ADVIENTO I (A)
Lectura del evangelio de Mateo 24, 37-44
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando
venga el Hijo del hombre, pasará como en
tiempo de Noé. Antes del diluvio, la
gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo
esperaban llegó el diluvio y se los
llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre:
Dos hombres estarán en el campo: a uno
se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos
mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto, estad en vela, porque no sabéis
qué día vendrá vuestro Señor. Comprended
que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir
un boquete en su casa. Por eso, estad
también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre».
El Adviento mira al pasado: el
anuncio de los profetas de la venida del Mesías, que los cristianos celebramos
con el nacimiento de Jesús. Y mira también al futuro: la venida del Hijo del
hombre para actuar el juicio de salvación. Dicho juicio hace que la vida
presente adquiera un sentido exclusivo bien, que es lo que permanecerá de
nuestra vida.
1.- Jesús anuncia el
juicio divino, y cree que está cercano, como Juan Bautista. Esta
inminencia que da a la acción de Dios conduce a que todo hombre se piense y
experimente dentro de dicho horizonte, al cual debe remitir y orientar todos
sus comportamientos: «A vosotros mis amigos os digo que no temáis a los que
matan el cuerpo y después no pueden hacer nada más. Os indicaré a quién debéis
temer: temed al que después de matar tiene poder para arrojar al fuego. Sí, os
repito, temed a ése» (Q/Lc 12,4-5; Mt 10,28).
2.- La proximidad del
juicio provoca una tensión que lleva a estar preparado de una forma
permanente. El juicio vendrá de improviso, de repente. De dos personas que
estén durmiendo en una misma cama, una será elegida y otra rechazada; o de dos
que estén moliendo, una será elegida y la otra rechazada (Lc 17,34-35; cf. Mt
24,40-41). De ahí la vigilancia continua ante la cercanía del Señor, que
conlleva abrir un espacio en las preocupaciones cotidianas para que éstas no
impidan ver la cercana salvación.
Por eso es preferible
en esta situación que si alguien debe algo no permita que su acreedor le lleve
al juez y éste lo meta en la cárcel, sino que se entienda con él, lo que
significa que cambie de vida y haga las paces, es decir, aproveche la oferta presente
de salvación que le hace Jesús antes de esperar a un juicio futuro con una
condena segura. Así, pues, la cercanía e inicio del Reino en la historia
conlleva una actualidad del juicio que se verifica en una condena y, en
algunos casos, la victoria del bien.
3.- Se puede invocar
el reconocimiento de la actuación y persona de Jesús en el presente a fin
entrar en el Reino y juicio futuro: «Si uno se avergüence de mí y de mis
palabras, ante esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del hombre se
avergonzará de él cuando venga con la gloria de su Padre de los santos ángeles»
(Mc 8,38par); también «Os digo que a quien me confiese ente los hombres, este Hombre lo confesará
ante los ángeles de Dios. A quien me niegue ante los hombres lo negarán ante
los ángeles de Dios» (Q/Lc 12,8-9; Mt
10,32-33).
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