domingo, 26 de octubre de 2014

La crisis como realidad. II. La Gran Recesión

                             La crisis como realidad


                                                                    II

                                                               La Gran Recesión                                                             

                                                                  Manuel Lázaro Pulido
                                                                         Facultad de Teología
                                                                                        Universidad de Porto

En Occidente se dice y con razón que vivimos en un momento de crisis, los datos lo acreditan, y el grado de realización práctica de las expectativas creadas así lo confirman. Los que pensamos sobre estos temas tan importantes, como en cierta forma banales al aparecer epistemológica y existencialmente en segundo lugar, somos los occidentales. La palabra “crisis” en el contexto actual ha reflejado y refleja una situación económica compleja de lo que se conoce como la Gran Recesión, una crisis financiera especialmente vivida en los países desarrollados[1]. Lo “duro” de esta crisis económica ha sido que ha puesto en evidencia la dificultad de escapar a las crisis económicas, incluso desde los postulados del paraíso del liberalismo económico, pensado hasta ese momento como una teleología inapelable[2]. La crisis actual no implica, a pesar de lo que muchos opinen (muchas veces mirado a nivel micro y desde el corto plazo temporal y existencial[3]), una quiebra total del modelo, sino más bien una transformación estructural ante un mundo que cambia motivado por el propio modelo original y las fricciones que suponen en un mundo globalizado. Si el modelo social está cambiando, se debe a algo más profundo y de raíces históricas y culturales que superan, aunque están relacionadas, los modelos económicos.
Y aunque las mentes económicas, como el premio nobel de economía Paul Krugman, intenten dar con una fórmula pedagógica para salir de este círculo de (eterno) retorno de la crisis, afirmando que ellas tienen su etiología en la incapacidad de extraer verdaderas lecciones, y dejar que los hechos pongan en cuestión las doctrinas liberales erróneas, su propio diagnóstico esconde un acontecimiento antropológico capital que afecta no solo al homo oeconomicus sino a la misma condición humana[4]. No obstante y avanzamos con ello el fundamento de fondo, la crisis forma parte del hombre que es bueno en cuanto creación de Dios –“Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien” (Gn 1,31)– y desde ahí establece Dios su relación con él –“He aquí que yo establezco mi alianza con vosotros, y con vuestra futura descendencia” (Gn 9,9)–.  
Esta crisis ha fijado su atención, normalmente ideologizada, en torno a los poderes económicos[5], al gasto (déficit) público[6], a las diferencias sociales[7]… a conceptos que ahora todos manejamos como si fuéramos economistas de profesión (una vulgarización muy extendida en las ciencias especialmente las sociales y las humanidades, un signo más de crisis[8]) .
La verdad es que la situación de vulnerabilidad económica en nuestras sociedades del bienestar ha venido a ser la manifestación palpable de que lo que está haciéndose no cuadra con lo que está siendo. Y esto afecta a muchas facetas[9]. Algunos autores piensan que la crisis que se visualiza de forma económica afecta a órdenes y formas políticas consolidadas como la propia democracia, a las instituciones, incluso transnacionales. Deterioran estas formas como deterioran la axiología que la sustenta, pues no parece que sea capaz, sino todo lo contrario, de frenar la sangría crediticia desde el golpe impactante que genera la evidencia mediática que señala como objetivo el lucro de los Bancos, o la existencia universal de los paraísos fiscales, la extensión como si fuera una plaga bíblica de los egoísmos centrados en las tomas de decisión del poder político y económico, como se hace patente en la corrupción y en fin la patente desigualdad social y humana[10]. Pero siendo así, no está tan claro si estos factores son resultado de una degradación que tiene como etiología la crisis, o al contrario la crisis es el resultado en todas estas instancias de un modelo, especialmente mental más que un modelo de estructura, que ya no termina de servir.
Como señala el historiador de la economía Carlos Marichal: “El hecho de que las grandes crisis suelen convertirse en bisagras entre una época y otra, sugiere que para entenderlas en toda su amplitud y en sus múltiples consecuencias es necesario ir más allá de un enfoque estrictamente económico. Estos eventos son tan complejos que su comprensión exige una atención especial a sus causas económicas pero también requiere mirarlos a través de los lentes de la política, de las relaciones internacionales y de la historia”[11].



[1] P. J. Wallison, Bad History, Worse Policy: How a False Narrative about the Financial Crisis Led to the Dodd-Frank Act. AEI Press, Washington 2013.
[2] Cf. F. Fukuyama, The End of History and the Last Man, Free Press, New York 1992.
[3] F. Becker, “Crisis económica y cambio social”, en Área de Comunicación, Estudios y Publicaciones, Barómetro Universidad-Sociedad 2014, Consejo Social de la Universidad Complutense de Madrid, Madrid 2014, 77.
[4] P. Krugman, The Return of Depression Economics and the Crisis of 2008, W. W. Norton & Company, New York 2009 (edición corregida y revisada a partir de la nueva crisis de la anterior The Return of Depression Economics, W. W. Norton & Company, New York 1999).
[5]R. Escuredo, J. Cano, Crisis económica y modelo social. La sostenibilidad del Estado de Bienestar, Universidad Almería, Almería 2013, 16.
[6] Cf. J. Tugores, Macroeconomía: Para entender la crisis en una economía global, Editorial UOC, Barcelona 2010, 118-120; Cf. Á. Anchuelo, M. Á. García, La economía edificada sobre arena: Causas y soluciones de la crisis económica, ESIC Editorial, Pozuelo de Alarcón (Madrid) 2009, 110-11.
[7] Cf. J. M. Albertos, J. L. Sánchez, Geografía de la crisis económica en España, Universitat de València, Valencia 2014. Un análisis global en M. Zupi (ed.), Desafíos de la cohesión social en tiempos de crisis: diálogo euro-latinoamericano, Editorial Complutense, Madrid 2011.
[8] J. Sánchez, Una «devastación de la inteligencia»: crisis y crítica de las ciencias sociales, Editorial Abya Yala, Quito 2007, 298.
[9] Cf. J. M. Tortosa, “Crisis: no una, sino varias; es decir, una”, en Documentación Social 158 (2010) 15-30. S. George, Su crisis, nuestras soluciones, Encuentro Icaria-Intermón Oxfam, Barcelona 2010.
[10] Cf. C. Berzosa, “¿La crisis económica es el síntoma de una crisis de civilización?”, en Temas para el debate, 227 (2013) 25-28.
[11] C. Marichal, Nueva historia de las grandes crisis financieras: Una perspectiva global, 1873-2008, Debate, Buenos Aires 2010 (Hemos utilizado la edición e-book sin paginar, con formato EPUB – DRM, el texto citado se encuentra en la “Introducción”).

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