domingo, 1 de marzo de 2015

Francisco de Asís y su mensaje. XVI: Humanización permanente


                                                          Francisco de Asís y su mensaje

                                                                   XVI


                                                                  Humanización permanente

           
En primera instancia, pensar el cosmos y la historia de la humanidad es seguir el camino que ha recorrido la ciencia. El resultado alcanzado es de algunas certezas y muchas hipótesis, y se continúa investigando para elaborar medios mejores para escudriñar el cosmos y aquilatar el origen y la evolución del hombre. Pero la visión científica de la realidad no agota su significado. Hay mil formas de comprenderla, de acercarse a ella, sobre todo cuando se la une a la evolución e identidad del hombre. De esta forma se entienden mejor los dos pilares de la realidad que nos envuelve. La comprensión cristiana de la realidad dice que tiene una estructura filial; depende de Dios Padre, que crea y redime pensando y obrando por su Hijo. Jesucristo, presente en el universo —«primogénito de toda la creación, porque en él fueron creadas todas las cosas» (Col 1,15-16; cf. Jn 1,3; Heb 1,2)—, y en la humanidad — «La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros» (Jn 1,14)—, logra la filiación y pertenencia divina de toda la realidad existente: «... la prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abba Padre!» (Gál 4,6; cf. Rom 8,19-21; Col 1,20).
           
Esto conlleva que Dios se hace presente en la naturaleza creada y en la historia de la humanidad asegurando su bondad originaria y su capacidad de corregir y reorientar la historia cuando la libertad humana la desvía de sus objetivos. Estamos bien hechos y en un ámbito admirable y bello, cuya relación es fraterna. Miradas las cosas desde Dios, la vida humana y la naturaleza merecen la pena vivirse y experimentarse en nuestros ambientes saneados. Ni hay que huir de la comunidad humana, ni hay que esconderse del medio natural en el que se nace y se madura como persona por medio de la cultura que establece los parámetros de la humanización. De ahí la perspectiva positiva radical que transmite la fe cristiana cuando trata del hombre y del mundo. Y el hombre, por más bombas que fabrique, está incapacitado, aunque tenga el poder, de destruir en bloque el hábitat que posee.

           
El Franciscanismo comprende que la bondad del hombre y del cosmos no remite a Dios, sino que contiene a Dios. La bondad de la realidad es participación de la bondad divina, y como tal da la posibilidad de encontrar a Dios en la historia humana, sobre todo después de asumir la vida de Jesús como la última y definitiva palabra que Dios dirige al hombre (cf. Heb 1,2). Tal convicción ratifica de nuevo que la naturaleza y el hombre están bien hechos y, por consiguiente, no se debe buscar la meta de la vida humana y de su contexto más allá de las coordenadas que hacen posible esta humanidad. No es válido inventar mundos futuros a partir de negar y, por tanto, destruir cuanto se observa y se experimenta como obra de Dios recreada por su Hijo. La estructura filial de la naturaleza y del hombre, no es una cuestión exclusiva de su origen, o de su llamada a la existencia. Dios sigue actuando en su Hijo y por medio de su Espíritu.

           
La creación continúa adelante. No está acabada y no depende exclusivamente, para que llegue a su término, del quehacer humano. El Espíritu, la relación de amor que Dios mantiene con la creación, y que es inmanente a ella, cuida, potencia y orienta el trabajo humano que pretende cumplir el mandato del principio de la creación: creced y dominad la tierra (cf. Gén 1,28). El trabajo es el sacramento de una historia de amor que no concluye cuando Dios la llama a la existencia al principio del tiempo, sino que permanece y se enriquece con la respuesta del amor filial de la naturaleza y de la humanidad. Vistas así las cosas, cosmos y humanidad son un despliegue del Amor y de amor. Porque el trabajo no es una cuestión sólo individual, sino social y natural, con una dimensión creativa que afecta al desarrollo de las cosas y del hombre como colectividad. Los desastres ecológicos y la explotación inhumana son expresión de lo que no es ni se debe hacer. Constituirse en creador absoluto de todo es sustituir a Dios y destruir la identidad filial de la realidad.


           

Francisco, a pesar de su naturaleza débil, recuerda en su Testamento, como Pablo (cf. 1Tes 2,9), que ha comido de su trabajo (cf. Test 20; 2Cel 161). Y manda trabajar a sus hermanos sin ánimo de lucro (cf. RegNB 7,3; 8,9; RegB 5). Aunque en su tiempo no se vive el trabajo como la explotación que conlleva la regla de la productividad, sí que era un exponente de la esclavitud o minoridad de los pueblos frente a los mayores o amos de la tierra. Sin embargo para Francisco trabajar es un don, es una gracia: «Aquellos hermanos a quienes ha dado el Señor la gracia del trabajo, trabajen fiel y devotamente» (RegB 5,1-2; cf. Test 20-22), porque actúan las cualidades que Dios pone en cada persona, por los dones de gracia, por la herencia biológica y por el contexto social. Éste es el bagaje que tiene una persona y un pueblo, con lo que se realiza a la medida de sus componentes, que no por lo que producen y tienen (cf. EP 85), estructurando la sociedad al modo filial, es decir, a la medida del hombre, que es la voluntad de Dios (cf. RegB 5,2-5). Y la medida del hombre se hace al poner sus cualidades y su tiempo al servicio de los demás, y no venderlos, o comerciar con ellos (cf. 2Cel 161). Francisco gana en el trabajo de toda su vida apenas 12 denarios (cf. Buenaventura, Epistula de tribus quaestionibus, 12. Opera Omnia 8 334). La pobreza, como elemento fundamental del seguimiento de Jesús, frena la tendencia a acumular cosas por medio del trabajo (cf. RegB 6,1-6; Tes 17-18), con lo que subraya la índole escatológica de la vida humana, además de la fe inquebrantable en la Providencia divina (cf. 1Cel 55; LM 2,8; 9,5), donde el mundo sigue siendo la casa y el huerto que cobija y alimenta a los hermanos (cf. RegNB 9,8.11-12; 14,1-3; Rer 4-5).  

Santos y Beatos: del 2 al 8 de marzo

                                                                                 MARZO

                                                                             2 de marzo


                                                              Inés de Praga (1211-1282)

            Santa Inés, de la Orden de las Clarisas, nace en Praga (Chequia) en el año 1211; es hija de Premysl Otakar I, rey de Bohemia, y de la reina Constancia, hermana de Andrés I, rey de Hungría. Es educada por Santa Eduvigis en el monasterio cisterciense de Trzebnica y en el premonstratense de Doksany (Praga). En 1220 es prometida en matrimonio a Enrique VII, hijo del emperador Federico II. Vive en la corte del duque de Austria hasta el año 1225. Rescinde el pacto de matrimonio, regresa a Praga y se entrega a la oración y a los pobres. El papa Gregorio IX admite su propósito de virginidad. Funda en Praga entre 1232 y 1233 el hospital de San Francisco, el instituto de los Crucíferos y el monasterio de San Francisco para las «Hermanas Pobres» o «Damianitas», donde ingresa el día de Pentecostés de 1234. Profesa los votos de castidad, pobreza y obediencia. Es abadesa del monasterio de por vida y ayuda a Santa Clara en la defensa de la vida de pobreza y en la aprobación de la Regla. Santa Clara de Asís le escribe varias cartas para animarla a seguir en el camino de Cristo pobre y crucificado. Nace así una amistad espiritual que dura casi veinte años, aunque las dos mujeres no llegan a conocerse. Muere el 2 de marzo de 1282. El papa Pío IX aprueba su culto el 28 de noviembre de 1874, y Juan Pablo II la declara santa el 12 de noviembre de 1989.

                                               Común de Vírgenes

            Oración. Señor, Dios nuestro, que inspiraste la renuncia a los falsos placeres de este mundo a Santa Inés de Praga y la condujiste por el camino de la cruz hacia la meta de la perfección; te suplicamos que, siguiendo su ejemplo, antepongamos los valores eternos a los caducos. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                                 3 de marzo


                                                         Mártires de Etiopía (1716)

            LIBERATO WEISS nace el 4 de enero de 1675 en Konnesreuth (Baviera. Alemania); ingresa en la Provincia Francis-cana de San Bernardino de Austria el 17 de octubre de 1693 y es ordenado sacerdote en 1698. SAMUEL MARZORATI nace el 10 de septiembre de 1670 en Biumo Inferiore (Varese. Italia); entra al convento franciscano de los llamados “Reformados”, de Lugano (Suiza), a los 22 años. MIGUEL PÍO FASOLI, nace en Zerbo (Pavía. Italia) el 3 de mayo de 1676; pertenece a la Provincia de San Diego de la Región de Insubria (Milán. Italia); misionero apostólico por la Sagrada Congregación de «Propaganda Fide» el 21 de enero de 1704. La Congregación los envía a Etiopía en 1711. Llegan a Gondar, capital de Etiopía, en julio de 1712. El rey Justos (el Negus) los acoge con gusto y les ruega que no discutan con los coptos y no se declaren romanos. La Fraternidad lleva una vida de oración, trabajo y servicio con la gente pobre y desamparada, evitando la relevancia social de su evangelización. No obstante, el rey Justos, para evitar males mayores, envía a los franciscanos a la provincia de Tigré. Muerto el Rey, le sucede David, rey perteneciente a otra dinastía y muy favorable a los coptos. Los misioneros son enviados a Gondar para ser procesados. En el juicio son condenados a muerte por herejía contra la Iglesia Copta de Etiopía. Son trasladados a un lugar llamado Amba-Abo, donde son lapidados el 3 de marzo de 1716. El papa Juan Pablo II los beatifica el 20 de noviembre de 1988.

                                               Común de Mártires

            Oración. Concédenos, Señor, que nuestras oraciones nos sirvan de alegría y ayuda, para que al celebrar la fiesta anual de los mártires de Etiopía, beatos Liberato, Samuel y Miguel Pío, imitemos su fidelidad a Cristo crucificado. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                                5 de marzo


                                                  Cristóbal Macassoli de Milán (1400?-1485)

            El beato Cristóbal Macassoli nace en Milán (Lombardía. Italia) a comienzos del siglo XV. Ingresa en la Orden hacia los 20 años. Se integra en el movimiento de reforma de San Bernardino de Siena, acentuando la conversión, la penitencia y la pobreza para redescubrir la vida de San Francisco. Después de la ordenación sacerdotal, recorre Italia predicando al pueblo la vuelta al Evangelio y la reforma de las costumbres. Funda el convento de Santa María de las Gracias en Vigevano con el beato Pacífico Ramati de Cerano, cuya iglesia fue construida por Galeazzo Sforza y consagrada en 1476. Pasa en esta comunidad el resto de su vida. No obstante su edad, recibe y atiende a muchos cristianos que le visitan para recabar sus consejos y ayuda en todos los órdenes de la vida. Muere el 5 de marzo de 1485. Es sepultado en la iglesia de Santa María de las Gracias, en la capilla de San Bernardino. En 1810 se trasladan sus reliquias a la catedral de Vigevano. En el cuadro del altar de Santa María de las Gracias, de 1653, se representa al beato y a San Bernardino a un lado de la Virgen. El papa León XIII aprueba su culto el 25 de julio de 1890.

                                   Común de Pastores o de Santos Varones

            Oración. Dios y Señor nuestro, que por tu amor hacia los hombres has querido que el beato Cristóbal de Milán predicara la conversión a tu Reino; concédenos, por su intercesión, crecer en la práctica de las virtudes. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                             5.1 de marzo


                                                      Juan José de la Cruz (1654-1734)

            San Juan José de la Cruz nace el 15 de agosto de 1654 en Isquia (Nápoles. Italia); es hijo de José Calosinto y Laura Garguilo. Por la predicación y el testimonio de Juan de San Bernardo, franciscano descalzo de la reforma de San Pedro de Alcántara, ingresa en el convento de Santa Lucía del Monte (Nápoles). En 1674 participa con otros religiosos en la fundación de la fraternidad alcantarina en Piedimonte de Afila, junto a los montes Apeninos. El 18 de setiembre de 1677 es ordenado sacerdote a los 23 años, y a los 27 es nombrado Maestro de Novicios y poco más tarde Guardián. En 1690 es elegido Definidor de la Orden y de nuevo dirige a los Novicios por cuatro años en Nápoles y en Piedimonte. En 1702 asume la Reforma Alcantarina en Italia siendo elegido Ministro Provincial. Organiza las comunidades, los centros de formación y los estudios. El arzobispo de Nápoles, Card. Francisco Pignatelli, le encarga la dirección de setenta monasterios y retiros napolitanos, y el Card. Innico Caracciolo le da la misma misión para su diócesis de Aversa. Después de una vida contemplativa y de extrema austeridad siguiendo el ejemplo de San Pedro de Alcántara, muere el 5 de marzo de 1734 en Nápoles, en el convento de Santa Lucía del Monte, y es sepultado en su iglesia. El 4 de octubre de 1779, en la iglesia franciscana de Santa María de Aracoeli en Roma, Pío VI proclama la heroicidad de sus virtudes y lo declara beato en la Basílica de San Pedro del Vaticano el 24 de mayo de 1789. El papa Gregorio XVI lo canoniza el 26 de mayo de 1839.

                                   Común de Pastores o Santos Varones

            Oración. Señor y Dios nuestro, que hiciste resplandecer a San Juan José de la Cruz por su vida de austeridad y de contemplación, concédenos, por sus méritos, que caminando con una vida penitente alcancemos más fácilmente los bienes del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                                7 de marzo


                                                             Perpetua y Felicidad (202)

            Santa Perpetua es una joven de 22 años acusada de ser cristiana en la persecución de Septimio Severo. Su criada Santa Felicidad comparte la misma suerte que su señora. Las dos son decapitadas. Su martirio se relata en Passio Perpetuae et Felicitatis.

                                               Común de Mártires

            Oración. Señor, tus santas mártires Perpetua y Felicidad, a instancias de tu amor, pudieron resistir al que las perseguía y superar el suplicio de la muerte; concédenos, por su intercesión, crecer constantemente en nuestro amor a ti. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                                                8 de marzo


                                                                Juan de Dios (1495-1550)

            San Juan de Dios nace en Montemor-o-Novo (Portugal) el 8 de marzo de 1495. Pertenece al ejército de Carlos I. Lucha en la defensa de Fuenterrabía (contra los franceses) y de Viena (contra los turcos). Convertido, se entrega al cuidado de los enfermos. Con un grupo de hermanos funda la Congregación de los Hospitalarios de San Juan de Dios. Muere en Granada en 1550.

                                               Común de Santos Varones
                                  
            Oración. Señor, tú que infundiste en San Juan de Dios espíritu de misericordia, haz que nosotros, practicando las obras de caridad, merezcamos encontrarnos un día entre los elegidos de tu reino. Por nuestro Señor Jesucristo.