gustaba aquel maná dulcísimo reiterada y frecuentemente. Y en efecto: hasta de camino, dejando que se adelantasen los compañeros, se detenía él, y, quedándose a saborear la nueva iluminación, no recibía en vano la gracia (Segunda Vida de Celano, 95).


           19.3 de mayo



María Bernarda Bütler (1848-1924)

            Santa María Bernarda, hija de Enrique y Catalina Bütler, nace en Auw (Suiza) el 28 de mayo de 1848. Ingresa en las Clarisas Capuchinas de Altstätten. En esta fraternidad ejerce el oficio de Maestra de Novicias y Superiora. Pedro Schumacher, obispo de Portoviejo (Ecuador), le invita a ir a las misiones. El 19 de junio de 1888 viaja con seis hermanas al Ecuador, se instalan en Chone, después crea dos fraternidades filiales en Santa Ana y Canoa, iniciando así la Congregación de las Hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora. Relaciona la vida de oración y la vida de misión con la devoción al Corazón de Jesús y de María. En 1895 viaja a Cartagena (Colombia) con 15 Hermanas, invitadas por el obispo Eugenio Biffi. En Colombia funda colegios, residencias de Ancianos, cooperando en las actividades parroquiales en las diócesis donde se incardinan. Es General de la Congregación durante treinta años, falleciendo el 19 de mayo del año 1924. El papa Juan Pablo II la declara beata el 29 de octubre de 1995 y Benedicto XVI la inscribe en el catálogo de los santos el 12 de octubre de 2008.

                                               Común de Vírgenes

           Oración. Señor, tú que te complaces en habitar en los limpios de corazón,
concédenos, por intercesión de Santa María Bernarda, virgen, vivir, por tu gracia, de tal manera que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo.

Lecturas

                             «El que se gloría que se gloríe en el Señor»

           Pablo teme que los judaizantes echen por tierra todo el trabajo que ha llevado a cabo para construir la comunidad de Corinto sobre la prioridad de Dios que se alcanza por medio de Jesús. No hay otro Salvador, otro Mesías que nos conduzca a la fuente de la salvación; él es la única vía de acceso a la divinidad; y está otra vez en peligro por interponerse la ley como mediación de la salvación divina. Y no es una tarea nada fácil, pues la salvación por la fe en Cristo es algo que no se puede ni pactar ni renunciar (cf. Rom 5,1-11). Reproduce la imagen del amor del esposo como en el AT simboliza las relaciones del Señor con su pueblo: Jer 2,1-7; Is 49,14-21; Os 1,2; etc.

           Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Corintios   10,17-11,2

            Salmo responsorial  Sal 148,1-2.11-13.14

           El salmista invita a las criaturas del cielo y de la tierra a alabar al Señor. Todo ser viviente debe su existencia al Señor. Es el don más preciado, que tantas veces se nos olvida. Este regalo de Dios Creador impulsa al creyente a dar gracias continuas por verse en una creación hecha por amor, conservada por la providencia y salvada al final de los días. Por todo ello se alaba y bendice al Señor.


           V. Jóvenes y doncellas, alabad el nombre del Señor.
           R. Jóvenes y doncellas, alabad el nombre del Señor.

           Aleluya

           Aleluya. Aleluya.
           Ven esposa de Cristo, recibe la corona eterna
que el Señor te tiene preparada.
           Aleluya.

           Evangelio

                        «Él tiene que crecer y yo tengo que menguar»

           Jesús bautiza como Juan Bautista y desarrolla una actividad aprobada por el pueblo, que le sigue en masa (cf. Mc 1,45par). Juan cede ante la «grandeza» o «magisterio» de Jesús, y cede con la alegría de contemplar al enviado de Dios. A Jesús señala como el verdadero cordero que quita el pecado (cf. Jn 1,29), a quien hay que creer (cf. Jn 3,15), porque es el Unigénito, el Hijo de Dios (cf. Jn 3,18) enviado por Dios para salvarnos (cf. 1Jn 4,9-10; Rom 8,32). Jesús encarna el amor del Padre para con su criatura; no reconocerlo como el «esposo» supone no creer en el Amor.

    Lectura del santo Evangelio según San Juan        3,22-30

                                               Para meditar

Con un amor compasivo, de auténtica franciscana, estaba encargada de socorrer las necesidades espirituales de los pobres que ella consideró siempre sus predilectos. Decía a las Hermanas: «Abran sus casas para ayudar a los pobres y a los marginados. Prefieran el cuidado de los indigentes a cualquier otra actividad». El celo apostólico y el ardor de la caridad de la Madre María Bernarda reviven hoy en la Iglesia, particularmente a través de la Congregación fundada por ella y actualmente presente en varios países de tres Continentes. La Beata puede ser señalada como auténtico modelo de «inculturación» de la que la Iglesia ha subrayado la urgencia para un eficaz anuncio del Evangelio (cfr. Redemptoris missio, n. 52). Ella encarnó perfectamente en su vida el lema programático: «Mi guía, mi estrella, es el Evangelio».
Durante su vida, encontró apoyo y consuelo solamente en Dios. Cuando abandonó su patria, a donde no habría de regresar jamás, y cuando dejó su querido monasterio de Altstätten y durante su incansable actividad apostólica, ella siempre estuvo sostenida por una sólida espiritualidad, de la oración incesante, la caridad heroica hacia Dios y hacia el prójimo, de una fe fuerte como la roca, una confianza ilimitada en la Providencia de Dios, una fuerza y humildad evangélica y de una fidelidad radical a los compromisos de su vida consagrada. De la contemplación del misterio de la Santísima Trinidad, de la Eucaristía y de la Pasión del Señor, obtuvo el don de aquella misericordia que practicó con todos y que dejó como particular carisma a su Congregación. Devotísima de la Virgen Madre del Señor, quiso que su Congregación tuviese a la Auxiliadora como Madre, Protectora y Modelo de vida en el seguimiento de Cristo y en su actividad misionera. Como franciscana, cultivó la misma veneración que San Francisco de Asís alimentó por la «Santa Madre Iglesia» por sus pastores y sacerdotes, que ella llamaba « los ungidos del Señor». (Benedicto XVI, Homilía de canonización el 12 de octubre de 2008).

            19.4 de mayo


                              Juan de Cetina y Pedro de Dueñas (†1397)
          

El beato Juan Lorenzo nace en Cetina (Zaragoza. España). Después de vivir un tiempo en Murcia como eremita, ingresa en la Orden en Monzón (Huesca. España) y estudia las ciencias eclesiásticas en el convento de San Francisco de Barcelona. Bonifacio IX le concede la gracia de predicar el Evangelio entre infieles. Se le une el hermano Pedro, nacido en Dueñas (Palencia. España), del que el P. Juan había sido Maestro de novicios. Viajan a Granada el 8 de enero de 1397 para predicar el Evangelio a los sarracenos. Son encarcelados y durante dos meses trabajan como esclavos en el cultivo de los viñedos con otros cristianos. Oran y celebran la Eucaristía para los creyentes también esclavos, recordando las prisiones de Pedro y Pablo cuando la Comunidad cristiana comienza a caminar después de la Resurrección. Juan y Pedro son decapitados después de comparar a Cristo (Buen Pastor) con Ma-homa (falso pastor) el 19 de mayo de 1397. Sus reliquias se conservan en los conventos de Sevilla y Córdoba. Aprueba su culto el papa Clemente XII el 26 de agosto de 1731.

                                               Común de Mártires

           Oración. Dios de misericordia, que infundiste tu fuerza a los beatos Juan de Cetina y Pedro de Dueñas para que pudieran soportar el dolor del martirio, concede a los que hoy celebramos su victoria vivir defendidos de los  engaños del enemigo bajo tu protección amorosa. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                  Lecturas

                        «No tengáis miedo ni os amedrentéis»
          
           Los discípulos de Jesús deben seguirle en el perdón a los enemigos, en amarlos, en desearles el bien (cf. Mt 5,1-12). Es así como demuestran su dignidad cristiana, evitando el devolver al mal con el mal, alejando toda sospecha de venganza (cf. Mt 5,44; Rom 12,21). Cuando es el bien quien se impone en la vida del discípulo, nace entonces la paz interior y la posibilidad de que los enemigos comprendan que existen otros caminos para relacionarse los humanos, para respetar la vida. Entonces también la paz es posible en la sociedad, evitando que ésta funcione exclusivamente por intereses o pactos del miedo.

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pedro                       3,14-17

Salmo responsorial                                                  123,2-3.4-5.7-8

Cuando acecha el peligro de los enemigos exteriores e interiores de los creyentes es cuando se saben los límites humanos, el peligro que corre la vida en tantas circunstancias difíciles provenientes de la historia personal y colectiva. Entonces el alma se abre al Señor del amor y del amor poderoso que es capaz de preservar y defender la vida de sus hijos.

V. Hemos salvado la vida como un pájaro de la trampa del cazador.
R. Hemos salvado la vida como un pájaro de la trampa del cazador.

Aleluya                                                                     Mt 5,10

Aleluya. Aleluya.
«Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
Porque de ellos es el Reino de los cielos»
Alerluya.


                                               Evangelio


                       «No he venido a sembrar paz, sino espadas»

No cabe duda que Jesús predica la paz interior y exterior como contenido fundamental del Reino (cf. Lc 2,14), paz con la que saluda a sus discípulos cuando disfruta de la gloria divina después de la Resurrección (cf. Jn 20,19). Pero la paz de Cristo es la que nace de la experiencia del amor del Señor y del amor humano. La paz que proviene del miedo al otro, de la suma de egoísmos, de la imposición del poder que esclaviza y deja mudos a los hombres, etc., no es la paz de Cristo. Y a estas paces es a las que declara la guerra Jesús y así se lo enseña a sus discípulos.

Lectura del Santo Evangelio según San Lucas                     12,51-53

Para meditar

Los que van entre sarracenos y otros infieles

Dice el Señor: He aquí que os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como serpientes y sencillos como palomas (Mt 10,16).  Así pues, cualquier hermano que, por divina inspiración, quiera ir entre sarracenos u otros infieles, vaya con la licencia de su ministro y siervo. Y el ministro les dé licencia y no se la niegue, si los ve idóneos para ser enviados; pues tendrá que dar cuenta al Señor (cf. Lc 16,2) si en esto o en otras cosas procede sin discernimiento. Y los hermanos que van, pueden comportarse entre ellos espiritualmente de dos modos. Uno, que no promuevan disputas y controversias, sino que se sometan a toda criatura por Dios (1 Pe 2,13) y confiesen que son cristianos. Otro, que, cuando les parezca que agrada al Señor, anuncien la palabra de Dios para que crean en Dios omnipotente, Padre, e Hijo, y Espíritu Santo, creador de todas las cosas, y en el Hijo, redentor y salvador, y para que se bauticen y hagan cristianos, porque, a menos que uno renazca del agua y el Espíritu Santo, no puede entrar en el reino de Dios (cf. Jn 3,5).Esto y otras cosas que agraden al Señor pueden decirles tanto a ellos como a otros, porque dice el Señor en el Evangelio: A todo aquel que me confesare delante de los hombres, también yo le confesaré delante de mi Padre, que está en los cielos (Mt 9 10,32). Y: Si uno se avergüenza de mí y de mis palabras, el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga con su gloria, con la del Padre y la de los ángeles (cf. Lc 9,26).Y todos los hermanos, dondequiera que estén, recuerden que se dieron y abandonaron sus cuerpos al Señor Jesucristo. Y por su amor deben exponerse a los enemigos tanto visibles como invisibles; porque dice el Señor: Quien pierda su alma por mí causa, la salvará (cf. Lc 9,24) para la vida eterna (Mt 25,46). Dichosos los que padecen persecución por la justicia porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5,10). (San Francisco de Asís, Regla no bulada, cap. XV).


            20 de mayo


                Bernardino de Siena (1380-1444)

            San Bernardino de Siena nace en Massa Maritima (Grosseto. Italia) el 8 de setiembre del año 1380, hijo de Albertollo degli Albizeschi y Raniera degli Avveduti. Huérfano de padres a los 6 años, ingresa en la Orden Franciscana a los 22 años. Estudia y profundiza a Jacopone de Todi y a Pedro Juan Olivi. Es ordenado sacerdote el 8 de setiembre del año 1404. En la Orden promueve la Observancia, erigiendo fraternidades con el espíritu y la letra de la vida de penitencia y pobreza de San Francisco. Destaca San Bernardino por su predicación. Recorre toda Italia anunciando la devoción al Santísimo Nombre de Jesús: «Gran fundamento de la fe es el nombre de Jesús por el que somos hechos hijos de Dios». Son famosas sus predicaciones en la Plaza del Campo de Siena, luchando por la paz social y política y la justicia económica. Establece nuevas relaciones entre güelfos y gibelinos, promueve colegios, hospitales, casas para acoger a los pobres y abandonados. Predica las relaciones fraternas desde la bondad de Dios y con la austeridad, sencillez y gozo franciscano. Muere el 20 de mayo de 1444, a los 64 años de edad, en Áquila. Escribió un libro de Sermones y otro llamado Prédicas en italiano. El papa Nicolás V lo canoniza el 24 de mayo de 1450.

Oración. Señor Dios, que infundiste en el corazón de San Bernardino de Siena un amor admirable al nombre de Jesús, concédenos, por su intercesión y sus méritos, vivir siempre impulsados por el espíritu de tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.                           

Lecturas         

«No se ha dado a los hombres otro nombre por el que debemos salvarnos».  
  
    La causa de la incomprensión y de la persecución de los discípulos de Jesús es el poder salvador que entraña la invocación del nombre de Jesús. El Mesías crucificado es, contra todo pronóstico, el que concede la salvación física, psíquica, liberando de las ataduras diabólicas, y espiritual, perdonando los pecados. Por eso Jesucristo se ha convertido en la piedra angular de la salvación (cf. Mt 21,42; 1Pe 2,4.7) y el mediador de la salvación procedente del Padre, origen de toda la realidad y de su recreación.

           Lectura de los Hechos de los Apóstoles                     4,8-12

           Salmo responsorial   Sal 144,1-2.3-4.5-6

           Relata el Salmo la acción de gracias y alabanza del creyente que es capaz de ver en la creación los signos de la bondad creadora del Señor. Pero no sólo se centra en la imagen material de la divinidad, sino en la personal. No sólo es la realeza divina, sino su bondad y misericordia que actúa para el hombre pecador.


           V. Pronuncie mi boca la alabanza de tu nombre.
           R. Pronuncie mi boca la alabanza de tu nombre.


           Aleluya                                               Sal 5,12-13
            Aleluya. Aleluya.
           «En ti exulten los que aman tu nombre,
pues tú bendices al justo».
           Aleluya.


                                                                     Evangelio

                                           «Yo soy el camino, la verdad y la vida»

           La ida de Jesús a la gloria de Dios Padre origina el sentimiento de soledad entre sus discípulos. Jesús les indica que él es el camino de acceso a Dios, la verdad como expresión de la fidelidad al Señor y la vida que transmite la salvación, porque él participa de la vida del Padre. Nada deben temer en esta vida, porque él estará pendiente de su caminar en la historia, y porque Jesús es un espejo de la vida del Padre; su vida y sus palabras son la vida y las palabras del Señor, que ofrece a su Hijo para la vida del mundo, y sus obras son las obras de salvación del Señor para con todos sus hijos. Jesús permanece en medio de ellos por medio del Espíritu.

           Lectura del sato Evangelio según San Juan               14,2-17

                                               Para meditar

El nombre de Jesús, esplendor de los predicadores

El nombre de Jesús es el esplendor de los predicadores, ya que su luminoso resplandor es el que hace que su palabra sea anunciada y escuchada. ¿Cuál es la razón de que la luz de la fe se haya difundido por todo el orbe de modo tan súbito y tan ferviente sino la predicación de este nombre? ¿Acaso no es por la luz y la atracción del nombre de Jesús que Dios nos llamó a la luz maravillosa? A los que de este modo hemos sido iluminados, y en esta luz vemos la luz, dice con razón el Apóstol: Un tiempo erais tinieblas, pero ahora sois luz en el Señor: caminad como hijos de la luz.
Por lo tanto, este nombre debe ser publicado para que brille, no puede quedar escondido. Pero no puede ser predicado con un corazón manchado o una boca impura, sino que ha de ser colocado y mostrado en un vaso escogido. Por esto dice el Señor, refiriéndose al Apóstol: Éste es un vaso que me he escogido yo para que lleve mi nombre a los gentiles, a los reyes y a los hijos de Israel. Un vaso —dice— que me he escogido, como aquellos vasos escogidos en que se expone a la venta una bebida de agradable sabor, para que el brillo y esplendor del recipiente invite a beber de ella; para que lleve  —dice— mi nombre.
En efecto, del mismo modo que un campo, cuando se enciende fuego en él, queda limpio de todas las zarzas y espinas secas e inútiles, y así como, al salir el sol y disiparse las tinieblas, se esconden los asaltantes, los maleantes nocturnos y los que entran a robar en las casas, así la predicación de Pablo a los pueblos, semejante al fragor de un gran trueno o a un fuego que irrumpe con fuerza o a la luz de un sol que nace esplendoroso, destruía la infidelidad, aniquilaba la falsedad, hacía brillar la verdad, como cuando la cera se derrite al calor de un fuego ardiente.

Él llevaba por todas partes el nombre de Jesús, con sus palabras, con sus cartas, con sus milagros y ejemplos. Alababa siempre el nombre de Jesús, y lo llamaba en su súplica. (De Quadragesimale de evangelio aeterno, de san Bernardino de Siena. Sermón 49: Opera omnia, IV, Quaracchi-Florentia 1956, 505-506).