lunes, 11 de mayo de 2015

Los Hechos de los Apóstoles

                                   Hechos de los Apóstoles y orígenes cristianos


                                                                            SENÉN VIDAL


MIGUEL ÁLVAREZ BARREDO
Instituto Teológico de Murcia OFM
Pontificia Universidad Antonianum     

           
Si uno lee la primera parte del título casi automáticamente piensa en un comentario clásico a dicho libro, pero la segunda parte matiza ya el enfoque del autor. Se pretende ofrecer unos rasgos históricos, apoyados en conceptos teológicos, que encuentran su eco en el libro de los Hechos de los Apóstoles.
            En un primer momento el autor traza unas líneas, que orientan el conjunto de su obra. En el primer número delimita un ciclo de relatos sobre los helenistas, que corona con un apunte sobre la misión paulina. Con uno trato más bien sumario se contempla el nervio misionero que recorre el libro de los Hechos.
            En un segundo momento proporciona una serie de relatos, que, intercalados en los planes anteriores, ayudan a comprender la dinámica de la misión cristiana de los helenistas y otros agentes de la expansión del cristianismo. Completa esta primera óptica con  notas sobre los discursos y relatos de los milagros en esta obra lucana.
            Ya bien entrada la exposición temática,  S. Vidal se detiene sobre la estructura literaria de los Hechos, así como los principios literarios que lo configuran los relatos, a saber, su carácter historiográfico, recopilativo, ordenados, con aire de continuidad, con tientes escenográficos, etc.
           
Muy útiles para el lector resultan las consideraciones sobre el origen y la intención de los Hechos (págs. 69-76). En estas páginas se aprecia rápidamente los propósitos de este escrito del NT: el crecimiento de la gran iglesia, su carácter apologético eclesial y social del movimiento cristiano. En el modo de disponer Lucas las informaciones pretende eliminar prejuicios contra esta tendencia misionera, ya sea en el ámbito social del imperio romano, como en las tensiones internas en la difusión de la fe.
            Sugestivas y sumarias son las páginas dedicadas a los inicios del movimiento cristiano en Jerusalén, Palestina y Galilea (págs. 79-87).
            En la p. 87 el autor sumariamente trata el origen de los primeros grupos en Palestina, concretamente en Galilea, patentes en tradiciones  del ev. de Mc, que suponen la extensión del movimiento cristiano en este ámbito, lo mismo que sucede con el documento Q. Aquí encaja también el material de esta fuente. Interesante es también su hipótesis sobre los grupos joánicos en Judea, que, por otra parte, concuerda con ciertos enfoques  de la investigación sobre el ev. de Jn.
En la p. 95 el autor sostiene que el origen del cristianismo helenístico surgió en Damasco, ya que existía una comunidad fuera del núcleo de Palestina, y la persecución de la misma y de la colonia judía avala esta tesis. Según el autor Pablo no es el estratega de la misión al mundo gentil, sino que es anterior a su actividad. Este cuestión no la tocarán la cartas paulinas, pero si son útiles algunas informaciones de los Hechos y del ev. de Mc.
           
A partir del número 6 hasta el 9 la tónica dominante es la actividad misionera, donde el autor sopesa las estrategias ya sea hacia los gentiles como a Israel. En el número 9 facilita una semblanza de san Pablo según se desprende de los Hechos: personaje social respetable, figura religiosa venerable y garante el movimiento cristiano frente a las tergiversaciones heréticas y eclesiales de su tiempo.
            En la Conclusión, número 10, sintetiza sus puntos de vista.
            Es una obra que sopesa continuamente los aspectos sociológicos y religiosos del movimiento cristiano. No se trata de un comentario propiamente dicho, sino que destaca la novedad de dicho movimiento, sus características, la ruptura que supuso en el ámbito del mediterráneo, e impregnado de religiones populares.
            Pero tal enfoque no desdeña para nada la vertiente literaria de los Hechos, cotejada con gran precisión, aunque a veces un tanto sumaria.
           
De una manera ágil, pero sostenida por la bibliografía que maneja (ver. 173-175), el autor traza unas líneas para entender la irrupción del cristianismo en el mundo del primer siglo. El lector inmediatamente contempla los núcleos estructuradores a nivel religioso de la misión cristiana, sus dificultades, sus estrategias, y el aire fresco que aportó a la cultura y la sociedad, constantes que se convierten en referencias para la comunidad cristiana en el sucederse de los siglos.
            Una obra, pues, que contempla los orígenes del cristianismo, pero superando el iter reflejado en los Hechos, aunque a veces se hubieran sido útiles más datos, que, por otra parte, el autor ya ofrecido en publicaciones anteriores en esta dirección.
           
                                                                                        
                                             Sal Terrae, Santander 2015, 175 pp, 25 x 14 cms.            







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