domingo, 12 de octubre de 2014

Virgen de la Fuensanta

La Virgen de la Fuensanta en la lírica popular


                                         Francisco Javier Díez de Revenga
                                             Facultad de Letras
                                           Universidad de Murcia

La revista Alma Española, en su número de 27 de marzo de 1904, recoge un artículo del poeta murciano Vicente Medina titulado Alma murciana, en el que entre otras cosas señala:

El alma murciana es sencilla en sus amorosos anhelos. Lo dice su cantar:

¡Cuándo querrá la Virgen
de la Fuensanta
que tu ropa y la mía
tengan un arca!

Se trata de una canción entrañable y sentimental, incluida también por Vicente Medina  en sus Aires murcianos, en «La coplica muerta», que tiene una curiosa historia textual investigada por María Josefa Díez de Revenga, que señala que «por medio de un circunloquio, el mozo expresa su deseo de compartir su vida con la joven; la Virgen de la Fuensanta se identifica con la providencia divina o con la suerte».  Alberto Sevilla: recoge otra versión con una pequeña variante:

¡Cuándo querrá la Virgen
de la Fuensanta
que tu ropa y la mía
duerman en un arca!

Y Pedro Díaz Cassou  incluye en su Cancionero panocho esta misma copla con variantes y más versos añadidos en forma de coda:

Cuando querrá la Virgen
de la Juensanta,
que tu ropa y la mía
vayan a un arca;
toma tomates,
tómalos de mi güerto
pa que los cates.


Una de las personalidades que más contribuyó al fomento de la devoción hacia la Virgen de la Fuensanta en el siglo XIX fue el periodista y poeta José Martínez Tornel, quien a través de su periódico El Diario de Murcia reunió colaboraciones literarias, en extraordinarios, que coincidían con la festividad de la Virgen en Septiembre y con la romería. La figura de Martínez Tornel, en este sentido, es la del verdadero pionero en el tratamiento de la Virgen desde el punto de vista poético y literario, y sus romances, aparecidos año tras año en el periódico con motivo de la festividad de la Patrona, eran habituales en su columna cotidiana, titulada «Lo del día». Algunos de estos textos pasaron a libros, como lo hace en su libro Cantares murcianos, de 1892, en donde ya recoge esta expresiva canción, cuya primera copla dice:

Comienzo en nombre de Dios
y de la Virgen María,
por ser la primera copla
que he cantado este día.

Y en la segunda de las canciones ya aparece la Virgen de la Fuensanta, en un curioso y pintoresco diálogo con la otra Virgen del Monte, la de la Luz:

La Virgen de la Fuensanta
le dice a la de la Luz:
¡qué afligido va tu hijo
con el peso de la cruz!

Más adelante recopila otra estrofilla popular que hace referencia a las temidas riadas; a la Virgen se le implora en su papel teológico de mediadora:

La Virgen de la Fuensanta
la que está en la Catedral
le está pidiendo a su hijo
que nos libre de este mal.

Por último, en las recopiladas por Martínez Tornel, la que figura en último lugar también estará referida a la Fuensanta, otra vez en diálogo, esta vez con la Virgen de los Peligros, cuando la Patrona pasa junto a ella por el puente en la romería:

La Virgen de la Fuensanta
cuando pasa por el Puente,
le dice a la Peligrosa
si te quieres venir vente.

Alberto Sevilla, por su parte, recoge un buen número de canciones del mayor sabor popular, en los que descubrimos a los devotos poniendo a dialogar a la Virgen con otras advocaciones. Una bella canción abre la colección:

Virgen de la Fuensanta,
         divina Aurora,
dame una clavellina
         de tu corona;
         ya me la has dado,
¡Virgen de la Fuensanta
         guárdame un lado!

Con un cierto tono amoroso, pensando en la amada, pero también en la Virgen, esta seguidilla refleja perfectamente su procedencia tradicional:

Adoro lo moreno
porque me encanta
que morena es la Virgen
de la Fuensanta.

Y ahora una serie de canciones, típicas del repertorio, en las que se produce el popularísimo enfrentamiento con otras advocaciones supuestamente para el pueblo más afamadas, cosa que nuestro popular poeta trata en todos los casos de desmentir:

La Virgen de la Fuensanta
le ha encargado a la del Carmen,
que, hogaño, en cuanto a la sea,
que no se la pierda naide.

Dicen que la Pilarica
es la gloria de Aragón;
yo llevo a la Fuensantica
metida en el corazón.

Dicen los aragoneses:
―Yo tengo una Pilarica.
Y los de Murcia decimos:
―Yo tengo una Fuensantica.

La Virgen de la Fuensanta
le dijo a la del Pilar:
―Si en tu casa hay terremotos,
en la mía no han de dar.

Morena es la Virgen de Elche,
morena la del Pilar,
y morena con gracia
la que hay en la Catedral.

Nuestros Auroros, cantan también a la Fuensanta, en una conocida salve del siglo XIX o en estas «Coplas de Aurora», recogidas por Alberto Sevilla:

Eres, Virgen de la Fuente santa
que a las almas dejas
con tal claridad,
que merecen entrar con tu ayuda
al puerto seguro
de la Eternidad.

Algunas otras de estas coplas populares tienen que ver con la protección de la Virgen ante las enfermedades, con la propia imagen o con la deseada fidelidad y compañía, siempre protectora de la Patrona:

La Virgen de la Fuensanta
tienes, devoto, a tu puerta;
asómate y la verás
pintada en la pandereta.

Yo me voy a la Fuensanta
a cumplir una promesa,
que a nuestra Virgen le debo
la cura de mis dolencias.

Virgen de la Fuensanta
no me abandones,
que estando tú a mi lado
nadie me tose.

Naturalmente, en el marco de la lírica más tradicional, surgen los poemas de alborozo y alegría presididos por los populares «¡Vivas!», que son compartidos por otras devociones muy arraigadas en Murcia y hasta por el propio obispo, como en la canción en que aparece don Mariano Barrio, que fue obispo de la diócesis murciana, de la de Valencia y cardenal (1848-1861):

¡Viva San Antonio el Pobre
y la Virgen de la Luz,
la Virgen de la Fuensanta
y Nuestro Padre Jesús!

¡Viva don Mariano Barrio!
¡Viva  Murcia y su comarca!
¡Viva nuestra patrona
la Virgen de la Fuensanta!

¡Viva Murcia y sus jardines,
el tocador y el que canta
y viva nuestra Patrona
la Virgen de la Fuensanta!

Las relaciones amorosas, que nutren un importante sector de la lírica de tipo tradicional, se verán envueltas también en las devociones, y en este caso en la devoción a la Virgen. Una canción, con sorpresa final incluida, es célebre en el terreno de las aspiraciones amorosas y el desengaño del galán despechado… al final premiado efectivamente por la Patrona, en esta divertida canción paralelística:

La Virgen de la Fuensanta
no quiso escuchar mis rezos,
no hiciste caso de mí
y te casaste con Pedro…

Y te casaste con Pedro,
y le saliste muy falsa
y bendita mil veces sea
la Virgen de la Fuensanta.

En 1902, el Ayuntamiento de Murcia nombró hijo adoptivo de la ciudad al poeta malagueño Salvador Rueda, que, en agradecimiento, escribió un libro de poemas titulado El clavel murciano. Uno de sus «pétalos» está dedicado a «La Virgen de la Fuensanta», que se centra más en la devoción absoluta de los murcianos a su patrona, evocada como consuelo y como refugio, como lo es para el poeta el Santuario de la Virgen, que se levanta en el monte cercano a la ciudad, en el entorno de un paisaje, entonces más que ahora, absolutamente privilegiado bajo un cielo inmaculado y acogedor, como lo es el propio manto de la patrona:

Virgen de la Fuensanta bienhechora,
por la que Murcia vive y se engrandece
renace de su penas y florece
y canta y ríe y se resigna y llora:

Yo también de tu sierra triunfadora
llamo al templo ideal que te guarece,
y mi entusiasta corazón te ofrece
el religioso amor con que te adora

Nuevo hijo tuyo en tu refugio lloro
y con las ansias de mi fe te imploro
que al manto tiendas tu murciano suelo.

También cobija mi amoroso canto;
¡todo cabe debajo de tu manto,
porque es la inmensa redondez del cielo!


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