MISERICORDIA
«CARTA A UN MINISTRO» DE SAN FRANCISCO
XI
En esta
línea se sitúa Francisco, por eso puede decirle al Ministro que «todo debe
tenerlo por gracia». Él pasa de una vida
a otra advirtiendo la transformación personal gracias al Espíritu del Señor.
Hay
tres acontecimientos por los que Francisco se introduce en la historia de
Jesús: 1º libertad de los valores que establecen el poder entre los hombres en
la escena con su padre y el obispo de Asís; 2º revelación de Dios proponiéndole
una nueva misión con las palabras que le dirige el crucifijo; 3º descubrimiento
de un «mundo nuevo», que supone una «vida nueva» para la que hay que «nacer de
nuevo» en el encuentro con el leproso. La clave del cambio de vida en la
experiencia de Dios como amor, la coloca Francisco cuando le habla el
crucifijo. Tal experiencia de amor entraña una visión del pasado de su vida, un
movimiento hacia atrás por el que verifica la inutilidad de los proyectos
familiares y sociales; a esto alude cuando dice «salir del mundo», entendido el
mundo como la inclinación al mal, la vanidad, la soberbia y el poder que
provienen del poseer.
A partir de Jesús, por su pasión y muerte para Pablo, por la
recreación de su vida edificada sobre el fundamento del Evangelio para
Francisco, arranca el verdadero sentido de la vida humana cuando se lee desde
Dios. Estos son los pasos que recorren los cristianos, gracias exclusivamente a
Dios: creados por su amor, perdonados por su amor en su Hijo, justificados por
Él, salvados por Él por medio de su Hijo y, finalmente, todo el proceso del crecimiento personal y
comunitario, lo que se entiende por santificación, proviene del Señor en Cristo
Jesús. Se puede terminar con la afirmación paulina: «Pues yo he muerto a la ley
por medio de la ley, con el fin de vivir para Dios. Estoy crucificado con
Cristo; vivo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí. Y mi vida
de ahora en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se
entregó por mí». Por consiguiente, el Ministro impondrá en la relación con los
hermanos el orden de la gracia, de la donación, recibida desde el Señor en
Cristo, y se alejará de la justicia como premio y castigo en las relaciones de
amor o del cumplimiento de la ley y las normas como el seguimiento básico del
Evangelio.