III DOMINGO DE PASCUA (C)
Lectura del santo Evangelio
según San Juan 21,1-19.
[…] Después de comer dice
Jesús a Simón Pedro: -Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? Él le
contestó: -Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: -apacienta mis
corderos. Por segunda vez le pregunta: -Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Él le
contesta: -Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Él le dice: -Pastorea mis ovejas.
Por tercera vez le pregunta: -Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? Se entristeció
Pedro de que le preguntara por tercera vez si lo quería, y le contestó:-Señor,
tú conoces todo, tú sabes que te quiero. Jesús le dice: -Apacienta mis, ovejas.
Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas a donde querías;
pero cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará
adonde no quieras. Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a
Dios. Dicho esto, añadió: -Sígueme
1.- Al final del párrafo evangélico de este domingo trae el Evangelista el
interrogatorio de Jesús a Pedro. En
el contexto de la comida, Jesús pregunta a Pedro, en presencia de los seis
discípulos, sobre su fidelidad, con clara referencia a las negaciones en el
proceso religioso (Jn 18,15-18). Con la respuesta afirmativa de Pedro a la
fidelidad en el amor y de fe en su identidad mesiánica (Mc 8,29), Jesús le
encarga la misión de ser pastor y guía de los creyentes (Jn 21,15-23). El
evangelio de Juan cuenta la fidelidad de Pedro a Jesús, que mantiene hasta la
muerte; y después se interesa Pedro por el discípulo amado, un interés que no
tiene respuesta por parte de Jesús: Juan es una cuestión exclusiva de Jesús:
«Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿a ti qué? Tú, sígueme» (Jn 21,21).
2.- La
Iglesia es continuadora de los discípulos de Jesús y de los apóstoles, que la
configuraron al principio de su existencia. De los Doce discípulos, hay uno,
Judas, que reniega de Jesús, y otro, Pedro, que lo desconoce cuando Caifás
afirma su mesianismo. Y estos dos hechos vengonzosos de los inicios, traición y
negación con arrepentimiento, siguen hasta hoy en tantos hermanos creyentes que
pecan y se arrepienten, o se alejan de la comunidad por un estilo de vida que
en nada se parece al de Jesús; pues no es necesario llamar la atención de la
sociedad levantando un acta notarial para renegar de la fe, es la vida quien
nos separa de Cristo y su comunidad. Pero la Iglesia también es la Iglesia de
los otros Diez y de Pedro arrepentido, que son la mayoría de los cristianos que
mantienen su fidelidad a Jesucristo por su vida amorosa con la familia, por la
responsasibilidad en el trabajo, por el cuidado de la fe y su expresión
religiosa, por su sensibilidad hacia los abandonados. A través de las
relaciones de amor es como mantenemos vivo al Resuitado en nuestra vida
personal y colectiva, por más que las infidelidades sean más escandalosas que
las fidelidades al Evangelio.
3.-
Pedro manifiesta la fidelidad a Jesús
cuando se lanza al agua para encontrarse en la orilla con él. Pero ahora tiene
que ser fiel como pastor. Él es el guía de la Iglesia, y la Iglesia solo puede
existir si está unida a Jesús, si transmite a Jesús y si Jesús se la presenta a
Dios para reconocerla como la barca de la salvación. Pero la barca guiada por
Jesús, de la que pone al mando a Pedro, se llena de los creyentes de todos los
tiempos gracias a la fe en Cristo, que se nos infunde en el bautismo y que cuidamos
con las palabras y obras del Evangelio. Todos
nosotros somos el discípulo preferido de Jesús. Jesús es el que nos aguarda
pacientemente uno a uno cuando lo encontremos en el momento de nuestra muerte,
como al buen ladrón (cf. Lc 23,35-43), o cuando lo disfrutemos todos juntos al
final de los tiempos (cf. Jn 21,20-23).
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