lunes, 4 de abril de 2016

III Domingo de Pascua (C)

            III DOMINGO DE PASCUA (C)


Lectura del santo Evangelio según San Juan 21,1-19.
[…] Después de comer dice Jesús a Simón Pedro: -Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? Él le contestó: -Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: -apacienta mis corderos. Por segunda vez le pregunta: -Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Él le contesta: -Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Él le dice: -Pastorea mis ovejas. Por tercera vez le pregunta: -Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería, y le contestó:-Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: -Apacienta mis, ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras. Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: -Sígueme
1.- Al final del párrafo evangélico de este domingo trae el Evangelista el interrogatorio de Jesús a Pedro. En el contexto de la comida, Jesús pregunta a Pedro, en presencia de los seis discípulos, sobre su fidelidad, con clara referencia a las negaciones en el proceso religioso (Jn 18,15-18). Con la respuesta afirmativa de Pedro a la fidelidad en el amor y de fe en su identidad mesiánica (Mc 8,29), Jesús le encarga la misión de ser pastor y guía de los creyentes (Jn 21,15-23). El evangelio de Juan cuenta la fidelidad de Pedro a Jesús, que mantiene hasta la muerte; y después se interesa Pedro por el discípulo amado, un interés que no tiene respuesta por parte de Jesús: Juan es una cuestión exclusiva de Jesús: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú, sígueme» (Jn 21,21).

2.- La Iglesia es continuadora de los discípulos de Jesús y de los apóstoles, que la configuraron al principio de su existencia. De los Doce discípulos, hay uno, Judas, que reniega de Jesús, y otro, Pedro, que lo desconoce cuando Caifás afirma su mesianismo. Y estos dos hechos vengonzosos de los inicios, traición y negación con arrepentimiento, siguen hasta hoy en tantos hermanos creyentes que pecan y se arrepienten, o se alejan de la comunidad por un estilo de vida que en nada se parece al de Jesús; pues no es necesario llamar la atención de la sociedad levantando un acta notarial para renegar de la fe, es la vida quien nos separa de Cristo y su comunidad. Pero la Iglesia también es la Iglesia de los otros Diez y de Pedro arrepentido, que son la mayoría de los cristianos que mantienen su fidelidad a Jesucristo por su vida amorosa con la familia, por la responsasibilidad en el trabajo, por el cuidado de la fe y su expresión religiosa, por su sensibilidad hacia los abandonados. A través de las relaciones de amor es como mantenemos vivo al Resuitado en nuestra vida personal y colectiva, por más que las infidelidades sean más escandalosas que las fidelidades al Evangelio.


               3.- Pedro manifiesta la fidelidad a Jesús cuando se lanza al agua para encontrarse en la orilla con él. Pero ahora tiene que ser fiel como pastor. Él es el guía de la Iglesia, y la Iglesia solo puede existir si está unida a Jesús, si transmite a Jesús y si Jesús se la presenta a Dios para reconocerla como la barca de la salvación.  Pero la barca guiada por Jesús, de la que pone al mando a Pedro, se llena de los creyentes de todos los tiempos gracias a la fe en Cristo, que se nos infunde en el bautismo y que cuidamos con las palabras y obras del Evangelio.  Todos nosotros somos el discípulo preferido de Jesús. Jesús es el que nos aguarda pacientemente uno a uno cuando lo encontremos en el momento de nuestra muerte, como al buen ladrón (cf. Lc 23,35-43), o cuando lo disfrutemos todos juntos al final de los tiempos (cf.  Jn 21,20-23).



Aparición en el lago de Galilea

           III DOMINGO DE PASCUA (C)


Lectura del santo Evangelio según San Juan 21,1-19.
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: -Me voy a pescar. Ellos contestan: -Vamos también nosotros contigo. Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada.
Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: -Muchachos, ¿tenéis pescado? Ellos contestaron: -No. El les dice: -Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: Es el Señor. Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: -Traed de los peces que acabáis de coger.
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: -Vamos, almorzad. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da; y lo mismo el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

               1.- Texto. La aparición junto al lago de Tiberíades recuerda el encargo que da Jesús a las mujeres que visitan el sepulcro en Jerusalén para que comuniquen a Pedro y a los discípulos que los verá en Galilea (Mc 16,7). Los discípulos recuperan las tareas que desempeñaban antes de embarcarse en la aventura del Reino con Jesús. La escena parte de una invitación para pescar que Pedro hace a seis discípulos: Tomás, Natanael, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo (cf. Mc 1,19-20), y dos innominados, de los que seguramente uno es el que Jesús ama. El hecho responde a una cita de la llamada de los primeros discípulos después de una pesca infructuosa (Lc 5,1-11; Mt 4,18-22) y el sentido estéril de la «noche» en Juan, contrapuesto al de la «luz», que en este relato se identifica, una vez más, con Jesús (Jn 9,4; 11,10). Pescar sin Jesús es un trabajo inútil (Jn 15,5; Lc 5,5). Los discípulos, como María Magdalena en el jardín, no reconocieron a Jesús (Jn 20,14). Jesús resucitado se adelanta a los discípulos para que lo identifiquen (Jn 20,15; Lc 24,16); él toma la iniciativa y les pide algo de comer. Al no tener ellos nada, por el fracaso de la noche, les invita a que echen las redes a la derecha de la barca con la promesa de que encontrarán peces. Y así sucede.



2.- Mensaje.  Con la palabra eficaz que conduce al bien de la gran pesca, llega también el reconocimiento del discípulo amado: «Es el Señor», al que le sigue Pedro y los demás cuando alcanzan la orilla. Llega Jesús, toma pan y se lo reparte, y lo mismo el pescado. El discípulo desconocido, que descubre a Jesús ahora y es el primero que llega a la tumba ante la indicación de María (Jn 20,5), es el mediador que encamina a Pedro y a sus compañeros al Señor resucitado, porque reconoce a Jesús en su nueva dimensión divina e identifica a quien les convoca al banquete eucarístico. Jesús les distribuye el pan y el pescado como en la multiplicación de los panes y de los peces lo hace con la multitud que le sigue (Jn 6,1-21), y como símbolo de su presencia en el ámbito eucarístico, que él personalmente preside. Como sucede con los discípulos de Emaús, la Eucaristía supone el lugar en el que se manifiesta el Señor resucitado y se da a conocer a los creyentes de todos tiempos.

3.-  Acción. El domingo pasado afirmábamos que Juan es el símbolo de la fe, el que se deja conquistar por Dios y recuerda los signos que Jesús dio sobre su vida futura. Sin embargo, Pedro es el que busca pruebas para creer, como María de Magdala se siente impulsada por su afecto para encontrarlo vivo de nuevo. La resurrección solo se capta por la fe: el don divino por el que accedemos a la dimensión de la vida nueva que Dios regala a sus hijos.  Y la fe es lo que nos hace escuchar la Escritura como Palabra de Dios, y vivir la Eucaristía como la presencia del Resucitado y su sentido de vida mostrado en su recorrido por Galilea. Los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,13-35) son el mayor ejemplo para adentrarnos en la dimensión divina del Resucitado por la fe; fe que Jesús exige al apóstol Tomás como regla para todos los que «no hemos visto al Señor» (cf. Jn 20,19-31).


Aparición en el lago de Galilea

III DOMINGO DE PASCUA (C)



Lectura del santo Evangelio según San Juan 21,1-19.
En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón Pedro les dice: -Me voy a pescar. Ellos contestan: -Vamos también nosotros contigo. Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada.
Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús. Jesús les dice: -Muchachos, ¿tenéis pescado? Ellos contestaron: -No. El les dice: -Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron, y no tenían fuerzas para sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro: Es el Señor. Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice: -Traed de los peces que acabáis de coger.
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice: -Vamos, almorzad. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da; y lo mismo el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos, después de resucitar de entre los muertos.

               1.- Texto. La aparición junto al lago de Tiberíades recuerda el encargo que da Jesús a las mujeres que visitan el sepulcro en Jerusalén para que comuniquen a Pedro y a los discípulos que los verá en Galilea (Mc 16,7). Los discípulos recuperan las tareas que desempeñaban antes de embarcarse en la aventura del Reino con Jesús. La escena parte de una invitación para pescar que Pedro hace a seis discípulos: Tomás, Natanael, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo (cf. Mc 1,19-20), y dos innominados, de los que seguramente uno es el que Jesús ama. El hecho responde a una cita de la llamada de los primeros discípulos después de una pesca infructuosa (Lc 5,1-11; Mt 4,18-22) y el sentido estéril de la «noche» en Juan, contrapuesto al de la «luz», que en este relato se identifica, una vez más, con Jesús (Jn 9,4; 11,10). Pescar sin Jesús es un trabajo inútil (Jn 15,5; Lc 5,5). Los discípulos, como María Magdalena en el jardín, no reconocieron a Jesús (Jn 20,14). Jesús resucitado se adelanta a los discípulos para que lo identifiquen (Jn 20,15; Lc 24,16); él toma la iniciativa y les pide algo de comer. Al no tener ellos nada, por el fracaso de la noche, les invita a que echen las redes a la derecha de la barca con la promesa de que encontrarán peces. Y así sucede.



2.- Mensaje.  Con la palabra eficaz que conduce al bien de la gran pesca, llega también el reconocimiento del discípulo amado: «Es el Señor», al que le sigue Pedro y los demás cuando alcanzan la orilla. Llega Jesús, toma pan y se lo reparte, y lo mismo el pescado. El discípulo desconocido, que descubre a Jesús ahora y es el primero que llega a la tumba ante la indicación de María (Jn 20,5), es el mediador que encamina a Pedro y a sus compañeros al Señor resucitado, porque reconoce a Jesús en su nueva dimensión divina e identifica a quien les convoca al banquete eucarístico. Jesús les distribuye el pan y el pescado como en la multiplicación de los panes y de los peces lo hace con la multitud que le sigue (Jn 6,1-21), y como símbolo de su presencia en el ámbito eucarístico, que él personalmente preside. Como sucede con los discípulos de Emaús, la Eucaristía supone el lugar en el que se manifiesta el Señor resucitado y se da a conocer a los creyentes de todos tiempos.



3.-  Acción. El domingo pasado afirmábamos que Juan es el símbolo de la fe, el que se deja conquistar por Dios y recuerda los signos que Jesús dio sobre su vida futura. Sin embargo, Pedro es el que busca pruebas para creer, como María de Magdala se siente impulsada por su afecto para encontrarlo vivo de nuevo. La resurrección solo se capta por la fe: el don divino por el que accedemos a la dimensión de la vida nueva que Dios regala a sus hijos.  Y la fe es lo que nos hace escuchar la Escritura como Palabra de Dios, y vivir la Eucaristía como la presencia del Resucitado y su sentido de vida mostrado en su recorrido por Galilea. Los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,13-35) son el mayor ejemplo para adentrarnos en la dimensión divina del Resucitado por la fe; fe que Jesús exige al apóstol Tomás como regla para todos los que «no hemos visto al Señor» (cf. Jn 20,19-31).


III Domingo de Pascua (C)

III DOMINGO DE PASCUA (C)



Lectura del santo Evangelio según San Juan 21,1-19.
[…] Después de comer dice Jesús a Simón Pedro: -Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? Él le contestó: -Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: -apacienta mis corderos. Por segunda vez le pregunta: -Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Él le contesta: -Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Él le dice: -Pastorea mis ovejas. Por tercera vez le pregunta: -Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería, y le contestó:-Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: -Apacienta mis, ovejas. Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras. Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió: -Sígueme
1.- Al final del párrafo evangélico de este domingo trae el Evangelista el interrogatorio de Jesús a Pedro. En el contexto de la comida, Jesús pregunta a Pedro, en presencia de los seis discípulos, sobre su fidelidad, con clara referencia a las negaciones en el proceso religioso (Jn 18,15-18). Con la respuesta afirmativa de Pedro a la fidelidad en el amor y de fe en su identidad mesiánica (Mc 8,29), Jesús le encarga la misión de ser pastor y guía de los creyentes (Jn 21,15-23). El evangelio de Juan cuenta la fidelidad de Pedro a Jesús, que mantiene hasta la muerte; y después se interesa Pedro por el discípulo amado, un interés que no tiene respuesta por parte de Jesús: Juan es una cuestión exclusiva de Jesús: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú, sígueme» (Jn 21,21).


2.- La Iglesia es continuadora de los discípulos de Jesús y de los apóstoles, que la configuraron al principio de su existencia. De los Doce discípulos, hay uno, Judas, que reniega de Jesús, y otro, Pedro, que lo desconoce cuando Caifás afirma su mesianismo. Y estos dos hechos vengonzosos de los inicios, traición y negación con arrepentimiento, siguen hasta hoy en tantos hermanos creyentes que pecan y se arrepienten, o se alejan de la comunidad por un estilo de vida que en nada se parece al de Jesús; pues no es necesario llamar la atención de la sociedad levantando un acta notarial para renegar de la fe, es la vida quien nos separa de Cristo y su comunidad. Pero la Iglesia también es la Iglesia de los otros Diez y de Pedro arrepentido, que son la mayoría de los cristianos que mantienen su fidelidad a Jesucristo por su vida amorosa con la familia, por la responsasibilidad en el trabajo, por el cuidado de la fe y su expresión religiosa, por su sensibilidad hacia los abandonados. A través de las relaciones de amor es como mantenemos vivo al Resuitado en nuestra vida personal y colectiva, por más que las infidelidades sean más escandalosas que las fidelidades al Evangelio.

               3.- Pedro manifiesta la fidelidad a Jesús cuando se lanza al agua para encontrarse en la orilla con él. Pero ahora tiene que ser fiel como pastor. Él es el guía de la Iglesia, y la Iglesia solo puede existir si está unida a Jesús, si transmite a Jesús y si Jesús se la presenta a Dios para reconocerla como la barca de la salvación.  Pero la barca guiada por Jesús, de la que pone al mando a Pedro, se llena de los creyentes de todos los tiempos gracias a la fe en Cristo, que se nos infunde en el bautismo y que cuidamos con las palabras y obras del Evangelio.  Todos nosotros somos el discípulo preferido de Jesús. Jesús es el que nos aguarda pacientemente uno a uno cuando lo encontremos en el momento de nuestra muerte, como al buen ladrón (cf. Lc 23,35-43), o cuando lo disfrutemos todos juntos al final de los tiempos (cf.  Jn 21,20-23).



Europa exporta terroristas

                                                                       Europa exporta terroristas



Milo Rau, Europa exportiert Terroristen,  (Europa exporta terroristas)  Zeit.de 25/11/2015

Milo Rau es un director y autor de teatro suizo. Su nombre saltó al gran público por la puesta en escena de Das Kongo Tribunal  (El Tribunal de El Congo), un procesamiento de la guerra civil congolesa,  y por su libro Was tun? Kritik der postmodernen Vernunft  (Qué hacer? Crítica de la razón posmoderna). El director de  teatro   ha rastreado opiniones y actitudes en los barrios belgas, en los que numerosos musulmanes sólo encuentran integración en el Salafismo. A su juicio, la guerra no va a resolver el problema.


ZEIT ONLINE Sr. Rau, su obra de teatro  The Civil Wars (Las guerras civiles)  comienza con que un joven musulmán residente en Bélgica se convierte al Islamismo radical y deviene terrorista. ¿Cuándo descubrió usted el tema para el teatro?

Milo Rau  Empecé la obra en 2013. El yihadista es, para mí, la figura alegórica de esta época. De modo semejante,  a como el revolucionario de izquierdas fue la figura de los años sesenta y setenta. El yihadista ensambla en sí mismo los grandes desarrollos actuales: por un lado, la desgracia, el daño, el infortunio (das Unheil ) y, por otro, la promesa ideológica de la trascendencia.

ZO Pero, para Europa,  no hay en el Yihadismo promesa  de trascendencia alguna.

MR ¿Conserva Europa todavía una tal promesa de trascendencia?  O más bien, ¿los viejos ideales de la Ilustración han sido sustituidos en Molenbeek  y Villeforde (barrios de Bruselas) por las utopías negativas de los jóvenes? En tales barrios,  no se marchan unos cuantos a Siria sino cientos. Ni siquiera se trata de una subcultura,  sino de una cultura masculina vivida cotidianamente.

ZO ¿Por qué razón se ha decidido usted por Bélgica?

MR Bruselas es el centro absoluto del Islam radical, lo que hoy significa el Salafismo.

ZO Para usted, entonces, ¿es  Bruselas el escenario de la anormalidad  europea?

MR En Bruselas,  se da asimismo la posibilidad de un futuro positivo europeo. Bruselas es la primera gran ciudad de Europa en la que no domina nacionalidad, etnia o cultura algunas, formadoras de la mayoría. La verdad es que, en Bruselas,  ello funciona bastante bien. Lo que encuentro fascinante  es el movimiento bruselense X,  de mi conocido Dyab Abou Jahjah, una asociación de organizaciones de emigrantes. Si esta organización llega a consolidarse, podría surgir una fuerza política, democrática. El movimiento  X es, a mi juicio, un anuncio utópico de una opción política para otros países europeos. En tal movimiento X,  hay representantes de los más diversos ambientes de emigrantes, por ejemplo, de la comunidad congolesa junto a  otros norteafricanos. Ello debería parecer improbable,  habida cuenta del racismo árabe frente a los negros africanos.

ZO ¿Una internacional de los emigrantes, pues?

MR  Precisamente. Ello se explica,  por razón de que los emigrantes – como en el siglo XX el proletariado – son un grupo con intereses comunes. En tal sentido, Bruselas juega, para mí, un papel de anticipación,  de lo que  en adelante va a desarrollarse  en Europa occidental.

ZO  ¿Cómo ha investigado usted en Bélgica?

MR Durante algún tiempo he vivido en Schaarbeek, yo era el único no-árabe en mi calle. Las cinco familias  que he venido observando viven en Molenbeek.

ZO Es decir, el barrio del que procedían algunos de los que  atentaron en  París.

MR .. y también  en Villeforde, en dónde rigen condiciones semejantes de vida. También he hablado con enseñantes , en cuyos cursos participaban, en términos de grupos de ayúdese-a-sí-mismo,  madres, cuyos hijos se han marchado a Siria.

ZO ¿Cómo ha sido, para usted.  vivir  sólo en medio de  hombres de origen árabe, en el centro de Europa?




* Traducción para los amigos de Antonio López Pina
MR Por lo general, más bien prosaicamente. De todos modos, tenía a veces la impresión de que se observaba  fijamente mi forma occidental de vida.


La figura del padre, alcohólico o esquizofrénico, estaba ausente

ZO Justo por el miedo de que ello pueda en realidad generalizarse, se nutren movimientos como el de Pegida (en Dresde).

MR  Real-políticamente, ello es algo que hace tiempo he dejado atrás. En 2013,  he discutido mucho en Bélgica  sobre la teoría, de que en Europa, a medio plazo, llegaremos a una lucha entre movimientos  identitario-nacionalistas de extrema derecha  e islamistas radicales. A la postre,  ello es lo que ha animado a Michel Houellebeck a escribir su relato Sumision. Pero en mis rastreos he podido observar que los salafistas no se proponen establecer su califato en  Europa. Ellos quieren establecerlo en lo que, para ellos,  es  “Tierra santa”; de ahí que no tengan interés en   lograr  poder político en Occidente. Si hacen atentados en Europa, lo que les mueve es su  reverbero  mediático; también les mueve el deseo de venganza hacia Occidente. Y ellos esperan que su terrorismo  atraiga a Siria más luchadores.

 ZO ¿Qué tipo de personas se sienten atraídas por tal oferta? ¿Hay ejemplos ideal-típicos?

MR Lo que llama la atención es que, en prácticamente todas las familias que he encontrado  cuyos hijos han marchado a Siria, si acaso,  tenían un padre de débil personalidad, cuando  no existía  un padre en absoluto. Los padres habían desaparecido, alcohólicos o esquizofrénicos; en otro caso, sencillamente daban de sí una figura de débil carácter. 

ZO ¿Se puede generalizar tal tesis?

MR Es lo que he podido observar. Muchos padres no es que sean débiles de carácter; es que,  son  así a los ojos de  sus  radicalizados hijos. Bien sea porque  se han adaptado a la forma occidental de vida,  o porque sólo tienen un trabajo manual de bajo reconocimiento social. Y ello da lugar,  a que, en la cotidianeidad de la mayoría de las familias,  tales padres no tengan un papel importante, si tienen alguno.



ZO ¿Puede hablarse así de la crisis de la pequeña familia como una explicación del Yihadismo?

MR He  tratado de observar unas cuantas familias  para comprender conflictos sociales – de ahí que el periódico francés Libération  haya calificado de   psicoanálisis social mi obra The Civil Wars.  ¿Qué puedo decir, al respecto? Es frecuente que,  en los comienzos de una carrera yihadista,  se dé una crisis de pubertad, un vacío emocional. Se da el caso de padres que eran chiítas y sus hijos se hacen sunitas para incorporarse a los salafistas. Para tales jóvenes,  sus padres no son  héroes; a tal fin, en tales ambientes , sólo se encuentra a los guerreros salafistas de Alá.  Simultáneamente,   se trata de la única figura edificante cuyo ejemplo invita a seguir.

ZO ¿Cabe concluir que la mezquita está sustituyendo, en la socialización de los jóvenes musulmanes, a la pequeña familia?

MR En la mezquita, los jóvenes encuentran un espacio en el que son algo más que meros individuos. Allí se les hace ver,  que ellos son parte de algo más grande. Además, con frecuencia, en las mezquitas discuten por primera vez sobre política, son tomados en serio y tienen algo que decir. Para unos socialmente perdedores, en la pubertad además, ello es  el no-va-más.

ZO ¿Existe algo comparable en la historia de Occidente?

MR No completamente; pero piense usted en la Alemania de los años setenta, cuando miles de jóvenes  sustituían  por Mao a sus padres nazis. Entonces como en la actualidad, encontramos a jóvenes en búsqueda de mentores / líderes  espirituales.

ZO ¿Es éste  el  lugar de encuentro de la RAF terrorista de izquierdas (alemana)  y los jóvenes terroristas musulmanes?

MR  Ideológicamente, no hay puntos de conexión; pero,  en algunos casos,  socio-psicológicamente  evidentemente sí – piense usted en el relato sobre la RAF (alemana) de Bernward Vesper, Die Reise (El Viaje).

ZO ¿Cabe esperar que en algún momento los extremistas cambien de actitud y comportamiento, como fue el caso, al final, de algunos miembros de la RAF (alemana)?

MR Se trata de evoluciones no individuales sino generacionales. Es decir, la época cambiará y el terrorismo salafista acabará en un callejón sin salida. Cuando se  observa fotos de los años setenta y de primeros de los ochenta de encuentros panarábigos, se observa que había muchas mujeres; aquello parecía Woodstock. Era un ambiente completamente distinto. Por el contrario, la actual juventud musulmana es ultraconservadora, por demás patriarcal – pero, ¿por qué no va a ser, dentro de  quince años, completamente diferente la situación de sus propios hijos e hijas?

ZO Usted ha encontrado jóvenes musulmanes que han regresado de Siria. ¿Tiene usted la impresión de que se han conjurado con el Estado Islámico?

MR No, no he podido constatarlo. La programación, tambien el trauma, son muy profundos. A ello se añade que,  en mi impresión, la presión social es enorme en los barrios a los que regresan. Continúan siendo salafistas, incluso después de que en los barrios a los que vuelven dén  parte de su misión.

ZO ¿Cómo cabe imaginar ese retorno y la nueva relación con los musulmanes de esos barrios?

MR Los jóvenes que han ido a Siria son mirados con respeto, a veces venerados, por sus coetáneos en sus barrios. Sus hermanos y hermanas ascienden socialmente; no son por más tiempo los vendedores de pizzas de la esquina, sino el hermano de fulano; y cuando tal hermano muere en la lucha, su status asciende aún más. No importa que  los, con frecuencia, padres culturalmente secularizados lo rechacen.

ZO ¿Debemos entender, en consecuencia que, a su juicio, habremos de vivir por mucho tiempo bajo la amenaza del terrorismo?

MR Piense usted en el extremismo de izquierdas, digamos de la RAF (alemana). En aquella época, muchos y figuras prominentes de políticos entre ellos pensaron que el Estado alemán estaba a  punto de irse a pique. La histeria imperó por algún tiempo y se declaró el estado de excepción. De nuevo estamos ante una situación semejante.

ZO ¿Qué podemos aprender actualmente de las experiencias con el terrorismo de izquierdas de los años setenta?

MR Lo peligroso  no es tanto lo que hacen los terroristas,  como en qué términos reacciona la sociedad. A mi juicio, el Presidente francés ha incurrido en el error  de hablar de guerra; es decir, de tomar políticamente demasiado en serio al terror. A mi parecer, se trata sencillamente  de un problema jurídico: los terroristas de París o de Beirut han asesinado. Ahora se trata de detenerlos y de colocarlos en un proceso penal ante los jueces

ZO ¿Qué piensa usted cuando dice, que Hollande se ha tomado demasiado en serio a los terroristas?

MR En lo que al número de terroristas salafistas capaces de acción se refiere, se trata de un puñado localizado en diversas  grandes ciudades europeas.

ZO Actualmente,  hay muchos más luchadores del Estado Islámico de los miembros  que nunca tuvo la RAF (alemana).

MR  Y, sin embargo, no tiene sentido hablar de guerra,  cuando pequeños grupos de europeos llevan en Europa a cabo atentados. Ni los terroristas islámicos ni los radicales de extrema derecha tienen en Europa poder político real ni capacidad social real de acción.



La comunidad mundial   de los musulmanes

ZO El punto de partida de su obra es un joven musulmán que viaja a Siria, se hace terrorista, y, cómo lo sigue su padre a fin de recogerlo.

MR Tal familia es real, pero como sucede en  muchos islamistas radicales en Bélgica que viajan a Siria, son hijos de matrimonios inerculturales. El padre es belga, la madre keniana.

ZO ¿Y? ¿Consiguió recuperarlo su padre?

MR Efectivamente, lo trajo a Bruselas. Pero, entretanto,  el hijo está de nuevo en Siria.

ZO ¿Y, se ha incorporado al Estado Islámico?

MR No, pero, sí a otra milicia islámico-radical. He encontrado islamistas radicales  que, presos de  cierto idealismo político,  han viajado a Siria para derribar a El  Assad. Dado que El Assad bombardeaba a sus hermanos de fé, ellos querían  ir  en su ayuda.

ZO ¿Y, actualmente?

MR En el año y medio transcurrido, la argumentación, el debate ha devenido  islamista-salafista. Ha desaparecido completamente el aspecto social-revolucionario que había habido previamente en la argumentación. Ello recuerda a la evolución en la guerra civil española, cuando, al comienzo,  las Brigadas Internacionales lucharon contra Franco y, en poco tiempo, se desató una lucha enfebrecida entre stalinistas y trotskistas – vid. George Orwell, Mi Cataluña.

ZO Actualmente,  se discute  qué consecuencias deberían inferir los gobiernos europeos de los atentados en París. ¿Qué piensa usted?

MR Se comprende que Europa quiera combatir al Estado Islámico. La cuestión es, ¿por qué no combatimos al Estado Islámico  impidiendo que extremistas europeos viaje a Oriente Medio? Jóvenes luchadores procedentes de Europa contribuyen activamente a que millones de sirios y de irakíes huyan, también en dirección a Alemania.

ZO La mayoría de los soldados del Estado Islámico son árabes de Siria e Irak.

MR Por supuesto.  Y, sin embargo, Europa exporta terroristas en altas cantidades, se trata de miles, peor, de decenas de miles. El miedo a que puedan encontrarse luchadores del Estado Islámico entre los movimientos de refugiados que vienen en aluvión hacia Europa es una inversión cínica de la realidad. Habría que levantar vallas de alambre espinoso hacia dentro, a fin de que terroristas europeos no viajen a Oriente Medio.

ZO Pero ello no resuelve el problema a largo plazo. ¿Qué podría Bélgica hacer, a fin de que barrios como Villeforde y Molenbeek  dejen de ser caldo de cultivo para cruzados islamistas?

MR Durante mucho tiempo me ha parecido vano el discurso  sobre educación e igualdad de oportunidades. Pero después de mi estancia en la periferia de Bruselas,  debo reconocer, que de éso es de lo que debe tratarse.

ZO ¿La respuesta política es, en consecuencia, … ¿

MR Educación, educación, educación. Y más igualdad de oportunidades.





La misericordia en San Francisco: II-5

                                     La misericordia en San Francisco


                                                        II-5

            1º Reconducir la vida personal

            La llamada divina afecta directamente a su ser. Sin tocar la gratuidad de la fe y de la vida, el «todo es gracia», hay una parte de nuestra existencia que, al cambiarla el Señor, se debe reconducir. Me refiero al dominio de su voluntad. La opción que hace de seguir a la letra a Jesús pobre y crucificado le conduce a despojarse de todo. La pobreza le coloca en la situación de los marginados de la tierra. Pero no sólo eso. Más importante para él es la pobreza como vacío de sí que aprende del Hijo de Dios cuando asume la vida humana, o de la afirmación del himno de la carta a los Filipenses: «[Cristo] siendo de condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios; sino que se vació de sí mismo y tomó la condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres»[1]. Francisco sigue a Jesús pobre y crucificado; esto hace que se ajuste su interioridad conflictiva, porque no le regalan la minoridad y su ser siervo. Las ínfulas de poder y enriquecimiento que vive en su familia y sociedad[2] son una muestra del cambio de vida que tiene que hacer, aunque la motivación y la conversión ciertamente sea un don de Dios. Por un lado le lleva a reconocer su situación real ante Dios, «... porque cuanto es el hombre delante de Dios, tanto es y no más»[3], y por otro lado, desde Dios ante el mundo: «Confieso, además, al Señor Dios Padre y al Hijo y al Espíritu Santo [...] todos mis pecados. En muchas cosas he ofendido por mi grave culpa [...] o por negligencia, o por ocasión de mi enfermedad, o porque soy ignorante e iletrado»[4]. La relación que Dios mantiene con él le hace ser consciente de su culpa y de la necesidad de liberarse del mal instalado en su yo: «... superándose a sí mismo, se llegó a él [leproso] y le dio un beso. Desde este momento comenzó a tenerse más y más en menos, hasta que, por la misericordia del Redentor, consiguió la total victoria sobre sí mismo»[5]. De esta forma controla la soberbia y la vanagloria que son las que someten a Dios, a los demás y a la creación a los intereses personales.


            Otro aspecto que se da, a la vez, de la penitencia es el seguimiento de Jesús. Cuando Francisco emprende el camino de la penitencia, llama la atención a sus conciudadanos de Asís, y no precisamente para su edificación. En un determinado momento se le unen tres personas muy conocidas en la ciudad: Sabbatino, Morico y Juan de Capella, que obedecen las órdenes del Poverello de vivir de la limosna. Entonces les echan en cara «que habían dado sus bienes propios para consumir los ajenos [...] Sus mismos parientes y consanguíneos los hacían blanco de su persecución. Otros ciudadanos hacían burla de ellos, como de memos y locos, porque en aquellos tiempos a nadie se le ocurría dejar sus propios bienes para luego pedir limosna de puerta en puerta». Así se concreta en la Regla: «Y guárdense los hermanos y sus ministros de ser solícitos de sus cosas temporales, para que libremente hagan de sus cosas lo que el Señor le inspirare. Con todo, si se busca un consejo, tengan licencia los ministros de enviarlos a algunos temerosos de Dios, con cuyo consejo sus bienes se distribuyan a los pobres»[6]. Hasta el obispo de Asís, a quien Francisco confía todos sus propósitos y con el que contrasta cada nuevo paso que da para seguir a Jesús según el Evangelio, le aconseja que desista de vida tan dura. Francisco acierta en la respuesta: «Señor, si tuviéramos algunas posesiones, necesitaríamos armas para defendernos. Y de ahí nacen las disputas y los pleitos, que suelen impedir de múltiples formas el amor de Dios y del prójimo; por eso no queremos tener cosa alguna temporal en este mundo»[7]. De esta forma legisla para la fraternidad, cuya firmeza se acentúa conforme pasan los años: «Guardémonos, por lo tanto, los que lo dejamos todo no sea que perdamos por tan poca cosa el reino de los cielos. Y si en algún lugar encontráramos dinero, no nos preocupemos de él, como del polvo que hollamos con los pies, porque es vanidad de vanidades y todo vanidad»[8]; «Mando firmemente a todos los hermanos que de ningún modo reciban dinero o pecunia por sí ni por interpuesta persona»[9]; y en el Testamento enfatiza la firme obediencia en la no posesión de cosas, viviendas o privilegios, reduciendo los bienes al intercambio por el trabajo, peculiaridad de las sociedades agrícolas: «Y yo trabajaba con mis manos, y quiero trabajar; y quiero firmemente que todos los otros frailes trabajen en trabajo que conviene a la decencia. Los que no saben, aprendan, no por la codicia de recibir el precio del trabajo, sino por el ejemplo y para rechazar la ociosidad»[10].


            Por consiguiente, Francisco cambia de vida al escuchar al Señor e introducirse en la historia de Jesús, hechos que le conducen a liberarse de los valores que establecen el poder entre los hombres —escena con su padre y el obispo de Asís[11]; revelación de Dios proponiéndole una nueva misión —palabras que le dirige el crucifijo[12]; descubrimiento de un «mundo nuevo», que supone una «vida nueva» para la que hay que «nacer de nuevo» —el encuentro con el leproso[13]. La clave del cambio de vida —la experiencia de Dios como amor—, la coloca Francisco cuando le habla el crucifijo[14]; Clara de Asís piensa igual[15]. Tal experiencia de amor entraña una visión del pasado de su vida, un movimiento hacia atrás por el que comprueba la inutilidad de los proyectos familiares y sociales; a esto alude cuando dice «salí del mundo»[16], entendido el mundo como la inclinación al mal[17], la vanidad[18] y la soberbia y el poder que provienen del poseer[19].



[1] Flp 2,6-7; cf. Jn 1,14.
[2] Cf. 1Cel 1-2; LM 1,1
[3] Adm 19,2; cf. Adm 12,1-3; 13,2.
[4] CtaO 38-39; Tes 29.
[5] 1Cel 17; cf. Rnb 17,9-16
[6] Rb 2,7-8; cf. Rnb 2,1.5.
[7] TC 35; cf. AP 15
[8] Rnb 8,5-6; textos citados: Mc 10,28par; Eclo 1,2.
[9] Rb 4,1; cf. Rnb 8,1-12.
[10] Test 20-21; cf. 24-25.
[11] Cf. 1Cel 8-15; cf. supra 1.2.3. 1º
[12] Cf. 1Cel 10; LM 2,7.
[13] Cf. 2Cel 9; LM 1,9; cf. infra, III. 3.1.3. 2º a.
[14] Cf. Test 1-4; Rnb 22,9.47-48; 23,3; 1Cel 33. 69.
[15] TesCl 9-10: «Pues el mismo Santo, cuando aún no tenía hermanos ni compañeros, casi inmediatamente después de su conversión […], mientras edificaba la iglesia de San Damián, donde, visitado totalmente por la consolación divina, fue impulsado a abandonar por completo el siglo».
[16] Test 4; cf. 1Cel 33.
[17] 2CtaF 63-67: «Por otra parte, todos aquellos que no viven en la penitencia y no reciben el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, y cometen vicios y pecados; y los que caminan tras la mala concupiscencia y los malos deseos, y no observan lo que prometieron, y sirven corporalmente al mundo por los deseos carnales, por los cuidados y preocupaciones de este siglo y por los cuidados de esta vida, engañados por el diablo, de quien son hijos y hacen sus obras (cf. Jn 8,41), son ciegos, porque no ven la luz verdadera, nuestro Señor Jesucristo. No tienen la sabiduría espiritual, porque no tienen al Hijo de Dios en sí, que es la verdadera sabiduría del Padre; de los cuales se dice: Su sabiduría ha sido devorada (Sal 106,27)»; cf. 1Cel 22.
[18] Rb 10,7-8: «Pero amonesto y exhorto en el Señor Jesucristo que se guarden los frailes de toda soberbia, vanagloria, envidia, avaricia (cf. Lc 12,15), cuidado y solicitud de este siglo (cf. Mt 13,22), detracción y murmuración; y no cuiden los que no saben letras de aprender letras; sino que atiendan a que sobre todas las cosas deben desear tener el Espíritu del Señor y su santa operación»; cf. 1Cel 5.
               [19]  SalV 10-11: «La pura santa Sencillez confunde toda la Sabiduría de este mundo (cf. 1Cor 2,6) y la Sabiduría del cuerpo. La santa Pobreza confunde a la Codicia y a la Avaricia y a los Cuidados de este siglo »; cf. 1Cel 8 ; son las tres propuestas que se le hace a Jesús para desviarlo de la misión que Dios le encomienda hacen para romper su relación filial (cf. Lc 4,1-13; Mt 4,1-11).