DOMINGO
XXX (A)
« Amarás al Señor tu Dios […] Amarás a tu prójimo»
Lectura del santo evangelio
según San Mateo 22,34-40
Los fariseos, al oír que
había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar y uno de ellos, un
doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el
mandamiento principal de la ley?». Él le dijo: «“Amarás al Señor tu Dios con
todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”. Este mandamiento es el
principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti
mismo”. En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».
1.- Texto. Un escriba se le acerca a Jesús y le
pregunta sobre el mandamiento más grande de la ley con el sentido del
mandamiento que está por encima de todos. Jesús responde con la oración de la Shemá, que se recitan dos veces al día,
oración que le recuerda al israelita que Dios está por encima de todas las
tareas diarias que ocupan el día y al prójimo como a sí mismo. Jesús acentúa
que no es cuestión de distinguir entre
mandamientos y preceptos más importantes y menos importantes, sino de aquel que
manifiesta la única voluntad de Dios más allá de todo el conjunto de la Ley,
pero que, a la vez, la funda y la justifica como principio fundamental. Se refiere
al que Israel recuerda mañana y tarde: Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón …
(Dt 6,4-5); Amarás al prójimo como a ti mismo (Lev 19,18).
2.- Mensaje. La Escritura no compara el amor a Dios y el amor al prójimo, porque,
entre otras cosas, Israel distancia al máximo la incidencia y el valor de Dios
para su vida y la presencia de sus prójimos o próximos, los demás judíos y los
extranjeros asimilados por la convivencia social, aunque todos pertenezcan al
pueblo de Dios (Lev 19,34; Dt 10,19). Por eso el amor al prójimo se
dispone como un precepto más entre otros muchos en el código de santidad (Lev
19,3-37). Sin embargo, Jesús los une en la línea de condensar el Decálogo o
legislar teniéndolo presente: a Dios se dirigen los tres primeros mandamientos,
el resto al prójimo, que ya está en la tradición judía y en el contexto de
Jesús. La unión que establece Jesús constituye valorar a Dios y valorar al
prójimo como principios que dan unidad a los demás mandamientos y preceptos. De
ahí su importancia y fundamentalidad. Por último, la relación entre los dos
mandamientos supone concretar el criterio de verificación de uno y otro. El
amor de Dios será auténtico si se ama al prójimo, y viceversa.
3.- Acción. Lucas cambia la exigencia de perfección de los discípulos que dice Mateo
por la de la misericordia, que refleja la actitud de Dios que deben reproducir
los creyentes: «Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso» (Lc
6,36). El tercer evangelista explica cómo debe ser la actuación de los
discípulos. Ellos han de responder con amor al mal que reciben de los demás.
Los discípulos deben hacer el bien, bendecir y orar ante la enemistad, el odio,
la maldición y el maltrato de los hombres (Lc 6,27-28). Y lo simboliza en la
acción del samaritano con el herido o medio muerto que se encuentra abandonado
en el camino (10,29-37). El programa evangélico que Jesús establece y que se
enraíza en Dios supone interiorizar por medio de la plegaria el amor a todos;
en este aspecto se contesta al mal con el bien y se desacelera la potencia de
la violencia, se abre sin límites el servicio del amor, no reduciéndolo al
ámbito sectario de la raza, la amistad y la familia; por último, invita Jesús,
si es necesario, a ofrecer la vida por los demás (Jn 15,13). Se pasa de amar al
prójimo como a sí mismo al don de sí mismo a todos, en el que se contempla el
sacrificio extremo que envuelve el amor: «Quien se aferre a la vida la perderá,
quien la pierda por mí la encontrará» (Mc 8,35par). Es la única manera de
adquirir el estatuto de ser hijos de Dios, porque, con esta actitud, se alcanza
la auténtica dimensión divina que entraña el amor universal: «... y seréis hijos
del Altísimo, porque Él es bueno con los desagradecidos y los perversos» (Lc
6,35; cf. Mt 5,45).
El Amor…El Amar a tu Prójimo como a ti mismo…El Amor de Dios nuestro Señor que entregó a su Hijo por nosotros, Y nuestro Señor Jesucristo que dio su vida por nosotros…que mayor Amor que la entrega diaria a los demás. Ahora Amor, con mayúscula…son todos estos Santos anónimos que con la epidemia de Ébola han dado y están dando la vida por sus hermanos…, de todos los credos y razas…eso es AMOR
ResponderEliminarY no acabo de asimilar , aunque muy conocido , el segundo mandamiento .
ResponderEliminarEl primero está claro , pero el segundo .., al no depender totalmente de nosotros como se puede llevar a cabo ? Como se puede amar ,tras intentarlo, a quién no quiere amarte ? Cuando esto sucede no solo no es posible , sino frustrante no poderlo hacer . A veces hay que hacer tuyas otras consideraciones respecto al amor al prójimo, al hermano , ... Y es que llega un momento en la vida , en el que tienes que aceptar el rechazo puntual ,como inevitable y te proteges del sufrimiento como puedes.