DOMINGO XXVI (B)
Lectura del santo Evangelio según San
Marcos 9,37-42. 44.46-47
En
aquel tiempo, dijo Juan a Jesús: -Maestro, hemos visto a uno que echaba
demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los
nuestros. Jesús respondió: -No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en
mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está
a favor nuestro. El que os dé a beber un vaso de agua, porque
seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa.
El
que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le
encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te
hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida que ir con las dos manos
al abismo, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te hace caer, córtatelo: más
te vale entrar cojo en la vida que ser echado con los dos pies al abismo. Y si
tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios
que ser echado al abismo con los dos ojos, donde el gusano no muere y el fuego
no se apaga.
1.-
Texto. El párrafo evangélico tiene dos partes. En la primera, Jesús no impide que
la gente haga el bien en su nombre, pues pronunciarlo es invocar el poder de
vida del Señor, que está más allá del círculo restringido de los discípulos. El
Reino, que Jesús proclama e inicia, va dirigido a toda la humanidad y es más
amplio que el discipulado que le sigue. Los discípulos tienen la
responsabilidad de extender el Reino de Jesús después de Resucitado, y
extenderlo con la debilidad que entraña ir sólo con la fuerza divina. Por eso,
Dios ve y recompensa a quien ayuda a sus
enviados. Pero en la proclamación del Reino deben evitar que los niños y los
pobres sean escandalizados. Está en el Sermón de la Montaña de Mateo (cf. Mt 5,29-30). Ojo «derecho» y
mano «derecha» es símbolo de lo más importante, porque es lo más valioso y, en
cualquier caso, son medios que se emplean para pecar. Por consiguiente, debe
cortarse o sacrificarse uno o algunos de los valores humanos (ojo y mano) para
evitar lo que nunca tiene remedio: la condena eterna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario