DOMINGO XV (B)
Lectura del santo
Evangelio según San Marcos 6,7-13.
En aquel tiempo llamó Jesús a los Doce y los
fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos.
Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan ni
alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una
túnica de repuesto.
Y añadió: -Quedaos en la casa donde entréis,
hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha,
al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa. Ellos
salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a
muchos enfermos y los curaban.
1.- Jesús envía a sus
discípulos para expulsar demonios y curar enfermos, como él empezó su ministerio
en la sinagoga de Cafarnaún (cf. Mc 1,21-26). Con ello amplía y prolonga su
misión. La acción de vencer a Satanás, la alternativa de Dios, declara la
presencia del Reino y, con la presencia, la urgencia de proclamarla a los
cuatro vientos, porque el fin del mundo se acerca, al menos como dominio
predominante del mal, y es urgente anunciarlo. Por eso, hay que dejar de lado
los medios necesarios para un viaje ordinario: prescindir del bastón para
apoyarse y defenderse en el camino, de la alforja para guardar los alimentos,
del pan para alimentarse, del dinero para solventar cualquier necesidad, de la
túnica de repuesto para protegerse del frío de la noche, etc. Es la manera de
acreditar el mensaje y exhibir su total dependencia de Dios.
2.-
Cuando los Doce expulsan demonios y curan, no son simples acciones ad extra,
sino que es un reflejo de sus actitudes vitales que, como las de Jesús,
representan el Reino. El desempeño de la misión tiene su primer acto en la
elección, el que Jesús llame junto a sí a los Doce. Y la elección lleva consigo «que convivieran
con él» (Mc 3,14). Las relaciones que mantienen entre sí reproducen la conducta
que Jesús tiene con ellos y fomenta entre ellos, y todo el grupo transido por
la filiación simboliza la decisión divina de salvación que transmite el Reino.
Los comportamientos y las actitudes que los funda son decisivos para hacer
creíble la misión, ya que su convivencia encarna la relación nueva que Dios ha
establecido con los hombres y que son destinatarios de su ministerio.
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