Atonement,
Justice, and Peace:
The
Message of the Cross and the Mission of the Church.
De
Darrin W. Snyder Belousek
Por Luis Oviedo Torró
La teología de la expiación, en sentido clásico, se ha vuelto bastante problemática
en los últimos decenios. El principio de retribución penal que se habría
proyectado en Cristo, en sustitución del castigo que merecían nuestros pecados,
sigue siendo un axioma importante en la interpretación del acontecimiento de la
cruz, al menos desde San Anselmo. Sin embrago da la impresión de que dicha
teología está anclada en visiones de justicia retributiva bastante
tradicionales y probablemente superadas en una mentalidad moderna.
El libro de Darrin Belousek, un joven teólogo americano plantea
ampliamente los términos del debate; expresa su propia insatisfacción ante la
solución clásica; y postula una lectura distinta, en clave de “restauración” de
la cristología de la cruz. Además considera las implicaciones prácticas que se
derivan de esta nueva comprensión de la cruz, al nivel de las candentes
cuestiones de la justicia y la paz.
Este extenso ensayo está dividido en cuatro partes. La primera introduce
el tema y plantea las cuestiones en torno a la hermenéutica de la cruz. La
segunda parte repasa de forma extensa las bases bíblicas y patrísticas que dan
pie a la doctrina de la expiación como sustitución penal; también formula una
batería de críticas y dudas en relación con la propuesta tradicional. La
tercera parte presenta la propia propuesta: la redención va más allá de la
expiación, y como tal invita a una actitud de justicia hacia los menos
favorecidos, y en especial para un replanteamiento de la “pena capital”; y de
compromiso por la paz, pues en Cristo se “destruye la división y se condena la
hostilidad”. Una instancia “cruciforme” inspira nuevas actitudes de paz y de
superación de conflictos étnicos y religiosos. La cuarta parte es una
invitación a la misión que nace precisamente de la cruz y que se convierte en
vocación de la Iglesia.
El ensayo ofrece una relectura en clave crítica y constructiva al mismo
tiempo del tema de la expiación; además es capaz de conectar los temas
estrictamente teológicos con los retos reales que vivimos en nuestro propio
contexto y que son más urgentes en nuestros días. La cristología de la cruz se
vuelve de este modo un discurso eminentemente práctico, más allá de los debates
académicos, y asume un tono pragmático, en el sentido de una lectura de la
revelación cristiana a partir de los acontecimientos y de la revisión de
propuestas anteriores que hoy aparecen a la mirada crítica como poco
satisfactorias y sobre todo poco funcionales en la praxis de los cristianos.
Teniendo en cuenta que el marco en que se mueve el autor es el de la teología
evangelista americana, se agradece un desarrollo que ayuda a sacar dicha
teología de posiciones cerradas y tradicionalista ante las que surgen cada vez
más contestaciones entre las propias filas de dichas iglesias.
Desde mi punto de vista, conviene recordar que existen todavía lecturas
del misterio cristiano de la expiación que son plenamente legítimas y
corresponden a la sensibilidad de nuestro tiempo. Dichas lecturas reivindican
una idea todavía válida: que hay formas de sacrificio y de sufrimiento cuyo
sentido sólo se entiende en función de contribuir a frenar el avance del mal, o
a reparar el mal que uno mismo u otros han cometido. Dicha lógica no es ni
mucho menos racional; sólo tiene sentido en el interior de la fe cristiana.
Editorial.
Eerdmans, Grand Rapids MI, Cambridge U.K. 2012, 668 pp.
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