lunes, 15 de junio de 2015

Domingo XII (B). ¿Por qué sois tan cobardes?

                                                       DOMINGO XII (B)

                                                                  
            
                    Lectura del santo Evangelio según San Marcos 4,35-40.

            Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: —Vamos a la otra orilla.
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un fuerte huracán y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. El estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron diciéndole: —Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? Se puso en pie, increpó al viento y dijo al lago: —¡Silencio, cállate! El viento cesó y vino una gran calma. El les dijo: —¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?
Se quedaron espantados y se decían unos a otros: —¿Pero, quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!

           
1.-  La vida de Jesús descubre una dimensión que está más allá del poder humano que se desarrolla en nuestro mundo. Cuando Jesús es despertado por los discípulos, muertos de miedo por la zozobra de la barca, y calma la tempestad, es todo un símbolo del compromiso del Señor para salvar a sus criaturas de aquellos poderes que las esclavizan y matan. En el Padrenuestro lo rezamos continuamente. «…. mas líbranos del mal»: líbranos de las instituciones humanas que crean poderes de violencia y destrucción; de las fuerzas corruptas presentes en nuestra cultura, y de las que nadie es responsable visible, pero que nos persiguen, nos desintegran, obstruyen nuestra esperanza y cercan nuestra libertad. Despertamos a Jesús para que nos eche una mano y nos libre de la droga, del reparto de las riquezas entre las naciones poderosas, de la pobreza que originan otros países para comprar armas, del alejamiento o desconocimiento del que no razona, no come, no sabe convivir ni cura su egoísmo, etc.

             
2.- Pregunta Jesús a sus discípulos: «¿No tenéis todavía la fe?» Hay una fe, que es la confianza que tienen los discípulos de Jesús cuando recorren Galilea anunciando la presencia misericordiosa del Señor. Esa confianza va aumentando poco a poco conforme comparten el cuidado que el Padre tiene sobre sus criaturas. La Providencia divina guía a sus hijos, los viste, les da qué comer, les cobija y les salva de los enemigos. Pero no basta esto sólo. Hay poderes muy fuertes en el mundo que pueden quebrar dicha confianza en cualquier momento: Judas le traiciona; Pedro le niega; los demás discípulos huyen cuando Jesús es apresado y juzgado. Es necesaria la fe teologal, es decir, el don del Padre por el que les ama, les cambia, les transforma y entonces son capaces de dar la vida por Jesús. Esta es la fe sobre la que se edifica la Iglesia.

           
3.- Fe, esperanza y caridad, las virtudes teologales, son las gracias que fundamentan nuestra vida cristiana.  Son las cualidades infundidas por Dios que nos ofrecen la paz interior por sabernos elegidos y amados por Él. Las virtudes teologales transmiten la serenidad y la calma que tenía Jesús en medio de la tormenta; y ellas nos comunican la fuerza para afrontar nuestra vida cuando enferma, cuando se siente sola o aislada, cuando se considera amenazada por tanto mal, o tantas batallas que tenemos que sostener y no sabemos qué estrategia seguir, qué armas tomar y cómo luchar. Ya lo dijo Jesús: «Los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz» (Lc 16,8). Hay que estar atentos y despertar a Jesús siempre; o tenerlo vivo en nuestro interior, porque somos su imagen y templos de su Espíritu.


No hay comentarios:

Publicar un comentario