lunes, 1 de junio de 2015

Corpus Christi

                                   EL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO (B)
                                   


            Lectura del santo Evangelio según San Marcos 14,12-16. 22-26.

            El primer día de los ácimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dijeron a Jesús sus discípulos: -¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?
El envió a dos discípulos, diciéndoles: -Id a la ciudad, encontraréis un hombre que lleva un cántaro de agua: seguidlo, y en la casa en que entre decidle al dueño: «El Maestro pregunta: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?
Os enseñará una sala grande en el piso de arriba, arreglada con divanes. Preparadnos allí la cena.
            Los discípulos se marcharon, llegaron a la ciudad, encontraron lo que les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Mientras comían, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio, diciendo: -Tomad, esto es mi cuerpo. Cogiendo una copa, pronunció la acción de gracias, se la dio y todos bebieron. Y les dijo: -Esta es mi sangre, sangre de la alianza, derramada por todos. Os aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día que beba el vino nuevo en el Reino de Dios.
            Después de cantar el salmo, salieron para el Monte de los Olivos.

1.- Texto.  En vísperas de su pasión y muerte, Jesús celebra una cena de despedida con sus discípulos. El centro del banquete está en dos bendiciones, en dos gestos que hace y dos frases que pronuncia, y los deja como su testamento. Bendiciones, gestos y palabras que constituyen el resumen de toda su vida, una vida que la sirve para fundamentar la nueva comunidad que va a conducir a los hombres hacia la salvación. Jesús bendice, parte y reparte el pan y ofrece la copa de vino para que beban todos de ella. Las frases que iluminan los dos gestos van en la misma dirección: el pan y el vino compartido es el sentido que le ha dado a su vida: entregarla hasta la muerte por la salvación de todos. Cuerpo y sangre simbolizan el objetivo de su vida: Proclamar el año de gracia del Señor y que ese año de amor misericordioso esté presente siempre cuando se haga memoria de él; y que se haga memoria hasta que él vuelva e implante definitivamente el Reino del Señor.


           
2.- Mensaje.  Jesús alimenta la vida humana porque ha vivido y se ha entregado hasta la muerte en cruz por sus hermanos. El servicio, como la máxima expresión del amor del Señor a sus criaturas, lo ha llevado Jesús hasta el extremo y es su señal de identidad y la de sus seguidores en medio de todas las culturas que ha generado la humanidad a lo largo del tiempo. Nosotros, bautizados en su nombre, comiendo su carne y bebiendo su sangre, continuamos la obra salvadora del Señor en Jesús en la medida que generamos vida, la defendemos y la llevamos a su plenitud. Este amor que se entrega hasta el límite de dar la vida, es el que celebramos cada segundo, cada minuto, cada hora, cada día en todas las partes del mundo. De esta forma los cristianos nunca podremos olvidar, y todos los demás hombres podrán un día comprender, que la vida está en servirla por entero (cuerpo y sangre) a todos, como Jesús.

           
3. Acción. El tesoro que guarda la iglesia es la Eucaristía. Ella es su centro y culmen de relación con Dios y con todos los hombres. Porque la Eucaristía es Jesús como Palabra del Señor encarnada (cf. Jn 1,14), la que escuchamos como alimento de nuestra vida. La Eucaristía es hacer presente el sentido de vida de Jesús, que da su vida por sus amigos (cf. Jn 15,9-17). Y hacemos memoria de ello y lo celebramos. Unimos a Jesús nuestros gestos, nuestros actos, nuestras actitudes que favorecen la vida de los demás, y, a la vez, en la Eucaristía reconocemos, fortalecemos y pedimos que se siga ampliando nuestro servicio para beneficio de nuestros familiares, de nuestros amigos, de nuestras funciones sociales.- Cuando adoramos al Santísimo estamos adorando al Señor que no duda en dar a su Hijo para que vivamos; cuando tenemos la forma consagrada ante nosotros, estamos adorando a Jesús que nos enseñó a vivir y a morir por amor; cuando exponemos la Custodia, que contiene el pan consagrado, estamos reconociéndolo como salido de las manos del Señor y, con el vino, también como fruto de la tierra y del trabajo de los hombres.


                                                          


No hay comentarios:

Publicar un comentario