ENERO
2 de enero
San Basilio Magno y San Gregorio
Nacianceno
San Basilio nace en Cesarea de
Capadocia el 330. Es consagrado obispo en el 370. Combate a los arrianos y favorece a los pobres. Muere el 379. San
Gregorio (330-390?), obispo de Constantinopla, gran teólogo e insigne
predicador.
Común
de Doctores de la Iglesia
Oración.
Señor Dios, que te dignaste instruir a
tu Iglesia con la vida y la doctrina de San Basilio Magno y San Gregorio
Nacianceno, haz que busquemos humildemente tu verdad y la vivamos fielmente en
el amor. Por nuestro Señor Jesucristo.
3 de enero
Santísimo Nombre de Jesús
El
nombre de Jesús se invoca como fuente de salvación al comienzo del
cristianismo. El primer milagro que realiza Pedro en Jerusalén curando a un
tullido lo hace en el nombre de Jesús: «Plata y oro no tengo, pero lo que tengo
te lo doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, echa a andar» (Hech 3,6).
Cuenta San Buenaventura, que «en virtud del nombre del Señor, Francisco
–pregonero de la verdad– lanzaba los demonios, sanaba los enfermos» (LM 12,8;
cf. 12,10). Pero, además, Francisco al nombrar a Jesús se estremecía en su
cuerpo y en su espíritu: «Jesús en los labios, Jesús en los oídos, Jesús en los
ojos, Jesús en las manos, Jesús presente siempre en todos sus miembros» (1Cel
115; cf.82). Este amor inmenso a Jesús y la veneración por su nombre pasa a
formar parte de la piedad de la Familia Franciscana y constituye una de sus
devociones más queridas. San Juan de Capistrano, San Jaime de la Marca, San
Leonardo de Porto Mauricio, etc., y, sobre todos, San Bernardino de Siena son
los impulsores de la veneración al nombre de Jesús. De ahí que se introdujera
en la Iglesia como fiesta litúrgica en el siglo XVI. El papa Clemente VII
concede a la Orden Franciscana la celebración del oficio en el año 1530 y la
fiesta es introducida en la Calendario Universal del Misal Romano en el año
2002.
Oración.
Oh Dios, que a tu Hijo le has puesto
el nombre de Jesús, Salvador de todos los hombres; concédenos pronunciar con
gozo este nombre en la tierra y disfrutar en el cielo de su presencia. Por
nuestro Señor Jesucristo.
4 de enero
Ángela de Foligno (1248
ca.-1309)
La beata Ángela sufre la pérdida de su
madre, su marido e hijos en un espacio breve de tiempo. Siguiendo a San
Francisco, distribuye sus bienes entre los pobres, sirve a los le-prosos en
Foligno (Perugia. Italia) acompañada por una mujer llamada Masazuola e ingresa
en los Franciscanos Se-glares en 1291, adoptando una vida de penitencia
extrema; peregrina a Roma y a Asís para visitar las tumbas de Pedro y
Francisco. En ellos descubre a Jesús pobre y crucificado. Escucha a Ubertino de
Casale y recorre el camino de Jesús por medio de la meditación de sus
misterios, lo que le conduce al olvido de sí misma, y a la entrega a los
desposeídos de esta tierra e, identificándose totalmente con Jesús, concluye
que el signo más eficaz para demostrar nuestra filiación divina es el amor a
Dios y al prójimo (Instructio XXII. Ed. Thier—Calufetti, 601). El amor la
conduce a adentrarse en el misterio de Dios Uno y Trino, experimentado como una
triple relación de amor. Relaciona la extrema pobreza con la humildad y el
amor. Evita participar en las tensiones que se dan en su tiempo entre los
franciscanos espirituales y observantes, aunque en ocasiones se asimila al
primer grupo. Muere en Foligno el 4 de enero del año 1309. Es sepultada en la
iglesia de San Francisco de su ciudad. El papa Clemente XI concede a la
Diócesis de Foligno y a la Orden misa y oficio propios el 14 de diciembre de
1709.
Común
de Santas Mujeres
Oración.
Oh Dios, que has distinguido a la beata
Ángela con la gracia de la contemplación de los misterios de tu Hijo;
concédenos participar de esos mismos misterios ahora y después en el cielo. Por
nuestro Señor Jesucristo.