CRISTO Y LAS RELIGIONES
V
Álvaro Garre
Garre
Instituto Teológico de Murcia OFM
Pontificia
Universidad Antonianum
Paradigmas: Cristo y las religiones
En cambio, otros teólogos
–entre los que se cuenta Hans Küng- no ven a Cristo contra o dentro de, sino
por encima de las religiones en cuanto norma por la que se juzga su validez y
encuentran su plenitud.
Por tanto, las otras
tradiciones son vistas aquí como vías independientes de salvación (Cristo no es
causa constitutiva de la gracia ni la finalidad primordial de la Iglesia es
traer el reino de Dios, sino revelarlo y promoverlo), dotadas de validez
propia, aunque incompleta. Aunque Cristo es la plenitud de la revelación, no
agota la totalidad de la revelación; de ahí la necesidad del diálogo con otras
religiones, con el fin de no dar lecciones no aprendidas.
Por eso, son especialmente
críticos con Rahner, ya que llamar “cristianos
anónimos” a los creyentes de otras religiones, amén de una ofensa para
ellos, implica negar su valor propio, aparte de conculcar la dimensión visible
del cristianismo.
Para la mayoría de estos
teólogos la razón última para defender la finalidad y singularidad de Cristo es
que éste es un dato imprescindible de la fe cristiana, el cual debe ser
proclamado a todos, al menos como una “postura amistosa”. Dicho con otras
palabras: sin Cristo no hay cristianismo.
Con todo, a juicio de
Knitter, este planteamiento, que se ha generalizado en la actualidad entre los
teólogos católicos, da la impresión de afirmar más de lo que puede probar.
Llegados a este punto nos encontramos en una encrucijada: las citadas teologías
católicas de las religiones –simplificando la cuestión-, o bien son inútiles, o
bien son inmorales. De hecho, el autor establece cierta analogía entre los dos
modelos anteriores de diálogo y el modelo de desarrollo neocolonialista
impuesto por los países ricos a los pobres.
d.- Cristo con las
religiones
La crítica del
etnocentrismo o eurocentrismo de estas teologías por parte de un pequeño, pero
creciente número de teólogos veteranos en el diálogo interreligioso –entre los
que se halla el autor- les ha llevado a proponer un modelo que ubique a Cristo
con las otras religiones y guías religiosos.
Desde este punto de vista,
no sólo habría que aceptar un pluralismo de hecho, sino de derecho, partiendo
de la hipótesis –sugerida por el mito de la Torre de Babel- de que posiblemente esa sea la voluntad divina.
Seguidamente, menciona
cuatro planteamientos teológicos sobre este modelo.
El primero, representado
entre otros por el propio autor, sugiere que dentro del pluralismo unitario que
constituyen las religiones, cada una aporta una singularidad, no excluyente ni
incluyente, sino complementaria; de ahí la necesidad de mestizaje y aprendizaje
mutuo.
Los teólogos implicados en
el diálogo con el judaísmo señalan que a Jesús se le comprende mejor como
Mesías anticipador del reino que como Mesías definitivo, más como paradigmático
que como normativo.
Panikkar sostiene que el
Logos supera al Jesús histórico, luego el Cristo puede mostrarse también en
otras tradiciones o guías religiosos históricos.
Por último, esta nueva
perspectiva se contempla como la consecuencia “natural” de la evolución dentro
de la teología católica de las religiones, que va del eclesiocentrismo
(Cristo/Iglesia contra) al cristocentrismo (Cristo dentro o por encima de) y al
teocentrismo (Dios, centro de la historia
salutis).
Los defensores de este
nuevo paradigma sostienen que con ese modelo se salva también la tradición
cristiana, pues dicen que resulta compatible el compromiso con Jesucristo (del
que afirman que es la Palabra de Dios, cuyo mensaje debe ser proclamado, aunque
no es vinculante) con la apertura al posible mensaje que Dios pueda transmitir
a través de otras tradiciones religiosas.
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