Entrañas de misericordia. Jesús, ternura de Dios
Pedro Frayle Yécora
La
obra expone el amor misericordioso de Dios en la Historia de la Salvación. El
Autor llama la atención de la importancia de esta actitud divina en sus
relaciones con Israel y con la comunidad cristiana primera, fundada en la
compasión, consolación, ternura y misericordia de Jesús en sus relaciones con
los pobres, pecadores, etc. Y comprueba que es la virtud menos tratada en la
historia de la teología, aunque en la práctica los compromisos de las
instituciones cristianas y los creyentes con los marginados y enfermos la hayan
mantenido viva de una manera permanente. Porque, por desgracia, lo evidente es
la historia de violencia que está inscrita en el corazón humano, y que desprecia
a los débiles ―enfermos, enfermos mentales, ancianos, pecadores públicos, etc.―,
los cuales sólo pueden ser tenidos en cuenta por aquellos que practican la
misericordia, como lo ha hecho el Señor.
El
significado de misericordia entraña
adversidad, pena, conmiseración, etc. En el mismo ámbito se entiende compasión y ternura. Y estas palabras son las que se analizan en el ensayo. «El
Señor es compasivo y misericordioso, paciente, rico en clemencia» (Éx 34,6; cf.
Is 64,4b.7-8; Sal 30,5-6; etc.). «Ternura y misericordia, amor y fidelidad,
gracia y favor son las experiencias de Moisés, la experiencia del antiguo
Israel en labios del profeta Oseas, la experiencia del creyente israelita
cuando subía al templo a presentar su oración con un corazón pobre y humillado»
(32). Después de exponer la misericordia, compasión y ternura en los profetas y
a los salmos, se analiza el caso singular de Jonás, que se resiste aplicar la
misericordia de Dios a Nínive.
Especial
atención se da a la frase: «Sed perfectos [misericordiosos] como vuestro Padre
es perfecto [misericordioso]» (Mt 5,48; Lc 6,36). Perfección se entiende como
vida íntegra, honrada, ―mejor que honesta (108)―sin tacha; nada tiene que ver
con las propuestas éticas del pensamiento griego o romano, sino con la
obediencia a la voluntad del Señor expresada en la Torá y con el «corazón perfecto»,
es decir, una conciencia limpia. El evangelio de Lucas significa «el rostro
humano de las entrañas misericordiosas
de Dios» (121.125-127), aplicado el principio de la imitación de Dios; el
evangelio de Mateo va más bien por el camino de la santidad y del seguimiento
de Jesús, pues, relacionado con la propuesta que hace al joven rico, se centra
en la segunda tabla de los Mandamientos e indica la hoja de ruta de la
santidad.
El
texto formula, por último, una serie de propuestas que van desde las actitudes de
misericordia que descubren a los míseros y tratan de remediar su situación,
hasta defender políticas de misericordia que impidan los genocidios del siglo
XX, como las situaciones de pueblos y colectivos sociales que han sido
despojados de su dignidad, silenciados y reducidos a una pobreza insultante,
porque está causada, tantas veces, por la avaricia de los más poderosos. Y así
se podrían analizar las situaciones de los emigrantes, de los refugiados, de
las tensiones que provocan los fundamentalismos religiosos, los
fundamentalismos del dinero inmisericorde, los fundamentalismos ideológicos,
etc. Es necesaria, pues, una pedagogía de la misericordia, porque nunca se
puede dar por supuesta en los individuos y en las sociedades, sobre todo
occidentales.
PPC, Madrid 2015, 173 pp., 13 x 21 cm.
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