domingo, 17 de mayo de 2015

Dios busca al hombre

                                         Dios al encuentro del hombre según CatIC


                                                                                   Pilar Sánchez Álvarez
                                                                                   Instituto Teológico de Murcia OFM


           
El hombre mediante la razón natural puede conocer a Dios a través de  sus obras, pero El quiso darse a conocer en el ámbito en que solo por las fuerzas naturales no se podría llegar y lo hizo por la  Revelación totalmente libre, y debido a esta autocomunicación de Dios al hombre, Cristo, los hombres tiene acceso al Padre en el Espíritu y se hacen consortes de la vida divina, siendo hijos adoptivos.         
Pero esa revelación, esa abertura de Dios al hombre se realiza gradualmente, los va preparando para culminar en la Persona y la misión del Verbo Encarnado. El propio Catecismo cita a San Ireneo de Lyon para confirmar que desde los inicios del cristianismo está afirmación está enraizada en los corazones. San Ireneo de Lyon habla en varias ocasiones de esta Pedagogía Divina bajo la imagen de un mutuo acostumbrarse entre Dios y el hombre:  "El Verbo de Dios (...) ha habitado en el hombre y se ha hecho Hijo del hombre para acostumbrar al hombre a comprender a Dios y para acostumbrar a Dios a habitar en el hombre, según la voluntad del Padre" (Adversus haereses, 3,20,2; cf. por ejemplo, Ibid., 3, 17,1; Ibíd., 4,12,4; Ibíd.,4, 21,3).
San Ireneo escribió esta obra contra la gnosis valentiniana, herejía que se desarrolló durante los primeros siglos del cristianismo y que prometía a sus seguidores conseguir un conocimiento intuitivo, misterioso y secreto de las cosas divinas que les conduciría a la salvación.
            Los gnósticos influenciados por filósofos como Platón, intentaban dar respuesta a las preguntas sobre la identidad del hombre, su origen, su destino y la explicación del mal en el mundo recurriendo al dualismo y entroncando con la antigua religión iraní. Para ellos la materia es mala y el espíritu bueno, Dios es absolutamente trascendente, alejado del hombre  y el mundo es creado por un demiurgo, que se apartó de Dios y que se identifica con el Dios del Antiguo Testamento, por lo que el mundo creado es malo por naturaleza. El cuerpo material es malo, y en consecuencia  el hombre tiene que liberarse de la materia y retornar al verdadero Dios. ¿Y cómo alcanza esta salvación? Por el conocimiento, reservado solo a unos pocos, por ser este movimiento de carácter sectario.
           
Un cristiano no es compatible con esta teoría porque parten de principios antagónicos, ya que Cristo enseñó que es por la fe en Él  como Salvador del mundo como se alcanza la salvación (Ef 2,8-9), porque esta no es sectaria, no va dirigida a unos pocos, sino a todos los hombres (Jn 3,16); y porque el cuerpo físico era real  y no sólo aparente como decían los gnósticos y sufrió la crucifixión realmente, porque su humanidad era completa como completa era su deidad (Hb 2,14-17).
            Desde el origen Dios se dio a conocer en la creación y se manifestó a los primeros padres de la humanidad  inventándoles a una comunión con Él, rompiéndola cuando se enfrentaron por el pecado, pero  el mismo Dios, en ese momento, les promete la salvación.
            ¿Qué significa la Alianza con Noé? Cuando la maldad del hombre  “era puro mal de continuo” Dios manda el diluvio y hace un alianza con Noe, que no es un pacto bilateral, sino un compromiso gratuito de Dios mismo para con sus elegidos. Los seres irracionales son asociados  en el castigo y en la salvación al destino del hombre, cuya iniquidad ha corrompido toda la creación. 
           
Pero cundo Noé hace ofrendas después del Diluvio, Dios se compromete  a que las leyes del mundo quedasen restablecidas para siempre, aun sabiendo que en el corazón del hombre sigue habitando la maldad. Dios bendice de nuevo al hombre y le hace rey de la creación, como en el Génesis, pero el mundo ya no es pacífico como entonces, porque esta  paz no volverá a aparecer hasta los últimos tiempos. 
            El relato yahvista de la Torre de Babel da una explicación de la diversidad de los pueblos y de las lenguas  y representa el castigo de un pecado colectivo de orgullo, que
después de diversos Patriarcas, llega a la historia de Abraham, el inicio de la historia de la raza elegida.
            Abraham reúne a esa diversidad, a esa humanidad dispersa, el padre  de multitud de naciones: "En ti serán benditas todas las naciones de la tierra" (Gn 12,3; cf. Ga 3,8). Abraham, sale hacia un país desconocido, sin hijos, con una mujer estéril, por un acto de absoluta fe, respuesta a la llamada de Dios, que le promete algo imposible en sus circunstancias, un una nación grande y un linaje.
Revelación de Dios a un hombre que responde con un asentimiento absoluto. Una nueva Alianza de Dios con su pueblo, una preparación de la Iglesia, pueblo de Dios.
            En DV3 se afirma que después de la etapa de los patriarcas, Dios constituyó a Israel como su pueblo salvándolo de la esclavitud de Egipto. Estableció con él la alianza del Sinaí y le dio por medio de Moisés su Ley, para que lo reconociese y le sirviera como al único Dios vivo y verdadero, Padre providente y juez justo, y para que esperase al Salvador prometido. De esta forma fue preparando con esa Pedagogía Divina a través de los siglos el anuncio del Evangelio.  La alianza con Abraham se había realizado con un solo individuo, aunque alcanzaba a toda su descendencia, y no obligaba nada más que a loa circuncisión. La Alianza del Sinaí, es con todo el Pueblo, con una Ley que se convertirá en la carta del Judaísmo, Ley que San Pablo explicará como temporal (Ga 3; Rm 7). Es una preparación para la venida de Cristo.
Ese Israel, pueblo elegido por Dios, tendrá cumplimiento en el Israel espiritual, la Iglesia.
           
El padre Apostólico Clemente Romano en su Epístola ad Corinthios, escrita entre los años 94-97, aparte del interés histórico, tiene un alto valor eclesiológico dentro del ámbito judeo cristiano, porque ve a la Iglesia en continuidad con Israel,  es el verdadero Israel, (829,1-30,1).

            Así mismo los Padres Apologistas griegos, autores cristianos de la segunda mitad del s. II que escribieron en defensa de los ataques realizados por los judíos y por el mundo pagano, entre ellos Justino, en el Dialogus cum Tryphone Judaeo hace una interpretación del Antiguo Testamento desde una perspectiva cristina, acude al él, en cuanto manifiesta una serie de anuncios proféticos que tendrán su realización plena en Cristo. Pero el mediador y la plenitud de toda la Revelación es Cristo Jesús. Dios ha dicho todo en su Verbo. «Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo» (Hb 1,1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En Él lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta. El Hijo es la Palabra definitiva del Padre, de manera que no habrá ya otra Revelación después de Él pero aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos.

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