domingo, 15 de febrero de 2015

                             LA REVELACIÓN DE DIOS EN SU HIJO JESÚS

                                                                        VI
                                                                             
                                Inmanencia-trascendencia de la gracia en el hombre y en Cristo




                                               Marta Garre Garre
                                               Instituto Teológico OFM
                                                    Pontificia Universidad Antonianum


Punto de partida

El objetivo del estudio es responder a la pregunta: ¿Cómo y bajo qué condiciones se inserta la gracia en el corazón del hombre? Es necesario, para ello, conjugar dos extremos: el carácter sobrenatural, gratuito trascendente de la visión-gracia que se comunica al hombre y, segundo, la orientación innata de éste a la misma, expresada con el término clásico del “desiderium naturale videndi Deum”.
La única respuesta posible es que la Gracia no se superpone a la naturaleza como si fuera un adorno que no afecta para nada a su ser íntimo. Dicho en otros términos, lo sobrenatural no puede concebirse como una yuxtaposición o superposición a la intelectualidad creada, que sin ello y con ello no experimentaría un cambio vital profundo en su íntima estructura. Por otro lado, tampoco la inmanencia de la Gracia puede significar un rebajamiento, una cosificación del don de Dios. Alfaro tiene muy presente que la gracia no es algo que podamos palpar y definir, está en nosotros (inmanencia) pero de modo absolutamente indisponible (trascendencia). Estamos ante la gran paradoja constitutiva de la existencia humana que Alfaro tratará de justificar mediante una explicación razonable.  
Acerca de esta paradoja Alfaro destaca también la aportación de Rahner.  El punto de partida de Rahner en los dos artículos en cuestión es la crítica  de la concepción tradicional sobre la relación naturaleza-gracia. Para Rahner, si el hombre existe en el orden de la gracia, esto se ha de reflejar en nuestra conciencia. No sabríamos qué sería el ser humano si no hubiera sido elevado al orden sobrenatural;  pero es claro que la ordenación al fin sobrenatural no puede ser constitutiva de la naturaleza humana en cuanto tal. Para ello, distingue entre la esencia concreta del hombre y la naturaleza con el fin de hacer ver cómo la ordenación  a la visión de Dios no es un elemento accidental y externo al ser humano. Esta esencia del hombre incluye como elemento esencial -lo más íntimo del hombre-, el “existencial natural”, la ordenación a la comunión con el Dios trino. Frente a ella, la naturaleza es solo un resto cuyo contenido no se puede precisar. De hecho, la naturaleza no es nunca naturaleza pura, sino una naturaleza en el orden sobrenatural, conformada por la gracia. En el segundo artículo, introduce la noción de “espíritu creado” que es, precisamente, la apertura en el hombre al Ser Absoluto. Aquí es donde comienzan las afinidades con Alfaro. Veamos.
La preocupación básica es armonizar la gratuidad de la auto comunicación de Dios (trascendencia de la gracia) y la inmanencia de la misma. Y aquí hay que anotar la preferencia terminológica del término “supercreatural” para calificar la visión divina y todo lo que pertenece al orden de la gracia.
En la misma criatura tiene que haber un aspecto ontológico que le haga “capaz” de llegar a la visión de Dios. Expresa esto con el término “criatura intelectual” o su equivalente “espíritu finito”, lo cual equivale a no tener que aplicar  un concepto de naturaleza cerrado y definido.

Como vemos, las diferencias son significativas: el pensamiento de Rahner se articula en torno al existencial sobrenatural, que es lo más profundo de la esencia concreta del hombre. Para Alfaro, la llamada a la visión es también la dimensión más profunda y básica del hombre en su existencia concreta, pero en la “creaturalidad intelectual”. 

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