LECCIONARIO FRANCISCANO
12 de
marzo
Ángela
Salawa (1881-1922)
Común de
Vírgenes
Oración. Padre bueno, concédenos el espíritu de humildad y
amor con el que la beata Ángela se ofreció a sí misma como sacrificio vivo y
santo agradable a tus ojos, y haz que, por su intercesión, progresemos en la
novedad de la vida evangélica, para conformarnos así a Cristo, tu Hijo. Que
vive y reina contigo.
Lecturas
«Amarás al Señor tu Dios con todo el
corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas»
Así comienza la oración de la Semá que es una de las
más queridas de Israel. A lo largo de la historia se acentúa el monoteismo
conforme se ahonda en la fe y en la Alianza del Sinaí (cf. Gén 6,18; 12,1).
Israel ora y se relaciona con un Dios vivo y presente frente a los dioses
falsos (cf. Dt 5,26). Y al ser un Dios vivo se le puede amar, entregarse uno
por entero y se le recuerda en todo tiempo, en todo lugar. Jesús recoge esta
oración como una parte de lo más importante de la Ley, y Pablo resume la Ley y
los Profetas con la relación de amor con Dios concretada en la oración personal
y comunitaria (cf. Mc 12,28-31; Rom 13,10; Gál 5,14).
Lectura
del libro del Deuteronomio 6,4-9
Salmo responsorial Sal
17,2-4.47.51
La
oración del salmista es crear, desarrollar, intensificar la relación de amor
que se mantiene con Dios; una oración que descubre los beneficios que nos da
cotidianamente y la grandeza de su ser, de su vida, de su persona, en la que se
funda y se asienta la vida del creyente.
V. Yo te amo, Señor, tú eres mi
fortaleza.
R. Yo te amo, Señor, tú eres mi
fortaleza.
Aleluya Rom
13,10
Aleluya. Aleluya.
«La caridad no hace mal al prójimo.
La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud»
Aleluya.
Evangelio
«Dios
¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche? »
Hay
que orar siempre, en todo tiempo, en cualquier sitio. Hay que orar sin
desfallecer (cf. Lc 11,5-8; Ap 6,9-11; Mt 8,10-11). La relación permanente con
el Señor es la que da la vida a los cristianos; la relación continuada con el Señor
es la que expresa dónde están nuestras raíces, dónde asentamos la vida. Como
Pablo afirma una y otra vez (cf. Rom 1,10; 12,12; 1Tes 5,17), hay que «orar
constantemente», con la convicción que Dios nos escucha, que está pendiente de
nuestra vida, que la cuida y sostiene como un padre y una madre viven en razón
de sus hijos. Y los cristianos no debemos cansarnos de orar.
Lectura
del santo Evangelio según San Lucas
18,1-8
Para meditar
«Sobre todo esté avisado el que
se ama de verdad, que no se contente con el sabor que sentirá en los servicios
que a Dios hace o en la gloria que espera; porque este sabor, aunque es bueno,
no lo da Dios para que nos contentemos con él solo, sino que para con él
vengamos a tomar sabor en la consideración del bien y gloria y señorío que Dios
tiene, y para que con grande aliento le alabemos; porque no es otra cosa la
hermosura y alabanza de Dios sino un gozarnos de contar al mundo todas las
grandezas de nuestro Señor, como se escribe en el salterio y en toda la Santa
Escritura y como se presenta en todas las cosas criadas [...].
También el que se amare de verdadero
amor, cuando sintiere haber recibido alguna merced de Dios, debe con todas
entrañas darle gracias, no por ver a sí mismo más enriquecido, sino por verse
con más fuerzas para que dél se pueda Dios más servir; como si un caballero se
holgase de recibir alguna gran merced del rey porque con las mayores riquezas
le podría hacer mayores servicios y placeres sin respeto de otras mercedes»
(Alonso de Madrid, Arte para servir a
Dios, 3,3).
13 de marzo
Agnelo de Pisa (1194-1236)
Común de
Pastores
Oración. Señor, luz de
tu pueblo y pastor de los hombres, que, dentro de la Iglesia, has confiado al
beato Agnelo de Pisa la misión de apacentar a tu pueblo con su predicación y de
iluminarlo con su vida y su ejemplo, concédenos, por su intercesión, guardar
íntegro el don de la fe que nos legó su palabra y seguir el camino que nos
marcó su ejemplo. Por nuestro Señor Jesucristo.
Lecturas
«Completo en mi carne los dolores de Cristo, sufriendo por su cuerpo que
es la Iglesia»
Pablo recibe su ministerio como una
tarea que Dios le ha confiado. No es algo que él merezca y menos que le
pertenezca. Es un don recibido de Dios y puesto al servicio de la Iglesia. Su
esperanza es que dé fruto. Lo que transmite es la Palabra de Dios que revela el
misterio de salvación (cf. Rom 16,25-26; Ef 1,9-10); y la salvación, centrada
en Cristo, permanece en la historia con la esperanza que sea plena al final de
los tiempos, detrás de los días (cf. Ef 3,17; Col 3,4). El deseo del Apóstol es
que la salvación sea efectiva; que incida en la madurez cristiana para
beneficio de cada creyente y de la Iglesia, en cuanto comunidad que es testigo
permanente de la Resurrección de Jesús.
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 1,24-29
Salmo responsorial Sal
109, 1.2.3.4
El sacerdocio de
Jesucristo, expuesto en la Carta a los Hebreos, no es un sacerdocio que
sacrifique aves y animales al Señor. Su sacerdocio proviene de su servicio
amoroso, que no duda en dar la vida por sus hermanos. Es la mediación entre
Dios y los hombres, porque es Dios y es hombre, que sólo es posible desde el
amor de Dios. Por eso es eterno su sacerdocio.
V. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de
Melquisedec
R. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec
Aleluya Mt
23, 9.10
Alleluya. alleluya.
«Uno solo es vuestro Padre,
El del cielo;
uno solo es vuestro Maestro, Cristo».
Alleluya.
Evangelio
«El primero entre vosotros
será vuestro servidor»
Cuando los discípulos
discuten quién es el mayor, Jesús enseña que el sistema de organización y
preeminencia que existe en la sociedad solamente produce esclavos. Primero se
pone a él como ejemplo: ha venido a servir, un servicio que le lleva hasta la
misma muerte (cf. Mc 10,45). No duda en lavar los pies a los discípulos (cf. Jn
13,14-15). Esta sentencia se eleva a principio en todo el NT (cf. Flp 2,9):
para ser cristiano hay que vaciarse de sí mismo y entregarse a los demás. Así
no se esclaviza, sino se produce vida. Por eso los responsables de las
comunidades deben seguir esta forma de gobierno: tratar a los demás como
hermanos y situarse en el último lugar para servirlos. Son las consecuencias de
una fe que sólo tiene como absoluto a Dios, que hace a todos hijos.
Lectura del santo Evangelio según San
Mateo 23,8-12
Para meditar
«Es
la misión de los Apóstoles como aquí se refiere: Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura (Mc
16,15). Se llama “mundo” por estar siempre en movimiento, pues no les es dado
descanso alguno a sus elementos. El mundo se divide en cuatro partes: oriental,
occidental, meridional y septentrional. Como el mundo consta de cuatro
elementos, los antiguos dijeron que el hombre, un mundo en miniatura, consta de
cuatro humores, mezclados en un solo temperamento. El pobre hombre, desde el
principio de la vida hasta el final, está siempre en movimiento, nunca descansa
hasta que no llegue a su centro: Dios. Así lo dice San Agustín. “Señor, mi
corazón está inquieto hasta que llegue a ti” (Confesiones, 1,1). Fijó su
morada en la paz (Sal 76,3). El centro del hombre es Dios; nunca hay paz
fuera de Él, y por eso a Él hay que volver. Las partes de la vida del hombre
son: el oriente del nacimiento, el occidente de la muerte, el mediodía de la
prosperidad, el septentrión o aquilón de la adversidad. Debemos ir a este
mundo: Id al mundo entero para que
veáis lo que fuisteis en vuestro nacimiento y lo que seréis en la muerte; lo
que sois cuando os sonríe la prosperidad y cuando embiste la adversidad, si
aquélla levanta, si ésta postra. De estas cuatro consideraciones vienen cuatro
frutos: desprecio de sí mismo, menosprecio del mundo, constancia para no
engreírse y paciencia para no hundirse» (San Antonio de Padua, Sermones Dominicales y Festivos. «La
Ascensión del Señor» 2,5).
13.1 de
marzo
Dulce Lopes
Pontes (1914-1992)
La beata Dulce Rita Lopes Pontes nace el
26 de mayo de 1914 en Salvador (Bahía. Brasil), hija de Augusto y Dulce María.
De muy joven frecuenta las favelas o colonias de pobres de la ciudad. El sótano
de su casa lo convierte en un lugar de asistencia a los necesitados de
alimentos, ropa y medicinas. En el año 1932 profesa en la OFS. Y en 1933
ingresa en el Instituto de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción
de la Madre de Dios y emite los votos en agosto de 1934. Pone toda su atención
en el seguimiento de Jesús por medio de pequeños actos de servicio a los
marginados. Trabaja en hospital Español de Bahía de enfermera, sacristana y
portera, imparte clases en el colegio de Santa Bernadete y colabora con obreros
de Itapagipe. Funda las Hijas de María Siervas de los Pobres, además crea
colegios para los niños, albergues para los pobres sin techo, el sindicato de
los obreros de San Francisco en Bahía y una red de hospitales donde recoge a
los enfermos. En el Hospital de San Antonio llega a asistir a 3.000 enfermos al
día. Es candidata al Premio Nobel de la Paz en 1988. Tiene una especial
devoción al Corazón de Jesús y a María Inmaculada. Fallece en Bahía el 13 de
marzo de 1992. Es beatificada el 22 de mayo de 2011 durante el pontificado de
Benedicto XVI.
Común
de Vírgenes
Oración. Señor, tú que te complaces en habitar en los
limpios de corazón, concédenos, por intercesión de la beata Dulce Lopes,
virgen, vivir, por tu gracia, de tal manera que merezcamos tenerte siempre con
nosotros. Por nuestro Señor Jesucristo.
Lecturas
«En nombre de
Jesucristo echa a andar»
Los
seguidores de Jesús, después de la experiencia de la Resurrección y la
recepción del Espíritu en Pentecostés (cf. Hech 2,1-4), comienzan su misión de
continuar en la historia la salvación que Dios inicia con Jesús. Los discípulos
son meros mediadores de la salvación (cf. Hech 4,9.12). Ellos actúan en «nombre
de Jesús», el Salvador (cf. Hech 5,31; 13,23), al que los nuevos cristianos se
unen por el bautismo (cf. Hech 2,38; Rom 6,1-11). La salvación abarca toda la
realidad creada (cf. Rom 8,19). Recuperar la salud es, pues, un signo de que la
salvación incide decididamente en la vida humana.
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 3,1-10
Salmo responsorial 143,1-2.9-10
La vida humana nos
somete a muchos peligros: peligros de la guerra, de la enfermedad, en
definitiva, de la muerte con la que desparece la vida de la historia. El Señor,
entonces, se presenta como un alcázar, como un escudo, como un médico: la roca
sobre la que se asienta la vida. Él es el salvador, que vence al enemigo, a la
enfermedad, a la muerte. Por eso se le alaba y se le alaba cantando.
V. Bendito el Señor, mi roca.
R. Bendito el Señor, mi roca.
Aleluya Mt
9,12
Aleluya.
Aleluya.
«No
necesitan médico los que están sanos, sino los enfermos»
Aleluya
Evangelio
«Los que
lo tocaban se ponían sanos»
Marcos comienza su
Evangelio con la proclamación de la filiación divina de Jesús y el anuncio del
Reino (cf. Mc 1,1.15). La presencia salvadora de Dios en la historia la realiza
por medio de signos, y uno de ellos es la curación de los enfermos. Por la curación,
Jesús comunica que Dios actúa salvando, que no condenando. Ante ello, los
creyentes buscan y se acercan a Jesús con sus enfermedades y miserias y
encuentran al Hijo de Dios, que no sólo sana, sino también perdona y ofrece las
condiciones fundamentales para conducirse con una existencia digna.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos
6,53-56
Para meditar
«Si
alguno de los hermanos cayere en enfermedad, dondequiera estuviere, los otros
hermanos no lo abandonen, sino que se asigne a uno de los hermanos o más, si
fuere necesario, que le sirvan, como querrían
ellos ser servidos (Mt 7,12); pero en una necesidad extrema, pueden dejarlo
a alguna persona que deba satisfacer por su enfermedad.
Y ruego al hermano
enfermo que dé gracias de todo al Creador; y que desee estar tal cual le quiere
el Señor, ya sano ya enfermo, porque a todos los que Dios predestinó a la vida eterna (Hech 13,48) los instruye con los aguijones de los azotes y enfermedades y con el
espíritu de compunción, como dice el Señor: Yo a los que amo corrijo y castigo
(Ap 3,19).
Y si alguno se turba o irrita, ya contra Dios ya
contra los hermanos, o si por casualidad exigiere con inquietud medicinas,
anhelando en demasía liberar la carne que en seguida morirá, que es enemiga del
alma, del malo le viene esto y es carnal, y no parece ser de los hermanos,
porque ama más al cuerpo que al alma» (San Francisco, RegNB, 10,1-4).
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