Francisco de Asís y su mensaje
XVII
El hombre «nuevo»
Introducción
Definir qué es el
hombre constituye la pregunta permanente de la historia de la humanidad. Muchas
disciplinas aportan datos para identificar y describir la condición del ser
humano: la biología, la cultura, la paleontología, la etnología, la psicología,
la sociología, la filosofía, la teología, etc. Pero no es una tarea nada fácil,
pues los resultados científicos se deben contrastar con las diferentes
aportaciones de las culturas, las creencias y las biografías individuales, que
responden a los interrogantes del origen, sentido y futuro de la existencia. Lo
cierto es que el hombre tiene capacidad para preguntarse sobre estas cuestiones
básicas que afectan a su historia personal y colectiva, y trata de responder a
esas preguntas: por una parte, superando la muerte con la idea de eternidad y,
por otra, ampliando y prolongando su vida en el espacio y en el tiempo. El caso
es sobrepasar los límites que establece su existencia biológica con las armas
de la libertad y la racionalidad.
La visión sobre el
hombre que ofrece la revelación recoge las aportaciones que dan otras culturas
e ideologías, y las integra en la medida que enriquecen la visión cristiana.
Por otra parte, la revelación supone una instancia crítica a las hipótesis que
elaboran las ciencias o transmiten las culturas. En uno y otro caso, la
teología mantiene una actitud dialogante, porque la fe sólo puede ser relevante
para los pueblos si es capaz de encarnarse y ofrecer los valores provenientes
del Evangelio.
Veamos la imagen del
hombre que aparece en la Escritura con relación a Dios y con relación a Cristo,
para actualizarla a partir de los testimonios de Pablo y de Francisco de Asís
como seguidores de Jesús.
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