La Virgen de la Fuensanta en la
lírica popular
Francisco Javier
Díez de Revenga
Facultad de Letras
Universidad de Murcia
La revista Alma Española, en su número de 27 de
marzo de 1904, recoge un artículo del poeta murciano Vicente Medina titulado Alma murciana, en el que entre otras cosas
señala:
El alma murciana es sencilla en sus amorosos anhelos. Lo dice su
cantar:
¡Cuándo
querrá la Virgen
de la
Fuensanta
que tu ropa
y la mía
tengan un
arca!
Se trata de
una canción entrañable y sentimental, incluida también por Vicente Medina en sus Aires
murcianos, en «La coplica muerta», que tiene una curiosa historia textual investigada
por María Josefa Díez de Revenga, que señala que «por
medio de un circunloquio, el mozo expresa su deseo de compartir su vida con la
joven; la Virgen de la Fuensanta se identifica con la providencia divina o con
la suerte». Alberto Sevilla: recoge otra
versión con una pequeña variante:
¡Cuándo
querrá la Virgen
de la
Fuensanta
que tu ropa
y la mía
duerman en
un arca!
Y Pedro Díaz
Cassou incluye en su Cancionero panocho esta misma copla con
variantes y más versos añadidos en forma de coda:
Cuando
querrá la Virgen
de la
Juensanta,
que tu ropa
y la mía
vayan a un
arca;
toma
tomates,
tómalos de
mi güerto
pa que los
cates.
Una de las
personalidades que más contribuyó al fomento de la devoción hacia la Virgen de
la Fuensanta en el siglo XIX fue el periodista y poeta José Martínez Tornel,
quien a través de su periódico El Diario
de Murcia reunió colaboraciones literarias, en extraordinarios, que
coincidían con la festividad de la Virgen en Septiembre y con la romería. La
figura de Martínez Tornel, en este sentido, es la del verdadero pionero en el
tratamiento de la Virgen desde el punto de vista poético y literario, y sus romances,
aparecidos año tras año en el periódico con motivo de la festividad de la
Patrona, eran habituales en su columna cotidiana, titulada «Lo del día».
Algunos de estos textos pasaron a libros, como lo hace en su libro Cantares murcianos, de 1892, en donde ya
recoge esta expresiva canción, cuya primera copla dice:
Comienzo en
nombre de Dios
y de la
Virgen María,
por ser la
primera copla
que he
cantado este día.
Y en la
segunda de las canciones ya aparece la Virgen de la Fuensanta, en un curioso y
pintoresco diálogo con la otra Virgen del Monte, la de la Luz:
La Virgen de
la Fuensanta
le dice a la
de la Luz:
¡qué
afligido va tu hijo
con el peso
de la cruz!
Más adelante
recopila otra estrofilla popular que hace referencia a las temidas riadas; a la
Virgen se le implora en su papel teológico de mediadora:
La Virgen de
la Fuensanta
la que está
en la Catedral
le está
pidiendo a su hijo
que nos
libre de este mal.
Por último,
en las recopiladas por Martínez Tornel, la que figura en último lugar también
estará referida a la Fuensanta, otra vez en diálogo, esta vez con la Virgen de
los Peligros, cuando la Patrona pasa junto a ella por el puente en la romería:
La Virgen de
la Fuensanta
cuando pasa
por el Puente,
le dice a la
Peligrosa
si te
quieres venir vente.
Alberto
Sevilla, por su parte, recoge un buen número de canciones del mayor sabor
popular, en los que descubrimos a los devotos poniendo a dialogar a la Virgen
con otras advocaciones. Una bella canción abre la colección:
Virgen de la
Fuensanta,
divina Aurora,
dame una
clavellina
de tu corona;
ya me la has dado,
¡Virgen de
la Fuensanta
guárdame un lado!
Con un
cierto tono amoroso, pensando en la amada, pero también en la Virgen, esta
seguidilla refleja perfectamente su procedencia tradicional:
Adoro lo
moreno
porque me
encanta
que morena
es la Virgen
de la
Fuensanta.
Y ahora una
serie de canciones, típicas del repertorio, en las que se produce el
popularísimo enfrentamiento con otras advocaciones supuestamente para el pueblo
más afamadas, cosa que nuestro popular poeta trata en todos los casos de
desmentir:
La Virgen de
la Fuensanta
le ha
encargado a la del Carmen,
que, hogaño,
en cuanto a la sea,
que no se la
pierda naide.
Dicen que la
Pilarica
es la gloria
de Aragón;
yo llevo a
la Fuensantica
metida en el
corazón.
Dicen los
aragoneses:
―Yo tengo
una Pilarica.
Y los de
Murcia decimos:
―Yo tengo
una Fuensantica.
La Virgen de
la Fuensanta
le dijo a la
del Pilar:
―Si en tu
casa hay terremotos,
en la mía no
han de dar.
Morena es la
Virgen de Elche,
morena la
del Pilar,
y morena con
gracia
la que hay
en la Catedral.
Nuestros
Auroros, cantan también a la Fuensanta, en una conocida salve del siglo XIX o
en estas «Coplas de Aurora», recogidas por Alberto Sevilla:
Eres, Virgen
de la Fuente santa
que a las
almas dejas
con tal
claridad,
que merecen
entrar con tu ayuda
al puerto
seguro
de la
Eternidad.
Algunas
otras de estas coplas populares tienen que ver con la protección de la Virgen
ante las enfermedades, con la propia imagen o con la deseada fidelidad y
compañía, siempre protectora de la Patrona:
La Virgen de
la Fuensanta
tienes,
devoto, a tu puerta;
asómate y la
verás
pintada en
la pandereta.
Yo me voy a
la Fuensanta
a cumplir
una promesa,
que a
nuestra Virgen le debo
la cura de
mis dolencias.
Virgen de la
Fuensanta
no me
abandones,
que estando
tú a mi lado
nadie me
tose.
Naturalmente,
en el marco de la lírica más tradicional, surgen los poemas de alborozo y
alegría presididos por los populares «¡Vivas!», que son compartidos por otras
devociones muy arraigadas en Murcia y hasta por el propio obispo, como en la
canción en que aparece don Mariano Barrio, que fue obispo de la diócesis
murciana, de la de Valencia y cardenal (1848-1861):
¡Viva San
Antonio el Pobre
y la Virgen
de la Luz,
la Virgen de
la Fuensanta
y Nuestro
Padre Jesús!
¡Viva don
Mariano Barrio!
¡Viva Murcia y su comarca!
¡Viva
nuestra patrona
la Virgen de
la Fuensanta!
¡Viva Murcia
y sus jardines,
el tocador y
el que canta
y viva
nuestra Patrona
la Virgen de
la Fuensanta!
Las relaciones
amorosas, que nutren un importante sector de la lírica de tipo tradicional, se
verán envueltas también en las devociones, y en este caso en la devoción a la
Virgen. Una canción, con sorpresa final incluida, es célebre en el terreno de
las aspiraciones amorosas y el desengaño del galán despechado… al final
premiado efectivamente por la Patrona, en esta divertida canción paralelística:
La Virgen de
la Fuensanta
no quiso
escuchar mis rezos,
no hiciste
caso de mí
y te casaste
con Pedro…
Y te casaste
con Pedro,
y le saliste
muy falsa
y bendita
mil veces sea
la Virgen de
la Fuensanta.
En 1902, el Ayuntamiento de Murcia nombró hijo adoptivo de la ciudad al
poeta malagueño Salvador Rueda, que, en agradecimiento, escribió un libro de
poemas titulado El clavel murciano. Uno
de sus «pétalos» está dedicado a «La
Virgen de la Fuensanta», que se centra más en la devoción absoluta de los
murcianos a su patrona, evocada como consuelo y como refugio, como lo es para
el poeta el Santuario de la Virgen, que se levanta en el monte cercano a la
ciudad, en el entorno de un paisaje, entonces más que ahora, absolutamente
privilegiado bajo un cielo inmaculado y acogedor, como lo es el propio manto de
la patrona:
Virgen de la Fuensanta bienhechora,
por la que Murcia vive y se engrandece
renace de su penas y florece
y canta y ríe y se resigna y llora:
Yo también de tu sierra triunfadora
llamo al templo ideal que te guarece,
y mi entusiasta corazón te ofrece
el religioso amor con que te adora
Nuevo hijo tuyo en tu refugio lloro
y con las ansias de mi fe te imploro
que al manto tiendas tu murciano suelo.
También cobija mi amoroso canto;
¡todo cabe debajo de tu manto,
porque es la inmensa redondez del cielo!
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