Jesús
Hans Küng
Los capítulos
III y IV, titulados «Causa de Dios» y «Causa del hombre», —aunque Jesús no le pasa por la cabeza esta
separación que ofrece el autor— estudian
el tema del Reino con el que se muestra que el centro de la vida de Jesús es
Dios. En su Reino, cuya inauguración en la historia Jesús espera de una forma
inmediata, «se proclamará realmente que
Dios es santo, su designio se realizará en la tierra como en el cielo, los
hombres tendrán plenitud de todo, cualquier deuda será perdonada y el mal será
vencido» (p. 76). La relación con Dios se establece obedeciendo su voluntad, no
por medio de la Ley. Por eso el sentido último del Sermón del Monte (Mateo) o
de la Llanura (Lucas) es cumplir dicha voluntad divina. La humanización del hombre se realiza por el
amor al prójimo, al enemigo; un amor que es perdón, es servicio, es renuncia de
sí sin compensación alguna, en definitiva, solidaridad con los marginados por
cualquier causa de la historia humana.
La muerte y
resurrección constituyen el último gran bloque del texto. La muerte de Jesús
obedece a causas estrictamente religiosas, pues Jesús no entra en política y,
por consiguiente, no da pie a que el poder romano lo mate. Sus posiciones ante
la ley y el templo son los motivos por los que las autoridades religiosas lo
entregaron al poder político, ya que no tenían potestad para juzgarlo y
ejecutarlo. Se sigue la línea paulina de haber sido hecho maldito por la ley
para salvarnos a todos (cf. Gá 3,13). La resurrección, que no pertenece
propiamente a la dimensión histórica, sino creyente, la llama «resucitación» en cuanto obra
divina. Vendría a ser más exactamente una exaltación
de Jesús a la gloria de Dios (cf. Hech 2,36).
Küng debería
tener en cuenta los últimos estudios de Jesús histórico, al menos los consensos
habidos sobre su seguimiento de la ley, su proximidad a los fariseos en la
resurrección, en la piedad y observancia de la ley en la vida cotidiana; no
debería leer a Jesús desde Pablo, al menos con los temas tan manidos desde su
tesis doctoral de la justificación de la fe excluyendo todo valor a la ley,
como expresión de la voluntad divina; no tener tan en cuenta lo que las
comunidades cristianas paulinas influyen en los Evangelios sobre la identidad
de Jesús: mesianismo, etc.; la exclusión total de la parte política en la
actividad y causa final de la muerte en cruz de Jesús; profundizar en el
sentido de exaltación en la acto divino por el que se recrea la vida de Jesús
después de muerto, etc., etc. Cree el autor que todavía la exégesis bíblica
tiene en cuenta la sistemática cristológica para sus exposiciones sobre el
Jesús histórico.
Editorial Trotta, Madrid 2014, 215 pp.
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