domingo, 14 de junio de 2015

Santos y Beatos. Del 15 al 21 de junio

                                                                                  15 de junio


                                                     Luis María Palazzolo (1827-1886)

            El beato Luis, de la Orden Franciscana Seglar, nace el 10 de diciembre de 1827 en Bérgamo (Lombardía. Italia). Huérfano de padre a los 10 años, es educado por su madre con un espíritu cristiano impregnado de la caridad hacia los pobres. Es ordenado sacerdote el 23 de junio de 1850. Es destinado a la parroquia de San Alejandro, después a la iglesia de San Bernardino. Funda la Congregación de las Hermanas de las Pobrecillas con la colaboración de Teresa Gabrieli. Se extienden por Luxemburgo, Suiza, Francia, África. En 1872 crea los Hermanos de la Sagrada Familia para asistir a los niños huérfanos. Se extienden por Bérgamo, Vicenza, Brescia. El beato Luis predica innumerables misiones populares, y es un especialista en ejercicios espirituales. Muere el 15 de junio de 1886. El papa Juan XXIII lo declara beato el 19 de marzo de 1963.

                                   Común de Pastores o Santos Varones

            Oración. Señor, luz de tu pueblo y pastor de los hombres, que, dentro de la Iglesia, has confiado al beato Luis la misión de apacentar a tu pueblo con su predicación y de iluminarlo con su vida y su ejemplo, concédenos, por su intercesión, guardar íntegro el don de la fe que nos legó su palabra y seguir el camino que nos marcó su ejemplo. Por nuestro Señor Jesucristo.


                                                                                 16 de junio


                                                          Juan de Parma (1208-1289)

            El beato Juan Buralli nace en Parma (Emilia Romaña. Italia) en 1208. Enseña Lógica en su ciudad natal. Entra en la Orden en 1233, a los veinticinco años de edad. Viaja a París para proseguir sus estudios y más tarde enseña y predica en Bolonia, Nápoles, Roma y París. En el Capítulo General celebrado en Lyón en el año 1247, es elegido Ministro General a los cuarenta años, cargo que desempeña durante diez años. Fue el sexto Ministro General después de San Francisco. Viaja a Inglaterra y se entrevista con el rey Enrique III, y en Francia visita a San Luis IX. Inocencio IV le envía a Constantinopla para dialogar con el patriarca Manuel II. Hace posible que se readmitan los religiosos en la Universidad de París contra Guillermo de Saint Amour. Trata de cal-mar las tensiones entre espirituales y conventuales. Presenta la renuncia el 2 de febrero de 1257 y es sustituido por San Buenaventura. Se retira a Greccio donde vive en gran austeridad y contemplación. Nicolás III le encomienda la misión del diálogo y reconciliación con la Iglesia griega. En el viaje enferma y muere el 19 de marzo de 1289 en Camerino. Su culto se aprueba en 1777, siendo papa Pío VI.

                        Común de Pastores o Santos Varones

            Oración. Oh Dios, que has concedido al beato Juan de Parma la gracia de seguir a Cristo pobre y humilde, concédenos vivir plenamente nuestra vocación bautismal y alcanzar la caridad perfecta a la que nos llamas en tu Hijo Jesucristo. Que vive y reina contigo.


                                                                             16.1 de junio


                                                    María Teresa Scherer (1825-1888)

            La beata María Teresa nace el 31 de octubre de 1825 en Meggen (Lago de los Cuatro Cantones. Suiza); es hija del matrimonio Scherer-Sigrist. En su bautismo recibe el nombre de Ana María Catalina. Huérfana de padre, trabaja en la agricultura y más tarde en el hospital de Lucerna. A los 17 años ya pertenece a la Orden Franciscana Seglar y a la congregación de Hijas de María. Durante una peregrinación a Einsiedeln se siente llamada a la vida religiosa. El 1 de marzo de 1845 ingresa en el instituto de las Religiosas Enseñantes, fundadas por Teodosio Florentini OFMCap. Terminado el noviciado, se le destina a Baar y luego a Oberägeri, como profesora y superiora en ambas comunidades. En 1850 se traslada a Näfels para administrar el hospicio de los pobres y huérfanos y poco después a Coira para dirigil un hospital. En 1857 es elegida superiora general de las «Religiosas al servicio de la escuela y de los pobres». Con el P. Teodosio dirige el instituto de las Religiosas de la Caridad de la Santa Cruz. Abre hospitales y escuelas para inválidos. Muere el 16 de junio de 1888 en el convento de Ingenbohl. El papa Juan Pablo II la beatifica el 29 de octubre de 1995, junto a otras dos hijas espirituales de San Francisco: María Bernarda Bütler (cf. 19.3 de mayo) y Margarita Bays (cf. 27.1 de junio).

                                               Común de Vírgenes

            Oración. Señor, tú que te complaces en habitar en los limpios de corazón, concédenos, por intercesión de La beata María Teresa, virgen, vivir, por tu gracia, de tal manera que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                              17 de junio


                                                                 Emilia de Vialar (1797-1856)

            Santa Emilia de Vialar, de la Tercera Orden Regular, nace Gaillac (Languedoc. Francia) en 1797. Estudia en París con las religiosas de la Congregación de Nuestra Señora en el pensionado de L´abbaye-au-Bois. De regreso a Gaillac, tiene una experiencia religiosa con Jesús crucificado en la iglesia de San Pedro, donde fue bautizada. D. Mercier, el párroco, la dirige espiritualmente entregándose por entero a los pobres y enfermos. Funda en 1832 la Congregación de Hermanas de San José de la Aparición, que recuerda la aparición del ángel a San José, relatada en Mt 1, 20-24. La Encarnación es uno de los misterios por el que sentía particular devoción. Y como tal se extiende su misión por el mundo para dar a conocer el amor de Dios manifestado en la asistencia de los pobres y en los que no conocen a Jesús, o le persiguen en sus seguidores. Se traslada a Argelia. En Argel atiende a los enfermos aquejados por una peste. Después en 1839 funda en Colina de Mustafá y en Ben Aknou; más tarde en Túnez, Susa, Sfax, La Marsa y La Goleta. Las Hermanas se expanden por Roma, Chipre, Tierra Santa, Australia, etc. Muere en Marsella el 24 de junio de 1856, juntamente con Santa María Dominica de Mazzarello, la cofundadora de San Juan Bosco. El papa Pío XII la canoniza el 24 de junio de 1951.

                                               Común de Vírgenes

            Oración. Señor y Dios nuestro, te pedimos que Santa Emilia, virgen, tu fiel esposa, encienda en nuestro corazón la llama de la caridad divina que ella suscitó en otras vírgenes, para gloria perpetua de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo.


                                                                              17.1 de junio


                                                       Alberto Chmielowski (1845-1916)

            El beato Alberto Chmielowski nace en Igolomia (Cracovia. Polonia), el 20 de agosto de 1845; es hijo de Adalberto y Josefina Borzyslawska. Huérfano de pequeño, sus familiares le educan en una profunda fe católica y con un acentuado sentido social. Participa en la insurrección de Polonia en 1863. Se le amputa una pierna a causa de una herida. Huye al fracasar la revuelta. Estudia Ingeniería en Gante (Bélgica) y pintura en París (Francia) y en Munich (Alemania). En 1874 regresa a Polonia. Pinta el «Ecce Homo», en el que plasma su experiencia del amor misericordioso de Jesús. En 1880 ingresa en la Compañía de Jesús, en la que sólo permanece seis meses. Se dedica a los marginados de Cracovia. El 25 de agosto de 1887 viste el sayal gris franciscano y toma el nombre de hermano Alberto. Pasado un año, emite los votos religiosos y comienza el instituto de los Hermanos de la Orden Tercera de San Francisco, denominados Siervos de los Pobres o Albertinos. En 1891 inicia la rama femenina de la misma congregación (Albertinas). Crea casas y hospitales para socorrer a los indigentes y enfermos. Muere el 25 de diciembre de 1916. El papa Juan Pablo II lo beatifica el 22 de junio de 1983 en Cracovia.

                                   Común de Santos Varones

            Oración. Señor Dios, tú nos has revelado que toda la ley se compendia en el amor a ti y al prójimo; concédenos que, imitando la caridad del beato Alberto podamos ser un día contados entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                                17.2 de junio


                                                   Ludovico de Casoria (1814-1885)

            San Ludovico nace en Casoria (Nápoles. Italia) el 11 de marzo de 1814. El 17 de junio de 1832 ingresa en el convento de San Juan del Palco en Taurano (Avellino). Se ordena sacerdote el 4 de junio de 1837. En la finca La Palma crea una enfermería para cuidar a los franciscanos. También aquí establece la sede de la Obra de los «Moretti», para educar a los jóvenes africanos y hacerlos apóstoles de África. Con la misma finalidad misionera, crea la Obra de las «Morette», que encomienda a las Hermanas Estigmatinas de la sierva de Dios Anna Fiorelli Lapini. Además funda asilos para ancianos, convictorios, escuelas, colonias agrícolas, hospicios, montes de piedad, tipografías, etc. Promueve la cultura, edificando un observatorio meteorológico, traduce al italiano las Obras de San Buenaventura, edita una edición de bolsillo de la Biblia, etc. Muere en el Hospicio Marino, creado por él para los marineros ancianos, el 30 de marzo de 1885. Allí reposan sus restos custodiados por las Hermanas Elisabetinas Grises, que funda en 1862. El papa Juan Pablo II lo beatifica el 18 de abril de 1993 y Francisco lo canoniza en el 2014.

                                    Común de Santos Varones

            Oración. Señor Dios, tú nos has revelado que toda la ley se compendia en el amor a ti y al prójimo; concédenos que, imitando la caridad del beato Ludovico, podamos ser un día contados entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                                   19 de junio


                                                         Miguelina Metelli (1300-1356)

La beata Miguelina nace en Pésaro (Las Marcas. Italia) en 1300. Se desposa con un noble de la familia de Malatesta, del que tiene un hijo llamado Pardino. Muerto éste de un ataque de epilepsia y aconsejada por una religiosa llamada Soriana, procedente de Siria, ingresa en la Orden Franciscana Seglar con los votos de pobreza, obediencia y castidad, distribuyendo sus bienes a los pobres. Viuda sigue a Jesús pobre y crucificado. Visita como peregrina Tierra Santa, sobre todo la Basílica del Santo Sepulcro y el Monte Calvario, en la que tiene experiencias místicas sobre el dolor y la pasión de Jesús. Muere el 19 de junio de 1356, fiesta de la Trinidad en este año. El papa Clemente XII aprueba su culto el 24 de abril de 1737.

                                   Común de Santas Mujeres

            Oración. Señor Dios, tú nos has revelado que toda la ley se compendia en el amor a ti y al prójimo; concédenos que, imitando la caridad de la beata Miguelina, podamos ser un día contados entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo.


                                                                           19.1 de junio


                                                       María Rosa Flesch (1826-1906)

            La beata María Rosa Flesch nace el 24 de febrero de 1826 en Shönstatt, localidad situada cerca de Vallander, a orillas del río Rhin (Coblenza. Alemania), hija de Jorge Flesch e Inés Breitbach. Tiene dos hermanas, Mariana y Cristina. En el bautismo recibe el nombre de Margarita. En 1832 fallece su madre, y su padre se casa de nuevo con Helena Richarz, también viuda, madre de un hijo nacido de su matrimonio anterior. De la nueva unión nacieron otros dos hijos. Su padre fallece el 2 de abril de 1845, y Margarita con 16 años trabaja como costurera, bordadora y recolectora de hierbas medicinales, para mantener a la familia. Cuando se independizan sus hermanos, se entrega a los pobres, a los ancianos y a los huérfanos. Funda las Franciscanas de Santa María de los Ángeles (Franciscanas de Waldbreitbach) para cuidar a los niños huérfanos y ancianos. Toma el nombre de María Rosa. Sirve con otras hermanas en la guerra francoprusiana de 1870. En la Congregación es incomprendida y silenciada, situación que padece durante veintiocho años, hasta el día de su muerte el 25 de marzo de 1906 en Waldbreitbach. El papa Benedicto XVI la beatifica el 4 de mayo de 2008.

                                               Común de Vírgenes

            Oración. Señor, tú que te complaces en habitar en los limpios de corazón, concédenos, por intercesión de la beata María Rosa, virgen, vivir, por tu gracia, de tal manera que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                           20 de junio

                                   Mártires Franciscanos Irlandeses (1579-1653)

            En el siglo XVI se desata en Inglaterra e Irlanda la persecución contra los católicos que aceptan la autoridad suprema del Romano Pontífice en materia espiritual y rechazan el «Juramento de supremacía» que reconoce a la Reina Isabel I (1558-1603) como cabeza de la Iglesia. Más tarde viene la colonización de Irlanda por parte de Inglaterra y Escocia (1608-1610). Oliver Cromwell (1649-1652) prosigue la persecución a los católicos. Entre los 23 mártires de estas persecuciones beatificados por el papa Juan Pablo II el 27 de noviembre de 1992, están los siguientes franciscanos. PATRICIO O’HEALY (1545-1579), que nace en Dromahaire hacia 1545; profesa en la Orden franciscana, estudia en Salamanca (España) y en Roma (Italia). Es ordenado obispo de Mayo (Irlanda) por el papa Gregorio XIII, pero permanece un tiempo en París enseñando teología. CONRADO BREIFNE (1549-1579), sacerdote franciscano, es hijo de Brian O’-Rourke, Lord de Breifne; estudia en París. En 1579, con Patricio O’Healy, marcha a Irlanda y desembarca en el puerto de Smerwicke vestido de marinero. Los dos son apresados, encarcelados y ahorcados en Kilmallock en torno al 13 de agosto de 1579. CORNELIO O’DEVANY (†1612) nace en Rapphoe, condado de Donegal. Ingresa en la Orden en 1550. El papa Gregorio XIII lo consagra obispo de Down y Connor el 13 de mayo de 1582. Fue ahorcado el 1 de febrero de 1612. JUAN KEARNEY (1619-1653) nace en Cashel. Ingresa en la Orden en la fraternidad de Killkenny. Estudia en Lovaina y es ordenado en Bruselas en 1642. Es arrestado en 1653 por ejercer el sacerdocio católico. Ahorcado el 21 de marzo del mismo año.


                                                           Común de Mártires

            Oración. Señor Dios, que concediste a los mártires franciscanos de Irlanda la gracia de morir por Cristo, ayúdanos en nuestra debilidad para que, así como ellos no dudaron en morir por ti, así también nosotros nos mantengamos fuertes en la confesión de tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo.


                                                                           20.1 de junio


                                                          Vicenta Gerosa (1784-1847)

            Santa Vicenta Gerosa nace en Lovere (Lombardía. Italia) en 1784; pertenece a una familia de ricos comerciantes. Se reúne con otras jóvenes para hacer oración al Señor. Ingresa en la Orden Franciscana Seglar. Con Bartolomea Capitanio funda un Instituto para ayudar a los necesitados, en especial, a los enfermos. En 1833 fallece Bartolomea Capitanio. Sola continúa la obra emprendida, y el 25 de marzo de 1835 comienza sus obras de caridad con otras hermanas. En la epidemia del cólera de 1836 las hermanas se entregan por completo a los afectados, dejando admiradas a las poblaciones que sirven. En 1841 se inician las profesiones religiosas, siendo Santa Vicenta la primera que profesa en el Instituto de las Hermanas de la Caridad de María Niña. Es la Hermana Mayor, y redacta las Constituciones del Instituto. Siente un amor especial a Jesús crucificado, al que acompaña con sus virtudes de trabajo, serenidad y paciencia. Muere el 20 de junio de 1847. El papa Gregorio XVI aprueba el Instituto de Lovere en 1840 y Pío XII la canoniza el 18 de mayo de 1950.

                                               Común de Vírgenes

            Oración. Señor, tú que te complaces en habitar en los limpios de corazón, concédenos, por intercesión de Santa Vicenta, virgen, vivir, por tu gracia, de tal manera que merezcamos tenerte siempre con nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo.


                                                                              21 de junio


                                                              Luis Gonzaga (1568-1591)

            San Luis Gonzaga nace el 9 de marzo de 1568 en el castillo de Castiglione delle Stivieri (Lombardía. Italia). Hijo mayor de Ferrante, marqués de Chatillon de Stiviéres, y Marta Tana Santena. El día de la Asunción de 1583, en la iglesia de los Jesuitas de Madrid, siente la llamada del Señor. Inicia el noviciado el 25 de noviembre de 1585 en la casa de San Andrés. Se traslada al Colegio Romano para cursar la Filosofía y la Teología. Debido a su debilidad corporal, por la vida de penitencia que se impone desde mucho tiempo atrás, debe dejar los Jesuitas e ingresa en la Orden Francis-cana Seglar de mano de su tío Francisco Gonzaga (15491626), General de los Franciscanos Observantes. En 1590 aparece en Roma una fuerte epidemia que dura hasta el año siguiente. El joven Luis se entrega por entero a los enfermos. Mueren miles de personas, entre ellas los papas Sixto V, Urbano VII y Gregorio XIV. Atiende a los enfermos en San Jaime de los Incurables, en San Juan de Letrán y en Santa María de la Consolación. Contrae la enfermedad y fallece el 21 de junio de 1591. El papa Pablo V lo beatifica el 19 de octubre de 1605 y lo canoniza Benedicto XIII el 13 de diciembre de 1726, y lo nombra protector de los estudiantes jóvenes, y Pío XI, patrón de la juventud.

                                               Común de santos Varones

            Oración. Señor Dios, dispensador de los dones celestiales, que has querido juntar en San Luis Gonzaga una admirable inocencia de vida y un austero espíritu de penitencia, concédenos, por su intercesión, que, si no hemos sabido imitarle en su vida inocente, sigamos fielmente sus ejemplos en la penitencia. Por nuestro Señor Jesucristo.


Del Espíritu Santo. IV.

                                                                   ESPÍRITU SANTO

                                                                              IV

                                                 El Espíritu en la tradición de la Iglesia

           
Hay dos causas, entre otras, que desarrollan el estudio sobre la identidad del Espíritu. La primera proviene de las reflexiones de los Padres de la Iglesia sobre el mandato de Jesús a sus discípulos de ir a bautizar a todas las gentes «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28 19-20). La segunda versa sobre la preexistencia de Cristo que Pablo afirma en los himnos cristológicos y Juan en el «Prólogo» del Evangelio. Dios no es una soledad, o un ser aislado y abstracto. Tiene un Hijo, al que manda al mundo para salvarlo (cf. Gál 4,4-5; Heb 1,1-3). Y el Padre y el Hijo envían a los creyentes el Espíritu que habita en ellos y da la nueva vida en Cristo Jesús, prometiendo la resurrección que el mismo Padre ha obrado en su Hijo. Y no sólo ofrece la resurrección al final de la historia, sino que constituye a todos los bautizados en Hijos de Dios: «Y vosotros no habéis recibido un espíritu de esclavos para recaer en el temor, antes bien habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar:¡Abbá Padre! El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos» (Rom 8,15-16).

           
Por consiguiente, la presencia del Espíritu en la vida y en la doctrina de la comunidad cristiana ha sido permanente. La Didajé (VII,1-3) repite la fórmula bautismal; como Hipólito de Roma (Trad. Apos.), Justino (Apología I,61), Ireneo (Demostración 7,83), etc. Es el amor del Padre, que envía a su Hijo para la salvación del mundo y que, a su vez, envía el Espíritu para llevar a término su obra salvadora y santificadora. Tertuliano atribuye al Espíritu la función de ser el revelador del Padre y elabora la fórmula de que la Trinidad son «tres personas y una sustancia» (Adv. Prax. 2.8,9); son nombres de personas, que no de sustancias y que entrañan una distinción de propiedades y no división. Orígenes concibe al Padre como el amor fontal de donde provienen todas las cosas y su ordenación, la voluntad de amor de la que es engendrado el Hijo, que es su Palabra y su Sabiduría. El Espíritu es la subsistencia en la relación recíproca entre el Padre y el Hijo (cf. Com. Johan., 3,8). Hay tres hipóstasis, pero una misma naturaleza.

           
La reflexión sobre la divinidad del Espíritu y por ende la formulación de la Trinidad en Dios proviene en el cristianismo de su función salvadora. En la historia existe una oferta permanente de salvación que la facilitará por la presencia del Espíritu y que en la reflexión de los Padres Capadocios se instrumentaliza como un proceso de santificación que alcanza la unión con Dios. El Espíritu Santo es el Espíritu santificador de la comunidad cristiana y de cada uno de los bautizados, que purifica del mal, desarrolla y potencia las virtudes cristianas, transforma a las personas y les hace alcanzar, finalmente, la divinidad. Pero los Padres también afrontan el problema de la distinción dentro de la Trinidad Divina con ocasión del desarrollo de la pneumatología. Se responde a la pregunta de qué hay en la divinidad que distinga a las tres personas. Ese algo que debe ser por fuerza divino, que no accidental y como venido de fuera de la misma esencia de Dios. Lo que distingue a Dios en sí son las procesiones, o las relaciones: lo distingue sin romper su unidad esencial. Lo que nosotros experimentamos en la historia de Dios existe en Él mismo: El Padre engendra al Hijo; el Hijo es engendrado; y el Espíritu también recibe el ser del Padre y tiene la misma esencia que el Hijo. Estas relaciones internas son las que estructuran la vida cristiana y la creación por medio de las misiones divinas que hacen al cristiano aflorar la novedad de la estructura creada de la creación y de la historia humana, como la intuición de cómo es Dios en sí mismo. La realidad de Dios es trinitaria, pero también la realidad creada. Si Dios es una triple relación de amor, también lo es la realidad que ha salido de su bondad.

           
La Iglesia se aferra a la revelación de la Escritura y corrige en los términos que las herejías intentan desviar la experiencia y el contenido de la fe cristiana. Y los Concilios no tienen más remedio que inculturar la fe neotestamentaria. Ya hemos visto el término «consustancial» aplicado a Jesucristo en Nicea (DH 125). Ahora con el Espíritu, pasa de una simple afirmación de este Concilio (DH 125) y de Dionisio Romano (DH 112), a un desarrollo igual que tuvo el Hijo en el Concilio I de Constantinopla, que recoge el Símbolo de San Epifanio (DH 44) y es convalidado como ecuménico en el de Calcedonia: «Creemos en un solo Dios [...] Y en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, que habló por los profetas» (DH 150). Por esta época el Concilio Romano con el papa San Dámaso concluye: «Esta es la salvación de los cristianos: que creyendo en la Trinidad, es decir, en el Padre y en el Hijo y en el Espíritu Santo, [y] bautizados en su nombre, creamos sin duda alguna que ella es una sola divinidad y potencia, majestad y sustancia» (DH 176). Y así continúan estas afirmaciones los Concilios de Toledo: el I del año 400 (DH 188); el III del año 589 (DH 470) y el XI del año 675 (DH 527).

           
El Concilio Vaticano II precisa muy bien que el fundamento de toda la revelación cristiana descansa en la Trinidad y ella constituye el centro del misterio divino manifestado en la Encarnación, en la Resurrección de Cristo y en Pentecostés: «La Iglesia peregrinante es, por su propia naturaleza, misionera, puesto que tiene su origen en la misión del Hijo y la misión del Espíritu Santo según el plan de Dios Padre. Este designio dimana del “amor fontal” o caridad de Dios Padre, que siendo principio sin principio del que es engendrado el Hijo y del que procede el Espíritu Santo, creándonos libremente de su benignidad excesiva y misericordiosa y llamándonos además por pura gracia a participar con Él en la vida y en la gloria, difundió con liberalidad y no deja de difundir la bondad divina, de modo que el que es Creador de todas las cosas se hace por fin todo en todas las cosas (1Cor 15,28), procurando al mismo tiempo su gloria y nuestra felicidad» (Ad gentes 2; cf. Lumen gentium 2).



De la misericordia II.

                                    REFLEXIÓN SOBRE DIOS  Y LA MISERICORDIA

                                                                                     II       


                        
             Magdalena Cánovas
             Instituto Teológico OFM
                 Pontificia Universidad Antonianum

                                                          

Una característica del cristianismo es pensar a Dios como Trinidad en su Unidad sustancial. Trinidad es un concepto imposible de entender completamente; podemos pensar las hipóstasis, las Personas trinitarias, pero no entender cómo se distinguen en su propia unidad y  en sus procesiones. San Agustín y el Doctor Angélico cuando tratan sobre el ser y el tiempo reflexionan sobre la Trinidad.
 A poco que pongamos con atención los sentidos en las creaturas de nuestro alrededor, nos damos cuenta de lo maravilloso que es el mundo que nos rodea y de lo maravilloso y extraordinario que es el Ser que lo ha creado (Ser, existencia, Sabiduría, conocimiento y Amor, unión, cohesión, metafóricamente podríamos decir que es el “cemento de Dios”.
Cuando hablamos de creación, pensamos en un surgir de algo completamente nuevo, de un surgir o aparecer ex nihilo. En la antigua Grecia decían: “de la nada nada es”, y es cierto,  tenían razón, porque el mundo no ha surgido de la nada, ha surgido de Dios y Dios ha existido siempre. Pero Dios no es un demiurgo, que modela las criaturas, Dios las crea materialmente, dónde no había materia ha surgido el mundo por la laboriosidad de Dios y sobre todo de su “voluntad buena y libre”; por ello, el mundo es bueno, de lo Bueno no puede salir algo malo, así como de lo Malo, no puede salir nada bueno, por definición. “Ser” es bueno, “no ser”, es malo, es la nada; esa es la razón de que haya mundo en lugar de nada.  El Ser es  Bueno y es la Verdad, el no ser, es lo malo, la mentira, la necedad, la ceguera,  ya lo decía Parménides hace unos 2500 años.
De todos los atributos de Dios: Bondad, Sabiduría, Verdad, Vida, Omnipotencia, Omnipresencia, Perfección…etc., etc., siempre nos quedaríamos muy cortos, porque Dios es inefable. La Misericordia es uno de estos atributos divinos. Misericordia es divina paciencia. Que Dios es misericordioso, significa que Dios cuida, protege, perdona, limpia los pecados, y remedia el sufrimiento de sus criaturas porque las ama con Amor divino, Puro, esto quiere decir que no hay en Él nada que el hombre pueda hacer ni decir, para ser amado, nada reclama Dios al hombre, sólo la fe, y no es que la “reclame” para Él, simplemente la reclama para el propio hombre.  El hombre que no tiene fe, que no piensa a Dios, todavía no ha comenzado el proceso interno de perfección, y por lo tanto no podrá alcanzarlo. La práctica del amor, se traduce en misericordia. El Amor es la condición necesaria de la Misericordia.
 Los cristianos pensamos a Dios como Amor. El amor engloba todo lo demás, “Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo”. Esa es su misericordia, se apiadó del extravío de los hombres y le puso remedio con su propia Esencia, el Verbo, su Palabra.
Cuando decimos que amamos a nuestro prójimo, es que estamos siendo misericordiosos, caritativos, cuidamos, tenemos “paciencia”, evitamos sufrimientos etc., a los demás. Dios se ha encarnado en nuestra dimensión humana, en la persona de Jesús de Nazaret. Conocemos a Dios en Jesús, hemos visto su rostro, su Amor, su misericordia, sus enseñanzas. En esto no hay nada oculto todo está a la vista, todo lo podemos comprender, el “objeto” está en el espacio y en el tiempo incluso vence a la muerte, como no podría ser de otra forma para Dios.
Jesús nos dice que después de Él vendrán muchos falsos profetas,  pero los que vengan en su nombre los conoceremos por sus obras misericordiosas. Esto tampoco se oculta a la mente; así pues, no nos pueden engañar los falsos profetas, otra cosa es que nos queramos engañar a nosotros mismos.
A lo largo de la historia, en unas y en otras confesiones se han dado falsos profetas. Todo aquel que no predica la misericordia y el amor, no viene en nombre de Dios, aunque se disfrace de cordero. Actualmente han surgido unos “profetas” que en nombre de Dios misericordioso, traen a sus hermanos el mal en forma de muerte, y esclavitud. Si Dios nos hizo para la vida ¿cómo en su nombre se atreven a quitarla? ¿cómo en su nombre matan a inocentes? ¿cómo traen el sufrimiento, la coacción, la represión …a sus criaturas?  Muerte, dolor, injusticia, hambre, incomprensión, odio, en definitiva inmisericordia
El mundo está lleno de personajes inmisericordes y soberbios “reyezuelos” que se  rebozan en su bajeza, porque el inmisericorde está muy alejado de Dios, aunque forme parte de una comunidad de bien, o aparente religación con  Dios; es pura fachada, fariseo, le llamaría Jesús, o peor.  Algunos se atreven a negar a Dios como Tomás, “si no veo y toco sus llagas no creo”, son los que no quieren ver.  Pero los peores se esconden en la indiferencia, ni siquiera lo niegan, les da todo igual, pero se les llena la boca de derechos, libertades, y otros beneplácitos semejantes. Desde luego los reclaman para ellos solos, creen estar por encima de las demás criaturas y de toda la creación, esos son los peores, los indiferentes, los que dejan hacer el mal; los otros, puede que abran los ojos como Tomás los abrió, pero los indiferentes, los que no les importa nada de lo que pase a su alrededor, esos sí que tienen un problema serio, porque nunca verán ni tocarán, pasan de puntillas evitando rozarse sin comprender que si no se implican en la vida, en la misericordia con sus semejantes, estarán muertos para siempre.
Por último están los desgraciados que en nombre de Dios misericordioso, son inmisericordes con los demás hasta el punto del genocidio, la tortura, la persecución y el sufrimiento extremo de los que no piensan como ellos. ¿Qué clase de Dios predican? Desde luego no es el Creador Bueno y Misericordioso. ¿Cómo en nombre de la divina Misericordia pueden dedicarse a destruir la obra de Dios con esa saña? Qué gran incongruencia, qué gran falsedad nos presentan.
Cuanto más abominables son sus obras, más se adentran en el camino del no-ser, de la Mentira, pero Dios Misericordioso sigue paciente y amoroso y les responde: “Estáis salvados del pecado”, que significa salvados de la muerte, de la enfermedad, del sufrimiento etc., como corresponde a los hijos de Dios. “Este es mi Hijo al que he resucitado, el que ha cumplido la misión de salvación”, así resucitaréis todos los que tengáis fe. Desde el Dios de la Misericordia solo cabe amor, paciencia y cuidado. No podemos convertir nuestras frustraciones en odio, en ello no cabe misericordia. 
El Papa Francisco que ha declarado este año 2015, el Año de la Misericordia, nos enseña la misericordia divina en las heridas de Jesús y en sus humillaciones, en su infinita paciencia y en su perdón. Misericordia frente a soberbia, y amor frente a  odio. El Papa Francisco nos pide corazón para los necesitados.