PALABRAS DE
JESÚS EN LA CRUZ
IV
«Padre, perdónales, porque
no saben lo que hacen» (Lc 23,34).
Jesús ora por los que le
han crucificado, es decir, los soldados y verdugos que tiene en su rededor y
ahora le vigilan para que se cumpla la sentencia. Ora también al Padre por los
que han sido responsables de su muerte, Pilato (Lc 23,24), los sumos sacerdotes
y escribas (Lc 23,13.21.23), todos simbolizados en la ciudad santa de
Jerusalén. Antes Jesús acusa a la Ciudad Santa de que «mata a los profetas y apedrea
a los enviados» (Lc 13,34); y, por la violencia que anida en sus habitantes,
sentencia: «... si reconocieras hoy lo que conduce a la paz. Pero ahora está
oculto a tus ojos» (Lc 19,42). Todos ellos ignoran a quién han llevado a
la cruz, según afirman Pedro y Pablo en sus primeras predicaciones (Hech 3,17;
13,27), ellos que también han tenido su pequeña historia de traición y
persecución al Hijo de Dios (Lc 22,54-62; Hech 26,9).
Reflexión
En términos generales, nuestra
historia ha tenido tres fases en las penas que se aplican a los delitos. Que
«toda la familia o pueblo» pague la infracción cometida por un individuo; la
ley del «ojo por ojo y diente por diente», mucho más reducida que la anterior;
la ley de la correspondencia al amor y amistad recibidos: «amo a quien me ama; odio
a quien me odia», y la propuesta por Jesús: «debemos amar a todo el mundo,
amigos y enemigos». La raíz de esta afirmación está en la fe en el Señor, que
es Padre y Madre de justos e injustos y a todos les hace salir el sol (cf. Mt
5,45). Al tener un solo Padre y Madre, todos somos hermanos, sea cual fuere la
relación concreta que tengamos entre sí.
Me gusta mucho leer y saborear lentamente todas y cada una de las páginas que publica. A veces me cuesta trabajo entender pero bien. Con paciencia todo se arregla.
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