1 DE ENERO
MARÍA, MADRE DE DIOS
Del Evangelio según San Lucas 2,16-21
En aquel tiempo los
pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño acostado en
el pesebre. Al verlo, les contaron lo que les habían dicho de aquel niño. Todos
los que lo oían se admiraban de lo que decían los pastores. Y María conservaba
todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Los pastores se
volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo
como les habían dicho. Al cumplirse los ocho días tocaba circuncidar al niño, y
le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su
concepción.
1.- Dios anuncia el
nacimiento de Jesús a unos pastores por medio de un ángel; una multitud del
ejército celestial alaba a Dios diciendo: «¡Gloria a Dios en lo alto y en la
tierra paz a los hombres que él ama!» (Lc 2,13-14). Después de la fiesta
celestial comienza la terrena, mucho más sencilla y humilde; los protagonistas
son los pastores y el panorama que se encuentran en Belén es de pobreza. El
marco elegido por Dios para hacerse presente es el de la mayoría de la gente;
así se puede hacer entender. Pero recibir a Dios por la fe y la vida de Jesús
supone un caminar lento y pausado, el que recorre María cuidando a Jesús y
siguiéndole en su ministerio por Palestina. Antes circuncidan al niño, según
prescribe la Ley (Lev 12,3), para que forme parte de Israel, el pueblo elegido
por Dios, y reciba los favores de la Alianza divina. María y José le ponen el
nombre de Jesús, como lo había anunciado el ángel Gabriel (Lc 1,31); es la
forma griega del hebreo Josué, que significa «Yahvé salva».
2.- La acción de Dios sobre María, que la «favorece» con el don de su Hijo
(Lc 1,1.28), tiene una acogida plena y una respuesta intrépida por su parte.
Antes el hombre cuidaba la vida cultivando la tierra y ganado, y la mujer se
responsabilizaba de la casa y la familia; ahora son los dos los que asumen la
tarea de la familia y el desarrollo social.
Por eso debemos contemplar a María junto a José, el anuncio de Mateo (1,18-25)
junto al de Lucas (1,26-38) para cuidar y llevar a la madurez la vida que Dios regala
en los días del año que se inicia, en los hijos que traen a la existencia y en
la tierra que administran (cf. Gén 2,15).
3.- El Señor es la fuente de los beneficios.
Al comenzar el año, el cristiano dirige su mirada a Él para que esté presente a
lo largo de este tiempo en su vida y redunde en toda clase de beneficios: la
salud, la relación de amor, las responsabilidades sociales y que su rostro se
muestre cada vez más diáfano y amoroso en el corazón y en la mente de todos. La
presencia beneficiosa divina la experimentó María en el anuncio del ángel
Gabriel (cf. Lc 1,26-38). El Señor le envió a su Hijo para que fuera la Palabra
eficaz de salvación, mostrando el camino del encuentro con el Señor como Padre,
y de los demás como hermanos. Así se forma la gran familia de Dios con todos
los hombres. Creamos y obremos para que seamos un poco más hermanos. FELIZ
2014.
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