LA REVELACIÓN DE DIOS EN SU HIJO JESÚS
VI
Inmanencia-trascendencia
de la gracia en el hombre y en Cristo
Marta Garre
Garre
Instituto Teológico OFM
Pontificia
Universidad Antonianum
Punto de partida
El objetivo del estudio es responder
a la pregunta: ¿Cómo y bajo qué condiciones se inserta la gracia en el corazón
del hombre? Es necesario, para ello, conjugar dos extremos: el carácter
sobrenatural, gratuito trascendente de la visión-gracia que se comunica al
hombre y, segundo, la orientación innata de éste a la misma, expresada con el
término clásico del “desiderium naturale
videndi Deum”.
La única respuesta posible es que la
Gracia no se superpone a la naturaleza como si fuera un adorno que no afecta
para nada a su ser íntimo. Dicho en otros términos, lo sobrenatural no puede
concebirse como una yuxtaposición o superposición a la intelectualidad creada,
que sin ello y con ello no experimentaría un cambio vital profundo en su íntima
estructura. Por otro lado, tampoco la inmanencia de la Gracia puede significar
un rebajamiento, una cosificación del don de Dios. Alfaro tiene muy presente
que la gracia no es algo que podamos palpar y definir, está en nosotros
(inmanencia) pero de modo absolutamente indisponible (trascendencia). Estamos
ante la gran paradoja constitutiva de la existencia humana que Alfaro tratará
de justificar mediante una explicación razonable.
Acerca de esta paradoja Alfaro destaca
también la aportación de Rahner. El
punto de partida de Rahner en los dos artículos en cuestión es la crítica de la concepción tradicional sobre la
relación naturaleza-gracia. Para Rahner, si el hombre existe en el orden de la
gracia, esto se ha de reflejar en nuestra conciencia. No sabríamos qué sería el
ser humano si no hubiera sido elevado al orden sobrenatural; pero es claro que la ordenación al fin
sobrenatural no puede ser constitutiva de la naturaleza humana en cuanto tal.
Para ello, distingue entre la esencia concreta del hombre y la naturaleza con
el fin de hacer ver cómo la ordenación a
la visión de Dios no es un elemento accidental y externo al ser humano. Esta
esencia del hombre incluye como elemento esencial -lo más íntimo del hombre-,
el “existencial natural”, la ordenación a la comunión con el Dios trino. Frente
a ella, la naturaleza es solo un resto cuyo contenido no se puede precisar. De
hecho, la naturaleza no es nunca naturaleza pura, sino una naturaleza en el
orden sobrenatural, conformada por la gracia. En el segundo artículo, introduce
la noción de “espíritu creado” que es, precisamente, la apertura en el hombre
al Ser Absoluto. Aquí es donde comienzan las afinidades con Alfaro. Veamos.
La preocupación básica es armonizar
la gratuidad de la auto comunicación de Dios (trascendencia de la gracia) y la
inmanencia de la misma. Y aquí hay que anotar la preferencia terminológica del
término “supercreatural” para calificar la visión divina y todo lo que
pertenece al orden de la gracia.
En la misma criatura tiene que haber
un aspecto ontológico que le haga “capaz” de llegar a la visión de Dios.
Expresa esto con el término “criatura intelectual” o su equivalente “espíritu
finito”, lo cual equivale a no tener que aplicar un concepto de naturaleza cerrado y definido.
Como vemos, las diferencias son
significativas: el pensamiento de Rahner se articula en torno al existencial
sobrenatural, que es lo más profundo de la esencia concreta del hombre. Para
Alfaro, la llamada a la visión es también la dimensión más profunda y básica
del hombre en su existencia concreta, pero en la “creaturalidad intelectual”.
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