PALABRAS DE
JESÚS EN LA CRUZ
III
«Padre, a tus
manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46).
El grito que precede
inmediatamente a la muerte en Marcos (15,37), Lucas lo convierte en una oración
recogida del Salmo 31,6 y practicada por Israel como oración de la tarde. Lucas
acentúa la actitud de oración de Jesús a lo largo de su ministerio: ora en el
bautismo, antes de elgir a los discípulos, cuando la gente le sigue
entusiasmada, o en el huerto de los olivos, etc. Y también ora en el momento de
morir. En este caso, el sentido del Salmo es que el justo se fía de Dios,
confía su vida a Él; le cede la custodia de su existencia, cuando los hombres
se empeñan en arrebatársela o la tienen minusvalorada. Describe una reacción de
Jesús contraria a la ausencia y lejanía de Dios que relata Marcos y Mateo.
Con respecto a la frase
anterior, Jesús recobra su condición filial, por eso Lucas cambia el «Dios» del
Salmo por el «Padre» con el que se ha relacionado a lo largo de su vida: en la Oración
de júbilo (Q/Lc 10,21), en el Padrenuestro (Q/Lc 11,2) o cuando se
dirige a Dios en Getsemaní (Lc 22,42). Jesús entrega al Padre la poca vida,
«espíritu», que le queda; la vida que se ofrece en el momento de la creación
(Gén 35,18) y que en Jesús procede del Espíritu y María y forma parte del ser
divino; y se la devuelve al Padre como algo que le pertenece esencialmente. Por
eso ha nacido de Él, ha permanecido en la vida pendiente y dependiente de Él y
a Él se la remite como un acto natural y familiar.
Reflexión
El punto de partida de la
oración de Jesús es la experiencia humana nacida del sufrimiento extremo que
supone ser abandonado por todos, no comprender su misión, cambiar la causa por
la vivió y ser crucificado. No se enjuicia la actitud divina ante tales
acontecimientos provocados por los hombres. Dios, por ahora, guarda silencio en
el orden de la salvación de su Hijo, aunque es patente en la atmósfera
evangélica que está pendiente de todo y que todo cae bajo su voluntad, por más
que la cruz desapruebe su ser creador de la vida.
Lo importante aquí es que
Jesús es fiel, como fiel ha sido el Señor a Israel a lo largo de su historia.
Jesús, como su Pare, sabe cumplir sus misiones por más que la libertad humana
desaprueba, persiga y haga sufrir a los que, precisamente, sólo buscan el bien
para todos los hombres.
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