V DOMINGO DE CUARESMA (C)
Lectura del santo Evangelio según San Juan 8,1-11.
En
aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer, se presentó
de nuevo en el templo y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les
enseñaba.
Los
letrados y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio y,
colocándola en medio, le dijeron: -Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en
flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras: tú,
¿qué dices? Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero
Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en
preguntarle, se incorporó y les dijo: -El que esté sin pecado, que le tire la
primera piedra. E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos,
al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos, hasta
el último. Y quedó solo Jesús y la mujer en medio, de pie. Jesús se incorporó y
le preguntó: -Mujer, ¿dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condenado?
-Ella contestó: -Ninguno, Señor. Jesús dijo: -Tampoco yo te condeno. Anda, y,
en adelante, no peques más.
1.- La
mujer contrae matrimonio a los trece o catorce años, y se la conduce
solemnemente a casa del marido (Mt 25,1-13). El adulterio es un pecado grave,
porque la mujer es el eslabón entre las familias y propiedad del marido. Se
castiga con la lapidación o estrangulamiento. Probar un adulterio es difícil,
porque debe aducirse la prueba de dos testigos que hubieran visto el hecho. Lo
más rápido es sorprender a la pareja en la relación adulterina. Es lo que
hicieron escribas y fariseos. Pero la
clave del párrafo está en si Jesús respeta la Ley y a Moisés que la dictó; si
él se coloca por encima de ella o es un fiel judío, obediente a los
mandamientos divinos. Ni la adúltera ni su acompañante, ni el marido ultrajado interesan
a los defensores oficiales de la religión hebrea. Lo que pretenden es acusar a
Jesús de que se ha desviado ya muchas veces de las tradiciones yavistas. Pero
Jesús escribe…; y escribir indica su indiferencia sobre la disputa con fariseos
y escribas; incluso expresa su decepción de unos defensores de la fe que
sustituyen con las prácticas religiosas y la obediencia a la Ley al Dios
clemente y compasivo que rezan todos en los salmos 86, 103, etc .
2.- Hay muchos párrafos evangélicos que
versan sobre la misericordia de Dios; misericordia que constituye la misión
fundamental de Jesús: salvar y no condenar, porque la justicia y condena la
establecen las leyes y costumbres. Por otro lado, Jesús advierte de que nadie se constituya en juez de nadie, porque Dios es el amo de la vida. Estos dos
principios evangélicos son los que utiliza Jesús para aquellos que querían
aplicar la ley a la adúltera. Por eso, cuando apela a la inocencia de los
acusadores para poder castigar a la pecadora, todos, incluido el pueblo,
desaparecen de la escena. Solo el Señor es el que puede perdonar según
justicia, porque es perfecto. Pero el perdón no brota de Él por ser el único
justo, sino por ser un Padre y Madre que por amor ha generado la vida; y no se
puede permitir que se pierda. Perdona para recuperar a sus hijos.
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