UNA CUESTIÓN DE AMOR
«Desde lo hondo a ti grito, Señor»
Mons. Santiago Agrelo
Arzobispo de Tánger
La hondura desde la que gritaba
el salmista era la del pecado.
El que, con palabras de
promesa, había dicho: “Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir
de vuestros sepulcros, pueblo mío”, es el que te dice ahora con palabras de
evangelio: “Yo soy la resurrección y la vida”.
Hoy has escuchado el relato de
la resurrección de Lázaro; hoy, como en un espejo, has visto que Jesús abría
desde afuera el sepulcro de su amigo.
En la
Pascua , cuando todo quede cumplido y se te revele la verdad,
sabrás que él, tu Señor, ha abierto desde dentro tu sepulcro, todos los
sepulcros. Entonces reconocerás que el Hijo de Dios se ha hecho solidario
contigo en tu muerte para hacerte solidario con él en su vida.
La profecía y el evangelio
proclamados hoy te ayudan a comprender lo que has vivido en la fuente
bautismal, y desvelan el misterio de lo que vives en la eucaristía dominical.
Hoy en la eucaristía, como un día en el Bautismo, te encuentras con la
resurrección y la vida que es Cristo Jesús.
Él, por el amor con que se
encarnó, ha hecho suya tu muerte; y tú, por la gracia de la fe con que lo
acoges, has hecho tuya su vida.
El, por el amor, te dice: “¡Pueblo
mío!”
Y tú, por la fe, le dices: “Señor
mío y Dios mío”.
Nada le podrás decir si no lo
reconoces; nada podrás recibir si no lo ves. Reconoce a Cristo en la
Escritura que proclamas, en la
Eucaristía que consagras y recibes, en la comunidad con la que
oras, en el pobre con el que te encuentras. Reconócelo y acógelo, y habrás
recibido la resurrección y la vida.
Sólo el amor puede abrir los
sepulcros y los abre desde dentro. Una Pascua, si es verdadera, es siempre una
cuestión de amor.
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