Gerardo
Diego en el «Misteri» y un villancico
Francisco Javier Díez de Revenga
Setenta años se cumplieron este
pasado verano de la visita que realizara en agosto de 1943 Gerardo Diego a
Elche para asistir a la representación del célebre «Misteri», que cada año
tiene lugar en la cercana ciudad alicantina, con motivo de las fiestas de la
Asunción de la Virgen. En la cronología de Gerardo Diego, elaborada por su hija
Elena, figura en 1943 lo siguiente: «Agosto: invitado como huésped de honor
viaja a Elche a las representaciones del Misterio.» Y sabemos mucho de esta
visita suya a Elche. Como refiere Julio Neira en su reciente libro Trasluz de vida. Doce escorzos de Gerardo
Diego, el poeta, en carta a su amigo y asesor bancario Fernando Gómez-Collantes,
de 29 de julio le comunica: «La Junta el Misterio de Elche me ha invitado (y yo
he escrito aceptando) a las representaciones del Misterio los días 13 y 15 de
agosto. Voy como huésped de honor y me pagan los gastos de viaje».
Tras
la Guerra de España, se creó una Junta Restauradora del Misterio de Elche,
impulsada por Eugenio D’Ors, que rehabilitó la basílica de Santa María, muy
deteriorada durante la contienda, y reanudó las celebraciones. En 1943, la
Festa se desarrolló en varios días: el 13 hubo ensayo general y por la noche
Nit d’Alba; el sábado 14 se representó a las seis de la tarde el primer acto
del drama, y el domingo 15 hubo procesión por la mañana y representación del
segundo acto por la tarde. Este año excepcionalmente, el día 16, se celebró un
acto público en la Basílica con el voto de Elche por el que la ciudad se
comprometía a defender el misterio de la Asunción de la Virgen. Intervinieron
Eugenio D’Ors, José María Pemán y Adolfo Muñoz Alonso. El misterio de la
Asunción sería proclamado dogma de fe por Pío XII en 1950.
Hubo
juegos florales y al concurso correspondiente se presentó Gerardo Diego, pero
no obtuvo ningún premio. Los galardonados fueron Manuel Machado y José María
Pemán. A la fiesta en el Parque
Municipal asistieron D’Ors, Pemán, el presidente del Instituto el Libro
Julián Pemartín, el músico Conrado del Campo, el bibliotecario y profesor de la
Universidad de Murcia Andrés Sobejano y el pintor Manuel Benedito. Gerardo
Diego asistió a todos los actos y permaneció en Elche hasta el día 18 de agosto.
Ese día está fechado el artículo que Gerardo publicaría un año después en la
revista del Misteri Festa d’Elig:
«Por mucha ilusión con que se venga, la realidad es más alta de cuanto se había
imaginado. La portentosa unidad del Misterio,
su magnífica arquitectura total con elementos tan diversos en el tiempo y en el
espacio, están tan logrados que un poderoso sobrecogimiento toma posesión de
nosotros desde el comienzo y no nos abandona hasta la arrebatadora apoteosis
final. Juzgar el Misterio como obra
de arte me parece empequeñecerle. Aquí se debe venir a rezar plástica, poética,
musicalmente esa oración incomparable de fe y de belleza, en la que uno no es
más que una sílaba muda».
En
su visita, durante su estancia en Elche, al célebre Huerto del Cura, Gerardo
firmó en el libro de autógrafos y transcribió, de memoria, algunos versos de
uno de sus más conocidos y celebrados villancicos, la «Canción al Niño Jesús»,
que había escrito cinco años antes, en 1938. El texto que el poeta recuerda durante su
visita al Huerto del Cura, y que figura en el libro de autógrafos, contiene una
distinta ordenación de los versos y una pequeña variante respecto a los dos
textos editados por el poeta previamente, sin duda porque Gerardo escribió de
memoria recordando su poema, impresionado por sentirse rodeado de palmeras: «Si
la palmera supiera / por qué la Virgen María / suspira cuando la mira, / Si la
palmera supiera / que sus palmas algún día… / ... si la palmera supiera / ...
la palmera. / Gerardo Diego. 16-8-1943»
Podemos advertir, que el poeta, al recordar su
villancico, añade un nuevo sentimiento atribuido a la Virgen y concentrado en
el verbo «suspira», en la frase «por qué la Virgen suspira cuando la mira», en
vez «por qué la Virgen la mira», que figura en todos los textos publicados del
villancico y en el definitivo, que aparece en Versos divinos, en 1971, y que ya fue
utilizado por Gerardo Diego en el final de su única obra teatral El cerezo y la palmera «Retablo escénico
en forma de tríptico», que estrena en el Teatro María Guerrero en la Navidad de
1962.
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