domingo, 28 de septiembre de 2014

De los valores cristianos

                              REFLEXIÓN SOBRE LOS VALORES CRISTIANOS

                                                           Magdalena Cánovas
                                                                         Instituto Teológico de Murcia OFM

 Sabemos que la base de la cultura occidental no es sólo griega, es  sobre todo cristiana. Las conductas, los valores y las normas durante muchos siglos han sido y siguen siendo de raíz cristiana. El concepto de persona, que ha llevado al de su dignidad,  su libertad,  su caridad o amor al prójimo etc., son los pilares donde se ha edificado la sociedad actual y también su avance social; de aquí nace la consideración del hombre como sujeto de derechos.
Es cierto que quedan muchas reminiscencias de ese carácter egocéntrico y etnocentrista de corte griego, pero son los valores cristianos los que están en la base del humanismo. Por este motivo podemos decir que “el cristianismo es un humanismo” porque es amor al prójimo, basado en el amor desmesurado de Dios al  hombre. 
Cuando en la actualidad se emplea el palabra “progresista”  debemos recordar que el término “progreso” es equívoco y debe quedar como el recuerdo de una época también equívoca, donde una minoría culta trató de imponerse a sus propios cimientos culturales, quizá arrastrados por una ceguera debida al engaño de la propia razón exaltada. Los ilustrados se arrogaron el papel de salvadores de los hombres, cambiando el teísmo por el agnosticismo y oponiendo la fe a la razón. Con este error, comienza la decadencia de la sociedad occidental que va pasando del agnosticismo al ateísmo. La decadencia de Occidente no comienza como afirma Nietzsche, por culpa de los valores cristianos, sino que comienza cuando esos valores se ponen en cuestión y se atacan con todas las armas de la “limitada” razón humana.
Los señores ilustrados han sido muy hábiles. Las ideas de libertad, educación, dignidad son de corte cristiano, perro los hacen pasar como ideas ilustradas, comenzando una lucha ideológica contra lo que Comte llamará el Estado de minoría de edad del hombre, es decir, la religión. Y se relaciona con la Iglesia católica.
Nos encontramos entonces con que la culpable de todos los males habidos y por haber, es la Iglesia católica. A los cristianos los tildan de irracionales ¿Qué ha sido de la tolerancia ilustrada? Desde luego los actuales ateos “progresistas”, que arremeten contra la Iglesia católica, ni son tolerantes ni son muy racionales puesto que son relativistas y contradictorios. En su boca, los “derechos y libertades” suenan vacíos. No saben el significado de estos conceptos, puesto que pisotean los derechos de los que no piensan como ellos; hablan de libertad cuando lo que quieren decir es uniformidad; tratan de dictatoriales a los demás desde su propia dictadura. Su cinismo no tiene límites. Estos individuos, progresistas de humanidad disminuida, siembran la sociedad de términos vacíos, cambian el contenido a los conceptos, llamándolos de otra forma para hacer ver que son de su propio cuño, tergiversan y retuercen el lenguaje como hábiles retóricos.
Desde esta perspectiva se entiende que una parte de la sociedad pida una educación cristiana católica para sus hijos, una educación en los valores que han sido fundamento de la sociedad moderna, que han hecho posible las democracias contemporáneas y el Estado de derecho.
Parece que lo único que puede parar este cáncer social es la vuelta a los valores cristianos del amor al prójimo, porque la caridad lleva en sí misma, no sólo la solidaridad, sino también la empatía, el respeto, la honestidad, la fidelidad, la justicia, la verdad y la esperanza. Todos estos valores juntos y algunos más, son “amor” a los demás.
Por todo este dislate de la sociedad actual, creo que la “religión católica”, debe ser una materia necesaria en la educación para sanar nuestros espíritus y nuestra sociedad, herida por la “sinrazón de los racionales”.