SOBRE LA EUCARISTÍA
Jacinto Choza
Facultad de
Filosofía
Universidad
de Sevilla
Con el término “Logos” voy a designar a Dios
Hijo en su relación con el Padre y la creación. Con el término “Verbo” voy a
designar a Dios Hijo en su relación con los hombres y la redención, es decir,
en su relación con María, Jesús y los hombres.
La misa, en la forma del sacrificio de la
caza del oso y de la pipa de la paz, es la eucaristía natural, la relación de
donación, posesión y fusión en que consiste el amor (Historia de los
Sentimientos, HS), entre la creación y el creador, entre el hombre y Dios.
La misa, en la forma de la eucaristía
cristiana (católica), es la relación de amor paterno-filial o materno-filial,
entre el padre y el hijo, entre la madre y el hijo.
Hay dos formas extremas de eucaristía, la
menos íntima, menos familiar, más natural, mas ‘externa’ o más de la creación,
y la más íntima, familiar, más intra-trinitaria y más de la redención.
Hay muchos grados intermedios entre estos dos
tipos de eucaristía, que quizá se muestran en las diversas religiones.
Seguramente estas diferentes formas de
eucaristía se corresponden con diferentes formas de filiación, de relación
paterno-filial y relación materno-filial. Hay una filiación natural y una
filiación adoptiva, como dice San Pablo, y otras filiaciones.
Además de las relaciones de la eucaristía
filial, con el padre, con la madre y con los dos a la vez, están
las relaciones de la eucaristía esponsal, que es la del esposo con la
esposa y que es la de Cristo con la Iglesia, como dice Pablo
Como la eucaristía es amor, donación
gratuita, pues eso significa en griego “eucaristía”, hay muchas formas de
eucaristía filial entre Dios y el hombre (que seguramente tienen su expresión
en las diferentes religiones), y seguramente hay muchas formas de
eucaristía esponsal, entre Jesús-Verbo y las comunidades.
Quizá hay mucha diferencia entre la
eucaristía filial y la esponsal, porque la eucaristía filial se basa en la
encarnación, en la unión hipostática, pero la eucaristía esponsal no.
Aunque se pueda hablar metafóricamente de una “encarnación” o de “una unión
hipostática” de Jesús-Verbo con la polis o con la comunidad cultural, de una
“comunidad-inmaculada concepción”, de un “hacer el amor a la comunidad”,
“engendrar en la comunidad” o de “gestar por parte de la comunidad”, se
trata de metáforas, que se pueden pensar detenidamente para aclarar las
relaciones del Logos creador de Jesús-Verbo y del Padre con la comunidad.
Una comunidad es la Iglesia católica, y hay
además muchas otras comunidades: las iglesias particulares, con sus diversas
modalidades, las comunidades ortodoxas, las islámicas, las comunidades
monásticas, etc.
Seguramente hay un punto de unión entre la
eucaristía filial del eremita y la eucaristía esponsal de las iglesias
domésticas. El eremita quizá no forma comunidad y la iglesia doméstica ya sí.
Seguramente hay muchas formas de eucaristía
esponsal y de iglesias domésticas, según las diversas formas de estar unidos el
varón y la mujer.
El Logos y Jesús-Verbo mantienen una relación
permanente de entrega, gozo y frutos en todas las formas de eucaristía filial y
de eucaristía esponsal. No importa que unas comunidades rechacen y condenen a
otras, y no importa que las iglesias cristianas rechacen y condenen a las no
cristianas (lo mismo que las diferentes comunidades judaicas e islámicas). Jesús-Verbo
respeta todo eso y no se mete en eso: mantiene siempre sus principios y
promesas: “lo que atéis en la tierra será atado en el cielo, y lo que
desatéis…”, incluso cuando eso lleva a unas tremendas guerras de religión y de
matanzas de “infieles”.
Pero aunque Jesús-Verbo respeta todo eso,
como se verá en otro momento (Teología de la historia, TH), ninguna de
esas exclusiones, excomuniones, etc., cancela ninguna eucaristía filial ni
ninguna eucaristía esponsal. Jesús-Verbo mantiene sus relaciones eucarísticas
con todos los individuos y con todas las comunidades, de un modo “clandestino”
por así decir. Por mucho poder que tengan las comunidades y las iglesias, no
tienen poder para reducir a ningún individuo ni a ninguna comunidad a la
condición de “huérfano”, para anular la relación de eucaristía filial o de
eucaristía esponsal, sea natural, adoptiva o del tipo que sea.
Hay una diferencia y una cierta autonomía de
las relaciones entre Dios Creador, Jesús-Verbo y las comunidades eucarísticas
con los hombres individuales y las comunidades.
1.-
Dios-Logos creador
|
A.-
Hombres individuales y comunidades
|
2.-
Jesus-Verbo
|
A.-
Hombres individuales y comunidades
|
3.-
Comunidad eucarística-Iglesia
|
A.-
Hombres individuales y comunidades
|
Esto lleva a la Teología de la historia
(TH) . Aquí lo que se trata ahora son las relaciones entre Jesús y el
Verbo (JV).
La gradación que va desde la eucaristía más
externa a la más interna viene dada por el modo en que Jesús vive y hace vivir
la misa a cada persona en relación con a diversísima gama e sus actividades.
Jesús puede presentar al Padre “este pan y
este vino fruto de la vid y el trabajo del hombre” y el Padre acogerlo de
muchas maneras y los hombres pueden experimentar de muchas maneras el gozo
“porque nos haces digno de servirte en tu presencia”, de muchas maneras, con
muchas de esas cosas.
Pero “esas cosas” son todas: tomar el café
del desayuno, soportar el dolor de cabeza, mirar cómo juega la hija,
despachar los tomates en la tienda, hacer el amor en la alcoba por la noche o
por la mañana, disfrutar del sexo, de la comida, del aguacate, la chirimoya y
las cerezas, conducir una Harley Davidson a 200 km/h, cosechar la uva
chardonet, etc., etc. También cosas que en determinadas comunidades son pecados
y en otras no. Jesús-Verbo tiene una moral personalista con los personalistas y
kantiana con los kantianos, porque, mucho más que Pablo, se hace todo con todos
para salvarlos a todos, para celebrar la eucaristía con todos.
Esto no es relativismo ni abolición de la
moral ni del pecado. Es pecado lo que cada comunidad establece que es pecado y
cada conciencia individual lo asume así, y Jesús se atiene a ello. Y
llora con pecador y le concede la gracia del arrepentimiento al pecador tal
como lo refieren los evangelios. Porque ni en el Antiguo ni en el Nuevo
Testamento consta que esos libros sagrados tengan que ser interpretados en
sentido kantiano ni que Jesús sea kantiano (Metamorfosis del
cristianismo).
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