domingo, 10 de abril de 2016

Libros: La misericordia en la Escritura

                 La misericordia de Dios en tiempos de crisis.
                 Meditaciones bíblicas

                                                             
                            Cristóbal Sevilla


M. Á. Escribano Arráez
Instituto Teológico OFM
Pontificia Universidad Antonianum

Presentamos una obra donde el autor remite a las fuentes bíblicas para descubrir cómo se da la presencia de Dios en nuestras vidas a través de su misericordia. Una advertencia previa: la Escritura debemos leerla de un modo unitario, pues todos los libros bíblicos forman uno solo inspirado por Dios.
La misericordia en la Biblia se expone en los mismos inicios —libro del Éxodo— con la experiencia de Israel en la península del Sinaí. El pueblo de Dios conoce al Señor conforme camina por el desierto hacia la tierra prometida. El pasado le ha supuesto un esfuerzo, pero su presente, cuando lo lee según Dios, le descubre la importancia de recordar que la presencia del Señor alcanza su plenitud con la experiencia de la vida. En el Éxodo se relata que Dios escucha el clamor de su pueblo esclavizado por el Faraón. El texto enseña que escuchar el sufrimiento del otro es el principio de la misericordia. Y Dios se muestra en la vida del pueblo cuando le grita y lo escucha en medio de su esclavitud y de las penurias que padece, más tarde, en la travesía por el desierto. En el episodio del becerro de oro, cuando el pueblo quiere controlar a Dios, dándole la espalda nada más escapar de la esclavitud, en ese preciso momento se encuentra con la misericordia  divina. El pueblo tiene que aprender que a Dios se le busca y encuentra con la escucha y con la paciencia. Todo esto conduce a saber cuál es su pedagogía amorosa, que se manifiesta cuando Israel está hundido por una gran crisis que afecta a su identidad. Entonces el Señor le enseña con autoridad, no con castigos, sino con el amor que guía y acompaña. Lo observamos en el libro del Deuteronomio (c. 32).  Es aquí donde Israel percibe el amor divino  y ya no puede separarse de él.
El segundo capítulo relata la actividad de los profetas, que denuncian las injusticias, y recuerdan al pueblo de dónde vienen. Dios tiene compasión del pueblo, pero sobre todo se conmueve, es la conmoción de Dios por Israel, que no le olvida y lo hace cercano a él. Dios lo ha creado, es Padre y por eso se conmueve; por tanto es próximo porque quiere dar vida a su pueblo. Oseas escribe lo que significa “hablar al corazón”: la única forma tiene el Señor para convencer, pues su estilo es atraer  con su amor. Es desde el corazón donde se vive la relación con Dios y se comprende su misericordia. Los profetas Amos y Joel afirman que la misericordia se da antes que la justicia. Y Jeremías, en un tiempo de profunda crisis con el templo de Jerusalén destruido y el pueblo deportado, porque ha dejado de escuchar la palabra de Dios,  invoca la renovación y conversión del corazón. No bastan las respuestas sociológicas o políticas para encontrar una solución a la crisis existencial; hay que volver a Dios y a su Palabra. Supone un adelanto del relato de Jesús sobre el hijo pródigo.
La tercera parte de la obra invita a orar para ser capaces de encontrar la misericordia de Dios. Dios es una eternidad de amor y se llega a ella por la oración. Y los salmos recuerdan que solo se vence a la murmuración por la alabanza al Señor. La alabanza es una respuesta a la experiencia de la misericordia de Dios, así  se observa en el Sal. 18, en el Sal. 30, como experiencia de la bondad de Dios. Job es un ejemplo de misericordia divina, al mostrar que el amor de Dios nunca se acaba. Job busca la verdad sin negar la humanidad, y eso es lo importante: Dios no se impone; no excluye con quien se relaciona. De nuevo la importancia del otro para vivir la misericordia, y hay respuestas sobre Dios que solo se pueden dar desde la vida, desde la conmoción.
El cuarto capítulo trata de la misericordia de Dios en Jesús: la misericordia se hace humanidad en Jesús. Él es la misericordia: de ahí la insistencia del Padre en que se le escuche. En la predicación de Jesús vemos que cita a Oseas para probar que la misericordia está antes que la ley, o, mejor todavía, se encuentra en el centro mismo de la ley. La misericordia no se opone a la ley, sino que se manifiesta en la voluntad de Dios que se debe trasformar en la actitud del pueblo en su vida, y Jesús lo hace en la predicación nacida de su  corazón. La pedagogía de Jesús parte de las parábolas. En ellas se muestra al otro no como un problema teológico, sino como una cuestión vital, que lleva al amor de Dios. Jesús enseña con misericordia y esta misericordia explicita sus sentimientos (cf. Mc 1,22; Mt, 7, 28).
Termina el autor hablando de la misericordia  en tiempo de la Iglesia naciente. Cita textos del NT dirigidos a las comunidades cristianas; ellos hacen ver que la Iglesia no puede perder el horizonte de la misericordia, y está llamada a vivir en los desiertos del pueblo para llevar la misericordia. La Carta de Santiago 5,12 recuerda que la palabra del cristiano debe ser una palabra sencilla y veraz, que ponga el Evangelio en centro de todo, implicando a quien la dice y haciéndonos profetas. El autor concluye con la Resurrección como centro del mensaje cristiano y como mayor signo de la misericordia divina que se hace presente.
En definitiva, una ensayo bien escrito; además el Autor ha introducido cada capítulo con breves textos de hombres y mujeres de Dios que hicieron palpable en sus vidas la misericordia. Un libro sencillo, pero escrito por quien conoce bien la Sagrada Escritura y nos invita a leerla como un todo, y en la que encontramos la relación de Dios en nuestras vidas y su transferencia a todas las personas e instituciones con las que nos relacionamos.



Ed. Verbo Divino, Estella 2015, 139 pp., 17 x 24 cm.

Santos y Beatos,del 16 al 19 de aril

16 de abril
Benito José Labre (1748-1783)

            San Benito José Labre, Cordígero de la Orden Francis-cana Seglar, nace el 26 de marzo de 1748 en Amettes (Francia), hijo de Juan Bautista Labre y Ana Grandsire. A los doce años vive con su tío Francisco José Labre, sacerdote en Erin. Estudia las ciencias eclesiásticas, pero no se siente llamado al sacerdocio, sino a la vida contemplativa. Al morir su tío en 1766, y después de varios intentos de ingresar en la Trapa y los Cartujos, viaja a Italia para continuar su vida de penitencia en medio de la gente y visitar como peregrino los lugares santos del Catolicismo. Y lo hace Benito con un abrigo viejo, un rosario al cuello y otro entre sus dedos y con sus manos abrazando un crucifijo que llevaba al pecho. En una bolsa lleva el Nuevo Testamento, el breviario y la Imitación a Cristo. Así visita Loreto, Asís, Nápoles, Bari, Fabriano, etc., en Italia, Einsiedeln en Suiza, Compostela en España y Paray-le-Monial en Francia. Los últimos seis años de su vida los pasa en Roma, de donde salía solo una vez al año para peregrinar a Loreto. En Roma duerme en el Coliseo y visita las iglesias. Muere el 16 de abril. Es enterrado en la iglesia de Santa María dei Monti. El papa León XIII lo canoniza el 8 de diciembre de 1881.

                                               Común de Santos Varones

Oración. Oh Dios, que concediste a San Benito José unirse a ti por el camino de la humildad y el amor a la pobreza, concédenos, por sus méritos, sabiduría para sopesar los bienes de la tierra amando intensamente los del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.


18 de abril

Andrés Hibernón (1534-1602)

            El beato Andrés Hibernón nace en Murcia (España) el año 1534, hijo de Ginés Hibernón y María Real, aunque vive y reside en Alcantarilla, ciudad perteneciente a la provincia de Murcia. Ejerce el oficio de pastor en Valencia y de administrador de D. Pedro Casanova, Regidor de la ciudad de Cartagena y Alguacil Mayor del Santo Oficio. Ingresa en el convento de Albacete de la Provincia Observante de Cartagena el día 31 de octubre de 1556 y profesa el 1 de noviembre de 1557. Es recibido en el convento de los Descalzos de San José de Elche (Alicante) por el padre Fray Alonso de Llerena, Guardián de dicho convento y, a la vez, Custodio Provincial de la Provincia Descalza de San Juan Bautista de Valencia. Es el año 1563. Desempeña los oficios de cocinero y hortelano, portero y limosnero. Reside en Valencia, Jumilla, etc. Es coetáneo de San Pascual Bailón, hermano de hábito y de la misma provincia franciscana. Sobresale por su humildad y sencillez, además por su espíritu de oración y amor a la Eucaristía. Muere en el convento de San Roque de Gandía (Valencia) el 18 de abril de 1602. Sus restos reposan en la Catedral de Murcia. El papa Pío VI lo beatifica el 22 de mayo de 1791.

                                               Común de Santos Varones
Oración. Señor, tú que otorgaste al beato Andrés Hibernón la gracia de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a nosotros, por intercesión de este bienaventurado, la gracia de vivir fielmente nuestra vocación, para que así tendamos a la perfección que tú nos has propuesto en la persona de tu Hijo. Que vive y reina contigo.

19 de abril
Conrado de Áscoli (1234-1289)

            El beato Conrado nace el 18 de setiembre de 1234 en Áscoli, Piceno (Italia); pertenece a la familia Miliani. Estudia en el Sacro Convento de Asís y en Perusa. Enseña en Roma. Cuando su compañero de profesión y de estudios, Jerónimo Masci, es elegido General de la Orden, le da licencia para ir a misiones a Libia y explorar la Cirenaica. Regresa a Roma en 1278; a los dos años viaja a París, donde enseña Teología en la Universidad. Cuando a Jerónimo Masci lo eligen Papa con el nombre de Nicolás IV, lo nombra su asesor. De viaje a Roma, enferma en Áscoli, se hace colocar en el suelo, como San Francisco, y se duerme en paz con el Señor a los 55 años de edad. Es el 19 de abril de 1289. Nicolás IV le levanta un mausoleo en San Lorenzo delle Piagge. Después, el 28 de mayo del año 1371, su cadáver es trasladado a la iglesia de San Francisco. El papa Pío VI concede Oficio y Misa en su honor el 30 de agosto de 1783.

                                               Común de Santos Varones

            Oración. Señor, Dios nuestro, que has querido infundir en el beato Conrado de Áscoli tu admirable sabiduría, concédenos, por su intercesión, permanecer siempre fieles a tu revelación. Por nuestro Señor Jesucristo.