lunes, 21 de diciembre de 2015

Navidad. Meditación

                                                                        NAVIDAD        
                                                            Evangelio (Medianoche)

         Lectura del santo Evangelio según San Lucas 2,1-14.

         En aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero. Este fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad.
También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret en Galilea a la ciudad de David, que se llama Belén, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.
         En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. Y un ángel del Señor se les presentó: la gloria del Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: —No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra, paz a los hombres que Dios ama.

           
1.- El Evangelista habla del Emperador, sito en Roma, y de un matrimonio humilde y sencillo, José y María, que vive de su trabajo —carpintero— y  en un pueblo desconocido —Belén— y a una Región irrelevante para el Imperio —Judea—. Pero en el mensaje del ángel a los pastores, es decir, el anuncio del Señor a toda la humanidad, es que María ha dado a luz nada menos que al Salvador, el Mesías, el Señor. Tanto nos quiere Dios, que ha trastocado totalmente los parámetros de las dignidades y posiciones humanas, y se ha ido allá donde nadie lo puede reconocer, porque la inmensa mayoría nacemos así: sólo al calor y con el gozo de nuestros padres. No ha podido acercarse más el Señor a todos nosotros. Y todo es debido a su benevolencia, a su beneplácito. ¡Quién no quiere un Dios así!

         
2.- Todo cambia. Y la comunidad cristiana, que guarda como un tesoro a Jesús, cuya presencia se da en la Eucaristía en cada segundo del día, debe vivir en el ámbito en el que ha aparecido Jesús: en los pueblos de la tierra, en todos los habitantes del mundo, porque a todos los ama el Señor. Y no puede huir y refugiarse en los castillos de honores y de poder. La noche se vuelve luz para los pastores, porque son capaces de reconocer con la luz de Dios la sencillez y la humildad que dan forma a la existencia, y no se alejan de ella como cuando nos llenamos de dignidades y nos encorvamos por el peso de las medallas que nos damos continuamente.

          
  3.- Cada uno de nosotros podemos identificarnos con los pastores. Son trabajadores al servicio del amo del rebaño, que llevan una vida de trabajo duro y fiel, porque al rebaño no se le puede dejar sólo, por el peligro de los lobos y de los ladrones. Y en medio de una vida monótona, como el trabajo diario, se presenta alguien distinto a nosotros, que nos transforma. La noche se transforma en día. – Entonces se nos da la capacidad de descubrir en medio de la sencillez, humildad y pobreza, a aquellos que nos transportan y revelan al Señor, el que nos ama y nos da la salvación. Una relación de amor gratuita, venida de fuera, que nos transforma. Es Dios, que no vive solo, sino alabado y querido por los que transmiten su voluntad de felicidad y salvación a todos. Hay que tener un corazón abierto y un oído atento, para escuchar esos mensajes esperanzadores que nos empujan a vivir con la fuerza que nace de la entrega más absoluta, como es la Del Señor a todos nosotros.




Nacimiento de Jesús

                                                                    NAVIDAD      

                                                           Evangelio (Medianoche)

         Lectura del santo Evangelio según San Lucas 2,1-14.

         En aquellos días salió un decreto del emperador Augusto, ordenando hacer un censo del mundo entero. Este fue el primer censo que se hizo siendo Cirino gobernador de Siria. Y todos iban a inscribirse, cada cual a su ciudad.
También José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret en Galilea a la ciudad de David, que se llama Belén, para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada.
         En aquella región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. Y un ángel del Señor se les presentó: la gloria del Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: —No temáis, os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. De pronto, en torno al ángel, apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra, paz a los hombres que Dios ama.

1.- María y José van a Belén para empadronarse. Lucas concreta el espacio y el tiempo del nacimiento de Jesús, hecho muy importante, porque el cristianismo se funda en la historia, que no exclusivamente en un mensaje. Es una revelación divina basada en la historia de Jesús. Por eso los Evangelios tratan de precisar el nacimiento como la muerte de Jesús. Cuando nace Jesús, Octaviano Augusto gobierna, y lo hace del 27 a.C. al 14 d.C., y conduce el Imperio a una situación llamada «Pax Romana Augustana». Bajo el dominio político del Imperio de Roma se unifica paulatinamente todo el Mediterráneo, formando un área cultural comparable a la que en este tiempo se da en Irán, India y China. Las dos tradiciones que recogen Mateo y Lucas sitúan el nacimiento de Jesús en Belén, aunque su vida transcurra en Nazaret (Lc 2,6-7; cf. Mt 2,1). Quizás, buscando un lugar tranquilo y desahogado, María y José se recluyen en el pesebre situado junto a la posada y donde se guarda el ganado. Lucas evidencia el contraste entre el poder y esplendor del Emperador  radicado en la Roma imperial y la humildad y debilidad del Hijo de Dios nacido en un pesebre. María da a luz a su «primogénito», lo que indica que antes no tuvo hijos y, por tanto, era el heredero, como consta en los Evangelios: «Carpintero e hijo del carintero» (Mc 6,3; Mt 13,55).

2.-  El anuncio a los pastores (Lc 2,8-10). Jesús nace fuera de la ciudad. Es de noche y unos pastores guardan su rebaño en el descampado. Los pastores se consideran en este tiempo gente marginal y descuidada en su oficio, pues, por lo general, no son amos de su rebaño. Al nacer Jesús todo se ilumina: el cielo (Lc 2,8-14) y la tierra (Lc 2,15-20). Un ángel se presenta a los pastores envuelto en la luz celeste y les comunica la buena nueva del nacimiento, y, como todo nacimiento, lleva consigo una gran alegría, un anuncio, ―la palabra―, que se ratifica por una señal. Que nazca «hoy» es que la presencia salvadora del Señor comienza con el niño nacido en Belén, como el «hoy» que Jesús pronuncia en la sinagoga de Nazaret (cf. Lc 4,21), en casa de Zaqueo (cf. 19,1-10), en la cruz al buen ladrón (cf. Lc 23,43).
 El nacimiento es del «Mesías», al que se le une «Señor», un calificativo que sólo se le ha aplicado a Dios en el AT, y para los paganos suponía una dignidad fuera de lo común. Además es «Salvador», función propia de Dios con relación a sus criaturas. ¡Es la gran alegría! El signo es el resumen de la vida de Jesús, toda vez que el Señor le indica en el Bautismo que su dignidad filial y su misión la llevará a cabo en forma de siervo (cf. Mc 1,11-13par): aquí, al nacer, es un niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre. Frente al poder del Imperio, Dios se hace presente en la historia con la debilidad de un niño recostado en la trastienda de un albergue, donde se guardan los animales.

3.- La alegría de la noticia es para aquellos que son capaces de reparar cómo ama el Señor, en quién se contenta y con quién se relaciona. Naturalmente a todos los hombres, porque todos son sus hijos; pero se complace más con aquellos que perciben su amor, como los pastores, en la sencillez y pobreza, en la fidelidad, como un día lo será ese niño en la cruz. Por eso se alegra el Señor en el Bautismo cuando le dice: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco» (Lc 3,22).

El coro que acompaña al ángel que anuncia el nacimiento invita a todo el mundo que se sume a la alegría celeste que supone la aparición del Mesías, Señor y Salvador en el mundo. Los pastores corren a Belén, descubren por la pobreza a la primera familia cristiana y lo anuncian a todos. Esta ya es la historia humana, porque empieza una vida que va a transformar a los hombres desde Dios. María con la anunciación y la acogida de su hijo le hace meditar, ir madurando su elección divina y su maternidad humana, para, en Pentecostés, ocupar el lugar de Madre, ya no sólo de Jesús, sino de todos los creyentes.

domingo, 20 de diciembre de 2015

Santos y Beatos, del 26 al 30 diciembre


26 de diciembre
Esteban, Protomártir


«[Esteban] lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo, vio la gloria de Dios y a Jesús de pie a la diestra de Dios, y dijo: “Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre de pie a la diestra de Dios». Entonces, gritando fuertemente, se taparon sus oídos y todos a una se abalanzaron sobre él; le arrastraron fuera de la ciudad y empezaron a apedrearle. Los testigos depusieron sus mantos a los pies de un joven llamado Saulo. Mientras le apedreaban, Esteban hacía esta invocación: “Señor Jesús, recibe mi espíritu”. Después dobló las rodillas y dijo con fuerte voz: “Señor, no les tengas en cuenta este pecado”. Y diciendo esto, se durmió». (Hech 7,55-59).

                                               Común de Mártires

            Oración. Concédenos, Señor, la gracia de imitar a tu mártir San Esteban y de amar a nuestros enemigos, ya que celebramos la muerte de quien supo orar por sus perseguidores. Por nuestro Señor Jesucristo.

27 de diciembre
Juan, Evangelista

            San Juan es el discípulo a quien amaba Jesús (Jn 13,23); es el que se reclina sobre Jesús durante la última cena (Jn 13,23-25); y es el que Jesús entrega a su Madre María (Jn 19,26-27).


                                               Común de Apóstoles

            Oración. Dios y Señor nuestro, que nos has revelado por medio del apóstol San Juan el misterio de tu Palabra hecha carne, concédenos, te rogamos, llegar a comprender y amar de corazón lo que tu apóstol nos dio a conocer. Por nuestro Señor Jesucristo.


28 de diciembre
Los Santos Inocentes

            «Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos» (Mt 2,16).

                                               Común de Mártires

            Oración. Los mártires Inocentes proclaman tu gloria en este día, Señor, no de palabra, sino con su muerte; concédenos, por su intercesión, testimoniar con nuestra vida la fe que confesamos de palabra. Por nuestro Señor Jesucristo.

28.1 de diciembre
Catalina Volpicelli (1839-1894)

            Santa Catalina Volpicelli nace en Nápoles (Campania. Italia) el 21 de enero de 1839. Estudia en el Colegio Real de San Marcelino. El beato Ludovico de Casoria, el 19 septiembre de 1854, la admite en la Orden Franciscana Seglar y le indica como única finalidad de su vida el culto al Sagrado Corazón de Jesús. El 28 mayo de 1859, Catalina forma parte de las Adoradoras perpetuas de Jesús Sacramentado. Más tarde se entrega al apostolado de la oración, que en el futuro será el centro de su vida espiritual. Catalina funda el nuevo Instituto de las «Esclavas del Sagrado Corazón» el 1 julio de 1874, aprobado por el papa León XIII el 13 junio de 1890. Se extiende rápidamente. El 14 mayo de 1884, el Arzobispo de Nápoles, Guillermo Sanfelice, consagra el Santuario dedicado al Sagrado Corazón de Jesús que Catalina edifica junto a la Casa Madre. Muere en Nápoles el 28 diciembre de 1894. El papa Juan Pablo II la beatifica el 28 de junio de 1999 y Benedicto XVI la canoniza el 26 de abril de 2009.

                                               Común de Vírgenes

            Oración. Señor y Dios nuestro, te pedimos que Santa Catalina, virgen, tu fiel esposa, encienda en nuestro corazón la llama de la caridad divina que ella suscitó en otras vírgenes, para gloria perpetua de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo.


30 de diciembre
Bentivoglio de Bonis (1188-1232)

            El beato Bentivoglio de Bonis nace en 1188 en San Severino Marcas (Macerata. Italia). San Francisco lo recibe en la Orden. Ordenado sacerdote, es un modelo de oración y penitencia, testificando con su vida la predicación evangélica. Maseo, párroco de San Severino, ingresa en la Orden Franciscana por su ejemplo. Lo mismo hacen sus dos hermanos. Habita un tiempo en Trave Bonati, o Ponte della Trave para cuidar a un leproso. Trasladado a Monte San Vinicio, cerca de Potenza Picena, distante unos veinte kilómetros, lleva a la espalda al leproso consigo. Es modelo de humildad, obediencia y caridad. Muere en la fraternidad de San Severino el 25 de diciembre de 1232. El papa Pío IX aprueba su culto el 30 de septiembre de 1852.

                                                                   Común de Santos Varones


            Oración. Dios nuestro, solo tú eres santo y nadie puede ser bueno fuera de ti, por la intercesión del beato Bentivoglio, danos la gracia de vivir de tal manera que nunca nos veamos privados de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.

Escritos de Fr. Junípero Serra

                      ESCRITOS DE FRAY JUNÍPERO SERRA 

                                            P. Riquelme Oliva (Coord.)

         
 La canonización de Fray Junípero Serra ha sido la ocasión para que la Editorial Espigas (Instituto Teológico de Murcia OFM) lleve a cabo la edición de los escritos de uno de los más importantes evangelizadores de la Iglesia en América. Mucha leyenda negra sobre la evangelización, que tiene parte de razón, ha ocultado las muchas y buenas luces que también las hubo. Y, entre ellas, la de este franciscano que fue llevado por la pasión del Evangelio sine glossa hasta las tierras americanas del norte. Su labor ha sido alabada por el papa Francisco y esto nos permite comprender también el cariz de su obra.
           El libro es un trabajo de enorme mérito por enfrentarse a una obra ardua de revisión de las cartas y otro material escrito que nos ponen ante los avatares de la tarea evangelizadora y, a veces, los sinsabores del esfuerzo. Su lectura puede ser de gran utilidad para conocer mejor una época en la que muchos han puesto más o menos de lo que realmente sucedió
               
 El papa Francisco nos sorprendió a todos cuando el día 15 de enero de 2015, durante el viaje de Sri Lanka a Filipinas, anunció que el Beato franciscano Junípero Serra seríacanonizado en el próximo mes de septiembre en Washington con motivo de su viaje a los Estados Unidos de América para la participación en la Jornada Mundial de las Familias.
               
 No es frecuente que la Iglesia anuncie una canonización de estas características sin antes haber realizado un largo y minucioso proceso de investigación y aportación de pruebas para que un determinado cristiano sea puesto ante toda la Iglesia universal como modelo. El motivo lo explicó el mismo papa Francisco durante el anuncio de la canonización: «He decidido canonizar a aquellos que hicieron una gran labor de evangelización y que recogen el espíritu evangelizador de la Evangelii Gaudium». En una celebración del papa Francisco con el Pontificio Colegio Norteamericano pronunciada el día 2 de mayo de 2015 destacaba tres rasgos fundamentales de la espiritualidad de nuestro santo franciscano: su ardor misionero que le llevó a dejarlo todo para adorarlo, para seguirlo, para encontrarlo en el rostro de los pobres, para anunciarlo a aquellos que no han conocido a Cristo, y por esto, no se sienten abrazados por su misericordia; su devoción a María bajo la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe, presente en cada una de las 21 misiones por él fundadas en la costa californiana, y que constituye en la actualidad la raíz común del continente americano; y su testimonio de santidad, fuente para descubrir la propia dignidad, consolidando cada vez más la propia pertenencia a Cristo y a su Iglesia.
             
La acción misionera no estuvo exenta de barbarie, y así «lo ha reconocido la Iglesia pidiendo perdón por la crueldad y los abusos de los líderes coloniales e incluso de algunos misioneros, pero también ha reconocido, con profundo pesar, que el proyecto colonial perturbó y, en algunos casos, destruyó formas de vida tradicionales». Pero también es cierto que «no podemos juzgar actitudes y comportamientos del siglo XVIII de acuerdo a los estándares del siglo XXI, aunque las exigencias del amor evangélico son las mismas en todas las épocas. Y es triste pero cierto que, como dijo Juan Pablo II, al llevar el Evangelio al continente americano, «no todos los miembros de la Iglesia estuvieron a la altura de sus responsabilidades cristianas».
Sin embargo, este no fue el caso con el Padre Serra. Incluso los historiadores críticos admiten que él y sus compañeros misioneros «fueron protectores y defensores de los indígenas ante la explotación colonial y la violencia». Fray Junípero conocía los escritos y la experiencia del misionero dominico, Bartolomé de Las Casas, en América Central. Al igual que de Las Casas, el P. Serra fue audaz y elocuente en la lucha contra las autoridades civiles para defender la humanidad y los derechos de los pueblos indígenas. En ese sentido, su Memorando de 1773, o Representación, al virrey colonial de la Ciudad de México es probablemente la primera «declaración de derechos», publicada en Norteamérica, donde proponía «recomendaciones prácticas detalladas para mejorar el bienestar espiritual y material de los pueblos indígenas de California». «La canonización del Padre Serra será una señal importante en esta nueva era de la globalización y del encuentro cultural». Los misioneros de esa primera generación eran creativos, y fueron los primeros aprendices de las culturas y los pueblos indígenas que servían. Ellos aprendieron sus idiomas, costumbres y creencias. Y sembraron las semillas del Evangelio para «crear una rica civilización cristiana, expresada en poemas y obras de teatro, en pinturas y esculturas, en canciones, oraciones, devociones, en la arquitectura e incluso en leyes y políticas».
                 
La obra nos permite volver sobre uno de los acontecimientos de inculturación del Evangelio que mejor pueden mostrar el camino de la verdad de una fe que se hace carne en la historia de los hombres y que se propone y expone con la propia vida. Como Fray Bartolomé de las Casas, Fray Junípero Serra fue llevado por dos amores, el amor al Evangelio y el amor a los habitantes de aquellas tierras. Esos dos amores los desgarraron. Testigo de ese desgarramiento interior son estos ESCRITOS DE FRAY JUNÍPERO SERRA.

Publicaciones Instituto Teológico de Murcia OFM, Ed. Espigas, Murcia 2015, (Serie Mayor 64), 883 pp., 17 x 24 cm.


lunes, 14 de diciembre de 2015

¡Dichosa tú que has creído!

                                                               IV ADVIENTO (C)



            Lectura del santo Evangelio según San Lucas 1,39-45.

            En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo a voz en grito: -¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

           
1.- María, después del encuentro con Dios y aceptar ser Madre de su Hijo, siente necesidad de comunicar la alegría de haber sido elegida por el Señor, de ser madre, y de ayudar a Isabel, que necesita todos los cuidados del mundo. Se encuentran las madres del Precursor y del Mesías; del que anuncia la salvación y de quien la hace presente con su vida y obra. El amor servicial relaciona dos mundos distintos y dos personajes muy diferentes. El templo, el sacerdocio de Israel y el ámbito sagrado del templo, situado en Jerusalén, con la casa, la joven y el pueblo de Nazaret, como son la mayoría de las casas, de las gentes y de los pueblos que pululan la tierra.  El mundo de María y Zacarías son muy diferentes, como distintos el desierto donde predica Juan el fin del mundo y los pueblecitos que recorre Jesús, diciendo que el Señor viene con una actitud de amor misericordioso. Pero el amor salta acequias, allana montículos y relaciona a un sacerdote con un carpintero, a una anciana con una joven. Todos dispuestos para anunciar y para servir al Señor de la vida que está al llegar.

              
2.-  Isabel recibe a María con una expresión que sería el saludo a toda mujer afortunada: por confiar en Dios, por ser madre. Cuando María termina los cuidados de madre con Jesús, al llegar a su mayoría de edad, se convierte en la madre creyente de su hijo, como toda madre humana, que luce a sus hijos como sus obras más valiosas. Y así es como saludan y reconocen a María en el ministerio de Jesús: «Mientras él hablaba estas cosas, aconteció que una mujer de entre el gentío, levantando la voz, le dijo: “Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron”». Pero él dijo: “Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen” (Lc 11,27-28). «Vinieron a él su madre y sus hermanos, pero con el gentío no lograban llegar hasta él. Entonces le avisaron: “Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte”. Él respondió diciéndoles: “Mi madre y mis hermanos son estos: los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen”» (Lc 8,19-21). Es la familia de Dios que formamos todos los cristianos.


               3. - El Señor derrama su gracia sobre cada uno de nosotros en nuestra vida, y solo necesita la apertura de nuestro corazón a su relación, que es capaz de transformarnos en personas de bien por su potencia amorosa. Pasamos de una actitud  pasiva, dejarnos hacer por Él, ―como María en la Anunciación―, a una actitud activa ―como María cuando viaja para ayudar a Isabel―. Pero Isabel nunca deja de ver en María que es obra del Señor, que es la conciencia que tiene María de sí misma. No debemos olvidar que cuando servimos, ayudamos, compartimos nuestros valores con los demás, somos hijos de Dios que los transmitimos con los mejores sentimientos, afectos y valores. Es nuestra vida centrada cuando se mueve con el motor del corazón divino.



IV Adviento (C): Dichosa tú que has creído.

                                                                  IV ADVIENTO (C)



            Lectura del santo Evangelio según San Lucas 1,39-45.

            En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo, y dijo a voz en grito: -¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

1.- Texto.-  El ángel anuncia a Zacarías que será padre de un niño. Juan es un don del Señor, como Isaac (cf Gén 18,10-14), Samuel (cf 1Sam 1) y Sansón  (cf Jue 13). La oración de petición de Zacarías al fin es escuchada por Dios. Zacarías e Isabel son un matrimonio creyente y obediente, atento a la Palabra del Señor; son justos en cuanto cumplidores de la Ley, y preceden al justo José (cf Lc 1,6).  María también recibe como un don al Salvador. Entonces, todo se llena de gozo y paz cuando el Señor regala lo más valioso que tenemos: la vida.  Goza Zacarías, Isabel, María y  las dos primas cuando se encuentran. Comienza el Evangelio del gozo y la alegría.  Es el gozo de la presencia del Señor en la historia al crear vida. Y la revela ―para el nacimiento de Juan―en un espacio sacral y majestuoso como es el templo, o ―para Jesús―en una humilde casa de una humilde familia en un humilde pueblo, Nazaret.

2.- Contexto. El centro del relato está en el encuentro de ambas madres, el salto de alegría de Juan y la expresión de Isabel: « ¡Dichosa tú que has creído!». María se ha puesto a disposición del plan salvador del Señor. Quiere decir que ha confiado en su propuesta; se ha fiado y abandonado a su voluntad, porque previamente ha sido agraciada con su relación de amor, que se expresa cuando el Espíritu la cubre con su sombra. Entonces, surge la vida de Dios en la historia humana por el encuentro de dos libertades, pero la libertad de María está iluminada por la gracia divina: es «llena de gracia». Cuando Dios ayuda se acierta en el cumplimiento de su voluntad, que en María es aceptar el ser Madre de su Hijo.

3.-  Acción. Como María cumple la voluntad del Padre, fiándose de la propuesta del Señor para ser Madre del Salvador, también nosotros cumplimos su voluntad cuando defendemos la dignidad humana de todos sus hijos, hermanos nuestros. Y cumplimos la voluntad del Padre, cuando, abiertos a su relación de amor ―es la gracia divina―, somos capaces de realizar lo que María hace con su prima Isabel: compartir la alegría de ser madres, de vivir para transmitir vida, y servir, ayudar, poner a disposición de los que necesitan todas nuestras capacidades naturales. Es lo que hace la joven María a Isabel, embarazada, llena de años y de felicidad.




domingo, 13 de diciembre de 2015

15 de diciembre

María Francisca Schervier (1819-1876)


            La beata María Francisca Schervier nace en Aquisgrán (Renania del Norte-Westfalia. Alemania) el 3 de enero de 1819, hija de Juan Enrique y Luisa Migeon. Es ahijada del emperador Francisco II. A la muerte de su madre, acaecida en 1832, se dedica a ayudar a los pobres y enseñarles el catecismo. El 3 de octubre de 1846 crea una comunidad para la asistencia a los pobres y enfermos, y en especial para las prostitutas, que se estrena con una epidemia de cólera y de viruela que asola Aquisgrán. Escribe una Regla y pone a la comunidad bajo la protección de San Francisco de Asís. De aquí viene el nombre del Instituto de Hermanas de los Pobres de San Francisco de Asís. Profesa en la vida religiosa el 12 de octubre de 1850, aunque su regla es aprobada por San Pío X en 1908. La nueva congregación se difunde rápidamente en USA; durante la guerra de 1864, 1866 y 1870, las hermanas se dedican a la asistencia sanitaria de los militares en los hospitales. Cultiva la adoración al Santísimo Sacramento y a la Virgen María. Muere el 14 de diciembre de 1876 en Aquisgrán. El papa Pablo VI la beatifica el 28 de abril de 1974.

                                               Común de Vírgenes, p. 1874

            Oración. Señor y Dios nuestro, te pedimos que la beata María Francisca, virgen, tu fiel esposa, encienda en nuestro corazón la llama de la caridad divina que ella suscitó en otras vírgenes, para gloria perpetua de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo.

22 de diciembre
Francisca Javiera Cabrini (1850-1917)

            Santa Francisca Javiera Cabrini nace el 15 de julio de 1850 en Santo Ángel Lodigliano (Lodo. Italia); es hija de Agustín y de Stella Oldini, familia dedicada a la agricultura. Ingresa en la Orden Franciscana Seglar. Al quedar huérfana de padre y madre, entra en los institutos de las Hijas del Sagrado Corazón y de las Hermanas Canossianas, pero no puede permanecer en ellos por su debilidad física. Realizados los estudios de Magisterio, se dedica a educar a los niños huérfanos. Funda el Instituto de las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús. Juan Bautista Scalabrini, obispo de Piacenza, le indica que se entregue a los emigrantes italianos. Viaja a América y se establece en Nueva York. Acoge a los huérfanos de emigrantes, construye el hospital Colombo en Nueva York, otro en Chicago y muchos hospicios por toda USA, allí donde hay emigrantes abandonados a su suerte. Abre una escuela en Buenos Aires. Muere en Chicago el 22 de diciembre de 1917. El papa Pío XII la canoniza el 7 de julio de 1946.

                                               Común de Vírgenes

            Oración. Señor y Dios nuestro, te pedimos que Santa Francisca Javier, virgen, tu fiel esposa, encienda en nuestro corazón la llama de la caridad divina que ella suscitó en otras vírgenes, para gloria perpetua de tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo.