CRISTO Y LAS RELIGIONES
II
El
debate cristológico (nn. 18-21)
Álvaro Garre
Garre
Instituto Teológico de Murcia OFM
Pontificia
Universidad Antonianum
Teología y
cristología están inextricablemente unidas. ¿Cómo puede un acontecimiento
particular en el tiempo, como la Encarnación, tener un significado universal?
La unicidad y universalidad de Jesucristo afirmada por el cristianismo puede
representar un escollo para un diálogo que quiera ser respetuoso con las otras
tradiciones religiosas. Lo que aquí se plantea es si hay otros mediadores de la
salvación además de Jesucristo. Por tanto, el problema cristológico está
vinculado con el del valor salvífico de las religiones. El documento se detiene
en las consecuencias cristológicas de las posiciones teocéntricas. La primera
consecuencia sería el “teocentrismo
salvífico”, que admite una pluralidad de figuras salvíficas.
De una
parte, hay un grupo de teólogos que atribuyen a Cristo no un valor
constitutivo, sino normativo, en la medida que su persona y vida manifiestan
plenamente el amor de Dios a los hombres. Como señala la CTI, la cristología
normativa presenta un problema de fundamentación, ya que no justifica la
normatividad de Jesús, ni ad intra ni
ad extra del cristianismo.
De otra
parte, están los teólogos que defienden un teocentrismo con cristología no
normativa. Al separar a Cristo de Dios se elimina la pretensión de absolutez
del cristianismo. Con ello se facilita el diálogo interreligioso, a costa de
contradecir la fe calcedonense. Según estos teólogos, el dogma cristológico es
resultado de una “helenización” de la
fe cristiana, esto es, una “expresión
históricamente condicionada por la filosofía griega, que debe ser actualizada
porque impide el diálogo interreligioso” (n. 20). La encarnación no sería
un hecho histórico –una expresión objetiva-, sino mítico –metáfora, poesía-,
cuya verdadero significado no sería otro que mostrar que el amor de Dios “se encarna en hombres y mujeres cuyas vidas
reflejan la acción de Dios”.
Las
proposiciones referentes a la exclusividad salvífica de Jesucristo pueden
explicarse por el Sitz im Leben, ya
que reflejarían: la concepción de la verdad de la filosofía griega (sólo una
verdad cierta e inmutable); una mentalidad escatológico-apocalíptica (profeta
final, revelación definitiva); y la actitud de una minoría cognitiva perseguida
(lenguaje de supervivencia, único salvador). La consecuencia de todo ello es
que Jesucristo, según los defensores de la cristología no normativa, no puede
ser considerado el único y exclusivo mediador,
sino un mero “intermediario” –“la forma humana de Dios”- entre Dios y
el hombre. En palabras de John Hick, Jesucristo sería totus Deus –totalmente Dios-, pero no totum Dei -la totalidad de Dios-. En palabras de la CTI: “totum Verbum, sed non totum Verbi”. En
suma, al considerar los teólogos pluralistas que el Logos es mayor que Jesús,
entienden que Aquel puede encarnarse también en los fundadores de otras
religiones.
John Hick, |
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