lunes, 24 de marzo de 2014

Internet y el Derecho

            Internet:
Un pretexto para discurrir  sobre los límites y las potencialidades del Derecho

                                            Antonio López Pina
                                                     Facultad de Derecho
                                                                                           Universidad Complutense (Madrid)
                                                                                        
La sociedad de la información está en boca de todos. A lo largo de las dos últimas décadas, formidables avances tecnológicos han transformado nuestro horizonte de la información y de las comunicaciones. La información se ve como materia prima de la producción y de las relaciones económicas, como el impulso y la energía de los cambios. El proceso de las últimas décadas se condensa así en la privatización y mundialización de las actividades de la información. Convergentemente, el  desarrollo en la economía se ve potenciado por la generalización popular del uso de internet.
Propósito  de la presente reflexión es discurrir sobre la cuestión, de cómo lograr bajo el Derecho  una información y unas comunicaciones igualmente libres, presupuesto material de la formación libre de conciencia y opinión de los ciudadanos.

1.  Los efectos ambivalentes de internet
De los planteamientos esbozados,  en las Cumbres de la Sociedad de la Información, 2003, Ginebra,  y 2005, Túnez,. y en el encuentro del G8, 2011, Paris, con ejecutivos de la Industria informática,  brilla por su ausencia  una apreciación crítica sobre los efectos  ambivalentes de internet en la articulación de la sociedad, de la vida pública, en definitiva, de la democracia.  Porque lo cierto es que, en cuanto  caudal de información y para la comunicación, los límites de la red  son tan evidentes como portentosos sus activos. Hasta media docena de  argumentos cabe traer a colación: 
1.1  En primer lugar, internet no  es  un ingenio  neutral. Precisamente, porque   vía correspondencia electrónica transforma las formas de la sociabilidad y, por ende, las condiciones de la socialización. El ordenador hace  posible una diferenciación e individualización de oferta y demanda que, a la postre, conduce al aislamiento a los usuarios:  si bien mediante  las redes de telecomunicaciones  las nuevas tecnologías avecinan a los seres humanos, ello no obsta a que   simultáneamente generen  individualismo, anonimidad y fragmentación. La sociabilidad producida  se asemeja a la de una tribu o una secta: la religación social que se produce informáticamente trae causa de formas heterogéneas   de integración, que resultan de la pertenencia a bandas, clanes,   mafias y pandillas así como de  relaciones interpersonales. La red en fin  se reduce a  un simulacro virtual de las relaciones personales que nunca llega  a constituir comunidades articuladas o instituciones efectivas, como señala Gérard Raulet, catedrático de la Universidad Paris - Sorbona.  
Las  telecomunicaciones  hacen ciertamente posible la formación de mini–comunidades. Sin embargo,  en la medida en que  propugnan que cada cual tome el propio destino en su mano en vez de responsabilizarse de él ante instituciones, no fomenta la formación de lazos universalizables. La mediación entre los ámbitos privado y público difícilmente  tiene lugar. Más bien lo que se desarrolla es una religación social imaginaria entre mónadas electrónicas,  un espejismo de ámbito público. Si  desde comienzos de los años setenta asistimos a un proceso creciente de desinstitucionalización,  el simulacro de la red difícilmente puede suponer para ello un Ersatz (sustitutivo).
1.2  No es que internet no llegue  a atacar las desigualdades económicas sino que incluso llega  a fomentarlas,  la brecha digital sin ir más lejos como prueba.
1.3  Ante la situación anómica de Occidente después de cuatro décadas de neoliberalismo, hemos de abordar   la capacidad de los individuos y de los grupos de fundamentar una nueva normatividad. La lógica de las nuevas comunicaciones bloquea la creación  de tal  nueva normatividad; cualquier proyecto emancipatorio, también con ayuda de las redes, se ve   simultáneamente socavado desde sus inicios   por el ánimo de lucro de los holdings informáticos y las raíces economicistas de internet.  Si la dirección del desarrollo de las comunicaciones queda en manos de los  gigantes de la informática, de los entes  mediáticos,  de los tecnócratas y de los políticos, ¿cómo fundaremos  una normatividad alternativa?
No responde al interés de la Humanidad, ser gobernados   por unas gigantescas empresas   mundiales,  autonomizadas de cuanto pueda ser extraño al propio  lucro. La libre competencia es benéfica, ¡faltaba más!; solamente que las sociedades únicamente mantenidas por el afán de lucro y la competencia salvaje no son civil y democráticamente sostenibles. Desde Francia y desde Alemania, menos desde España,  se oye así clamar contra las contradicciones de tal evolución tecnológico – economicista.
1.4   La red   no respeta la creatividad literaria, científica y de las Bellas Artes y desdeña la formalización lingüística. Internet no es un Ersatz  para la comunidad científica ni  es la nave  para arribar  a no importa qué Ítaca. Más bien despierta  en muchos de nosotros la  alarma y provoca la resistencia  a que la red  haga  de la información y de la educación pública  mercancías de consumo.
1.5  Internet  tiende a  segmentar,  atomizar  y fragmentar  la oferta de información y niega el proyecto de  un Orden jurídico-público alternativo  de la información.
1. 6 Las expectativas económicas, políticas, morales que  muchos andan  depositando en internet y en la tecnología  son desproporcionadas.  Éstos  difícilmente pueden ser Ersatz para la  democracia representativa y para la cada vez más difícil autonomía y grandeza  de la política. Que en estos tiempos tenebrosos nuestros,  tenga yo dificultades para pensar en voz alta, como excepciones, más allá de los nombres del Presidente de Brasil, Lula da Silva, y del Presidente de Francia, Hollande,  no empece a la esperanza de que en algún momento y en algún lugar surgirán las personalidades que nos devolverán institucionalmente la confianza ahora perdida. 
Tales  juicios  no suponen que yo ignore  el potencial emancipatorio de la red.  Después de la primavera árabe, el movimiento español del 15 de mayo,  la coordinación de la Plataforma contra los Desahucios, en fin,  el movimiento  de enseñantes y de miembros del Sistema Nacional de Salud,  es innegable la virtualidad de la red  para la movilización social. A efectos de la crítica al establecimiento y a los aparatos partidarios, en defensa de los derechos políticos y sociales consolidados,  así como para  la emergencia en ciernes de una oposición extraparlamentaria, internet se ha acreditado como un instrumento no sólo precioso sino indispensable. Y en este sentido, sin duda conviene también estar en guardia frente a cualesquiera intentos de restringir o censurar la libertad de expresión e información que cristaliza a través de internet: el paradigma chino resulta suficientemente ilustrativo al respecto. 
Lo que ocurre es que esta defensa de la libertad negativa en la red  sería a todas luces insuficiente para cumplir con la función pública de los medios y las telecomunicaciones, a  la que  voy a referirme a continuación. 
2. Hacia  unas comunicaciones y una información  igualmente libres
Lo interesante de la dirección y la regulación jurídica del mercado de la información y de las comunicaciones  comienza, dónde la libre competencia  encuentra límites a su eficacia para bienes públicos. La  concepción de los medios y de internet desde una óptica puramente mercantil ha desvelado su insuficiencia para   garantizar el igual derecho de información y el igual derecho a la Cultura. El paradigma de mercado puede valer para bienes de consumo y de inversión; también para prestaciones   como formación,  seguridad o un medio ambiente limpio. No vale  en cambio para bienes y prestaciones  cuyo valor no puede ser estimado por el valor privado  de uso y  de cambio en el mercado. Toda una serie de ámbitos de la producción mediática  excluye una valoración mercantil: la reconstrucción mediática de la realidad de masas para el foro público, la  generación  de pluralismo, la creación  de pautas normativas  sociales de conducta, en fín, la producción y transmisión científica y cultural. Presupuesto es que  la sociedad  demande  la producción de tales bienes. Si ello es el caso, tales bienes deben ser creados; solamente que  los mismos no pueden ser confiados  al mercado.
Entre el complejo de producciones mediáticas,  Jürgen Heinrich, catedrático de Periodismo de la Universidad de Dortmund,  cuenta como bienes públicos también la crítica por los medios de comunicación de la economía, de la política y de la sociedad. El mercado no puede producir tales  bienes   públicos; consiguientemente, en los mismos, la competencia económica no es el procedimiento adecuado de dirección legislativa. 
En el sector privatizado de servicios de la información y de las comunicaciones, compete al Estado una especial responsabilidad para la universalidad de acceso a las fuentes y los servicios de información. Según jurisprudencia del Bundesverfassungsgericht, el Estado está legitimado para una acción de Derecho público como consecuencia de las debilidades estructurales del Derecho civil,   –  dado que la universalidad de acceso puede ser condicionada por la autonomía privada del titular de derechos que abre al mismo, frente al bien común o a los legítimos intereses de terceros,  la posibilidad de otorgar prioridad a los propios intereses.
Si por razones objetivas y de Derecho constitucional, el mandato del Derecho para ordenar una dinámica tan acelerada no puede ser confiado en exclusividad al Derecho privado, una perspectiva adecuada deberá diferenciar en un régimen jurídico de la información las respectivas responsabilidades del Estado, de la sociedad y de la economía. Al respecto, ciertamente  no están a disposición sea el juego del mercado, sea nuevas formas de autorregulación social. Pero tampoco cabe abdicar de la necesidad iuspública de regulación.
Como correlato a los privilegios de los medios, el Derecho constitucional establece una “responsabilidad mediática” en las     decisiones   ajustadas a la respectiva situación histórica. De ahí que en el futuro los contornos de tal responsabilidad deban ser adaptados  a las modificaciones estructurales experimentadas por la sociedad de la información; debiendo, además, el legislador reaccionar ante los  desarrollos   de  la industria privada de la comunicación.
Tal Orden de las comunicaciones deberá observar tanto el derecho subjetivo a la información y a la comunicación  como la vertiente objetiva del derecho. En tal sentido, el Orden de las comunicaciones  deberá   fomentar la igual libertad de los socialmente débiles y de la Inteligencia excéntrica, perdedores en el mercado mundial de la libre competencia, que sufren la brecha digital. Para el Ordenamiento estatal de la  información  así como para la protección en términos objetivos de los derechos fundamentales, las constituciones  asignan al Estado una posición de garante. El aseguramiento  de tales   derechos y libertades debe adoptar la forma de organización y procedimiento, especialmente con la “pluralidad cultural de formas de vida y con la individualización de proyectos existenciales” así como  ayudar a institucionalizar la capacidad  de la sociedad para el  aprendizaje.
La alternativa al Derecho europeo e internacional vigentes es una visión de los medios de comunicación  y de internet como servicio público, conforme al postulado para los medios de Hoffmann–Riem   (la public service function  de los medios). Apoyándose en la jurisprudencia del Bundesverfassungsgericht, el catedrático de Hamburgo  se ha pronunciado  en  los  distintos campos actuales del debate político–mediático  contra una sesgada  interpretación de los derechos fundamentales en términos meramente de   la economía de los medios, y en perjuicio de un foro público mediático abierto y plural, de naturaleza constituyente para la igual libertad y la democracia. En tal sentido, la radio–televisión pública, en competencia con la radio-televisión privada, tiene en todas las democracias occidentales    específicas funciones culturales, políticas y sociales. Frente a la perspectiva  economicista imperante, una orientación  estricta a la igualdad de oportunidades comunicativas de todos los ciudadanos  y   a la centralidad de la dimensión jurídico–objetiva de las libertades de medios y a la autonomía del sistema mediático han hecho   de Hoffmann–Riem el guía indispensable en el actual debate sobre política de la información. 
Cómo señala el Magistrado,  un Orden de la información y  de las comunicaciones  que haga justicia a los derechos  fundamentales  no se consigue  con mandatos y prohibiciones para las empresas de la comunicación,  sino estableciendo estructuras que impulsen su autorregulación. Tal estrategia  deberá ser concebida en adelante a medida de la arquitectura de internet. Al respecto, bien pudiera servir como referencia el Derecho de la radio–televisión, en la medida en que algunos de sus componentes jurídico–objetivos,  pudieran ser asumidos, en particular la idea de una garantía del pluralismo mediante organización y procedimiento.  Paradigmas de un mandato con referencia a la arquitectura tecnológica de internet pudieran asimismo ser las categorías de procura de transparencia (Offenheitspflege) así como de una obligación pública  de  dotación de estructuras (Strukturschaffungspflicht).

Frente a la perspectiva mercantilista   de reducir  la  materia de información y comunicaciones a problemas de mero Derecho de la competencia, es hora  de plantear una visión de internet como servicio público: recientemente, registramos el proyecto de ofrecer ARTE, el canal franco–alemán cultural de televisión, para los usuarios de internet. Ello viene a abundar en la oferta, vía Google,  de los programas  nacionales de televisión pública en el mismo sentido. También merece especial mención   el proyecto, para los países miembros de la Unión Europea,  de un buscador que libere a los internautas de su  actual dependencia respecto de Google. En fín, el art. 26, Declaración universal de los Derechos humanos (DUDH), y el art. 2, Protocolo adicional al Convenio para la protección de los Derechos humanos y de las libertades fundamentales (CEDH), obligan al  Estado a garantizar materialmente la educación:  también para el acceso universal,  el  uso crítico de internet y   la intervención de la comunidad científica  como custodio del conocimiento, lejos de las veleidades de los nativos digitales. De ese modo, unos  y otros se nos ofrecen como  ejemplos, por el momento,  de la extensión a  la  red  de la garantía estatal de la información y las comunicaciones como servicio público.
Las reglas jurídico–internacionales sobre la libertad de información  se apoyan así en  los  derechos humanos del Orden de la información. Sin embargo, contemplados en perspectiva, la bibliografía y una considerable jurisprudencia    sobre tal  Orden de la información  adolecen, de no colocar en su lugar central a la libertad de información. No es tanto que no aparezca en el tratamiento dogmático; es que el encono con que se proclama  las ventajas de las privatizaciones y la prioridad que se otorga a la libertad empresarial de las sociedades  transnacionales de telecomunicaciones hacen que la libertad de información sea relegada a un vergonzante  segundo plano.
Ante las imperiosidades  de la situación resulta también penosa la indigencia de la Comisión Europea. Ciertamente que, a la hora de actuar públicamente, habrá que tener en cuenta los constreñimientos internacionales. Ahora bien, la política seguida en la última década por la  Comisión Europea ha tenido como exclusiva referencia una idea economicista de la sociedad de la información: tan le han sido ajenos los objetivos de Estado social y de Estado de la Cultura como los derechos subjetivos fundamentales de los receptores de información.

Por ver está,  qué resulta de la tensión entre nuestro ideario europeo–continental de la creación de Derecho, concretado en nuestras tradiciones constitucionales comunes (art. 6.3 TUE), y la approach anglosajona de la iniciativa privada y de la autorregulación a todo trance. Cómo vemos, el legislador, la jurisprudencia y    las actuales cohortes de iuspublicistas europeos son contínuamente desafiados por la privatización de la información y las prácticas del mercado. Una vez más, la Europa de los Helmut Schmidt, Jürgen Habermas, Edgar Morin, Régis Debray,  Tony Judt,…   y de la Inteligencia excéntrica  tendría que señalar el camino para una gestión   de las potencialidades  de la red al servicio de  la educación pública y la democracia. Frente a la privatización  y las prácticas del mercado,  la demanda social de  igual libertad de información y comunicación es  una causa noble que está simplemente a la espera,  de que una legión de legisladores  se empeñe  en  la lucha por el Derecho.

M. Paula. Congreso

                               Historia y Evangelio
 I Centenario de la muerte de la Madre Paula Gil Cano (1913-1013).




Pedro Riquelme Oliva (Ed.)


           
Con ocasión del primer centenario de la muerte de M. Paula Gil Cano (Murcia 1913), la Congregación de las Hermanas Franciscanas de la Purísima organizaron unas Jornadas donde se abordó la personalidad de la Fundadora desde el punto de vista histórico, teológico, espiritual y pastoral. Introduce las Jornadas el prof. Riquelme Oliva, del Instituto Teológico de Murcia OFM. Glosa la vida de la M. Paula con los acontecimientos más importantes que suceden en su historia personal: familia, residencia en Cartagena, llamada a Murcia por la riada de Santa Teresa, las inundaciones de Consuegra, el cólera de Murcia, la creación de fraternidades y de casas que acogían a las personas marginadas, solas y pobres que se daban por doquier en la ancha geografía española. M. Paula pertenece a esas mujeres que en el siglo XIX y principios del XX en España «sin relieve a los ojos del mundo, son gigantes de amor, que construyeron la Iglesia de la Caridad en aquellos años recios de pobreza, analfabetismo y carencia de asistencia sanitaria» (35). La vida de caridad que imprime a las hermanas que le siguen en su entrega sin límites a los pobres, lo plasma en las Constituciones de la Congregación, dándole una identidad para que sus vidas tenga sentido siempre en la espiritualidad franciscana que vive en la Iglesia del Señor.
           
El prof. Ulderico Parente, Consultor de la Congregación de las Causas de los Santos, resume el texto que ha escrito sobre M. Paula y en el que reelabora la vida de la M. Paula con más de 300  documentos inéditos. Da una visión de M. Paula centrada en el contexto histórico y en las obras llevadas a cabo, siempre basado en documentos históricos de primera mano, y sin adoptar prejuicio alguno en la selección y exposición de dichos documentos. Por eso no tiene en cuenta la primera vida redactada por la M. Cecilia, fuertemente apologética,  y también excluye, en parte, la Vida Ejemplar de sor Concepción Vázquez, redactada con la idea de santidad que rige en la Iglesia de mitad del siglo XX, distorsionando los hechos históricos, o poniéndolos a servicio de la forma de ser un cristiano ejemplar elaborada por los espirituales de la teología y vida cristiana. Con todo, la tiene en cuenta por ser un testimonio de la santidad de M. Paula, que, cada vez más, es consciente la Congregación. Describe los acontecimientos sabidos de M. Paula, bien fundados desde siempre y por el anterior biógrafo, Barrios Moneo. Las nuevas pruebas documentales que aporta la Positio redactada por Ulderico son: El caso de doña Amparo Pérez, cuya separación de la Congregación «fue el resultado final de un progresivo camino, resultado no de contrastes con la M. Paula, sino más bien de constantes desobediencias al P. Malo y de iniciativas tomadas sin los permisos eclesiásticos» (56). Lo mismo se puede afirmar sobre la problemática del frustrado Capítulo General, donde se descarta la insinuación del P. Paga sobre una desobediencia de M. Paula al Obispo de la Diócesis de Cartagena. Entre el Obispo y el el P. Paga hay contradicciones tan evidentes que, alguno de los dos, o no estaba bien informado, o conscientemente no decían la verdad (63). Lo mismo se puede decir de la obediencia de M. Paula a los nombramientos de la Sagrada Congregación a partir de la Visita Apostólica realizada por el P. Miguel Martínez.  Escribe el prof. Ulderico: «Estoy personalmente convencido de que el gran valor de la M. Paula desde el punto de vista histórico y también teológico, radica en haber asumido e interiorizado, en primer lugar, sus propias limitaciones, en la conciencia de su humildad, y en haber atribuido a la Providencia de Dios todo paso adelante que dio y, también, la superación de todo obstáculo que encontró a su paso» (81). Sobre las virtudes de la M. Paula, el autor tiene una visión más bien antropológica que teológica sobre los valores que deben jalonar la vida de una creyente como M. Paula. Se confunde la fe confianza y la devoción a María con la fe teologal, don exclusivamente divino que nace en la Resurrección y Pentecostés, y la caridad, potencia amorosa divina gratuita y libre, muy distinta al servicio de amor a los pobres, que se apoyo por lo general en la inclinación y convicción natural de entrega, que se origina en la potencia vital que entraña el amor, el eros. Falta explicitar la esperanza teológica. Esto hay que cuidarlo mucho para fundar mejor la Positio. No se puede olvidar que las tres virtudes teologales tienen un doble aspecto: el descrito en el texto en cuanto expresan una forma de ser del cristiano cuando se relaciona con el Señor y el objetivo, es decir, la fe, esperanza y caridad en cuanto vehiculan la salvación de Dios que realiza por medio de Jesucristo a favor de todos los hombres.  Y los dos aspectos son dones gratuitos del Señor. La esperanza, que falta en el texto, es vivir entre la salvación incoada en el presente y el futuro pleno de ella. Es la seguridad que la experiencia tanto buena como mala de la historia serán trascendidas en el futuro por la acción del Señor. Y M. Paula tiene dichos y hechos que remiten constantemente a la esperanza teológica: «Mientras vivamos estamos en un tiempo de prueba», etc., etc.
El prof. Martínez Fresneda se funda en la siguiente afirmación de M. Paula para exponer su espiritualidad encarnada siguiendo el estilo de vida franciscano. En la segunda Carta que M. Paula escribe a Dña. Josefa Santa María y a su yerno D. Eusebio Vasco, fundadores del Colegio «San José» de Valdepeñas,  termina diciéndoles: «En fin, no dejaría la pluma porque creo que estoy hablando con los dos personalmente, pero es preciso, me llama el cumplimiento de mis obligaciones y debo dejar a Dios por Dios» (Carta 2,11) . El párrafo indica que las relaciones personales que mantiene con sus amigos y bienhechores las vincula con el tiempo que dedica a las hermanas, a los niños y demás servicios y se despide para ir a los rezos comunitarios. En la vida franciscana no se da una contraposición entre vida contemplativa y vida activa. La contemplación se conjuga con el servicio a los demás, fundados en la Encarnación del Verbo según el Evangelio de Juan y en la comprensión del símbolo que profesa el franciscanismo ―contiene lo que significa, que no remite a otra realidad humana o divina―. No se puede olvidar que la Encarnación del Logos toma forma de siervo en su forma humana, por consiguiente, la pobreza se entiende como kénosis, la cual da paso al amor de Dios a sus criaturas en las personas de las Hermanas, encauzando un amor gratuito, es decir, la caridad cristiana, que no eros potente y creador de vida.
Julio Herranz trata la «Espiritualidad de Madre Paula “un tesoro en vasija de barro».  Las fuentes la de la espiritualidad de M. Paula es el primado absoluto de Dios y su amor, una experiencia que recalca a sus hijas: « Vivid en perfecta unión con Dios; parece difícil, pero en realidad no lo es, Hijas mías. Mirad ¿queréis vivir íntimamente unidas con Jesús? Orad, orad mucho: Esta gracia sólo se consigue con la oración; si queréis vivir con Él unidas, tenedlo en cuenta, ha de ser orando y no de otra forma». Y el diálogo con el Señor recorre la apertura a la inciativa divina en su vida, la fe como vida del Espíritu y la confianza inquebrantable en la Providencia. Otro fundamento donde se asienta su espiritualidad es la Virgen María, a la que profesa una inquebrantable confianza y amor filial, como a San Francisco de Asís. Para ella es su “padre”, del que aprende la fidelidad y obediencia a la Jerarquía eclesiástica y la libertad que proviene del seguimiento de Jesucristo pobre y crucificado. De la vida de Jesús  aprende la entrega incondicional, la oración, la pobreza y humildad, todo vivido con un sentido fraterno.
J. Mª Avendaño Perea, Vicario General de la diócesis de Getafe (Madrid) edstudia la misión de las Franciscanas de la Purísima en la nueva Evangelización fundado en las Cartas de la M. Paula  y en los documentos Vita Consecrata y Novo Millennio ineunte. Subraya que la nueva evangelización, para no repetir esquemas ya desgastados por el tiempo y la práctica, deben tener una coherencia evangélica tal que realicen el encuentro personal con el Señor, y que se traduzca en un encuentro comunitario y eclesial. Y esto aplicado a la vida sacramental, al anuncio de la Palabra y a las obras de caridad. Hay que añadir que vivamos la fe cristianas como un don de Jesucristo. Y que los lenguajes que se empleen en la evangelización estén transidos por el amor cristiano, que no es otra cosa que el impulso del Espíritu Santo. Esto no obstante para que se dialogue con la razón.  Vistas las cosas desde el Señor, necesitamos escucharle, orar con una confianza incondicional, actuar con un amor compasivo y misericordioso y misionar con gozo. Las Franciscanas de la Purísima deben evangelizar con humildad y libertad, sin cansancio, obedientes al Espíritu, sin buscar privilegios, no temer la consolación interior del Espíritu en lo personal y en lo comunitario. Hay que evangelizar también desde la contemplación, la pobreza y sencillez, con apertura de corazón a las necesidades de las gentes, y siempre con un espíritu fraterno.

Editorial Espigas, Murcia 2013, 246 pp., 14,5 x 21,5 cm.



La Encarnación y Beatos 27 y 28 de marzo

                                                        25 de marzo
                                            La Anunciación del Señor



            La misa de la Anunciación se celebraba el miércoles de las Témporas de Adviento en la antigüedad. Durante este tiempo es cuando se hacía memoria del saludo y mensaje del Ángel a María comunicándole la voluntad de Dios sobre su futura maternidad. También se recordaba el consentimiento de María y el puesto que ocupaba en la economía de la salvación.- En efecto, el arranque del relato de la anunciación de su maternidad muestra que María ha sido elegida, preparada y puesta a disposición para cumplimentar la voluntad divina en la etapa definitiva de la historia de la salvación. Decir de María «llena de gracia» (Lc 1,28) es comunicarle que Dios la ha hecho graciosa, amable; que la ha transformado para poder asumir la responsabilidad que, desde ese momento, va a tener para con la redención de la humanidad. Y, a la vez, que el ángel le anuncia su maternidad, le asegura y le promete la virginidad: «¿Cómo será esto, pues no tengo relaciones?... Nada es imposible para Dios» (Lc 1,34-35). Quien comienza y pone en movimiento todo lo necesario para la salvación es Dios. Y es también Dios quien determina la forma y el medio con el que se va a llevar a cabo dicha salvación: por medio de una vida humana, nacida y crecida en el seno de una familia, como se hace con todos los hombres. Pero dicha familia, José, María y Jesús estarán a plena disposición del Señor. De ahí que cuando se anuncie la maternidad a María, como a José (Mt 1,18-24), se les diga, al mismo tiempo, que su vida depende totalmente del Señor para servir por completo a Jesús. 

                                               Oración

            Señor, tú has querido que la Palabra se encarnase en el seno de la Virgen María, concédenos, en tu bondad, que cuantos confesamos a nuestro Redentor, como Dios y como hombre verdadero, lleguemos a hacernos semejantes a él en su naturaleza divina. Por nuestro Señor Jesucristo.

                                                           Lecturas

            Primera lectura

            Los reyes de Aram e Israel piden ayuda a Judá para hacer una coalición contra Asiria. Isaías se opone a que el rey Ajaz solicite el apoyo a un rey pagano, Teglatfalasar, y no confíe en la acción del Señor. Este rey vence a Damasco y Samaría, pero somete a Judá. Con ello abre las puertas a una reino pagano (cf. 2R 16,5-16). Isaías le ofrece a Acaz un signo —un niño y su madre— para que cumpla la voluntad del Señor. El niño puede ser un hijo del rey que está para nacer, pero en el contexto profético se refiere al Mesías, y no sólo al Mesías sino también a su madre, en cuanto forma parte también del signo ofrecido por Dios al rey. El niño es fruto de la fe, es puro don (cf. Is 9,5-6, Miq 1,18-25).


Lectura del profeta Isaías                              7,10-14

           
Salmo responsorial                                                    Sal 39,7-11

            Refiere la disponibilidad del creyente para ponerse al servicio del Señor, que solicita no tanto la ofrenda de cosas, cuanto el corazón de las personas, personas dispuestas a cumplir su voluntad, que no es otra que la salvación y el bien de los hombres. El Salmo es fiel reflejo de lo que hicieron José, María y Jesús.


            V. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
            R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

            Segunda lectura

            Todos los sacrificios de la Antigua Alianza son sombras comparados con el sacrificio de Cristo. El sacrificio de Cristo quita realmente el pecado, borra las culpas de sus hermanos. Y es que Cristo es el Hijo de Dios hecho carne, de manera que, dada su dignidad divina, su ofrenda no sólo entraña la superioridad que da el hecho de quien se ofrece es una persona, sino que también dicha persona pertenece al ámbito divino: es el Hijo. El sacrificio de Cristo, único y definitivo, abre las puertas del paraíso, pero adquiere plena validez cuando es el mismo Cristo quien resucita, es quien accede a la morada de Dios (cf. Heb 9,12.24-26).
           

Lectura de la carta a los Hebreos                              10,4-10

           
Aleluya                                                          Jn 1,14

            Aleluya. Aleluya.
            «La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros,
 y hemos contemplado su gloria».
            Aleluya.

            Evangelio

            El párrafo del Evangelio de Lucas que narra la Encarnación del Hijo de Dios sigue siendo emblemático para los cristianos. No sólo se describe la extrema benevolencia divina para con su criatura, sino la disponibilidad que muestra María al plan de salvación propuesto por Dios. Si la bondad es el motivo de la creación para que Dios establezca una alianza con la humanidad, la disponibilidad es la mejor respuesta que el hombre pueda dar a Dios desde su libertad. María es para la Iglesia el modelo supremo de diálogo con Dios, de entrega sin límites a la voluntad divina, de saber vivir de la gracia divina, no obstante ofrezca lo mejor de sí para cuidar a su Hijo. El amor ofrecido graciosamente como Hijo por el Espíritu es respondido por María con otro amor, que es, a estas alturas, vivir sólo para él, que lo entiende y retiene como un don.
 
           
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 1,26-38

                                               Para meditar

            «El Padre de las misericordias quiso que el consentimiento de la que estaba predestinada a ser la Madre precediera a la encarnación para que, así como una mujer contribuyó a la muerte, así también otra mujer contribuyera a la vida. Esto se puede decir de manera eminente de la Madre de Jesús, que dio al mundo la Vida misma que renueva todo y que recibió de Dios unos dones dignos de tan gran misión. No hay, pues, que admirarse de que entre los Santos Padres fuera común llamar a la Madre de Dios toda santa, libre de toda mancha de pecado, como si fuera una criatura nueva, creada y formada por el Espíritu Santo. Enriquecida desde el primer instante de su concepción con una resplandeciente santidad del todo singular, la Virgen de Nazaret es saludada por el ángel de la Anunciación, por encargo de Dios, como Llena de gracia (cf. Lc 1,28). Y ella responde al enviado del cielo: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra (Lc 1,38).
            Así, María, hija de Adán, dando su consentimiento a la palabra de Dios, se convirtió en Madre de Jesús. Abrazando la voluntad salvadora de Dios con todo el corazón y sin ningún obstáculo de pecado alguno, se entregó totalmente a sí misma, como esclava del Señor, a la persona y a la obra de su Hijo. Con Él y en dependencia del Él, se puso, por gracia de Dios todopoderoso, al servicio del misterio de la redención» (Concilio Vaticano II, Lumen Gentium 56).



          27 de marzo
         Francisco Fáa de Bruno (1825-1888)



            El  beato Francisco Fáa, de la Orden Franciscana Seglar, nace en Alessandría (Piamonte. Italia) el 7 de marzo de 1825. Estudioso de las matemáticas, pertenece al cuerpo de ingenieros del ejército italiano, llegando a obtener el grado de capitán. Forma parte del Estado Mayor del rey Víctor Manuel II, educando a sus hijos Umberto y Amadeo. Renuncia al Ejército y viaja a París para profundizar en las matemáticas con los profesores Cauchy y Leverrier. Llamado por Dios al Sacerdocio, regresa a Turín, estudia Filosofía y Teología y se ordena de Presbítero. Su Obispo le apoya en sus estudios y publicaciones sobre las matemáticas. Enseña en la Universidad de Turín y alcanza el doctorado en Turín y París. Funda la Obra de Santa Zita para la promoción de la mujer. Es una especie de “ciudad de las mujeres” en la que hay escuelas, talleres, enfermería, etc., con una clara perspectiva de fortalecimiento de la familia. Además crea con la hermana Agustina Gonella, «Las Religiosas Mínimas de Nuestra Señora del Sufragio», dedicadas a la oración por las almas del purgatorio. Muere el 27 de marzo de 1888, y un siglo después, el 25 de Septiembre de 1988, Juan Pablo II lo proclama  beato .

                                                        Común de Pastores

            Oración. Señor Dios, que has concedido al beato Francisco Fáa el don de aprender y de enseñar las profundidades de las ciencias de la naturaleza, haz que la fe ayude de tal modo al entendimiento que los avances científicos sirvan para el desarrollo de tus hijos. Por nuestro Señor Jesucristo.

Lecturas


                                   «Dios le comunicará su doctrina y enseñanza»

            El sabio escruta la creación y la pone al servicio de Dios y de los hombres. Con su inteligencia penetra las cosas, encuentra su identidad y hace que alaben al Señor en la medida que sirven para afianzar la vida humana. Esta responsabilidad de la inteligencia humana no se puede llevar a cabo sin la oración, en la cual el sabio descubre la voluntad de Dios sobre las cosas que estudia. A ello se une el que la inteligencia no sólo está para comprender los secretos de la naturaleza y la vida de los hombres, sino también para exponer el plan de salvación que Dios tiene para salvar a sus criaturas.
           
Lectura del libro del Eclesiástico                                           39,8-14

Salmo responsorial                                                    Sal 118,9.10.11.12.13.14

            V. Enséñame, Señor, tus leyes.
            R. Enséñame, Señor, tus leyes.

Aleluya                                                                                  Mt 5,6

            Aleluya. Aleluya.
            «Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre».
            Aleluya.

            Evangelio

                        «Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo»

            Jesús vuelve al Padre después de la Resurrección. Ha revelado la gloria del Padre y la salvación de los hombres haciéndose uno con nosotros. Jesús ha transmitido el conocimiento de Dios, la fuente de la salvación, a la que se accede por medio de conocimiento de Jesús. Conocer es experimentar, es decir, poner en movimiento las fuerzas fundamentales físicas, psíquicas y espirituales del hombre. Experimentar y conocer a Dios lo exige. Es la gran misión que ha realizado Jesús y nos ha dejado a nosotros para que la continuemos y la extendamos a todos los hombres siempre con su mediación.

            Lectura del Santo Evangelio Según San Juan 17,1-8


                                                           Para meditar

            «Si un rayo de sol golpea el agua contenida en un recipiente, el agua rebota hacia arriba un reflejo luminoso; si el agua del recipiente está removida, también el rayo reflejado sobre la pared será oscilante, si está turbia, el rayo será oscuro; si está limpia, clara. El agua es la actividad mental del hombre, que inclina siempre hacia las cosas inferiores, a menos que la fuerza de voluntad la obligue a recogerse como en un recipiente. La agua recogida representa el recogimiento de un corazón disipado; pero cuando el agua recibe en sí el rayo de la luz celestial refleja un esplendor de luz hacia las cosas del cielo, y desde ahí eleva el rayo producido hasta el punto que no podía subir; al rayo producido por ella, el agua le imprime su semejanza y si se mueve hondulando en el vaso formará, procedente del vaso sobre la pared, un rayo oscilante; así sucede en el alma, cuando se expone a la luz divina la acoge e imprime en ella de alguna manera su semejanza, y levanta su corazón hacia el cielo, hacia el lugar al que por ningún recurso de la inteligencia y por ningún artificio práctico habría podido elevarse. Y cuanto más profundamente el chorro de luz divina penetra la mente, tanto más se eleva a lo alto; y cuanto más radicalmente el alma se recoge en la paz y en la serenidad, tanto más firmemente se introducirá en la luz suma por el camino de la contemplación. Ahí el alma reposa en paz y en una calma desbordante en moradas seguras. El alma iluminada entonces así según la exigencia de su pureza permanece muy admirada de las cosas que contempla. Ve algo que va más allá de la esperanza y está por encima de toda previsión humana, y es por eso que se manifiesta con admiración» (Gilberto de Tournai, Trattato sulla pace, 28).


                   28 de marzo
                  Juana María de Maillé (1331-1414)
                                              
            La beata  Juana María de Maillé, de la Orden Franciscana Seglar, nace el 14 de abril de 1331 en el castillo de La Roche, en la diócesis de Tours (Francia). Se desposa con Roberto de Silly en 1347. Los dos se dedican a ayudar a los afectados por la peste negra (1346-1353). Roberto fallece en 1362 y su familia aleja a su mujer de su casa y relaciones. Se retira a Tours para consagrarse a la oración y a las buenas obras. Hace voto de castidad ante el arzobispo de Tours y entra en el hospicio de los enfermos, para dedicarse por entero a ellos. Incomprendida y perseguida por las personas que la rodean, decide retirarse al eremitorio de Planche de Vaux, donde se entrega a la contemplación divina. Pronto cae enferma y se ve obligada a regresar a Tours en 1386. Aquí vive junto al convento de los Franciscanos y se pone bajo la dirección del Padre Martín de Bois Gaultier. Muere el 28 de marzo de 1414. El papa Pío IX confirma su culto en 1871.

                                                             Común de Santas Mujeres

           Oración. Concédenos, Señor Dios, que el ejemplo de oración y retiro de La beata  Juana María de Maillé nos estimule a una vida más perfecta. Por nuestro Señor Jesucristo.


Lecturas

            «Que el Señor guíe vuestros corazones hacia el amor de Dios y tenacidad de Cristo»

            La oración que nos une al Señor es el fundamento de la expansión de la fe cristiana al dejar paso a la acción del Espíritu que vive en la Iglesia. Pero también la oración preserva del mal, sobre todo de las continuas persecuciones e incomprensiones que sufren los mensajeros de la salvación que Dios ha enviado por medio de Jesús. La oración nos introduce en el amor de Dios y nos da la fuerza de Jesús para resistir el mal.

            Lectura de la segunda carta del Apóstol Pablo a los Tesalonicenses     3,1-5

           
Salmo responsorial                                                              Sal 92,1-2.5

            El Señor está presente en el espacio que se ha reservado en la creación y desde ahí atrae a los hombres para que participen de su santidad, para que en su vida, orando, la orienten hacia él. Pero también el Señor se sienta en su trono sagrado, dando firmeza y solidez a la creación que ha salido de sus manos. El Señor fundamenta la vida humana y toda la creación.

            V. El Señor reina, vestido de majestad.
            R. El Señor reina, vestido de majestad.

Aleluya                                                                                  Lc 24,46

            Aleluya. Aleluya.
            «Cristo tenía que padecer,
y resucitar de entre los muertos,
y entrar en su gloria».
            Aleluya.

            Evangelio

                        «¡Abba! (Padre): tú lo puedes todo, aparta de mí ese cáliz »

            Después de celebrar la Última Cena con sus discípulos, Jesús se retira al huerto de los Olivos para orar. Le acompañan Pedro, Santiago y Juan para ser testigos del sufrimiento de Jesús. Tal es la tensión y tentación que padece, que pide al Padre que le aparte el cáliz del sufrimiento (cf. Heb 5,7-9; Jn 12,27-28). Dios guarda silencio y Jesús obedece. Y a partir de aquí se deja conducir por los acontecimiento que han programado los sumos Sacerdotes para salvar la estabilidad de las relaciones entre Israel y Roma, según ellos (cf. Jn 11,49-51). Obedecer al Padre es cumplir con su misión, y cumplir con su misión es amar a los hombres hasta el extremo de entregar su vida por amor. Una vida así, Dios la considera salvadora para toda la humanidad.

            Lectura del santo Evangelio según San Marcos 14,32-42

Para meditar

            «Sabiendo Jesús todas las cosas que habían de venir sobre Él, por misteriosa disposición de lo alto, cantando el himno después de la cena, salió para el monte de los Olivos (Jn 18,4) a orar, según costumbre, al Padre. Y especialmente entonces, ya próximo el combate de la muerte, viendo en espíritu desbandadas y desoladas sus ovejuelas —las ovejuelas que el piadoso Pastor abrazaba con tierno afecto—, fue tan horrible en la naturaleza sensible de Cristo la aprehensión de la muerte, que vino a decir: Padre, si es posible, pase de mí este cáliz (Mt 26,30). Pero cuán grande fuese la ansiedad, que por diversas causas embistió el espíritu del Redentor, lo testifican las gotas de sudor de sangre, que de todo su cuerpo corrían hasta el suelo.
            “¡Oh Jesús, Señor y Dominador!, ¿de dónde proceden tan fuerte angustia y tan angustiosa plegaria? ¿No te ofreciste, con entera voluntad, al Padre en sacrificio?” (Anselmo, Meditaciones, 9). Sí, por cierto, mas para confirmar nuestra fe en tu humanidad, para robustecer nuestra esperanza en las horas amargas del sufrimiento, para encendernos más y más en tu amor, mostraste la natural flaqueza de la carne con signos evidentes, dándonos a entender que verdaderamente llevaste nuestros dolores (Is 53,4) y que no sin dolor, vivo y real, bebiste el cáliz amargo de la pasión» (San Buenaventura, El Árbol de la vida, 18)