María, Madre de Dios
Los Evangelios narran que
María es la madre de Jesús (cf. Mc 3,31par; Mt 1,25; Lc 2,7). Y como madre, su
vida se une a la historia de su hijo; con ello se la relaciona en la devoción y
creencia de Jesús como Mesías y Salvador. Más tarde, cuando el cristianismo
defiende la unión de la naturaleza humana y divina de Jesús en la persona divina
del Verbo, María se cree también como Madre de Dios. A este respecto, dice el
concilio de Éfeso celebrado en el año 431: «Por eso no dudaron los Santos
Padres en llamar madre de Dios a la santa Virgen, no porque la naturaleza del
Verbo o su divinidad tomaran de la santa Virgen el principio de su ser, sino
porque de ella se formó aquel sagrado cuerpo animado de un alma racional y al
que se unió personalmente el Logos que se dice engendrado según la carne» (DH
281; cf. Concilio de Calcedonia, DH 288).
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