DOMINGO XXXIII (B)
Lectura del santo Evangelio según
San Marcos 13,24-32.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —En
aquellos días, después de una gran tribulación, el sol se hará tinieblas, la
luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los ejércitos
celestes temblarán. Entonces verán venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con
gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los
cuatro vientos, del extremo de la tierra al extremo del cielo.
Aprended lo que os enseña la higuera: Cuando las ramas se
ponen tiernas y brotan las yemas, sabéis que la primavera está cerca; pues
cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os
aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la
tierra pasarán, mis palabras no pasarán. El día y la hora nadie lo sabe, ni los
ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre.
1.-
Texto. El capítulo 13 de Marcos comienza con la premonición de
Jesús sobre la destrucción del templo de Jerusalén. Los discípulos - Pedro, Santiago, Juan y Andrés -le
preguntan sobre la fecha de dicho acontecimiento. La respuesta la tenemos en el
evangelio descrito: sucesos cósmicos, venida de Jesús desde la gloria del Padre
y reunión de todos los elegidos dispersos por todo el mundo. El universo se
apaga como un preludio de la luz que va a iluminar la venida del crucificado; y
viene para reunir en una comunidad a todos sus hermanos. Es lo que deben
retener los discípulos, como saben el cambio de estación cuando la higuera echa
las yemas de los higos que se comen en el verano. Y es tan verdad su
premonición, que todos serán testigos de estos sucesos.
2.-
Mensaje. Jesús ha elegido a los Doce, que le han acompañado en
su misión por Galilea y en su viaje a Jerusalén, donde es traicionado,
abandonado y dejado solo ante Anás, Caifás y Pilato. Jesús se lo dice al
terminar la Última Cena: «Después de cantar el himno salieron para
el monte de los Olivos. Entonces, Jesús les dijo: —Esta noche os vais a
escandalizar todos por mi causa, porque está escrito: “Heriré al pastor y se
dispersarán las ovejas del rebaño”» (Mt 26,30-31). Ya se lo había advertido antes por tres veces
(Mc 8,31; 10,32; 13,9). Pero la acción de Dios al tercer día de morir le da a
Jesús la dimensión eterna. Jesús resucitado, constituido Juez de la historia,
separará el bien del mal y desvelará la eternidad feliz para los que hayan
amado en su existencia (cf. Mt 25,31), reuniéndolos en un solo rebaño, y con él
como pastor (cf. Jn 10,11-16).
3.-
Acción. La vida de los creyentes entraña
una tensión personal, una tensión social y silencios divinos de todo tipo por
las tribulaciones, incomprensiones y angustias que sufrimos a lo largo de
nuestra vida. Muchas veces se echa de menos a Dios para que salga en defensa de
los inocentes y débiles que sufren el mal sin causa alguna. Siempre nos ha
atormentado el dolor, y mucho más explicar y comprender el dolor de los buenos.
Por costumbre trasladamos a Dios las responsabilidades de los males humanos y
cósmicos, o, por el contrario, que nos recompense nuestro trabajo o nuestro buen
hacer, que, por lo general, exigimos de los demás. Otro paso que damos en falso
es cuando entendemos nuestra vida como una mercancía en la que vendemos nuestro
tiempo y cualidades. Y así, pensando en Dios,
vamos atesorando un capital suficiente para presentarnos ante Él con un
talón para que nos pague en tiempo y felicidad eterna. No somos nosotros «los que
subimos al cielo». Es Él el que nos reunirá en su gloria por su Hijo, contando,
ciertamente, con nuestras obras, o a pesar de ellas.
Palabras que no pasan...El Amor, con Mayúscula a tu hermano herido, a tu hermano enfermo, al que vive en soledad. Al descarriado y perdido del Rostro de Dios...esa es la única palabra que resume el Bien y por la que cualquier Cristiano debe de luchar....AMANDO AL PRÓJIMO...COMO A SÍ MISMO. Mari Carmen Valcárcel.
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