domingo, 10 de agosto de 2014

Sobre Jesús, de Hans Küng

        Jesús



                                                           Hans Küng

           
El texto que presentamos es un resumen del apartado C del libro Ser Cristiano (Trotta 2012). El autor pretende diseñar un perfil de Jesús según la exégesis histórica-crítica,  alejándose de las imágenes forjadas a través de los siglos por los dogmas cristológicos. El texto se articula en siete capítulos. Los dos primeros: «Lo peculiar del cristianismo» y «el cruce de coordenadas social» se plantean el diálogo con las religiones del acontecimiento de Jesús: hacer posible su apertura a los demás credos y huir de la confusión y mezclas que deterioren la originalidad de la fe cristiana. A continuación se ubica a Jesús en la historia de Israel, —historia, teología y espiritualidad—, en el tiempo de Augusto y Tiberio y de la religión judía dominada por los sumos sacerdotes, fariseos y escribas, estamentos a los que no pertenece Jesús. La relación de Juan Bautista y Jesús se encuadra en el contraste voluntario que establecen los Sinópticos (austeridad-relajación; penitencia-gracia; hombre-Dios; destrucción del mundo-defensa de la creación; etc.).
Los capítulos III y IV, titulados «Causa de Dios» y «Causa del hombre»,  —aunque Jesús no le pasa por la cabeza esta separación que ofrece el autor—  estudian el tema del Reino con el que se muestra que el centro de la vida de Jesús es Dios. En su Reino, cuya inauguración en la historia Jesús espera de una forma inmediata,  «se proclamará realmente que Dios es santo, su designio se realizará en la tierra como en el cielo, los hombres tendrán plenitud de todo, cualquier deuda será perdonada y el mal será vencido» (p. 76). La relación con Dios se establece obedeciendo su voluntad, no por medio de la Ley. Por eso el sentido último del Sermón del Monte (Mateo) o de la Llanura (Lucas) es cumplir dicha voluntad divina.  La humanización del hombre se realiza por el amor al prójimo, al enemigo; un amor que es perdón, es servicio, es renuncia de sí sin compensación alguna, en definitiva, solidaridad con los marginados por cualquier causa de la historia humana.
La muerte y resurrección constituyen el último gran bloque del texto. La muerte de Jesús obedece a causas estrictamente religiosas, pues Jesús no entra en política y, por consiguiente, no da pie a que el poder romano lo mate. Sus posiciones ante la ley y el templo son los motivos por los que las autoridades religiosas lo entregaron al poder político, ya que no tenían potestad para juzgarlo y ejecutarlo. Se sigue la línea paulina de haber sido hecho maldito por la ley para salvarnos a todos (cf. Gá 3,13). La resurrección, que no pertenece propiamente a la dimensión histórica, sino creyente,  la llama «resucitación» en cuanto obra divina. Vendría a ser más exactamente una exaltación de Jesús a la gloria de Dios (cf. Hech 2,36).
Küng debería tener en cuenta los últimos estudios de Jesús histórico, al menos los consensos habidos sobre su seguimiento de la ley, su proximidad a los fariseos en la resurrección, en la piedad y observancia de la ley en la vida cotidiana; no debería leer a Jesús desde Pablo, al menos con los temas tan manidos desde su tesis doctoral de la justificación de la fe excluyendo todo valor a la ley, como expresión de la voluntad divina; no tener tan en cuenta lo que las comunidades cristianas paulinas influyen en los Evangelios sobre la identidad de Jesús: mesianismo, etc.; la exclusión total de la parte política en la actividad y causa final de la muerte en cruz de Jesús; profundizar en el sentido de exaltación en la acto divino por el que se recrea la vida de Jesús después de muerto, etc., etc. Cree el autor que todavía la exégesis bíblica tiene en cuenta la sistemática cristológica para sus exposiciones sobre el Jesús histórico.


Editorial Trotta, Madrid 2014, 215 pp.

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