lunes, 24 de marzo de 2014

«Fue, se lavó, y volvió con vista»


                                         IV DOMINGO DE CUARESMA (A)


               
 «Fue, se lavó, y volvió con vista»

Lectura del santo Evangelio según San Juan 9,1-41.

En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento […] escupió en la tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego, y le dijo: -Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado). El fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: -¿No es ése el que se sentaba a pedir? Unos decían: -El mismo. Otros decían: -No es él, pero se le parece. El respondía: -Soy yo. […]
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. (Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos.) También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. El les contestó: -Me puso barro en los ojos, me lavé y veo. Algunos de los fariseos comentaban: -Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado. Otros replicaban: -¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?  Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: -Y tú ¿qué dices del que te ha abierto los ojos? El contestó: -Que es un profeta. […]  Le replicaron: -Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros? Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: -¿Crees tú en el Hijo del hombre? El contestó:  -¿Y quién es, Señor, para que crea en él? Jesús le dijo: -Lo estás viendo: el que te está hablando ése es. El dijo: -Creo, Señor. Y se postró ante él.

La luz
1.- Dios nos ilumina. Dios es el agua que sacia nuestra sed de eternidad (cf. Jn 4); Dios es la luz que ilumina a Israel, el pueblo que caminaba en el desierto a oscuras y sin rumbo (cf. Is 9,2). El Señor nos inspira ahora por su Hijo, que ha venido al mundo para iluminar nuestro espacio y tiempo, nuestra historia personal y colectiva, toda nuestra existencia para que no perdamos el tiempo, no andemos extraviados en nuestras actitudes fundamentales, en nuestras opciones de vida, y que acertemos en el sentido que debemos darle para encontrarle al final del camino. Jesús, la Palabra hecha carne, es la «la luz que brilla en la tiniebla; es la luz verdadera que alumbra a todo hombre. Al mundo vino y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, ¡y el mundo no la conoció! Vino a los suyos ¡Y los suyos no le recibieron!».

2.- Los creyentes observamosEl resumen de la vida de Jesús que expone el Prólogo de Juan es un aviso que se nos da a los cristianos para que no nos vayamos de este mundo a paraísos irreales iluminados por nuestros intereses, o por nuestras imaginaciones que responden a egoísmos sin cuento.  Juan y Pablo no pueden comprender que no descubramos, recibamos y adoremos a quien ha dejado su gloria y se ha hecho como nosotros para que alcancemos al Señor, y lo veamos en el rostro que tienen todos nuestros semejantes.  Jesús es la luz que resplandece en un mundo ciego porque sólo tiene ojos para el poder, el dinero y la vanagloria, que originan tanta violencia y muerte; tantas tinieblas y oscuridad; tantas alucinaciones. El pecado, como ofensa al Señor y como ofensa al prójimo, nos vuelve ciegos al amor, a la ternura, a la delicadeza que ha diseñado el vacío de sí divino de Jesucristo.
 
3.-  Vemos en la fraternidad. La fe nos dice que los demás no son extraños; no son lobos que siempre intentan robarme lo más preciado de nuestra vida. Los pobres, los marginados, los infelices, que tantas veces los hemos hecho con nuestros egoísmos y cegueras de amor, nos reclaman que los veamos desde otra perspectiva; desde la perspectiva del ciego del Evangelio, que descubre a Jesús, como su Señor y Salvador. Jesús es capaz de hacernos sus hermanos e hijos de Dios; crea una fraternidad que abarca a toda la creación. De esta manera la actividad humana no la estropee ni la esclavice.  ¿Por qué Israel no recibió a Jesús? ¿Por qué nuestra cultura actual ha expulsado a Jesús de sus tramas sociales y colectivas? La cultura nos ofrece muchos caminos a seguir, muchas posibilidades para llenar nuestra vida de cosas, de relaciones, de tareas. ¿Quién nos dice que lo que escogemos es lo más acertado para alcanzar nuestros objetivos humanos? Porque son tan fuertes los medios de comunicación, que nos hacen creer que lo que anuncian no sólo es necesario para vivir, sino que constituye nuestra propia felicidad. Un felicidad que, previamente, han diseñado para vendérnosla después. Veamos con los ojos de Jesús.




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