18 de marzo
Salvador
de Horta (1520-1567)
San Salvador de Horta nace en Santa
Coloma de Farnés (Gerona. España) en el año 1520. Pertenece a una familia que
trabaja en la agricultura y posee una masía llamada Masdevall.
Sus padres se arruinan y son acogidos en el
hospicio de Santa Coloma de Farnés.
Salvador aprende el oficio de zapatero, que le enseña su padre, y se establece
en Barcelona. En 1540 ingresa en el convento de Santa María de Jesús, situado a
las afueras de la ciudad. Después de
profesar, se le destina a Tortosa, al convento de Santa María de Jesús. Se
entrega por entero a la oración y a la penitencia, ejerciendo los oficios más
humildes de la fraternidad y siendo un franciscano extremadamente sencillo. Al
norte de Tortosa se encuentra la aldea de Horta de San Juan, adonde es
destinado en 1559 para intensificar su vida de oración. Sin embargo, acuden a él gentes de
todas partes de España para recibir consejo, curar sus enfermedades y
revitalizar su fe. Más tarde se le envía a Reus y a Cagliari, en la isla de Cerdeña, en la que
vive dos años antes de fallecer el día 18 de marzo del 1567. Clemente XI lo
beatifica el 29 de enero de 1711, y Benedicto XIII, el 15 de julio del 1724,
concede que se celebre su oficio el día 18 de marzo en la Orden y en Cagliari,
en Santa Coloma de Farnés y en Horta. El papa Pío XI lo canoniza el 17 de abril
de 1938.
Común
de Santos Varones
Oración. Te rogamos, Dios de bondad, nos concedas a los que
conmemoramos a San Salvador de Horta, tu humilde siervo, vernos libres, por su
intercesión, de los males presentes, y gozar de la vida eterna. Por nuestro
Señor Jesucristo.
Lecturas
«Porque el Señor es
compasivo y misericordioso»
Debemos
ser coherentes entre lo que pensamos, decimos y hacemos, sobre todo en la
multitud de actos que conforman nuestra vida cotidiana. La sinceridad de
nuestras acciones, la veracidad de nuestras palabras favorece una vida de amor
continuada y válida para el servicio de los demás. Una vida llevada así da
consistencia a la fe y a la vida familiar y fraterna. Cuando aparezcan los
pecados, ya sabemos la actitud misericordiosa de Dios, que siempre está
dispuesto a perdonar a los que se abren a Él y sirven continuamente a los
demás.
Lectura de la carta del Apóstol Santiago 5,9-12
Salmo responsorial Sal
110,1-2.5-6.9-10
Dios
siempre es fiel a su pueblo, a las personas que caminan en la vida,
reconociendo que todos los bienes provienen de Él. Por eso se le da gracias, se
le alaba y le bendice, porque el creyente es consciente de que la mirada
continua del Señor es la que da la vida y la impulsa hacia sus objetivos más
nobles.
V.
El Señor recuerda siempre su alianza.
R.
El Señor recuerda siempre su alianza.
Aleluya Sal
94,8
Aleluya.
Aleluya.
«No
endurezcáis hoy el corazón,
sino
escuchad la voz del Señor».
Aleluya.
Evangelio
«A vosotros os basta decir sí o no»
Es
larga la tradición de Israel y de los pueblos vecinos de invocar el nombre del
Señor para que ratifique las palabras dichas en acontecimientos importantes en
la vida de la sociedad y de las personas. Pablo pone muchas veces a Dios por
testigo (cf. 2Cor 1,23; Gá 1,20; Flp 1,8). Lo que no se puede es jurar en falso
(cf. Éx 20,7), o jurar sin motivo (cf. Eclo 23,9-11). Jesús, vista la
inminencia del fin de la historia, prohíbe el juramento en todo caso. Y opta
por la veracidad de la palabra en todas las acciones de nuestra vida cotidiana,
como antes hemos leído en la Carta de Santiago.
Lectura del santo Evangelio según San
Mateo 5,33-37
Para meditar
«Francisco fue humilde de corazón
en palabras y obras, manifestando y manteniendo esta actitud en el hábito,
porque usaba una túnica pobre y quería que los hermanos vistiesen hábitos viles
ceñidos a las caderas con una cuerda (cf. 1Cel 15,39). También le gustaba que
resonase la humildad en el nombre mismo de la Orden. En efecto, dijo: “Quiero
que esta fraternidad sea llamada Orden de Frailes Menores”(cf. 1Cel 15,38). Y
la pobreza se uniese siempre a esta virtud para que los Hermanos fueran
llamados “pobres menores”.
Pero como todo esto no tiene valor
alguno sin la caridad, (sus discípulos) son llamados en todo el mundo hermanos
menores. Sin embargo, se glorían en vano de este nombre, e incluso teniéndolo
están muertos, si en ellos no sobresale la humildad sobre los demás religiosos,
si no aman la pobreza, si en ellos no florece la caridad» (Tomás de Pavía, Distinctiones, Terebinto).
19 de marzo
José,
esposo de la Virgen María
Los
Evangelios dan los siguientes datos sobre San José. Descendiente de la familia
de David (Mt 1,16; Lc 3,23), vive en Nazaret. Un ángel le anuncia que María, su
esposa, espera un hijo por obra del Espíritu Santo (cf. Mt 1,16-24). Viaja con
María a Belén por disposición de César Augusto, donde nace Jesús (cf. Lc
2,1-20); le impone el nombre (cf. Lc 2,21), lo ofrece al Señor y escucha las
profecías de Simeón y Ana (cf. Lc 2,5-38). Lleva a María y a Jesús a Egipto
para defenderlo de Herodes (cf. Mt 2,13). Una vez que muere Herodes, regresa a
Palestina, instalándose en Nazaret de Galilea (cf. Mt 2,23). Lucas relata un
viaje de la familia a Jerusalén, donde Jesús se separa de sus padres para
discutir con los doctores de la Ley en el templo (cf. Lc 2,41-50). José es un
técnico de la madera, del hierro y de la piedra (cf. Mt 13,55; Mc 6,3), cuyo oficio
y utensilios aprende y hereda Jesús (cf. Mc 6,3). José aparece siempre como
esposo de María (Mt 1,16.18.20.24; Lc 2,5) y padre de Jesús (cf. Lc
2,27.33.41.43.48; 3,23; Mt 13,55), como lo dice María (Lc 4,48) y la gente (Lc
3,23; 4,22; Mt 13,55; Jn 6,42). Es una persona justa (cf. Mt 1,19), fiel a la
Ley y cumplidora de todas las tradiciones religiosas y sociales de Israel.
Oración.
Dios eterno que confiaste los primeros misterios de la salvación de los hombres
a la fiel custodia de San José, haz que, por su intercesión, la Iglesia los
conserve fielmente y los lleve a plenitud en su misión salvadora. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo.
Lecturas
Primera
lectura
David
recibe la promesa de Natán en la que un descenciente suyo tendrá un reino
eterno, le dará a su pueblo la paz imponiéndose sobre todos sus enemigos. Es la
esperanza que siempre ha tenido Israel: llegará un día que Dios donará al
pueblo un rey, un sacerdote, un pastor, un salvador, un mesías que conducirá al
pueblo a la libertad, a la justicia, a una vida sin fin. Los cristianos lo
experimentan en Jesús y José lo entronca con la casa de David.
Lectura del segundo libro de
Samuel 7,4-5.12-14.16
En
aquellos días recibió Natán la siguiente palabra del Señor: Ve y dile a mi
siervo David: cuando hayas llegado al término de tu vida y descanses con tus
padres estableceré después de ti a un descendiente tuyo, un hijo de tus
entrañas, y consolidaré su reino. Él edificará un templo en mi honor y yo
consolidaré su trono real para siempre. Yo seré para él un padre, y el será
para mí un hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia y tu
trono durará por siempre.
Salmo responsorial 88,2-5.27.29
Israel
pierde la esperanza de ser un pueblo poderoso y libre con el destierro a
Babilonia. Con la restauración del templo y la progresiva reforma de las
costumbres y hábitos de Israel, de nuevo se rehace la promesa hecha a la casa
de David. Y es porque Dios es fiel; Dios quiere a su pueblo. Jesús será el Hijo
amado que llevará a cabo las promesas dadas por Dios a Israel.
V.
Su linaje será perpetuo.
R.
Su linaje será perpetuo.
V.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré
tu fidelidad por todas las edades.
Porque
dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más
que el cielo has afianzado tu fidelidad».
R.
Su linaje será perpetuo.
V.
Sellé una alianza con mi elegido,
jurando
a David mi siervo:
«Te
fundaré un linaje perpetuo,
edificaré
tu trono por todas las edades».
R.
Su linaje será perpetuo.
V.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi
Dios, mi Roca salvadora».
R.
Su linaje será perpetuo.
V.
Le mantendré eternamente mi favor
y
mi alianza con él será estable.
R.
Su linaje será perpetuo.
Segunda
lectura
La
salvación proviene de la fe, que es el don gratuito que Dios concede al hombre.
Y la fe de Abrahán, que creyó en la promesa que Dios le hizo, es la misma que
la de José, que creyó el anuncio del ángel de que María estaba embarazada del Hijo
de Dios por el Espíritu Santo. Por la fe de los hombres buenos y justos es como
el Señor va cumpliendo la promesa de salvación que da a Israel y, a partir de
Jesús, a todos los pueblos. Los cristianos saben de antemano que la salvación
es un don, es una gracia de Dios, porque en la vida de fe todo es gracia. Dios
cuenta con nuestra cooperación, con nuestra libertad, pero la salvación depende
de Él en última instancia.
Lectura
de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos
4,13.16-18.22
Hermanos:
No fue la observancia de la ley, sino la fe, la que obtuvo para Abrahán y su
descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, como todo depende de la
fe, todo es gracia. Así la promesa está asegurada para toda la descendencia no
solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de
Abrahán que es padre de todos nosotros. Así lo dice la Escritura: «Te hago
padre de muchos pueblos». Al encontrarse con el Dios que da la vida a los muertos
y llama a la existencia a lo que no existe Abrahán creyó. Apoyado en la
esperanza creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas
naciones, según lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia». Por lo
cual le fue computado como justicia.
Aleluya Sal
83,5
Aleluya.
Aleluya.
«Dichosos
los que viven en tu casa, Señor, alabándote siempre».
Aleluya.
José,
un hombre bueno, al saber del embarazo de María decide repudiarla en secreto
para que nadie le haga daño. Pero Dios quiere más de él. José es el que
entronca a Jesús con la casa de David y con todas las promesas hechas a esta
dinastía. José asume a su mujer y al Hijo de Dios como parte de su existencia y
se entrega a ellos por amor y por fe, por esa confianza puesta en Dios que le
ha llamado a realizar una función anunciada por el ángel. Dios ha decidido
salvarnos por medio de una vida humana, y esta vida necesita una familia. José
y María cumplen la voluntad de Dios que nos da un salvador para que le sigamos
y entendamos.
Lectura del santo Evangelio según San
Mateo
1,16.18-21.24
Jacob
engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El
nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: La madre de Jesús estaba desposada
con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo, por obra
del Espíritu Santo. José, su esposo, que era bueno y no quería denunciarla,
decidió repudiarla en secreto. Pero apenas había tomado esta resolución se le
apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: José, hijo de David, no
tengas reparos en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en
ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre
Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Cuando José se despertó
hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
Para meditar
«Donde se debe notar que San
Pablo es conocido por la espada de dos manos, con la cual todo trazó cuanto
hallaba ante sí, y no paró hasta Dios. Y San Pedro en las llaves se conoce que
le son dadas para abrir y cerrar el cielo. Y San Andrés en la cruz. [...] Y si
discurrimos por cuantos santos están hoy sobre la tierra y traemos a la memoria
cuantos han subido al cielo, hallaremos que en las armas de su generosidad aun
todos no hacen pie a las armas que son dadas a este admirable patrón, de la
alteza de su rey.
22 de marzo
Bienvenido
Scotívoli (1188-1284)
El beato Bienvenido Scotívoli nace en Ancona
(Las Marcas. Italia) en 1188. Estudia Derecho en Bolonia. Es Capellán
Pontificio, Arcediano de Ancona, Administrador de la diócesis de Osimo en 1263.
Urbano IV le nombra obispo de Osimo el 13 de marzo de 1264. En 1267, Clemente
IV le da el gobierno de la Marca de Ancona. Seguidor de San Francisco, recibe
en su diócesis a los Franciscanos, viste el hábito y practica la devoción a la
Eucaristía, a María y en especial a Cristo pobre y crucificado. A ello une un
carácter afable y paciente. Esto no obsta para que reforme su diócesis con la
defensa de los bienes eclesiásticos, el capítulo de la catedral y la ayuda
constante a los enfermos y a los pobres. Defiende los derechos de su diócesis
sobre la ciudad de Cingoli. Muere el
2 de marzo de 1282. Es sepultado en la catedral de Osimo. Martín IV reconoce su
culto en 1284.
Común
de Pastores
Oración.
Señor y Dios nuestro, que has puesto al obispo Bienvenido Scotívoli al frente
de tu pueblo, te rogamos que por la eficacia de sus reformas concedas a tu
pueblo la conversión por tu amor. Por nuestro Señor Jesucristo.
Lecturas
« Dios regala vida
eterna por medio de Cristo Jesús, Señor nuestro»
La fe en Cristo Jesús da lugar a un cambio
trascendental en la vida humana. Vivir en Cristo, toda vez que se ha sumergido
el creyente en su muerte y resurrección por el bautismo (cf. Rom 6,1-4),
entraña experimentar unos valores en la vida religiosa, en la vida humana, en
las relaciones sociales diferentes a los que la cultura transmite y se aprenden
en el seno familiar y social. Se podría resumir la conversión cristiana en el
paso del odio al amor, de la soberbia al servicio, de la soledad a la
fraternidad, en definitiva, de la muerte a la vida, y de la vida a la vida
eterna.
Lectura de la carta del
Apóstol San Pablo a los Romanos 6,19-23
El justo que vive de su fidelidad
a Dios, que ha puesto su confianza en el Señor, transcurre en la vida como un
árbol que está al borde de la acequia, pues nunca le faltará el agua para echar
los frutos a tiempo. Con la gracia divina, el justo camina haciendo el bien y
esperando la recompensa divina bien en esta vida, bien en la futura.
V. Dichoso el hombre que
ha puesto su confianza en el Señor.
R. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el
Señor.
Aleluya cf.
Mc 1,15
Aleluya. Aleluya.
Está cerca el reino de Dios; convirtámonos y creamos la
Buena Noticia.
Aleluya.
Evangelio
«Producid el fruto que la conversión pide»
El Bautista continúa la tradición profética sobre la
conversión (cf. Is 1,11-18; Am 5,14-15; etc.), como hará Jesús y Pablo.
Volverse al Señor no es sólo dejar los ídolos, sino ver al prójimo junto al
Señor, sobre todo al prójimo sumido en la desgracia. De ahí que convertirse es
compartir la vida con los demás y hacer extensibles a los otros los bienes que
disfrutamos. La conversión que pide Juan termina en el mensaje del NT con la
venida del Espíritu como relación de amor del Señor con el cristiano. Vivir en
este amor es vivir con una existencia vuelta hacia el Señor y hacia los
hermanos.
Lectura del santo
Evangelio según San Lucas 3,7-14
Para meditar
«Cuando el alma se despoja
totalmente de todo amor creado y tiene la verdadera pobreza de espíritu con
todo el corazón, puesto que no se goza de cualquier criatura, entonces es
atraída y colmada por el amor divino, en el que se abandona totalmente. Y si
después los “medios”, que el alma ha abandonado, intentan volver de nuevo al
alma, ellos no pueden entrar, ya que la casa está habitada y la estancia está
ya ocupada por el amor divino y todos los afectos del alma están dominados. Y
sucede como observamos en los viajeros, que no se alojan en los albergues
ocupados por otros, sino en aquellos vacíos que le pueden recibir.
Cuando después el alma es así tomada
y llena por el amor divino (realidad que sucede inmediatamente, apenas Dios la
ve vacía del cualquier amor y también del amor de sí mismo), entonces comienza
a ser iluminada por la misma verdad, que es Dios; y en esta verdad ve la verdad
de todas las criaturas y reconoce que cosa es despreciable y que cosa es
preciosa. Y en esta luz el alma ve la vileza de todas las cosas terrenas y el
perjuicio que procede por unirse a ellas de forma que no se deja distraer» (Ricerio
de Muccia, Come l’anima, I 58-59).
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