domingo, 22 de diciembre de 2013

Teología. Navidad

NAVIDAD



Evangelio de Juan, 1,1-18

En el principio ya existía la Palabra […]
En la Palabra había vida
y la vida era la luz de los hombres,
y la luz brilla en la tiniebla,
y la tiniebla no la recibió. […]
La Palabra era la luz verdadera
que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino y en el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de ella
y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron
les da poder para hacerse hijos de Dios,
si creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre
ni de amor carnal ni de amor humano
sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne,
y acampó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria,
gloria propia del Hijo Único del Padre,
lleno de gracia y de verdad.
1.- El Evangelio de San Juan comienza con unas declaraciones sobre la «Palabra», que van a elevar la confesión de fe en Jesús a su nivel máximo: la relación de Dios con él es una relación de Padre con su Hijo; y la relación de Dios con la creación y con nosotros es para decirnos quién es Él y su voluntad de salvarnos.  Es decir, Dios se revela para salvarnos y para decirnos que es nuestro Padre, y nos hace sus hijos en su Hijo unigénito. La Palabra se encarna en Jesús, y a Jesús lo comprendemos según se relata su vida y su doctrina en los Evangelios. Queda por saber cómo se ha realizado el plan salvador de Dios en la historia humana.

            2.- El Prólogo de Juan lo propone del siguiente modo. a.- El cosmos no es el primer acto creador de Dios, sino su «Palabra», que coloca su existencia fuera del espacio y del tiempo: «Al principio ya existía la Palabra», aunque no existe por sí misma; b.- hay una comunión entre Dios y la Palabra, que es una relación viva y, por tanto, activa: «y la Palabra estaba junto a Dios», no de una forma estática, como sentado junto a Dios, sino en movimiento, con el sentido de encaminarse, orientarse, dirigirse a Dios; c.-  y «la Palabra era Dios» que manifiesta la relación y presencia de la «Palabra» en el ámbito divino confiriéndole una identidad diferente; vendría a decir: «lo que Dios era también lo era la Palabra», por eso, la Palabra y Dios no forman una misma realidad; d.-  de nuevo se prueba la comunión entre Dios y su Palabra, y se une con el pronombre «ésta» a la primera afirmación de su existencia previa a la creación: «Ésta al principio estaba junto a Dios», y así entronca la revelación divina que hará con su presencia en la historia humana.

3.- Hay relación íntima y permanente entre la Palabra y Dios, que en la historia humana se da entre el Hijo unigénito y el Padre. Comprende esta etapa tres acciones fundamentales para la vida creada. En primer lugar, Dios crea por ella: Dios es conocido en la historia por medio de la Palabra. Dios origina la vida por medio de la Palabra y esta vida es la fuente de la luz que ilumina a los hombres para separarlos del mal, es decir, para salvarlos. En segundo lugar, la Palabra, ahora se pone en movimiento para dejarse ver. Y resulta que se encuentra también con un rechazo doble: «... el mundo no la reconoció [...] y los suyos no la acogieron». Hay «nacer de nuevo» para reconocer la Palabra; es un proceso que arranca de Dios y pone en movimiento las semillas divinas que están en el corazón humano para que se le reconozca y acepte en el ámbito del Reino. En tercer lugar, se muestra en la historia lo que ha venido anunciándose: «La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros».


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