REFLEXIÓN SOBRE DIOS Y LA MISERICORDIA
II
Magdalena
Cánovas
Instituto Teológico
OFM
Pontificia
Universidad Antonianum
Una
característica del cristianismo es pensar a Dios como Trinidad en su Unidad
sustancial. Trinidad es un concepto imposible de entender completamente;
podemos pensar las hipóstasis, las Personas trinitarias, pero no entender cómo
se distinguen en su propia unidad y en
sus procesiones. San Agustín y el Doctor Angélico cuando tratan sobre el ser y
el tiempo reflexionan sobre la Trinidad.
A poco que pongamos con atención los sentidos
en las creaturas de nuestro alrededor, nos damos cuenta de lo maravilloso que
es el mundo que nos rodea y de lo maravilloso y extraordinario que es el Ser
que lo ha creado (Ser, existencia, Sabiduría, conocimiento y Amor, unión, cohesión, metafóricamente
podríamos decir que es el “cemento de Dios”.
Cuando
hablamos de creación, pensamos en un surgir de algo completamente nuevo, de un
surgir o aparecer ex nihilo. En la
antigua Grecia decían: “de la nada nada es”, y es cierto, tenían razón, porque el mundo no ha surgido
de la nada, ha surgido de Dios y Dios ha existido siempre. Pero Dios no es un demiurgo,
que modela las criaturas, Dios las crea materialmente, dónde no había materia
ha surgido el mundo por la laboriosidad de Dios y sobre todo de su “voluntad buena
y libre”; por ello, el mundo es bueno, de lo Bueno no puede salir algo malo,
así como de lo Malo, no puede salir nada bueno, por definición. “Ser” es bueno,
“no ser”, es malo, es la nada; esa es la razón de que haya mundo en lugar de
nada. El Ser es Bueno y es la Verdad, el no ser, es lo malo,
la mentira, la necedad, la ceguera, ya
lo decía Parménides hace unos 2500 años.
De todos
los atributos de Dios: Bondad, Sabiduría, Verdad, Vida, Omnipotencia,
Omnipresencia, Perfección…etc., etc., siempre nos quedaríamos muy cortos,
porque Dios es inefable. La Misericordia es uno de estos atributos divinos.
Misericordia es divina paciencia. Que Dios es misericordioso, significa que
Dios cuida, protege, perdona, limpia los pecados, y remedia el sufrimiento de
sus criaturas porque las ama con Amor divino, Puro, esto quiere decir que no
hay en Él nada que el hombre pueda hacer ni decir, para ser amado, nada reclama
Dios al hombre, sólo la fe, y no es que la “reclame” para Él, simplemente la
reclama para el propio hombre. El hombre
que no tiene fe, que no piensa a Dios, todavía no ha comenzado el proceso
interno de perfección, y por lo tanto no podrá alcanzarlo. La práctica del
amor, se traduce en misericordia. El Amor es la condición necesaria de la
Misericordia.
Los cristianos pensamos a Dios como Amor. El
amor engloba todo lo demás, “Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo”. Esa
es su misericordia, se apiadó del extravío de los hombres y le puso remedio con
su propia Esencia, el Verbo, su Palabra.
Cuando
decimos que amamos a nuestro prójimo, es que estamos siendo misericordiosos, caritativos,
cuidamos, tenemos “paciencia”, evitamos sufrimientos etc., a los demás. Dios se
ha encarnado en nuestra dimensión humana, en la persona de Jesús de Nazaret. Conocemos
a Dios en Jesús, hemos visto su rostro, su Amor, su misericordia, sus
enseñanzas. En esto no hay nada oculto todo está a la vista, todo lo podemos
comprender, el “objeto” está en el espacio y en el tiempo incluso vence a la
muerte, como no podría ser de otra forma para Dios.
Jesús
nos dice que después de Él vendrán muchos falsos profetas, pero los que vengan en su nombre los
conoceremos por sus obras misericordiosas. Esto
tampoco se oculta a la mente; así pues, no nos pueden engañar los falsos
profetas, otra cosa es que nos queramos engañar a nosotros mismos.
A lo
largo de la historia, en unas y en otras confesiones se han dado falsos
profetas. Todo aquel que no predica la misericordia y el amor, no viene en
nombre de Dios, aunque se disfrace de cordero. Actualmente han surgido unos
“profetas” que en nombre de Dios misericordioso, traen a sus hermanos el mal en
forma de muerte, y esclavitud. Si Dios nos hizo para la vida ¿cómo en su nombre
se atreven a quitarla? ¿cómo en su nombre matan a inocentes? ¿cómo traen el
sufrimiento, la coacción, la represión …a sus criaturas? Muerte, dolor, injusticia, hambre,
incomprensión, odio, en definitiva inmisericordia
El
mundo está lleno de personajes inmisericordes y soberbios “reyezuelos” que
se rebozan en su bajeza, porque el
inmisericorde está muy alejado de Dios, aunque forme parte de una comunidad de
bien, o aparente religación con Dios; es
pura fachada, fariseo, le llamaría Jesús, o peor. Algunos se atreven a negar a Dios como Tomás,
“si no veo y toco sus llagas no creo”, son los que no quieren ver. Pero los peores se esconden en la
indiferencia, ni siquiera lo niegan, les da todo igual, pero se les llena la
boca de derechos, libertades, y otros beneplácitos semejantes. Desde luego los
reclaman para ellos solos, creen estar por encima de las demás criaturas y de
toda la creación, esos son los peores, los indiferentes, los que dejan hacer el
mal; los otros, puede que abran los ojos como Tomás los abrió, pero los
indiferentes, los que no les importa nada de lo que pase a su alrededor, esos sí
que tienen un problema serio, porque nunca verán ni tocarán, pasan de puntillas
evitando rozarse sin comprender que si no se implican en la vida, en la
misericordia con sus semejantes, estarán muertos para siempre.
Por
último están los desgraciados que en nombre
de Dios misericordioso, son inmisericordes con los demás hasta el punto del
genocidio, la tortura, la persecución y el sufrimiento extremo de los que no
piensan como ellos. ¿Qué clase de Dios predican? Desde luego no es el Creador
Bueno y Misericordioso. ¿Cómo en nombre de la divina Misericordia pueden
dedicarse a destruir la obra de Dios con esa saña? Qué gran incongruencia, qué
gran falsedad nos presentan.
Cuanto
más abominables son sus obras, más se adentran en el camino del no-ser, de la
Mentira, pero Dios Misericordioso sigue paciente y amoroso y les responde:
“Estáis salvados del pecado”, que significa salvados de la muerte, de la
enfermedad, del sufrimiento etc., como corresponde a los hijos de Dios. “Este
es mi Hijo al que he resucitado, el que ha cumplido la misión de salvación”,
así resucitaréis todos los que tengáis fe. Desde el Dios de la Misericordia
solo cabe amor, paciencia y cuidado. No podemos convertir nuestras
frustraciones en odio, en ello no cabe misericordia.
El
Papa Francisco que ha declarado este año 2015, el Año de la Misericordia, nos
enseña la misericordia divina en las heridas de Jesús y en sus humillaciones, en
su infinita paciencia y en su perdón. Misericordia frente a soberbia, y amor frente a odio.
El Papa Francisco nos pide corazón para los necesitados.
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