domingo, 29 de noviembre de 2015

II Adviento (C). Juan Bautista

                                                                  II ADVIENTO (C)


            Lectura del santo Evangelio según san Lucas 3, 1-6

            En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de  Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y  Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la Palabra de Dios  sobre Juan, Hijo de Zacarías, en el desierto.
            Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para  perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: "Una  voz grita en el desierto: preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los  valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale.  Y todos verán la salvación de Dios"


            1.- Dios. Juan  exige que apartemos de nuestra vida todas las piedras que nos impiden andar. Debemos allanar el camino a Jesús para que podamos encontrarnos con él y recibir la salvación del Señor. La pretensión de Juan es que tomemos conciencia de nuestros pecados, podamos descubrir a Dios y comprenderlo como una Persona amigable y misericordiosa. El Profeta nos invita a todos a convertirnos; y por otra parte, que el cambio de vida nos suponga un cambio de corazón, de toda nuestra interioridad y que la expresemos en nuestra conducta. Juan nos dice que volvamos, retornemos  al camino de Dios, que jamás debimos abandonar.

2.- La Iglesia. Jesús coincide con el Bautista en proclamar la situación de infidelidad en la que se encuentra Israel, dirigido por unas autoridades religiosas que, en connivencia con los poderes económicos y políticos, impiden una relación entre los creyentes y el Señor, sobre todo según las tradiciones proféticas. Por fin, Dios anuncia una intervención definitiva sobre el Pueblo, que ve acercarse su fin. Ante tal estado de cosas, es necesaria una conversión urgente, un cambio de rumbo en la vida, pues el Señor no está dispuesto a rehacer una y otra vez su Alianza y conceder el perdón de una forma permanente e ilimitada. La predicación de Juan y la práctica del bautismo como signo de conversión, son aceptadas por Jesús en su conjunto. Y lo traslada a la comunidad cristiana después de la Resurrección y Pentecostés. No solo nosotros, sino la Iglesia, en sus estructuras, ministerios y experiencia comunitaria del Señor, necesita la conversión permanente. También nuestras familias, como iglesias domésticas que son.

          
  3.- El creyente. Juan predica la conversión desde el desierto. El desierto es un lugar peligroso, pues es donde se cobijan los rebeldes políticos y sus secuaces, además de los que huyen de la justicia; viven toda clase de animales en un terreno inhóspito y quebradizo. Por otro lado, el desierto se contempla, de una forma simbólica, como un tiempo de revelación y relación con Dios. Por eso, el desierto desconcierta: Juan escucha la voz de Dios y Jesús percibe la seducción del diablo. Pero también el desierto es para Jesús uno de los lugares solitarios donde se retira para orar y relacionarse con Dios.  En este período de la espera de la celebración de la Navidad debemos intensificar nuestra oración; limpiar de cosas y personas que puedan interferir nuestras relaciones de amor, nuestra apertura al Señor.  Jesús nos bautizará con el Espíritu Santo. El Espíritu de Dios origina nuestra renovación interior, dando lugar a una nueva situación ante Dios y ante los demás hombres. He aquí la descripción de Isaías: «Hasta que se derrame sobre vosotros un aliento de lo alto; entonces el desierto será un vergel, el vergel contará como un bosque, en el desierto morará la justicia, y el derecho habitará en el vergel, el efecto de la justicia será la paz, la función de la justicia, calma y tranquilidad perpetuas» (Is 32,15-18). Por eso, el bautismo de agua de Juan es solo un preámbulo o una sombra del definitivo, que dará más adelante Jesús, y que renovará nuestra interioridad desde su entrega personal.




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