EL CONVENTO DE S. FRANCISCO EN
CARTAGENA
Esteban Calderón
Facultad
de Letras
Universidad
de Murcia
La
obra fue dirigida desde 1571 a 1574 por el arquitecto Juan de Inglés,
procedente de Orihuela, donde realizara importantes trabajos en el colegio de
Santo Domingo o en la parroquia de Santiago, así como en otros lugares de la
Vega Baja. Las obras se realizaron con mucha lentitud, ya que a principios del
s. XVII aún no se había concluido la capilla mayor, costeada por el regidor D.
Nicolás García de Cáceres. Parece que el traslado desde la antedicha ermita al
nuevo edificio tuvo lugar en 1586, aunque las obras no estuviesen finalizadas. En
1604 el obispo Coloma otorgó la licencia definitiva. Al igual que otros
conventos, como el de los mercedarios o el de los agustinos, fue víctima de las
leyes de desamortización y demolido en 1844. Otras órdenes también sufrieron
este proceso desamortizador y, aunque sus conventos fueron demolidos, sus
respectivas iglesias se mantienen en pie: es el caso de El Carmen (carmelitas),
Santo Domingo (dominicos) y S. Diego (franciscanos).
A partir de aquí sabemos que era iglesia de una sola nave, con un altar mayor dorado y con imágenes de Salzillo y de Diego Francés, si bien no precisa cuáles eran esas imágenes; es lógico pensar que el titular sería S. Francisco. En una de sus capillas había un S. José que Vargas califica como «de lo mejor de Salsillo» –y que no hay que confundir con el S. José de Salzillo que se conserva en S. Diego– y una Santa Rosa que, por el contrario, era «de lo muy común» del imaginero murciano, probablemente una obra de taller. Del mismo imaginero había, en otra capilla, la de la V.O.T., una Santa Isabel de Hungría, de vestir, de mucho mérito. Igualmente informa de la existencia de un S. Francisco, de origen italiano, cuya cabeza y manos eran de gran belleza. De gran mérito era la capilla financiada por D. Nicolás García de Cáceres, en la que se hallaba su sepultura y que estaba coronada por su escudo de armas; la presidía un hermoso cuadro de S. Francisco. Tanto el templo como el claustro del convento contenían varios cuadros del célebre Senén Vila, que tuvo una gran actividad en la diócesis de Cartagena-Murcia, en la que se conservan numerosas pinturas. Concretamente, menciona un éxtasis de S. Francisco al recibir el jubileo de la Porciúncula, un S. Antonio, en el coro, un cuadro del Papa visitando el cuerpo del seráfico santo, un S. Juan y otros varios cuyo contenido no precisa, amén de otras pinturas de autores de menor nivel, como las de un pintor lorquino llamado Muñoz, que ejecutó para este convento algunos motivos franciscanos como el bautismo de S. Francisco o la impresión de las llagas, obras no exentas de gracia y colorido.
Tendrían
que pasar bastantes años para que los hijos de S. Francisco pisaran de nuevo el
suelo del lugar que da nombre a su provincia Cartaginense. El convento de S.
Francisco desapareció; sólo queda su nombre en una plaza y una calle, pero la
Orden de Frailes Menores sigue hoy activa en Cartagena a través de su actual
colegio de La Inmaculada.
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