miércoles, 21 de mayo de 2014

Santos y Beatos. 21 de mayo



          21 de mayo

                                                   

Humiliana de Cerchi ( 1219-1246)

            La beata Humiliana nace en Florencia (Toscana. Italia) en el año 1219, hija de Oliverio dei Cerchi. Muerta su madre, es educada por su madrastra Ermelina di Cambio dei Benizi. Dada en casamiento a los 16 años, tiene dos hijos. Lleva una profunda vida de piedad y de servicio a los necesitados. Cuando enviuda, se ve obligada a dejar a sus hijas a la familia de su esposo y regresa con su padre. Es dirigida por el beato Miguel degli Alberti, franciscano. Recibe el hábito franciscano de penitencia en 1240 en la basílica de la Santa Cruz de Florencia: es la primera terciaria de esta ciudad. Vive en soledad y penitencia en su aislamiento en la torre de los Cerchi, después de distribuir todos sus bienes a los pobres. Muere el 19 de mayo de 1246 a los 27 años de edad. El papa Inocencio XII aprueba su culto el 24 de julio de 1694.

                                   Común de Santa Mujeres

Oración. Señor Dios, tú nos has revelado que toda la ley se compendia en el amor a ti y al prójimo; concédenos que, imitando la caridad de la beata Humiliana, podamos ser un día contados entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo.


                                              Lecturas

«Santas mujeres que esperaban en el Señor»

           Si el amor es el principio general de las relaciones del cristiano con Dios y con el prójimo, éste debe abarcar todas las instituciones sociales y situaciones humanas que se den en la historia. Así también debe prevalecer en el matrimonio. Hay que alejar la vanidad de la vida de relación familiar y adentrarse en la vida interior y establecer unas relaciones plenas de dulzura y comprensión, porque hay actitudes que son preponderantemente femeninas. Y junto a la actitud de amor, afianzar la vida de oración en la experiencia personal con el Señor.

Lectura de la primera carta del Apóstol San Pedro            3, 1-9

 Salmo responsorial                                                             Sal 130,1.2.3

El Señor se presenta como un Padre y una Madre que protegen y defienden la vida de sus hijos. El hombre debe ser consciente y reconocer esta actitud de Dios. Entonces el creyente inclina su vida hacia Él con la condición de hijo confiado en la bondad que está en la raíz de su vida, en la providencia que lo cuida y en la voluntad de salvación;  ciertamente Dios no dejará que su vida se pierda. De aquí proviene la auténtica paz y verdad de la existencia, alejada de toda pretensión u orgullo que le enfrenta a Dios, o lo silencia en su existencia.

           V. Guarda mi alma en la paz.
           R. guarda mi alma en la paz.
          

           Aleluya                                                                                              Mt 5,3

           Aleluya. Aleluya.
           «Bienaventurados los pobres de Espíritu,
porque de ellos es el Reino de los Cielos».
           Aleluya.


           Evangelio


«María, sentada a los pies de Jesús, escuchaba»

           María, como Lidia a Pablo (cf. Hech 16,15), acoge a Jesús en su casa. Y escucha su palabra, como una discípula (cf. Lc 8,1-3). Marta está absorbida con los preparativos de la comida a los invitados. Y llega un momento que se queja al Maestro. Jesús, como Señor, sentencia: no hay que hacer tantas cosas que puedan absorber la atención de tal manera que quede en segundo lugar, o en el olvido, la más importante en esos momentos, como es la presencia de Jesús explicando la Palabra de Dios. Porque «no sólo de pan vive el hombre…» (Cf. Lc 4,4; Dt 8,3).

Lectura del santo Evangelio según San Lucas                     10,38-42


Para meditar

Todos los que aman al Señor con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente, con todas las fuerzas, y aman a sus prójimos como a sí mismos (cf. Mt 22,37.39; Mc 12,30), y odian a sus cuerpos con sus vicios y pecados, y reciben el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, y hacen frutos dignos de penitencia:¡Oh cuán bienaventurados y benditos son ellos y ellas, mientras hacen tales cosas y en tales cosas perseveran!, porque descansará sobre ellos el espíritu del Señor (cf. Is 11,2) y hará en ellos habitación y morada (cf. Jn 14,23), y son hijos del Padre celestial (cf. Mt 5,45), cuyas obras hacen, y son esposos, hermanos y madres de nuestro Señor Jesucristo (cf. Mt 12,50). Somos esposos cuando, por el Espíritu Santo, el alma fiel se une a nuestro Señor Jesucristo. Somos para él hermanos cuando hacemos la voluntad del Padre que está en los cielos (Mt 12,50); madres, cuando lo llevamos en nuestro corazón y en nuestro cuerpo (cf. 1 Cor 6,20), por el amor divino y por una conciencia pura y sincera; y lo damos a luz por medio de obras santas, que deben iluminar a los otros como ejemplo (cf. Mt 5,16). ¡Oh cuán glorioso, santo y grande es tener un Padre en los cielos! ¡Oh cuán santo, consolador, bello y admirable, tener un tal esposo! ¡Oh cuán santo y cuán amado, placentero, humilde, pacífico, dulce, amable y sobre todas las cosas deseable, tener un tal hermano y un tal hijo: Nuestro Señor Jesucristo!, quien dio la vida por sus ovejas (cf. Jn 10,15) (San Francisco, Carta a todos los fieles 1, vv. 1-13).

                        21.1 de mayo



                   Juan Pelingotto (1240-1304)

El beato Juan Pelingotto nace en Urbino (Pésaro. Italia) en 1240. Recibe el hábito de la Tercera Orden de la penitencia en Santa María de los Ángeles de Urbino. Se entrega por completo a la oración. Visita Roma en 1300 para ganar el jubileo decretado por el papa Bonifacio VIII. Sigue a Jesús, además de pobre, crucificado, y tiene la ocasión al padecer una dolorosa enfermedad y sufrir fuertes tentaciones diabólicas. Muere plácidamente el 1 de junio de 1304 a los 64 años de edad. Con el tiempo se traslada su cuerpo a la iglesia de San Francisco en la que se erige un altar sobre su tumba. El papa Benedicto XV aprueba su culto el 13 de noviembre del año 1918.

Común de Santo Varones

Oración. Señor, tú que otorgaste al  beato Juan Pelingotto la gracia de imitar con fidelidad a Cristo pobre y humilde, concédenos también a  nosotros, por su intercesión, la gracia de vivir fielmente nuestra vocación, para que así tendamos a la perfección que tú nos has propuesto en la persona de tu Hijo. Que vive y reina
contigo.


                                              Lecturas

                       «No hagas enmudecer la boca de los que te alaban»

           Amán persigue al pueblo elegido y convence al rey Asuero para que extirpe a Israel de la historia. Mardoqueo siente el peligro, no sólo para él, sino para toda la colectividad. Entonces se dirige al Señor con esta oración bellísima, en la que le reconoce como Creador de todo cuanto existe y como único Señor frente al politeísmo pagano. Se niega a adorar a otros dioses, ya que la idolatría es uno de los pecados más castigados por el Señor a lo largo de la historia de la salvación (cf. Det 6,5, Mc 12,30; Lc 10,27, etc.), y se entrega por entero a su verdadero y único Señor.

Lectura del libro de Ester            4,17b-17h


Salmo responsorial                           Sal 32,1-2.4-5.10-11

           El salmista es consciente de que la presencia del Señor cubre toda la creación. Y es una presencia de bondad y de misericordia para con sus criaturas. De ahí que los fieles del Señor proclamen a los cuatro vientos la creación, la providencia y la salvación que regala constantemente el Señor a sus hijos. Es el plan que ha tenido desde siempre.


           V. La misericordia del Señor llena la tierra.
           R. La misericordia del Señor llena la tierra.


           Aleluya                       Lc 21,36

           Aleluya. Aleluya.
           «Estad, pues, despiertos en todo tiempo,
pidiendo fuerza para manteneros en pie ante el Hijo del hombre».
           Aleluya.


           Evangelio

                       «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas»

           Una de las características de la oración de Jesús es la vigilancia. Ella nos mantiene despiertos ante la venida del Señor, que puede suceder en cualquier momento. La ausencia del Señor en la vida hace que valoremos las cosas inútiles, o nos centremos en resolver problemas que no afectan realmente al sentido global de la vida humana. Por eso mantener la expectativa de su venida inminente obliga al creyente a ver la existencia desde la perspectiva del Señor, lo que hace posible el encuentro definitivo con Él, porque lo reconoceremos para siempre en la vida sin fin.

Lectura del santo Evangelio según San Lucas  12,35-40



Para meditar

«Preferencia de la misericordia al sacrificio»

Alentaba con mayor clemencia y soportaba con más paciencia a aquellos enfermos de quienes sabía que, como niños que fluctúan, estaban agitados por tentaciones y vivían con el ánimo apocado. Por eso, evitando con ellos las correcciones ásperas -si no veía peligro en esto-, se ahorraba la vara para guardar las almas. Decía que toca al prelado, que es padre y no tirano, prevenir las ocasiones de pecar e impedir que caiga quien, una vez caído, difícilmente se levantaría.  ¡Desdichada insensatez, digna de compadecerse, la de nuestros días! Y no se trata sólo de que no levantamos o no sostenemos a los débiles, sino que a veces los empujamos para que caigan. Tenemos en nada el sustraer al sumo Pastor una ovejuela, por la cual ofreció en la cruz poderosos clamores y lágrimas. De diferente manera te portabas tú, Padre santo, que preferías la enmienda a la perdición. Sabemos, con todo, que el mal del amor propio está muy arraigado en algunos, y que éstos necesitan cauterio y no ungüento. Está claro, pues, que para muchos es más saludable regirlos con cetro de hierro que pasarles la mano. Pero aceite y vino, vara y cayado, severidad y clemencia, cauterio y unción, cárcel y regazo, todo tiene su tiempo. Todo ello reclama el Dios de las venganzas y el Padre de las misericordias, quien, sin embargo, prefiere la misericordia al sacrificio (Mt 9,13). (Escritos de San Francisco, Segunda de Celano, 177).


                                                                     21.2 de mayo



                        Franz Jägerstätter (1907-1943)

El beato Franz Jägerstätter, de la Orden Franciscana Seglar, nace en Sankt Radegund (Braunau. Austria). Es hijo ilegítimo de Franz Bachmeier y Rosalie Hüber. Muerto su padre en la I Guerra Mundial, su madre contrae matrimonio con Herr Jägerstätter. Trabaja en la agricultura y en las minas de hierro de Steiermark. Durante los tres años en que trabaja en las minas experimenta una cercanía al Señor que desarrolla con la asistencia a Misa y orando con frecuencia. Contrae matrimonio con Francisca, de la que tiene dos hijas: Rosalía y María . Cuando Hitler invade Austria vota en contra de la ocupación nazi e inicia una campaña contra las subvenciones al gobierno de Hitler. En 1939 se incorpora a los entrenamientos de un cuerpo motorizado del ejército, que al final no participa en la guerra. En febrero de 1943 se incorpora al servicio militar en Enns (Austria). Se niega jurar fidelidad al Führer, pues defiende que el Nazismo es esencialmente malo y trata de destruir la Iglesia. Lo conducen a la prisión de Brandengurg, en la que le ahorcan el 9 de agosto de 1943. Es beatificado por Benedicto XVI el 26 de octubre de 2007; a la beatificación asiste su esposa Francisca de 94 años.

 Común de Santos Varones

            Oración. Señor Dios, tú nos has revelado que toda la ley se compendia en el amor a ti y al prójimo; concédenos que, imitando la caridad del  beato  Franz, podamos ser un día contados entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                   Lecturas

                        «La victoria que derrotó al mundo es nuestra fe»

            La experiencia del Señor hace que creamos en Jesús como Hijo y, en cuanto tal, nuestro Salvador. Esto exige una fidelidad a un estilo y sentido de vida exclusivamente sustentado por la fe, que choca muchas veces con los intereses del mundo y las instituciones sociales que hacen posible una vida injusta y pactista. El compromiso de la fe ha llevado a muchos cristianos a dar su vida, con la potencia del amor divino y teniendo en su horizonte el bien de los hombres, que sólo puede salir adelante con el amor gratuito.

            Lectura de la primera carta del Apóstol San Juan     5,1-5


Salmo responsorial                                       Sal 24,4-5.6-7.20-21

El justo ora a Dios con la confianza no sólo de que le salvará de sus peligros, sino que caminará junto a él para que no caiga en la tentación. Dios acompaña en su sentido positivo: enseñando el camino, instruyendo sobre su marcha, relacionándose con ternura y cuando se desvíe del camino relacionándose con misericordia.

V. A ti, Señor, levanto mi alma.
R. A ti, Señor, levando mi alma.

Aleluya                                                          Sant 1,12

Aleluya. Aleluya.
«Dichoso el hombre que soporta la prueba,
Porque una vez aniquilado recibirá la corona de la vida».
Aleluya



            «Quien pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará»

            Negarse a sí mismo es sustituir la afirmación del yo como tendencia natural por el “yo” amoroso del Señor. Es cambiar los fundamentos de la vida humana por la propuesta de Jesús que ha entregado su vida a cumplir la voluntad de su Padre (cf. Mc 14,36). Una vez que la vida se enraíza en el Señor su caminar en la historia es seguir las huellas de Jesús hasta el Gólgota, sin más horizonte que el amor del Señor y el amor del Señor situado en el corazón de cada hombre y mujer, en el amor a la entera creación.

            Lectura del santo evangelio según San Marcos 8,34-37

Para meditar


La peculiaridad de nuestro beato se encuentra en su martirio (1943), insertado en el contexto histórico particularmente trágico del período del III Reich, durante la segunda guerra mundial. El beato Franz era un hombre de nuestro tiempo, un hombre normal, con defectos; incluso, durante cierto tiempo, llevó un estilo de vida más bien ligero y mundano. Pero siguiendo su vocación y con la gracia de Dios, puso la voluntad de Dios por encima de todo, llegando, tras largas luchas interiores, a una vida extraordinaria de testimonio cristiano. Por sus convicciones de fe afrontó la muerte. Su camino es un desafío y un estímulo para todos los cristianos, que pueden seguir su ejemplo para vivir con coherencia y compromiso radical su fe, incluso hasta las extremas consecuencias, si fuese necesario. Los beatos y los santos siempre han dado ejemplo de lo que significa e implica ser cristianos, incluso en algunos momentos particulares, concretos, de la historia. En un tiempo como el nuestro, en el que no faltan los condicionamientos e incluso la manipulación de las conciencias y las inteligencias, a veces a través de formas engañosas que se sirven de las tecnologías modernas más avanzadas,  el  testimonio del beato Franz es un ejemplo importantísimo de inquebrantable valentía y de firme y fuerte coherencia. (Palabras del cardenal José Saraiva Martins al final de la misa de beatificación de de Franz Jägerstätter. Catedral de la diócesis de Linz (Austria, 26/10/2007).