lunes, 3 de marzo de 2014

Franciscanismo. La pobreza

                        LA POBREZA

                             I

                                                                  


               Jesús

1.- Jesús enseña la necesidad de abandonar la riqueza para incorporarse al Reino. Así lo dice en las Bienaventuranzas: *Dichosos los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece+. Pobre es el que está escondido o el oprimido que tiene que mendigar para sobrevivir y, por tanto, no se le tiene en cuenta en las relaciones sociales. No es el pobre que trabaja por lo que sea. El pobre pasa de maldito a la cercanía de Dios. Dios se ha fijado en su desamparo, lo que hace que se fíe y confíe en Él[1]. La paradoja de que los pobres serán dichosos no es por la pobreza, pues ésta no constituye un estado de felicidad, sino porque Dios va a reinar de inmediato. Entonces recuperará su dignidad humana. De aquí la satisfacción, el gozo inmenso e interior que se manifiesta de una forma objetiva en compartir los bienes en este mundo como preámbulo de la dicha definitiva, cuando Dios instaure su Reino y dé la salvación a sus elegidos[2]. Jesús lo demuestra: los pobres son los primeros a los que se les anuncia esta era de gracia[3] y los primeros que hay que invitar frente a los que presuntamente tienen derecho al banquete, como sucede con el pobre Lázaro, o con aquellos que son capaces de cambiar de vida, como Zaqueo[4].

Pero la enseñanza de Jesús se completa con la lectura que hace Mateo.  Añade que la felicidad es también para los pobres *de espíritu+[5]. Del estado de pobreza se desplaza el sentido a la actitud humana de inferioridad: la humildad. Entonces la sumisión de los pobres a Dios se contrapone a la arrogancia de los prepotentes que cierran su corazón a las necesidades de su prójimo y se alejan de la voluntad divina. Está en la línea de la humildad que se exige a los que desean entrar en el Reino, en contra de la vanidad de los escribas[6]. La tercera bienaventuranza de Mateo: *Dichosos los desposeídos, porque heredarán la tierra+[7] es una concreción de la de los pobres.  Desposeído se relaciona con la afabilidad y está lejos de la violencia[8]. Los pobres de espíritu y los desposeídos comprendidos como tolerantes comportan una triple dirección: hacia Dios siendo obedientes y sumisos, hacia la tierra utilizando sus bienes, y hacia el prójimo evitando cualquier brote de rechazo o alejamiento. Recibirán el Reino, porque constituyen en la actualidad el auténtico interés de Dios; poseerán la tierra, porque gozarán en el futuro de los bienes que lleva consigo el Reino. Por una causa y por otra vivirán la paz de la gente afable, modesta, benigna, en definitiva, la que experimenta la humilde confianza en Dios y no se irrita por el progreso de la maldad[9].



[1] Lc 6,20. Cf. Dios sale en su defensa: Lev 25,35; Dt 24,14-15.19-22; 27,19; Sal 146,5-7; Is 58,6-7; 61,1-2; etc.; por eso confían los pobres: Sal 39,18; 68,30-34; etc., que en la época cristiana se les une la santidad: Sant 1,9; 2,5; 5,1-6.
[2] En el Antiguo Testamento leemos: *Durante seis años sembrarás tu tierra y recogerás la cosecha, pero el séptimo año la dejarás en barbecho. Deja que coman los pobres de tu pueblo+ (Éx 23,10-11); en Lucas: *Los creyentes estaban todos unidos y poseían todo en común; vendían bienes y posesiones y las repartían según la necesidad de cada uno+. Hech 2,44-45; cf. 4,32.34-35.
[3] Lc 7,18-19.22-23; Mt 11,2-6; Lc 4,18; 7,20-21; etc.
[4] Lc 16,19-31; Lc 19,1-10.
[5] Mt 5,3.
[6] *Os aseguro que si no os convertís y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de Dios. Quien se humille como este niño, es el más grande en el Reino de Dios+. Mt 18,1-4; cf. Mc 9,30-32; Lc 9,44-45; Is 66,2; *En la cátedra de Moisés se han sentado los letrados y fariseos...+. Mt 23,1-12.
[7]  Mt 5,5;  se cita el Sal 37,11
[8] Desposeído en Mateo no dice relación directa a un afecto como la ira (manso), aunque la contemple en su horizonte, ni entraña la no violencia como la entiende el pacifismo en contraposición al poder impuesto a la fuerza. Está más en la línea de los pobres de espíritu expuesto en la primera bienaventuranza: benigno, tolerante, amistoso, humilde, etc.
[9] Como reza el Salmo 37,8-9 frenando la indignación de los justos por la felicidad que exhiben los malvados: *Cohíbe la ira, reprime el coraje, no te exasperes hasta obrar mal; pues los malvados serán excluidos, pero los que esperan en el Señor poseerán una tierra+. Y así lo interpreta San Francisco en la Admonición 11: «Ninguna cosa debe desagradar al siervo de Dios, excepto el pecado. Y si alguna persona pecara de cualquier modo, y por esto, no por caridad, se turbara y encolerizara el siervo de Dios, atesora para sí culpa (cf. Rom 2,5). Aquel siervo de Dios que no se encoleriza ni se conturba por cosa alguna, vive rectamente sin propio. Y es bienaventurado aquel a quien no queda nada para sí, pagando al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios (Mt 22, 21)».

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